Partida Rol por web

La ciudad de Tirlan es conocida por su eterno bullicio. Los goblins se han acostumbrado a trabajar de día para adaptarse a la competición humana, pero su naturaleza nocturna les ayuda a seguir sacando el mayor provecho a sus negocios. Es posible que para ello tengan que trabajar una cantidad de horas inaguantable, pero muchos lo hacen de buena gana.

En el pasado, los goblins fueron sólo criaturas salvajes que vivían en pequeñas tribus y que se dedicaban a saquear y robar. Pero eso cambió hace tiempo. Ahora debéis ser considerados una raza consciente y civilizada, por mucho que algunos aún os miren por encima del hombro. Eso sí: que hayáis aprendido a comerciar no significa que hayáis abandonado la sana costumbre de instruir a guerreros. Nunca está de más saber que hay alguien manteniendo el orden y la seguridad.

Y ahí entras tú: un respetado jefe de unidad. La gente dirá que eso no es nada... pero al menos tienes a una patrulla bajo tu mando. ¿Quién más podría presumir de algo así? Seguro que les corroe la envidia.

Tú y tus hombres habéis pasado unos días en la ciudad de Tirlan, capital de Tirlan. Hakji no ha parado de hacer broma sobre lo estúpido que es ponerle el mismo nombre a la capital que al imperio, pero Lelea, una goblin fuerte y lista, le ha hecho callar de un cachete. Al menos se están divirtiendo.

Aún así, a todos os empieza a incomodar este silencio oculto. Bajo el barullo de las ciudades habéis detectado un tenso silencio que sólo habéis podido escuchar tras pasar unos días aquí. Es el silencio que precede la tormenta, y todos lo sabéis.

- Señor, ¿cuántos días más tendremos que pasar aquí?- pregunta Kehlk, tu hombre más feroz y servicial.- No hemos recibido información de la cadena de mando y... parece que se hayan olvidado de nosotros.- mira a Hakji y Lelea, que asienten con seriedad, y todos te miran.

Estáis esperando en la taberna de siempre, en tu habitación. Lo que había empezado siendo una partida de cartas parece ser que acabará siendo un debate.

Hacia tiempo que había gastado la mayor parte de mi sueldo en cerveza para tenerlos bien borrachos, pero parece que esto se prolonga demasiado, ya están empezando a desesperarse, y yo también, pero no puedo mostrarme débil. Lanzo una carta al montón del centro y la sigo con la mirada.

- ¿Te acuerdas cuando pasamos dos días dentro de aquella cascada?, no parábamos de decir, ojalá estuviéramos en una posada, secos y calentitos- miro mi mano y frunzo el ceño- uno nunca está contento con lo que tiene, está en nuestra naturaleza Goblin- Resoplo y tiro mi mano entera al centro- paso.

Tras un silencio, Lelea juega una carta y sonríe.

- Vuelvo a ganar.- dice, y recoge las cartas para barajarlas. Justo cuando Hakji va a protestar, ella continúa.- Estoy de acuerdo con Kehlk. Nunca habíamos esperado tanto. ¿Nos han dado vacaciones, o es que se han olvidado de que existimos?

Hakji apoya la barbilla en la mesa y resopla.

- Yo sólo sé que esta espera va a matarme.- te mira de reojo, puesto que no quiere moverse.- Señor, ¿por qué no vamos a algún sitio a divertirnos? No podemos esperar aquí a que alguien se le ocurra pasarse a saludar.

Yo también estoy dudando, se están retrasando bastante, y eso no me gusta, no creo que estén juntando dinero para pagarnos más.

-Basta, no quiero oír más quejas- señalo a Lelea y a Kehl altrernativamente- no podemos hacer otra cosa que esperar,  a mí también me fastidia, comportaos como exploradores, que no somos simples goblins- saco pecho- dicho esto, ¿Que propones?- le pregunto a Hakji con una sonrisa de complicidad.

Voy sacando un par de pequeñas monedas para pagar e irnos, abro los ojos al descubrir las pocas que me quedan.

Hakji te devuelve la sonrisa cómplice.

- Bueno, estuvimos mucho tiempo fuera. Fueron unos días bastante... solitarios. He pensado que no nos haría daño estar rodeado de alguna que otra belleza, ¿no cree?- Kehlk sonríe también, pero Lelea suelta un sonoro bufido, se levanta y se va a mirar por la ventana. Hakji la mira como si no supiera lo que le pasa.- Oye, Lelea, no hace falta que nos acompañes si no quieres. Pero, ya que tú no estás interesada por mí, no me negarás el derecho a ligar un poco, ¿verdad?

Lelea niega con la cabeza y suspira.

- Haz lo que te dé la gana, idiota.- dice aún mirando por la ventana.

Vuelvo a guardar las monedas en el bolsillo. Hembras goblins... no es lo que me gustaría. Pero tienen su atractivo es verdad, pero una piel suave y rosa, con unas curvas más... meneo la cabeza como despertando de un aturdimiento. Le indico con la mano que se pueden ir.

-Ir vosotros, pero antes pasar por un puesto de guardia por si hay novedades- cojo de nuevo la baraja y con agilidad muevo las cartas entre mis dedos- yo que quedo aquí con Lelea. 

Los dos goblins se levantan como impulsados por un muelle y caminan hacia la puerta de la habitación mientras se ríen como hienas. La puerta se cierra y se hace el silencio. Lelea tarda un poco en apartarse de la ventana y volver a sentarse.

- Vaya, señor, no me esperaba esa respuesta.- te hace un ademán para que repartas las cartas.- ¿Acaso tiene a alguien especial en su vida?- sonríe, pero sus ojos no brillan. Parece algo apenada.

Cambio de postura incómodo en la silla, y empiezo a repartir las cartas.

-Nada que pueda tener futuro, Lelea- no me gusta que se hable tanto de mí- en cambio tú con Hakji... -le miro a los ojos buscando una respuesta emocional- ¿a que esperas para decírselo?

Sigo serio y sólo un pequeño destello de malicia en mis ojos, para alguien me conozca bien, podría adivinarse que estoy de broma.

Lelea deja de sonreír y se le desencaja un poco el rostro, sorprendida. Se lleva una mano a la mejilla y se la frota mientras mira sus cartas.

- Él...- empieza, pero se detiene. Niega con la cabeza.- No sabía que se me notara tanto.- suelta una risita.- Soy un poco estúpida, ¿verdad? Seguro que se ha dado cuenta todo el mundo...- mira por la ventana, observando las nubes.- ... menos él.

Vuelve a mirar sus cartas y empieza la ronda con una carta muy mala.

Me río con ganas para que no parezca una conversación tan seria. Mi risa es rasposa y ahogada. Como un perro.

-Claro que se ha dado cuenta, pero seguro que piensa que estas de broma-los pendientes en mis orejas tintinean cuando muevo la cabeza- ese cabeza hueca no tiene ni idea, y deja de mirar las nubes coño, que pareces una elfa- le vacilo, pero me preparo por si me llega un puñetazo.

Pongo una carta muy buena. Así se empieza una jugada.

- Pues ojalá fuera una elfa. Así alguien se fijaría en mí.- apoya la cabeza en su mano y lanza otra carta muy mediocre. Luego se ríe y niega con la cabeza.- Buf, ¿de verdad he dicho eso? Jefe, si alguna vez lo repito, pégueme un puñetazo.- se ríe y se apoya en el respaldo de la silla.- Es que a veces me parece tan... imbécil. Y ciego. No sé.- te mira y sonríe.- Perdone, supongo que no querrá oírme llorar como una niñita humana. Dejemos el tema. Joder, que asco de cartas me han tocado. Espero que no me esté estafando.

Ojalá...

- Supones bien, no me gustaría verte llorar después de esto- dejo con una mano caer las cartas y es una jugada ganadora- ¿ves lo que pasa por despistarte con las nubes?.

Con la otra mano lanzo un puñetazo rápido, que va directo a su cara, para ver si se espabila, se que ella puede aguantarlo sin problemas. Y una demostración de fuerza nunca viene mal. Casi no tiene tiempo de reaccionar.

Lelea reacciona con unos reflejos dignos de una ladrona y se aparta lo suficiente como para que tu puñetazo no le de. Luego te mira con incredulidad y confusión. Tras unos instantes, sonríe y deja caer sus cartas a la mesa.

- Es posible que me gane a las cartas, señor, pero aún tengo que encontrar a alguien que me iguale en el combate.- te mira con malicia, se levanta y se despereza.- ¿O acaso era eso un desafío?- sacude los brazos para liberar tensión.- Llevamos mucho tiempo sin hacer nada y no me vendría mal practicar.

Lo ha esquivado. Menudo reflejos tiene esta condenada Goblin. Le devuelvo la sonrisa y echo la silla hacia detrás al levantarme. Una vez de pie, cojo la jarra y le pego un trago.

- Pues yo creo que no tendrás que buscar mucho para encontrarlo- le señalo con la jarra- Vamos a hacer lo siguiente, si muerdes el polvo tendrás que decirle a Hakji lo que sientes y acabar con estas boberías.

Lelea te mira con determinación.

- ¿Un combate a la vieja usanza? Necesito darle una paliza a alguien.- aprieta los puños y los levanta a la vez que sonríe.

Le devuelvo la mirada.

-Eso me gustaría verlo- le digo soltando la jarra en la mesa.

- Menos beber y más zurrar, joder.- dice dando saltitos como si fuera a boxear.