Partida Rol por web

¿Una misión de escolta? pero... ¿Hasta donde? de todas maneras estoy orgulloso, han dicho grandes cosas de nuestro grupo y no es para menos, sólo era cuestión de tiempo que se fijaran en nosotros. Espero poder sacar algo de esta misión. Está claro que nuestra reputación subirá como la espuma.

-Entendido señor- me levanto y hago amago de salir, pero me detengo a medio camino- señor- carraspeo- para esta nueva misión quizás sería mejor tener un pase para la armería y poder equiparnos para tan importante tarea- Señalo mi vieja armadura o las pocas flechas que le quedan a mis chicos- nuestro equipo ha tenido tiempos mejores.

Tampoco sabemos a donde vamos a ir, con lo que si vamos a traspasar las fronteras, tenemos que ir consecuentemente equipados.

El militar os mira a todos con detenimiento y asiente con seriedad.

- Podéis ir a la armeria de Sherek, cerca de los muelles. Le haré saber ahora mismo que iréis a verle y procuraré que los gastos sean menores.- dijo.- En cuanto os hayáis equipado, volved y lo matizaremos todo un poco. Y espero que no os aprovechéis de mi generosidad.- dice con un tono indescifrable.

Asiento secamente y con los ojos dolidos por las dudas que tiene por nosotros.

-Por supuesto señor, sólo lo indispensable para cumplir nuestro cometido. Todo equipo que cojamos será de gran utilidad- una nueva leve inclinación de cabeza marcial, me doy la vuelta sobre mis talones y hago un gesto para salir de la habitación.

Me contengo de frotarme las manos con ansia.

Kehlk, Lelea y Hakji te siguen rápidamente cuando tú sales de la habitación. Los dos goblins de dentro os siguen con la mirada hasta que ya estáis fuera de la casa de guardia.

Una vez en la calle, os dirigís hacia los muelles, donde supuestamente se encuentra esa armería. Hakji encuentra el establecimiento al minuto de estar allí y lo señala con mucho énfasis, emocionado por la idea de contar con nuevas armas y armaduras. Sin esperarte, los tres van al interior y empiezan a ojear el inventario. Puedes ver al tendero a través del cristal del escaparate, mirándoos con expectación.
 

Les señalo amenazadoramente con un dedo a los tres, para que no revuelvan mucho antes que hable con el encargado. Me acerco hasta él y carraspeando adopto un tono serio.

- Tenemos permiso para reponer nuestro equipo- le enseño una correa de cuero mordisqueada- como puedes comprobar, está bastante usado.. lo necesitamos para mañana por la mañana por si hay que hacer un ajuste de alguna clase. Es una misión de alta importancia osea que deja a parte todo lo demás- Hago una gesto de la mano como cuando la pasas por encima de fuego dando por zanjado el asunto.

Empiezo a soltar mis armas ruidosamente en el suelo, sin ninguna diplomacia, la verdad es que no se como funciona esto. Nunca nos habían dado armas nuevas. Voy cogiendo otras, moviéndolas de una mano a otra.

El goblin de la tienda, de aspecto robusto, te mira con los ojos entrecerrados y los labios fruncidos, pero no responde nada. Os mira de nuevo a todos, observando con detenimiento vuestro equipo. Tus compañeros se detienen hasta que tú mismo empiezas a dar vueltas por la tienda, cuando deciden seguir con sus compras. Hakji parece emocionado, pero Lelea se lo mira todo con suspicacia. Kehlk no expresa nada, para variar.

El tendero os aguarda en silencio pero sin sacaros el ojo de encima. Os sigue con la mirada allá donde vais, y está visiblemente tenso. Se nota que os echaría de allí si no fuera por una fuerza mayor que le detiene. Recoge las armas que has tirado como si fueran tóxicas y se las lleva a la trastienda. Luego vuelve al mostrador y espera.

Repongo todo mi equipo de manera discreta, sin demasiados excesos pero que sean armas eficientes. Les indico a los demás que hagan lo mismo. Si no hay nuestras armaduras, pues las encargamos para mañana.

También le digo a todos que cojan lanzas, me parece algo muy señorial, y además se puede poner un blasón o estandarte, sólo con eso ya es una buena idea llevarlas.

Después de eso, volvemos de nuevo al puesto de guardia, posiblemente dándonos palmadas los unos a los otros.

Hakji te da un codazo amigable y ríe mientras volvéis al puesto de guardia.

- Qué chollo, esto.- dice mirándoos a todos.- Vamos a parecer la guardia de... algún tipo rico. Bueno, eso es lo que seremos, ¿verdad?- vuelve a soltar una risotada y le pone una mano en el hombro a Kehlk.

El corpulento goblin agita el hombro para librarse de la garra de su compañero.

- Qué generoso es todo el mundo de repente.- dice con un semblante serio.- ¿Cuántas veces nos han tratado así, jefe?- pregunta echándote una mirada inquisitiva y analizadora.

Camino apoyando mi lanza como mis compañeros, todo muy señorial en mi cabeza. ¡Las puntas son de metal! no de madera.

- Pues creo que nunca, shishishishi- me río moviendo la cabeza adelante y atrás- y no las estropeen rápido que nos tienen que durar un montón-advierto, porque uno es amable pero también es jefe- se acabo el usar el casco para las cosas que no son y usar las armas para cortar leña- cogí una pequeña hacha, una tontería pero un lujo que no podríamos tener antes- esto pinta bien, escuadrón.

Kehlk se detiene en seco, pero es algo difícil darse cuenta debido a sus pocas palabras y su andar silencioso.

- Pero, ¿hasta qué punto pinta bien?- pregunta con un tono enigmático.- Armas nuevas, un cliente acaudalado, un militar de vete tú a saber qué rango... ¿Por qué nos han elegido para esto?- pregunta mirándote fijamente.

Me paro en seco yo también, cuando mi silencioso subordinado habla, es mejor escucharlo, parece que compensa todo el silencio con palabras muy certeras como flechas de plumas de gnok. Hundo los hombros un poco por una fracción de segundo.

- No tengo ni idea porqué nos eligieron, ni adonde nos lleva esto- pongo un pulgar en alto y vuelvo a sonreir, un diente me baila de la torta que me dio Lelea- pero será algo distinto de lo que hemos hecho hasta ahora, y no supondrá mayor peligro que vigilar la frontera digo yo...

Kehlk parece conformarse con tu respuesta, o al menos decide no seguir cuestionando la situación. Los demás no opinan sobre el tema, pero parecen algo más serios ahora.

Camináis hacia la casa de guardia, donde parece haber algo más de actividad. Hay varias patrullas que esperan sus asignaciones, y el recepcionista quiere despachar el trabajo rápidamente. Con un gesto casi invisible, os señala la misma sala donde os habíais reunido antes con el cliente y ese militar. Eso significa que aún están esperando allí, preparados para cerrar el trato de inmediato.

Caminado bien firme con nuestras recién adquiridas lanzas avanzamos con paso firme, haciendo que los demás se aparten, ya que estamos en una misión de lo más oficial. Barbilla alta y pecho fuera. Así avanzamos entre nuestros camaradas y entramos de nuevo para cerrar el trato.

Tal y como cabría esperar, encontráis en la sala a los mismos goblins con los que os habíais reunido antes. La impaciencia ya desborda en el rostro del cliente, mientras que el militar sigue mirándoos con una expresión firme y fría. Observa el equipo nuevo que habéis adquirido y asiente lentamente.

- Bien. Ahora que están listos, pueden irse. Mañana por la mañana les quiero sin falta en la puerta principal de Tirlan. Allí estará esperando el señor Higun.- dice el militar haciendo un ademán hacia el cliente.- Eso es todo.

Me sale un saludo formal, inspirado por la seriedad del momento.  Nos salimos de la habitación con el mismo paso digno con el que entramos. Una vez fuera, cojo a los tres, los pongo contra la pared y los miro serio. Señalándoles uno a uno. Me gusta señalar. 

-Chicos, nada de beber esta noche... nada de beber ¡POCO!- sonrío de repente y pongo la mano en alto para que me la choquen- Vamos a celebrarlo, ¡estamos en racha!

Hakji responde a tu gesto rápidamente porque se le ha pegado tu entusiasmo. Kehlk y Lelea se miran entre ellos y se encogen de hombros.

- ¡Bien, bien! ¡Me gusta la idea!- dice Hakji.- Pero, ¿dónde iremos? ¿Una taberna baratilla, como siempre?

Asiento gravemente para disimular que sigo siendo el mismo rácano de hace unos minutos. En eso no he cambiado nada.

- Así es, no debemos olvidar nuestros orígenes, por muy en la cumbre que lleguemos, siempre iremos a divertirnos al mismo sitio- me pongo una mano en el pecho- a nuestras raíces.

Tras unos pasos vuelvo a tomar la palabra.

-Y el banderín- digo señalando la punta de la lanza- tenemos que tener nuestro propia bandera, para cuando comandemos un ejercito, también hay que hablar esta noche.

Lelea suelta una risotada sincera al oírte hablar sobre comandar a un ejército.

- A ver si ahora vamos a ser reyes sólo por tener equipo nuevo.- dice en tono burlón.

Os dirigís a una taberna cercana, no muy bonita pero lo suficiente teniendo en cuenta el dinero que lleváis encima. Tus hombres se sientan directamente en una de las mesas (no cuesta mucho encontrar una vacía) y piden una ronda. Te miran, esperando a ver sobre qué quieres hablar. Kehlk mira a su alrededor con una expresión pétrea y Lelea saca la baraja de cartas por si acaso.