Partida Rol por web

Eres un hombre buscado.

Nunca te han visto la cara, no saben describirte con exactitud pero todo el mundo se pregunta ¿qué quiere "Daga Plateada"? Los guardias empiezan a estar realmente hartos de ti y no hay mucha gente que pueda decir que no te tiene miedo, todos pueden ser el siguiente.

Estás en la posada "El descanso del viajante", sentado en una de las mesas mientras meditas cuál va a ser tu próximo paso. La última persona a la que mataste era aquél mafioso de segunda fila, un golpe ordenado por un mafioso de tercera fila de la misma mafia.

Es bien entrada la tarde, la oscuridad se cierne sobre la ciudad y tu sabes que se acerca la hora de cazar... Si al menos tuvieras una presa... Hace 1 semana que tus cuchillas no sacian su sed de sangre y ya empiezas a estar un poco cansado de tanta paz. Los guardias han estado tranquilos éste tiempo y lo han aprovechado para reorganizarse y buscarte mejor.

Durante el día eres un ciudadano común. Paseas, compras en el mercado y hablas con tus vecinos. Por eso sabes que los guardias de la ciudad no tardarán en encontrarte ahora, además hay carteles pregonando la búsqueda de "la mano" por doquier.

Aún te queda dinero de tu último golpe, por el que te pagaron bastante mal. Pediste 200 monedas y te dieron sólo 170, con lo que has ido viviendo éste tiempo.

Hace 3 días que no sabes nada de tu padre. Estás en el patio, entrenando, rodeado por los demás soldados a los que no les hace ninguna gracia tener que compartir habitación con el hijo del sargento.
Has sobrevivido en éste entorno hostil haciendo las tareas de los demás reclutas, que no han abusado mucho de ti. 
Te alistaste con la idea de poder estar más con tu padre, pero ya has visto que no ha sido tal como esperabas, a pesar de encargarse de los reclutas está en otra compañía, y él sigue con sus guardias y patrullas y tu eres un recluta más... Por lo menos lo puedes ver de lejos cuando estás en el entrenamiento y puedes ver cómo se hace respetar entre los reclutas de su compañía. No parece que haga mucho por venir a verte...
Es por la tarde y ya empieza a anochecer, la verdad es que no tienes muchas ganas de ir a los barracones, porque ya sabes lo que significa. Podrías despertar entre serpientes o arañas, o podrían apestar tus ropas con una mofeta, podrían esconder tu armadura o substituir tu espada por una espada de madera... es el pan de cada día.
El patio es bastante ancho y tiene un muñeco de entrenamiento en medio, os han dado una espada de madera para golpearlo, ahora mismo estáis practicando los golpes altos, justo te toca golpear a ti.

El sargento que te ha tocado es un gran soldado, es un hombre fuerte y ágil, con gran sentido del compañerismo y el trabajo en equipo. Sacrificaría su vida por la de cualquiera de vosotros si fuera necesario.

- ¡Venga chaval, dale duro a ese monigote para que podamos ir a dormir!

Dale te da una espada de madera bastante astillada para que puedas completar el entrenamiento.

- Recordad que un enemigo de verdad no esperará quieto a que le abráis la cabeza, si tardáis más de la cuenta como aquí vuestro compañero, lo más probable es que os mate...

Todos los reclutas empiezan a reír.

Uno de los reclutas grita por encima de las carcajadas del resto:

- Aunque su enemigo fuera como ése muñeco, Leonard es capaz de perder!

Los reclutas luego empiezan a reír mas fuerte

- ¡Silencio! ¡dejad que se concentre! ¡Éste ejercicio es muy importante!

El sargento está realmente molesto ahora, los demás reclutas llevan unos días burlándose de ti y eso no ayuda a que los entrenamientos se realicen con normalidad.

- ¡Leonard no sería capaz de golpear a un enemigo aunque su objetivo fuera ciego, sordo y tan estúpido como Leonard!

Tus compañeros ríen cada vez con más fuerza, hasta unos cuantos de ellos se están retorciendo de risa agazapados.

Leonard se situó en frente del muñeco con la espada de madera en su mano derecha. Había escuchado a Smithe, pero hizo como que no, ya que no quería darles el placer de que pensaran que le importaban sus palabras. Desde el primer día tuvo que aguantar las hostilidades de sus compañeros por ser el hijo del Sargento, pero nunca se había rebotado, sabía que eso era lo que querian y que si lo hacía el único perjudicado sería él mismo

Cuando practiquemos entre nosotros me aseguraré de que me toque con Smithe y verá si soy capaz de golpear a mi enemigo...

Descargó un golpe con rabia contra el muñeco imaginandose que golpeaba a Smithe, pero el golpe no impactó contra el muñeco. Quiso romper el muñeco con el golpe, pero por no apuntar bien falló estrepitosamente y ahora sus compañeros se reirian más de él. Sólo esperaba que su padre no hubiera visto eso.

Al ver el fallo estrepitoso a la hora de golpear, el sargento irrumpe en el entrenamiento y grita a los demás reclutas:

- ¿Veis? Lo habéis desconcentrado! ¡El valor de una compañía viene a través del trabajo en equipo! Si no podéis aceptar eso no duraréis ni dos minutos contra un enemigo de verdad... Ahora id a dormir, mañana os quiero a todos aquí a primera luz del alba...

El sargento te arrebata la espada de madera de forma severa, pero te mira y te guiña un ojo.

Te susurra:

- No te preocupes, tengo fe en ti, sé que serás un gran soldado, como tu padre.

Mientras avanzáis a los barracones, Joey se adelanta para hablar contigo.

- Jajajaja! Sabía que no podríais golpear a ese muñeco, seguro que eres la deshonra de tu familia y te has alistado sólo para huir de la vergüenza de tu madre. Por cierto, anoche tu madre se portó muy bien...

Dicho ésto Joey te da un golpe en el hombro con el suyo según avanza y se adelanta a los barracones.

Leonard agradecía las palabras del Sargento Tindall, pero sabía que sólo lo decía para que no se sintiera peor. Por desgracia, no todos eran igual de comprensivos que el Sargento, y Smithe aprovechó para atacar verbalmente... Aunque esta vez se pasó.

Sabía que no debía caer en sus provocaciones, que eso era lo que ellos querían, pero tenía que defender el honor de su madre - Yo por lo menos tuve la decencia de huir antes de que me echaran como a ti

Joey lo estaba deseando, tras oír tu comentario se da la vuelta e intenta darte un puñetazo directo a la mandíbula, que ni tan sólo tienes que esquivar.
No parece que Joey se quiera rendir después de ésto, sólo lo ha enfadado aún más.

Sabía que la cosa podía acabar así, y ahora no era momento de actuar como un cobarde, así que Leonard se puso en guardia y se preparó para esquivar el puñetazo. Por suerte, Smithe falló su puñetazo, y ahora era su turno de golpear.

Aún no controlaba los nervios de las peleas, y eso hizo que su puñetazo tampoco alcanzara su objetivo

Los demás reclutas se dan cuenta de la pelea y forman un círculo alrededor de los dos luchadores.

Joey suelta una patada que resulta en fracaso estrepitoso, haciendo que el resto de reclutas se rían de Joey.

- ¡Callaos de una maldita vez! - grita - ¡No me dejáis concentrarme!

El corrillo que se había formado alrededor de la pelea tenía una cosa buena y una mala. La buena es que Joey se estaba poniendo nervioso, tenía más que perder que Leonard. La cosa mala es que llamarían mucho la atención y el Sargento se podía acercar y mandarles limpiar las letrinas.

Lo mejor era intentar acabar la pelea cuanto antes. Se concentró en la cara de Joey y lanzó un puñetazo con precisión.

El puñetazo ha alcanzado de lleno en la nariz de Joey.

- ¡Ésto no va a acabar así!

Tras decir esto, Joey echa a correr hacia los barracones, haciendo que el resto de reclutas se rían de él.

Lo mejor es que nadie os ha visto, y has enseñado a Joey quién manda.

Os dirigís a los barracones, a dormir. Varios compañeros que se reían de ti te felicitan por lo que acabas de hacer.

Leonard sintió un gran placer cuando su puño impactó en la cara de Joey, como si ese golpe fuera dirigido a todos los que le habían hecho la vida imposible desde que se alistó. Sabía que se había ganado un enemigo, pero esperaba que el resto le dejaran un poco en paz.

Al llegar a los barracones, Leonard se quitó la ropa de entrenamiento y se tumbó boca arriba. Todavía estaba excitado debido a la pelea, y le costó bastante dormir

Atrus se reclinó en su silla mientras balanceaba el contenido de su jarra. Era una buena cerveza, mejor de la que se hubiera imaginado.

La están llevando bien mis hermanos...

Hace rato que se venía recordando que lo que había hecho ese desgraciado con la paga no se lo debería haber dejado pasar. Tal vez ahora era un buen momento para reclamar la paga, después de todo, se lo debía y él no tenía nada mejor que hacer. 

Como si de una descarga de energía se hubiera apoderado de Atrus, vació su jarra y la puso sobre la mesa. Se acomodó el cinto, corroborando el estado de las vainas de su espada y dagas. Se levantó y se arrebujó en la capa para salir de la taberna-posada.

Hacía frío. Bastante. Con la gorguera de su capa se tapó la boca y la nariz para poder respirar aire más templado que el que había en el exterior. El olor que sintió al instante le recordó que le hacía falta un baño.

Tal vez luego... cuando haga más calor...

Miró hacia los lados y se adentró por las callejas de "Pozo negro" en búsqueda del paradero de aquel mafioso que lo había engañado y pensado que no habría represalia por eso.

No dejaré que suceda de nuevo... empaña mi prestigio...

La noche está cada vez más cercana, y vas a aprovechar eso para reclamar lo que es tuyo. Las calles están desiertas y llenas de un silencio incómodo, es como si los dioses anunciaran tu partida.

Ese granuja no sabe lo que le espera... Debió pensarlo dos veces antes de intentar engañarte.

La capa te cubre la espada y tu colección de cuchillos, estás listo para la pelea, que será rápida.

No sabes el paradero exacto de tu victima, pero sabes dónde puede encontrarse ahora mismo y también a quién tienes que presionar para averiguarlo. Sigues el camino a tu derecha, en dirección al puerto. Seguro que está en uno de los asquerosos antros de su grupito de amigos.

En cuanto llegas al puerto puedes ver la guarida de la banda, o la mafia, como se da a conocer. Se creen muy importantes porque tienen comprados a los guardias y controlan el contrabando del puerto.

La puerta está custodiada por dos gorilas que miden el doble que tu, tras fijarte bien en su cinturón puedes ver que van armados, aunque no podrías decir qué armas llevan.

Mientras vigilas la puerta desde las sombras ves que entran y salen unos cuantos hombres, que no parecen armados ni fuertes (de hecho hay alguno que no debería cargar con peso), descargando cajas de un barco y entran dentro de la guarida con ellas, probablemente lo que lleven no sea muy legal.
Hay un callejón a la izquierda de la puerta, realmente oscuro.
El edificio, de madera, no tiene ventanas visibles. Gracias a la luz de la luna todo puede verse con completa claridad. 

Varias horas más tarde consigues dormirte a pesar de tu nerviosismo, y tus sueños esta noche son tranquilos.

Te despiertas sólo en los barracones, parece que todo el mundo ya se haya marchado y nadie te haya querido avisar.
Te aseas un poco, te vistes con tus ropas de entrenamiento y sales para el comedor, donde esperas que aún quede comida para ti.

Al llegar al comedor te encuentras con tus compañeros reclutas hablando con el sargento Dale, que parece muy preocupado.

Coges una bandeja y tu comida, esa asquerosa sopa a la que deben echar zapatos viejos o algo así...

Tomas asiento en una mesa libre y empiezas a comer.

Tras hablar con los reclutas, el sargento Dale se sienta en frente a ti.

Tiene una actitud muy tranquila y un semblante sombrío:

- Anoche te peleaste con un compañero, esta mañana ha venido a contármelo, dice que lo atacaste y no lo escuchaste cuando él quería hacerte entrar en razón. Me gustaría saber qué tienes que decir en tu defensa por haber actuado así.