Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche
Al amanecer, los primeros rayos de luz van acompañados de el buen humor y de los gritos de Durren, lo que me hace sentir muy familiar, muy agusto conmigo mismo y con mi nuevo entorno.
Me levanto de un salto y me desperezo, miro arriba al cielo y digo alarmado
¡Durren! ¡La luna está ardiendo! ¡¿Qué ocurre?! me quedo boquiabierto mientras pienso muy veloz
¿Será algo normal? ¿Estará pasando algo? ¿Hay vida allí arriba?....
Era la primera vez que estaba realmente asombrado; desde luego, una sensación muy extraña.
- Cálmate, chico. Eso es el sol. Es como la luna, pero sale durante el día, no durante la noche. Y brilla mucho, ¿ves?- Durren mira hacia arriba y sonríe.- No te recomiendo mirarlo fijamente. Puede hacerte daño en los ojos.- luego te pone una mano en el hombro.- ¿Estás listo para continuar?
Me tranquilicé al escuchar a Durren, le contesté
¿Es bastante impresionante verdad? Nunca hubiera imaginado fuego en el cielo, es cómo una gran fragua...
Me quedo mirando al sol un poco a pesar de la recomendación de Durren y finalmente digo con firmeza
Estoy preparado, te sigo Durren.
Durren te lleva de nuevo por el camino abrupto y lleno de desniveles que habéis cogido para venir aquí. Pasáis otro rato largo andando, y esta vez el enano parece más contento y aliviado. Como ya has visto todo lo que hay por aquí, no se detiene a enseñarte cosas como antes, pero hace algunos matices para explicarte peculiaridades de algunas rocas y plantas.
Un poco antes de llegar a Portux, el enano toma otro camino y llegáis al camino que habíais visto antes desde el barranco de delante de la ciudad enana. Comprendes que, como te había dicho, Durren te va a llevar hacia el sur, donde hay más humanos.
Durante el camino que de nuevo Durren marcaba, reflexioné sobre cuál sería mi objetivo a partir de ahora, ya que no conocía para nada las posibilidades que éste mundo tenía. Le comenté a Durren varias cuestiones que me parecían curiosas desde que habíamos salido Portux, como la Luna, el Sol, los diferentes olores, colores...
Al llegar a lo que podía reconocer cómo la misma zona por dónde pasámos al principio del viaje, le preguté a mi fiel Maestro
¿Se supone que vamos a transitar éste camino, Durren? me quedé un momento en silencio mirando el camino
Durren asiente con semblante meditativo.
- Eso es. Iremos al sur. Supongo que querrás ver otros humanos, porque por aquí no hay ninguno.- se encoge de hombros y te mira.- ¿No? Además, así podrás conocer a alguna chica humana, ¿eh?- te da un codazo de complicidad.- Ya sabes, una que... sea de tu talla.- suelta una risotada grosera y se pone a andar sin mucho preámbulo.
Me quedé brevemente en silencio y decidí explicarle a Durren lo que opinaba sobre los de mi raza
No sé si será por influencia del entorno en el que he vivído, pero los humanos me dan un poco de mala espina...
Miré a los ojos a Durren para ver que expresíon ponía.
Durren se ríe otra vez y te da un golpe en el hombro.
- Pues claro. Nunca te fíes de un humano, chico. Ni de un enano. Ni de un elfo... ni de nadie.- su tono bromista se va convirtiendo en un sermón.- El mundo es peligroso y no te recibirá con las manos abiertas. Tienes que ser muy prudente en cuanto tengas que apañártelas tu solo.- sigue caminando, se detiene de repente y te mira, pensando cómo decir lo siguiente.- Porque... sabes que algún día yo no estaré aquí para ayudarte, ¿verdad?