Partida Rol por web

 La era moderna comienza a resurgir, grandes cambios se dan entre la sociedad madrileña de la época, la ciudad se forja como tal, algunos de sus edificios más distintivos ven la luz. La alta burguesía se pasea en los primeros coches con sus brillantes zapatos deslumbrando a una Gran Vía que no sabe lo que se esconde bajo sus calles. 

 En contrapartida a tantos cambios, como siempre ha sido y será anochece en Madrid dejando a los moradores de las sombras salir de sus escondrijos, relacionarse que lo ciudad, adaptarse a estos cambios.

 Un sabor metálico recorre tu boca todavía, el olor pútrido de las alcantarillas se te clava entre ceja y ceja como nunca te había pasado antes, escuchas unas ratas corretear en la lejanía. A tu alrededor la atmósfera se encuentra pesada, nada vivo se acercaría ahora. 

 No sabes cuánto tiempo llevas tirado en esa posición, tu pierna está entumecida, levantas la vista pero las bajo tierra y en la oscuridad de la noche no alcanzas a ver nada. Algo más despierto comienzas a incorporarte un haz de luz se derrama sobre tu cabeza levantas la mano para apartar un pringoso mechón de pelo de tu cara y es entonces cuando lo ves por primera vez. No es tu mano, es la de un mostruo, la mayor parte llena de pústulas y verrguas, el dedo meñique torcido y descarnado, los dedos siguen ajenos su trayectoria hacía tu cara con el malsano afán de retirar esa brizna del flequillo y tocan tu frente, o al menos lo que debería serlo ya que justo antes de quitar la mano asqueado te da tiempo a sentir una piel seca y rasposa como si de una serpiente se tratara. 

Bien, bien, bien... tranquilo, muchacho, respira... aunque bueno eso es, en tu condición imposible. Relájate,... tendremos que hablar y es mejor que estes tranquilo. 
Antes que nada, ¿te acuerdas de lo que ha ocurrido hace varios días? ¿No?, bueno, no pasa nada, tampoco es que tenga importancia. 
Ah, perdona, que modales son esos: mi nombre es Dylmar Smitthar, es un placer conocerte, Alexander. ¿Como se tu nombre? se muchas cosas de ti, Alexander. Se que fuiste criado por unos padres que te maltrataban, se que huiste de tu casa a los 10 años y que desde entonces has vagado por el mundo solo. Se que a los 14 años comenzaste a robar para sobrevivir, y a los 16 años a matar para sobrevivir. Eres un cazarecompensas, mercenario, espia,... todo y a la vez nada de eso. Trabajas para el que pueda pagarte, y te has convertido en alguien temido, aunque no lo creas. 
¿Por que te digo todo esto? es sencillo, me gustas. Oh, no de esa manera, no me malinterpretes. Me gusta como eres, como has vivido durante estos años, me gusta tu mirada de odio al mundo,... por eso te he escogido. Ahora eres de los nuestros. Un vampiro. 
No pongas cara de incredulidad, al fin y al cabo, lo sabes, en tu interior saber que lo que te digo es cierto.

Solo hay un problema, yo no debería de haberte convertido, es algo que no me estaba permitido. Ya ves, he roto las reglas del juego, no obstante, esto es una prueba, sobrevive a esto y serás merecedor de este don que te he dado.

Adios chiquillo, nunca nos volveremos a ver...

 Tras ser traicionado y llorar por el perdón de tu sire necesitabas cambiar de aires, comenzaste a deambular por Europa y antes o después tenías que llegar a Madrid, muchos te habían hablado de ella y es fácil para cualquier Lasombra conocer a un par de vastagos allí. Te acabas de hacer con una casa bastante señorial a las afueras de la aún no demasiado grande Madrid y tras los primeros días de saludos de rigor, de explorar los alrededores, y asegurar tu guarida ha llegado el momento que siempre llega. La desidia. Se va apagando la emoción de los primeros días, la inquietud de conocer cosas nuevas y comienza en tu cabeza a sonar más y más fuerte el eco de la venganza. Se lo diste todo, y se rió de ti. Ahora es más fuerte, está en mejor posición y lo que es peor: ya no significas nada para ella, ya no se acuerda de tu persona. 

 Deberías hacer algo para mantener tu cabeza ocupada, algo que se te dé bien, algo útil a la par que divertido. Ya sé, por qué no organizar una fiesta, al fin y al cabo eres nuevo en Madrid, habrá mucha gente a la que conocer. 

 Tengo que calmarme, he de controlar la ira. Es un consejo sabio de mi sire. Nunca muestres tus sentimientos ni dejes que te entorpezcan. Y ahora me esta entorpeciendo, y mucho. Un poco de fría lógica no estaría mal, pero si no consigo distraerme, me lanzaré al cuello de esa zorra en cuanto la vea. Calma. Calma.

Voy a hacer lo típico en estos casos. Una fiesta. Por supuesto, necesito hacer una lista. Es imprescindible elegir cuidadosamente a los invitados. Nunca se sabrá qué chismorreos o rencillas pueden haber en una urbe tan grande cómo esta. Hay que mezclar temperamentos y actitudes en la cantidad justa para tener una intensa y reveladora velada. Creo que lo mejor será invitar al Príncipe y su "corte" de lameculos. Pero claro, ellos sólo no dan color a mi fiesta. Ellos son la guinda del pastel, pero necesito un pastel lo suficientemente suculento cómo para que la guinda no decide "declinar" la invitación. Veamos qué hora es. Perfecto, la noche acaba de empezar, y tengo muchos sitios que ver y muchas casas que visitar.

Pero antes, un poco de orden, Madonna. Las puertas de la mansión están bien cerradas. Las ventanas tienen sus rejas, y mi cámara de descanso está muy bien protegida y escondida. No me gusta esta sensación de opresión, de falta de libertad, pero es necesaria. Al menos hasta que consiga un par de obedientes sirvientes. Por supuesto, el jardín está a oscuras, cómo medida disuasoria contra los ladrones. En la casa no falta el lujo. Vajillas de porcelana, caras botellas de licor, cuadros hermosos, esculturas. De todo hay en este pequeño reducto de lujo italiano. Por supuesto, ni un sólo espejo. Su sola presencia me irrita.

Creo que con esto basta. La noche me llama.

Adrián gruñe e intenta emitir un sonido, que con aquel sabor metálico solo surge un fuerte regurgitar, como si tuviera la garganta completamente destruida. Contempla sus manos, con un terror que provoca que sus ojos casi se salgan de las órbitas. Se incorpora rápidamente, sin mirar donde pone el pie o donde apoya sus manos. Todo ello sin perder de vista sus manos.

¡Dios santo! ¡¿Qué es lo que me han hecho?! piensa con pánico

Palpándose la cara, descubre su horrible deformidad. Poco a poco toma conciencia de que cubre todo su cuerpo, y el terror ante lo ocurrido toma forma en un grito desgarrador y prolongado. Cae de rodillas, temblando y sin dejar de contemplar sus manos. Cierra los puños, a la vez que mira a su alrededor, intentando averiguar en que lugar ha sido llevado en contra de su voluntad.

Todo sonido se convierte en una amenaza, todo movimiento revela un enemigo inexistente.

 - ¿QUIÉN ANDA AHÍ? ¡¿QUIÉN ME HA HECHO ESTO?! ¡¿DÓNDE ESTOY?!

Sigue gritando hasta que desfallece. Se derrumba en llantos mezclados con súplicas y rezos incoherentes. Huye de su realidad, abrazándose y columpiándose sobre su propio cuerpo.

- ... ¿Por qué?...

 Alexander no entendía nada. No sabía donde se encontraba, ni quien era el extraño hombre que le estaba hablando. Sus palabras resonaban en su cabeza:

Cita:

¿Como podía saber tanto de él? Siempre había intentado mantenerla en el anonimato. A decir verdad, muy pocos sabían de su pasado. Por el contrario él- ¿Dylmar Smitthar era su nombre?- conocía muchas cosas de él. Sin embargo, su sorpresa fue mayúscula ante su siguiente afirmación: ahora eres de los nuestros. Un vampiro. 

¿Un vampiro? Estaba loco, al fin y al cabo, todo el mundo sabe que los vampiros no existen, ...¿o si? Estaba confuso, demasiado confuso para poder pensar con claridad. Tenía un ligero dolor en el cuello: paseo sus dedos por el mismo y pronto descubrió unas pequeñas marcas. Apartó sus dedos con rapidez.

No puede ser- pensó- es imposible- Pero lo imposible se había vuelto posible, por mucho que le costaba aceptarlo.

Los vampiros no existen- dijo en voz alta. Quizás así podía mitigar su sospecha- no existen- recalcó. Pero las marcas estaban ahí y eso no podía negarlo.

¿Donde se encontraba hace varios dias? No lo recordaba, por mucho que lo intentaba. Sus manos golpearon con fuerza el suelo, haciendo un pequeño boquete en el mismo. Se miró las manos, extrañado. Apenas había notado el dolor de un golpe, excesivamente fuerte. Nunca antes había golpeado de esa manera. 

Lentamente, Alexander se levantó del suelo. Poco a poco se fue percatando donde se encontraba: en una especie de pequeña granja abandonada. Sus ojos se acomodaron con rapidez en la poca luz que entraba por el tejado semiderruido.

Tengo que salir de aquí.

Con esto en mente, y aún confundido, salió del lugar, sin saber el posible futuro que le podía deparar...

Fundido en negro y ahora te pregunto. 

Ya has sido creado, sabes que no debiste ocurrir y comienzas a creer que eres un vampiro. Supongo que quieres sobrevivir, sospechas que te puedes meter en un gran lío si alguien, aunque no sabes quién o quiénes, te descubre. ¿Qué hacer? No sabes nada del mundo de los vampiros, de hecho nunca te has encontrado con nada sobrenatural en tu vida. ¿Por qué tú? ¿Por qué ahora? Pero lo que es más importante, 

¿qué he de hacer para sobrevivir?

 No puedes recordar las veces que vomitaste aquella noche, y las que siguieron a ella, sin salir de las alcantarillas, maldiciendo cada centímetro de tu piel, asustado de tu propio cuerpo. Imáginate a alguién aracnofóbico, y ponlo en un cuarto lleno de arañas, ahora tíralo en una piscina llena de patitas, de abdómenes peludos, y de mandíbulas que cosquillean su piel. Ahora olvida las arañas y piensa que no hay nada tan asqueroso, tan deforme, y tan desagradable como tu propio cuerpo, cada milímetro. 

Muchas veces simplemente perdiste el conocimiento al recordar en lo que te habías convertido, otras muchas perdiste la razón, llegando incluso a clavarte un hierro oxidado en uno de tus propios ojos, ninguna herida perdura en tu cuerpo, todas desaparecen a la noche siguiente, salvo esa, quizá porque puede que no fuera una vez, sino que arrancaras tu ojo cada noche durante, no sé, semanas, años quizá? 

Un día abriste los ojos, temblando, como siempre, con el sabor metálico de vómito tras vómito aún en la boca, miraste hacia abajo y ahí estaba, el hombre que solías ser, algo sucio por el agua de las alcantarillas, pero tus mismas manos, tu pecho poblado de suave vello blanco rubio, y en tu cara, el tacto de la barba recién afeitada. ¿Habría sido todo un mal sueño? Dispuesto a salir de aquel sitio te dirijiste a la superficie, un rallo de sol caía por una ranura de la alcantarilla, en el momento en que se posó sobre tu piel, ésta comenzó a arder, y tu cuerpo, tu verdadero cuerpo se evaporó dejando paso al monstruo que eres tú, al desagradable ser en el que te has convertido. Un grito silencioso, un golpe contra la escalera que subía y de nuevo a flotar perdido sobre las aguas hediendas del alcantarillado de Madrid. 

 Oh, gran fiesta, todo un acontecimiento, todo el que tuvo que estar estuvo y tanto la decoración como los divertimentos de la noche fueron elegantes y del agrado de los presentes. Hasta Marya, una despiadada arpía Toreador no criticó nada. Un gran acontecimiento. 

 Pero ahora, tan sólo unas horas después de que todos se hayan ido, sólo una cosa da vueltas en tu mente, yendo y viniendo, haciendo equilibrios en el borde de la vigilia. Solo un nombre, solo una cara. Eric.

 Incluso el principe se dignó a venir, cuán bien tuviste que hacerlo, entró en la sala, inundando todo con su arrolladora presencia, algo palpitó en tu corazón, bueno, es una expresión tan solo, pero no fue ante su majestad, sino ante uno de sus acompañantes, Eric, tras algunas preguntas sin importancia, siendo lo más delicado posible fuiste consiguiendo alguna información, pequeñas piezas del puzzle de quién era esa persona. El favorito del príncipe, un ghoul con altas posibilidades de convertirse en chiquillo de su majestad, un ghoul con posición en este mundo de las sombras, una cara dibujada por el mismo Dios, y una lengua envidiada por el diablo. No te atreviste a cruzar palabra, si no fuera porque estás muerto, un rubor en tus mejillas te hubiera delatado, qué es esa desazón que sientes, ese tintineo en tu cabeza tan diferente al acostumbrado. 

 La mañana comienza a despuntar, y a pesar de que una sensación agradable como hacía mucho que no sentías recorre tu cuerpo, no puedes evitar caer en el hoy dulce letargo.

 Antes de ir a Madrid tu sire te llevó a Europa central, Viena exactamente, la casa madre de los trémere, más que aleccionada y ansiosa por atisbar una mínima parte del conocimiento que allí se atesora. No se te dejó ver demasiado, nadie reparó demasiado en ti, a penas te conocen, tu nombre no ha sonado nunca entre esas paredes. La ceremonia no fue complicada, ni estaba siendo excesivamente larga, una habitación mal iluminada, y en un cáliz bien pulimentado, un icor pardo y pesado esperando a tus labios.

 La fiesta deparó más de lo que esperaba. La guinda vino, cómo no. Y trajo consigo a su... favorito. Un joven llamado Eric, un ángel bajado a la tierra, en un momento sumamente ventajoso. He de intentar ganarme su confianza, quien sabe cuando nos dejará el Príncipe. Y quiero que su sucesor me tenga cerca, MUY cerca. Que note mi alieno, que confíe en mí. Es posible que esto no suceda nunca pero, ya se sabe, si no lo intentas nunca lo sabrás. Ah, y también he de vigilar a esa arpía, Marya. Nunca me gustó la gente puntillosa, y esa arpía lo parecía. Por lo menos no criticó nada de mi primera fiesta, cosa que considero tremendamente ventajosa. Tal vez debería visitarla de vez en cuando, son una enorme fuente de rumores.

Voy a comenzar a buscar sirvientes, me siento demasiado solo. Acostumbrado a la elegante vida en europa, ahora mi casa está bastante apagada. Y sucia, necesito que la limpien.

También comenzaré a "contratar" informadores. Creo que los cuerpos de la ley serán los primeros que tantearé. Con el tiempo, intentaré formar alianzas en el Eliseo. El sheriff será un buen aliado, y por supuesto las arpías. Creo que esa Marya es un pez muy gordo en el suculento estanque del Eliseo. Deberé redoblar mis visitas. Y tambien he de acrecarme a los vástagos de la ciudad, tal vez alguno de ellos me sirva para alcanzar mis metas.

Tal vez deba fomentar un poco la cultura, la fiesta. Una sala de variedades, un teatro... algo que anime este barrio tan soso e improductivo. Hay que crear un territorio, y si el mio cuenta con la pequeña ventaja de poseer los mejores clubs de la ciudad, bueno... más rebaño acudirá.

Y sin embargo, me falta algo. Me falta esa maldita. ¿Dónde está? Mis entrañas se retuercen cada vez que pienso en ella. Creí verla anoche en la fiesta, pero seguramente mis ojos me traicionaron. Si la hubiese visto. Mierda... Necesito información, necesito pruebas de que ella sigue aquí y que podré encontrarla. Pagaré lo que sea, haré lo que sea, con tal de conseguir su cabeza en una bandeja de plata. Lo que sea.

Creo que este sirviente que me regaló el Príncipe, este Jose, es bastante efectivo. Silencioso, trabajador, fiel. He de recordar escribir una carta al Príncipe cómo agradecimiento. Un poco de peloteo no viene mal, de vez en cuando. Tal vez me tenga en cuenta a la hora de nombrar algún puesto de poca importancia, pero suficiente para acercarme un poco más a Eric. Tengo la sensación de que será de gran ayuda en el futuro...

 Vampiro.

La sola palabra le parecía extraña. Siempre habían existido historias de estos seres sobrenaturales: cuentos para niños (y no tan niños) que relataban a estos seres chupadores de sangre, que no podían salir a la luz del sol y que se les mataba con una estaca. Quien iba a decir que estas criaturas existiesen realmente.

Alexander supo definitivamente que era un vampiro a raíz de un "pequeño" incidente: hambre insaciable y el temido sol.

Tras su conversión, el joven se aventuró a huir de la cabaña donde se encontraba. ¿Que podía hacer allí? La cabaña se encontraba en un bosque, pero , puesto que había un pequeño sendero no dudo en seguirlo. Tenía que llegar a algún pueblo para conocer su paradero y a partir de ahí calcular que hacer. Quien le iba a decir que el rumbo de su vida iba a tomar un rápido giro.

Mientras caminaba vio a lo lejos una pequeña figura que se aproximaba muy lentamente hacia él: un hombre que caminaba por el sendero.

Al fin- piensa. Quizás ese hombre podría ayudarle a salir de allí- disculpe- rápidamente Alexander corrió hacia él. Sus piernas se movían con rapidez y llegó con más rapidez de la esperada ante el hombre- me gus...- no pudo decir nada más. Algo extraño le ocurrió. Y todo a raíz de la sangre (la dulce sangre). El hombre (un campesino por sus vestimenta) tenía una pequeña herida en la mano, un rasguño nada más, pero hizo que un instinto depredador se adueñase de Alexander. No pudo controlarse, simplemente algo en su interior saltó, algo que le decía que tenía hambre, mucha hambre. 

El resto es una imagen distorsionada: la carra del terror del campesino, un grito, un rugido... y un mordisco. Cuando se quiso dar cuenta el campesino yacía tumbado en el suelo, muerto, con dos heridas en el cuello: sus dientes. La comisura de la boca de Alexander se encontraba manchada de sangre: se había dado un pequeño festín después de todo.

El pánico se adueñó del muchacho: en ningún momento esperó que iba a pasar esto. Su primer instinto fue huir, pero lo sopeso algo mejor. En primer lugar no podía dejar el cuerpo allí. Lo cogió (que poco pesaba) y se adentró en el bosque. Con suerte, si lo dejaba allí los animales lo devorarían y en el caso de que alguien lo encontrase supondría que un animal había acabado con su vida. 

Tras esto, decidió volver a la cabaña. Ahora no podía salir de allí, al menos no hasta poder pensar con claridad. Pero eso no iba a poder hacerlo en ese momento, puesto que el sol poco a poco comenzaba a perfilarse por el horizonte. Alexander no se enteró de la aparición del mismo hasta que unos pequeños rayos comenzaron a tocar la cabaña. Se había apoderado en él una intraquilidad extraña, pero no le dio mucha importancia pensando que era provocada por el "incidente" con el campesino. Cual fue su horror al ver esas minúsculas luces del sol tocando el tejado semiderruido de la cabaña. Y ese horror se transformó en terror cuando un pequeño rayo de luz tocó ligeramente su mano: al instante esta comenzó a quemarse.

Definitivamente, debía de huir de la luz. Algo en su instinto le decía que debía esconderse en algún lugar oscuro, lejos de la misma. Afortunadamente para él, un pequeño sótano le sirvió de lugar de descanso. Era un sitio pequeño, pero suficiente para descansar...

Que esta pasando, que me está pasando...- no pudo pensar mucho más, al instante se quedó dormido.

Adrian intenta, durante muchos días en los que el tiempo se pierde, salir a la superficie. Huyendo de la luz del sol y de las multitudes. Se cubre con ropa robada o con harapos, intentando huir de su propio aspecto. En cuanto a su sire, la respeta, más por miedo que por cualquier otro sentimiento. En varias ocasiones intenta hablar con ella, pero su actitud no es la propia. Con el tiempo, desiste de entablar alguna relación.

Desesperación. Cuando la noche cae, corre por los callejones, acercándose a lo que sería el hogar de su ex-mujer, junto con su hija. Puede esperar horas, aunque tan solo sea observarla volver a casa de noche, desde la distancia. La extraña, quiere abrazarla, decirle que no se ha olvidado de ella. Pero sobre todas las cosas se impone el recuerdo: ahora que jamás podrá volver con ella, no quisiera manchar el recuerdo que ella pudiera tener de su padre. Incluso con aquel cambio de apariencia... ¿como explicar su desaparición? La mirada de su madre podría ser demasiado hiriente. No quería más carga sobre sus hombros.

En cuanto a sus congéneres, asaltó a cualquiera de ellos para saber más de su existencia. Olvidó el miedo, y exigió respuestas. Quiso dirigirse al Príncipe, esperando una aceptación y una explicación a aquel modo de vida. ¿Cómo sobrevivir? ¿Cómo hacer frente a su no vida sin un guía cuerdo?

Extiendo mis temblorosas manos hacia el pulido cáliz, sin apartar la mirada de las imágenes distorsionadas que se reflejan en su superficie 'Tranquila... es simple vitae. Más poderosa que cualquier otra de las que he saboreado, pero vitae al cabo' Cuando mis dedos rozan el frío metal una leve ráfaga recorre mi espina dorsal 'Escalofríos... hacía tiempo que no sentía escalofríos' Dirijo una rápida y esquiva mirada hacia mi sire, esperando algún gesto de aprobación o una sonrisa escondida tras sus ojos. Al no recibir respuesta a mi veloz juego de miradas, dirijo toda mi atención al contenido del recipiente 'Este es el comienzo de todo' Con ese pensamiento, levanto rápidamente el cáliz sobre mi cabeza y, tras unos instantes en esa posición, lo hago descender lentamente hacia mis labios. Al probar el primer trago de la mezcla de vitae puedo sentir como cada una de las gotas que entran en mi cuerpo se funden con el resto de mi sangre 'Esto me unirá para siempre a toda esa sabiduría' Al sentir todas las miradas sobre mi, siento que no puedo dejar ver ningún tipo de indecisión, por lo que, con un pequeño juego de muñecas, vierto el resto de la copa en mi gaznate y lo trago a largos sorbos.

Cuando he terminado, me giro hacia mis superiores y clavo mi mirada en Yuto mientras relamo las gotas de sangre que manchan las comisuras de mis labios Juro ser siempre fiel al clan Agacho la mirada y doblo la rodilla en señal de sumisión ante los de mayor categoría 'Un paso más hacia el conocimiento... un paso más hacia el poder'.

 Son ya un par de meses lo que llevas en Madrid, pocos de los novicios te pueden hacer sombras y aunque al principio te encontrabas perdida en cuanto a política se refiere, ya vas viendo a quién te debes acercar, qué no debes decir, y dónde has de estar. De momento no eres más que una novicia más, en dos meses tampoco se ha hecho mucho en la capilla, pero te ves más capacitada y con más conocimientos que la mayoría de tus superiores directos.

 Tu sire se fue, de vuelta a oriente, a continuar con sus investigaciones, no volverá en largo tiempo.

 La vida en la capilla es tranquila, y la de Madrid cuenta con bastante material tanto de estudio como de trabajo, hay novicios realmente ávidos de poder que se pasan las noches estudiando en la biblioteca, y novicios muy apegados a la vida mortal que intentan salir y disfrutar todo lo que pueden, y todos los términos medios. La sociedad cainita del lugar está formada por una cantidad par de Lasombras, Ventrue y Toreador y algunos representantes de casi todos los demás clanes aunque por el Eliseo sólo se suelen pasar los clanes pertenecientes a la Camarilla. El principe de la ciudad y el cardenal MonÇada tienen una especie de tregua firmada de no agresión dentro de los límites de la ciudad. De hecho las relaciones son cordiales, nada que ver con el nuevo mundo.

 Un mundo de posibilidades se abre a tus pies, miles de caminos por elegir, pero tienes que tomar una decisión, tienes que escoger uno.

 Un momento la mano asquerosa que te hace vomitar, al siguiente tus dedos de pianista de toda la vida. Una gran maldición, un gran poder.

  Estoy jodido, estoy muy jodido

  Lo que comenzó por una fiesta se ha convertido en mucho más, la sociedad cainita se ha dado cuenta que no estás de paso, que juegas duro, y que no se te da mal la cosa. Lo primero asesorarte, nunca se te dieron demasiado bien las finanzas, saber dónde y en qué invertir, tampoco brillas por tu inteligencia, pero siempre se te dió bien el rodearte de gente que lo vale y hacer que trabajen para ti. El dinero es clave, la mayoría se busca matones sin cerebro ni escrúpulos para que se peten con su sangre y lanzarse unos a otros, tu sabes que tu primer ghoul ha de ser ese estudiante de economía ávido de poder y de dinero con el que llevar a cabo las mil ideas que se arremolinan en tu mente. Y así fue como una de las zonas de las afueras, tranquila y aburrida se ha ido convirtiendo poco a poco en una zona mucho más poblada, cotizada y llena de locales de todo tipo. Pero claro, no tenías el dinero para empezar, digamos que le debes un favor al principe.

 MonÇada traga a la camarilla, en el viejo mundo no es como en America, se ha llegado a un trato de no agresión, incluso las relaciones son cordiales, hay lasombras que frecuentan el Eliseo de la camarilla como tú, pero MonÇada comienza a ver con malos ojos tus tan frecuentes tratos con ellos. 

 Marya por su parte ve en ti mucho potencial, en tu segunda fiesta lanzo una crítica, tuviste el coraje de responderle y los reflejos para hacerlo bien, podría haber dedicado el resto de su no vida a destruirte, pero azares de la vida, o quizá trastornos en su cabeza, han hecho que le caiegas bien. No te tiene como protegido, pero digamos que tus fiestas brillan mucho más, y que te sueles enterar de más cotilleos que el resto de la gente. 

 Sobre tu hermana no es mucho lo que se sabe, un aviso en la policia describía a alguien parecido a ella con un hombre, pero hace meses de eso, y no se ha vuelto a saber absolutamente nada. No se podría decir que controles a la policia, pero si es cierto que pasan pocas cosas importantes sin que te llegues a enterar. No ha sido difícil, no hace falta sobornar a altos cargos, un par de visitas a las chicas de la centralita han sido más que suficientes.  

 El principe se muestra agradable contigo, aunque no ha vuelto a visitar tus fiestas más que un par de veces en estos años. No como Eric, que se ha hecho un asiduo. Habéis cruzado un par de palabras, no mucho, pero crees caerle bien aunque no puedes evitar sospechar que esconde algo detrás de esa mirada.