Partida Rol por web

Parece como si me dejara empezar, peor para ella. Salto hacia ella con un puñetazo dirigido a su mandíbula. Mis brazos son fuertes y rápidos, ella es una hembra después de todo. Fallo claramente, quedándome muy cerca de ella, con apenas tiempo de levantar mi guardia.

Empiezo a retroceder a toda prisa.

Lelea sonríe con seguridad al verte fallar. Sin dudar ni un instante, se adelante un paso y te pega un rodillazo en el abdomen. Por desgracia para ella, también falla, perdiendo la fuerza justo antes de golpearte.

- Maldita sea, ya decía yo que estar tanto tiempo quietos nos haría perder la práctica.- dice sonriendo.

Su rodilla pasa cerca de mi entrepierna peligrosamente, pero no llega darme de lleno.

-Eh, nada de golpes bajos- le advierto con una sonrisa-.

Aprovecho la cercanía para cogerla por los hombros y darle un cabezazo, mientras aprieto los dientes preparado para el impacto.

Lelea recibe el cabezazo y cierra los ojos a la vez que aprieta los dientes. Se tambalea hacia atrás, y le cuesta un poco recuperar la compostura.

- Joder, qué cabeza tan dura tiene.

Luego intenta darte un puñetazo, pero vuelve a fallar, incapaz de alcanzarte.

Me muevo con agilidad evitando el puñetazo un poco desorientado. Le he dado un buen cabezazo pero no se ha desplomado. Sólo el ataque, aunque débil, hace que salten mis alarmas. Me agarro con una mano a la mesa para coger más impulso y le lanzo una patada a la altura del pecho con intención de lanzarla para detrás.

Lelea aprovecha tu movimiento fallido para agarrarte la pierna y lanzarte, pero no consigue levantarte del suelo.

- ¡Maldita sea, además de ser duro está gordo!- exclama bromeando.

Aprovecho que estamos trabados para lanzar un codazo de arriba a abajo, buscando su espalda, pero se zafa con velocidad y mi codo no encuentra a nadie.

- Tienes la fuerza de una niñita humana, con razón miras las nubes- le puteo.

- Que le den, jefe.- responde ella a la vez que te suelta e intenta darte un puñetazo en la cara.- Tráguese esto junto a sus palabras.

El puñetazo me da en toda la cara y me manda un par de pasos para detrás, pero no logra tirarme. Enfadado agarro uno de los taburetes y lo uso a modo de maza, pegándole de revés a la maldita hembra, que tiene puños fuertes como los míos. Es la hora del juego sucio.

Porque no te sientas a descansar *- le ofrezco, mientras el taburete de madera va directo contra ella.

El taburete se estampa contra el suelo y se hace astillas, dejando a Lelea totalmente perpleja.

- Oh, oh... alguien se está enfadando mucho.- dice dejando de lado el tono burlón.

Al momento da un paso hacia adelante y te pega la mayor bofetada que hayas recibido en esta vida y la siguiente.

- ¿Qué tal si lo dejamos? Creo que nos estamos... excitando un poquito.

Le bofetada me deja un sonoro pitido en el oído. Que unido al hilillo de sangre que me sale de la nariz del puñetazo de antes, me deja bastante tocado. Se cuando una pelea se está volviendo en mi contra. Miro unos segundos más a Lelea con los ojos inyectados en sangre. Inconscientemente me llevo la mano lentamente a la espada. Empiezo a respirar para tranquilizarme.

Finalmente tras un tenso silencio. Asiento con la cabeza, suelto la empuñadura de mi arma y miro languidamente a los pies de Lelea, mientras me froto la mejilla.

-Si, vamos a dejarlo, mejor- cojo un taburete nuevo y me siento- a esta ronda invito yo- le sonrío ya calmado del todo, incluso le guiño un ojo. Todo rastro de mi furia ha desaparecido como si nunca hubiera existido- Buena pelea.

Lelea parece algo sorprendida, incluso asustada, por tu demostración de furia. Se mueve con cautela y se sienta en la mesa de nuevo.

- Lo mismo digo.- dice lentamente. Agita la mano con la que te ha pegado la bofetada y puedes ver cómo se le ha puesto colorada. Al ver que te tranquilizas, su semblante también se relaja y sonríe.- Bueno, he liberado mucha tensión. Y ahora sé que no es bueno meterse con usted.

La puerta se abre de sopetón y aparecen Kehlk y Hakji. El primero está tan serio como siempre, pero el segundo resopla: parece que han venido a toda prisa. Hakji os mira y ve vuestras magulladuras, así que se queda en blanco durante unos instantes.

- ¿Pero qué...?- empieza a preguntar.

Kehlk aparta a su compañero poniéndole una de sus enormes manos en la cara y se adelanta un poco.

- Señor, hay noticias. En el puesto de guardia nos han dicho que quieren hablar con nosotros. Parece... importante.- dice con el rostro impertérrito.

Golpeo la mesa con el puño. Dejo un par de monedas en la mesa. Mi jarra está ya vacía, posiblemente durante la pelea volcó por la mesa y se derramo.

-Por fín- sentencio con alivio en la voz- vamos.

Sin más demora nos dirigimos al puesto de guardia. Me coloco bien las armas. Muevo la mandíbula para colocármela y me adecento de la manera más rápida posible mientras caminamos hacia allí.

Los cuatro os acercáis al puesto de guardia más cercano, que está a unos cinco minutos de la posada. Lelea y Hakji parecen estar más silenciosos de lo normal. Kehlk no abre la boca, pero eso no es extraño en él. Al llegar, os encontráis a un goblin menudo que está haciendo guardia. Al veros os hace un gesto para que entréis.

En el interior puedes distinguir las tres habitaciones que forman el puesto de guardia. La primera es el recibidor o la sala de espera, donde un goblin atiende a los soldados novatos en el mostrador. A la derecha está la sala de guardias, donde se hacen públicos los turnos de patrulla en un gran tablón. Al fondo, hacia delante, hay un pequeño despacho por si algún soldado de alto cargo quiere tener una habitación privada.

Al veros, el goblin del mostrador os señala esa última sala. Eso quiere decir que hay alguien ahí esperándoos... y notas cómo la tensión aumenta entre tus hombres.

Me doy la vuelta sobre mis talones para encararme con mi patrulla antes de entrar en el despacho.

-Chicos, cualquiera puede hablar o preguntar lo que quiera- le golpeo en el hombro a kehlk amistosamente- no somos como los cuadriculados enanos, todos tenemos voz y voto ¿queda claro?- le coloco bien un trozo de armadura a Hakji y me chupo la palma de la mano y peino a Lelea- Ya estamos guapos- Bromeo un poco.

Me pongo de nuevo en camino hacia el despacho con mi fiel patrulla.

Kehlk no reacciona visiblemente a tus palabras. Hakji se pone firme y se arregla a sí mismo cuando se da cuenta de que realmente tiene la armadura mal colocada, y Lelea entorna los ojos cuando la peinas, como una adolescente avergonzada por sus padres. Sin decir una palabra, los tres te siguen, aunque aún nerviosos.

La puerta del pequeño despacho está cerrada, aunque un recluta cercano la abre justo cuando os plantáis delante. Dentro puedes ver a dos hombres: un oficial del ejército de Tirlan, y un goblin bien vestido que está dando vueltas por la sala. El oficial os señala con la cabeza cuatro sillas vacías.

- Siéntense, señores.- dice con un tono extremadamente formal.- Y señora.- añade, extrañado, al ver a Lelea.

Los tres te miran y esperan a ver tu decisión antes de sentarse.

Miro hacia ambos personajes que ocupan la habitación. Uno habla pero es el otro el que está al mando. Tomo asiento sin más ceremonias.

Todos se sientan, menos el goblin bien vestido, que sigue dando vueltas. El militar os mira con ojos aguileños y parece analizaros uno por uno. Parece observar más detenidamente a Lelea, la cual se remueve en la silla ante la autoritaria mirada.

- Espero que hayan disfrutado de su pequeño descanso. Aunque veo que algunos lo han aprovechado más que otros.- dice alternando la mirada entre tú y Lelea.- Los he hecho venir por una razón, y no me andaré con rodeos. Según mis fuentes y los informes que he recibido, esta patrulla es buena. Cumplen el trabajo y vuelven a casa sanos y salvos. Eso está bien, pero ha llegado la hora de... aumentar las expectativas.- apoya los codos en la mesa y entrelaza los dedos, adoptando una posición rígida y calculadora.

El otro goblin deja de andar de un lado a otro y mira al militar con clara impaciencia. Éste carraspea y continúa.

- El asunto que ahora les planteo es de vital importancia para el señor Higun, aquí presente.- dice señalándolo con el pulgar.- Hay rumores sobre bandidos por la zona y el cargamento que tiene que entregar no puede retrasarse.- se inclina un poco más y os mira con un semblante sombrío y siniestro.- No debe retrasarse.- dice enfatizando en la obligación.- Partirán mañana por la mañana. No harán preguntas, seguirán el camino y protegerán al señor Higun y su cargamento.- el militar apoya la espalda en la silla.- ¿Entendido?