Partida Rol por web

Durante la fiesta hablamos lo de siempre, repasamos anécdotas de las aventuras pasados, más bien de los trabajos pasados. Quizás ahora nos destinen a misiones más importantes. Nosotros no echamos de menos la ciudad. Nos da todo lo que queremos en un par de días, la exprimimos, le sacamos el jugo y nos vamos de nuevo a recorrer los caminos.

Dormir en cama mullidas todos los días nos haría una raza débil y acomodada. Sólo ansío más poder y responsabilidad dentro de la sociedad. Pero no seré uno de esos goblins que engordan y sólo cuentan monedas. Por eso bebemos y comemos sin control. Nos gastamos todo el dinero que teníamos, invitamos a antiguos amigos que vemos y nos cruzamos por ahí.

Llega la mañana, después de una noche de celebración y diversión. Hakji ignoró sin darse cuenta todas y cada una de las insinuaciones de Lelea, aunque tampoco ella se esforzó mucho. Kehlk se mostró distante y callado, incluso siendo él. Las partidas de cartas fueron bien y amenizaron el rato. Tus compañeros decidieron irse a la cama pronto, puesto que estaban nerviosos y emocionados por lo que estaba por venir.

Y ha llegado. Te has despertado en tu habitación pagada por el militar. El tabernero parecía desconcertado cuando os dijo que un soldado de su talla e importancia había pagado cuatro habitaciones individuales en un lugar de mala reputación como ese. Al salir de tus cutres aposentos, no encuentras a tus hombres hasta que no bajas al primer piso, donde los primeros clientes del día ya entran a pedir alguna que otra copa. Lelea y Hakji están en una mesa y te miran como perritos deseosos de salir a pasear en cuanto bajas las escaleras. No hay rastro de Kehlk.

Bajo las destartaladas escaleras bostezando y moviendo el cuello de un lado para otro, oyéndose sendos "Cracks". Al llegar a la planta baja hago un símbolo de dos, al rechoncho tabernero, con los dedos.

-Salchichas- le pido con una voz mucho mas rasposa de lo que me había esperado-.

Me siento junto a mis compañeros, estaba dispuesto a pasarles revista, pero me falta uno.

-¿Donde está Kehlk?- digo mientras le coloco bien la hombrera a Hakji- Creo que me acosté antes que él.

Hakji y Lelea se miran con incertidumbre y se encojen de hombros. Cabe la posibilidad de que estén tan dormidos y despistados que ni siquiera se hayan dado cuenta de la falta de un tercer compañero.

- No tengo ni idea.- responde Hakji, que se revisa a sí mismo después de que le coloques la hombrera.- No es normal en él ser el último en levantarse de la cama. ¿No lo ha visto arriba?

El tabernero te sirve con una sonrisa no muy sincera lo que has pedido. Es de esperar que no le guste tener clientes gratis aprovechándose desde la noche hasta la mañana.

Me meto un trozo de salchicha, grasienta y fría en la boca, masticandolo con satisfacción, y apunto con el otro pedazo a Hakji.

-Si lo hubiera visto, no estaría preguntando por él, botarate- señalo con la cabeza las escaleras- anda, vete a buscarlo y dile que baje ya, tenemos cosas que hacer.

Sin ponerle más importancia de la que tiene, ahora mismo, sigo desayunando. Mi apetito siempre ha sido ampliamente incrementado cuando algo me sale gratis.

Hakji tarda unos segundos en asimilar la aplastante lógica, y luego se levanta sin hacer mucho ruido y sube las escaleras para buscar a Kehlk. Lelea lo mira hasta que ya no puede verle, y entonces te mira a ti.

- Ya hemos desayunado, no se preocupe.- dice con sarcasmo.

Hakji vuelve en un santiamén, algo confundido y preocupado.

- He llamado a su habitación, pero no ha contestado. La puerta estaba abierta, y lo ha recogido todo. No está.- dice como si te estuviera haciendo un informe de la última misión.

Me termino la salchicha de dos grandes mordiscos. Si lo ha recogido todo y se ha marchado espero encontrarlo en la puerta principal. Me levanto y me cuelgo el petate al hombro.

- Pues vamos, espero que esté allí, no quiero dar una mala impresión nuestros primer día- miro una última vez hacia la escaleras, esperando verlo bajar de un momento a otro.

Me encojo de hombros y me dispongo a salir, al pasar por la barra se me ocurre preguntar al posadero.

-¿Has visto a nuestro amigo marcharse esta mañana temprano?- le pregunto, mientras cojo un poco de queso que estaba a mi alcance.

El posadero mira con unos ojos ardientes la mano que coge el queso, como si eso fuera la gota que colma el vaso y se estuviera tragando una sarta de palabrotas que ha contenido a la vez que su frustración por tener cuatro clientes que no pagan por una tarifa demasiado baja. Aunque, claro, cómo iba a negarse tratándose del ejército...

- Le he visto marcharse antes de que los demás bajarais.- dice mirándote de nuevo a los ojos. No da señales de querer continuar la conversación, porque de hecho baja la mirada y se pone a limpiar la barra con total y fingida indiferencia.

Lelea y Hakji te siguen de cerca, preguntándose dónde habrá ido ese goblin. Es difícil averiguar sus intenciones si nunca cambia de expresión. No tardáis demasiado en llegar a la puerta en la que habíais quedado: allí encuentras al cliente, con su caravana tirada por dos bueyes, y a Kehlk, que parece sorprendido de veros tan pronto.

- Hola, señor.- dice Kehlk a la vez que el cliente os mira con exasperación, y diciéndoos "ya era hora" con los ojos.

Le lanzo rayos con los ojos a ese goblin madrugador que nos deja a los demás mal, le alzo el puño amenazadoramente y me muerdo la lengua. 

-Buenos días Kelk- le respondo con aplomo.

Caminando usando la lanza como bastón doy un par de vueltas a la caravana para hacerme a la idea del conjunto, con mi experto ojo militar y poder distribuir la mejor manera de protegerla.

El cargamento está tapado con una lona bien sujeta, de manera que no puedes ver lo que hay debajo y a vuestro cliente no parece entusiasmarle la idea de que metáis las narices donde nadie os lo ha pedido. Lo deduces porque está casi enganchado al carro y sigue con una mirada suspicaz muy poco disimulada cada uno de tus movimientos.

Los cuatro podríais rodear la caravana sin perderos de vista, aunque para hacerlo bien deberíais ser seis para cubrir los huecos que quedan en caso de que os pongáis dos delante y dos detrás.

Una vez están todos en sus puestos, con nuestras lanzas relucientes pido a gritos paso cuando nos ponemos en marcha. Tanta claridad me da un poco de dolor de cabeza, pero no es por la borrachera de ayer, por todos es sabido que los Goblins nos movemos mejor en la oscuridad.

Organizo rotaciones cada pocas horas. Más evitar el aburrimiento de un puesto o la comodidad de ver siempre lo mismo.

Camináis durante alrededor de una hora, por lo que quizá os encontréis muy cerca de la frontera de Tirlan. Si ahora fuerais hacia el norte, os adentraríais en territorio enano. Si vais hacia el sur, os dirigiríais a los bosques de Vilhahel, donde viven los clanes élficos. No hay más posibilidades porque venís del este y hacia el oeste también os toparíais con territorio enano.

- Puesto que pareces el líder, decide por dónde vamos.- dice de repente vuestro cliente, mirándote con severidad.

Asiento con gravedad, muchas veces es mejor parecer una cosa, que serlo. Es el gran valor de un goblin de hecho. Así que como parezco el lider, es casi seguro al 100% que lo soy.

-Nos dirigiremos por las tierras élficas- sentencio tras unos minutos de meditarlo, aunque en realidad fueron más de unos minutos- es más seguro para la carga- y para nosotros.