Partida Rol por web

La clienta entrecierra los ojos al oír tu respuesta, quedándose unos instantes callada y meditativa. Tras mirar los dos tapices de nuevo, te observa y parece que vaya a decir algo cuando Aynila se adelanta a sus palabras.

- Si me permite, estimada señorita, yo le recomendaría éste con flores.- dice posando el dedo índice con suavidad sobre la tela.- Usted parece una mujer amante de la vida, risueña y decidida, bella como ésta flor. Poniendo este tapiz en su salón le daría un aspecto más cálido, fresco y bonito, donde el tapiz con la escena de Hjik daría la impresión de que usted se está esforzando por imitar a los hombres rudos y cortos de miras que no tienen gusto por nada más que el dinero y el lenguaje soez.- Aynila muestra una seguridad hasta entonces totalmente inexistente.- Yo creo que usted se puede permitir el lujo de llenar de color su casa, darle alegría en momentos felices y elegancia en momentos que requieran seriedad.

La mujer, que ha escuchado con atención, no puede evitar verse abrumada por este análisis de su persona, sintiéndose cada vez más cómoda con la recomendación.

- Veo que sabes de lo que hablas, chica. ¡Me llevo éste!- responde con una sonrisa sincera. Aynila lo recoge con destreza y lo intercambia por una bolsita de oro tras notificarle el precio.

- Lo siento.- dice Aynila cuando la mujer ya se ha ido.- No quería... chafarte el momento o... bueno... Es que parecía que se fuera a ir y...- toda anterior seguridad se ha desvanecido, y ahora mira al suelo tímidamente.

Cuando pensaba que la venta estaba hecha el rostro de la mujer no me gusta, no soy el único que se ha dado cuenta y Aynila toma el control con gran maestría. Al final acaba ella cerrando la venta y yo solo puedo mirar el suelo avergonzado, estaba seguro de que era sencillo y solamente he metido la pata, por suerte ha acabado bien y la mujer se marcha con el tapiz comprado, pero si algo me ha molestado es que Aynila se disculpe por hacer su trabajo.

–Tranquila, tú has hecho lo que debías hacer, pensaba que el tapiz del héroe era mejor opción, de haberlo acompañado con más palabrería quizás la mujer no hubiera dudado, o es que yo pensaba que esa era la única opción buena y no he caído en el tapiz de flores– hago una breve pausa y meso mi barba.

–Pero realmente agradezco que hayas intervenido, lo has hecho realmente bien y me ha servido para seguir aprendiendo, parece que estoy bastante verde– me río levemente para quitarle importancia a mi error. –Si con el próximo cliente no quieres que diga nada lo entenderé– me encojo de hombros antes de que diga nada, sería lo más inteligente, quedarme callado aprendiendo, pero ella debe decidir.

Aynila sacude rápidamente la cabeza, nerviosa y avergonzada.

- ¡No, no! ¡Claro que quiero que hables! Faltaría más.- sonríe, aún molesta por haberte pisado el cliente.- Seguro que eres mejor vendedor que yo... Sólo que, no sé, supongo que... las mujeres... nos entendemos más, ¿no?- parece estar buscando excusas para no hacerte enfadar.- De verdad, no pretendo hacerte de maestra. ¡Debería ser al contrario, en todo caso! Tú sabes muchas cosas y... llevas mucho tiempo haciendo encargos para tu madre y...-

El balbuceo de Aynila es interrumpido por un enano de porte regio, aunque no aparenta ser de tan alta clase social como la clienta anterior.

- Saludos, jóvenes. Me gustaría regalarle algo a mi mujer para que adorne nuestra habitación. Le gustan mucho esas cosas, ¿sabéis?- se encoge de hombros y sonríe.- He visto que vendéis tapices por aquí. ¿Qué me podéis recomendar?

Asiento sonriente a lo que dice Aynila, me tiene por un buen mercader al parecer, me alegra, esta pequeña fama no es fácil conseguirla, al contrario, hay que dedicarle mucho esfuerzo y dedicación a lo que te gusta para que reconozcan tu trabajo, y eso que aún no he empezado a hacer nada prácticamente, al menos voy por buen camino.

–Bienvenido, ahora mismo me pongo a buscar un tapiz que se adapte a lo que pide, dame un minuto–. Saludo al nuevo así cliente, tengo en mente un tapiz que podría ser el idóneo para lo que pide el hombre, con esa idea comienzo a buscar entre los distintos tapices que hay en la tienda, intentando encontrar uno que tenga colorido pero no esté recargado y su tela sea de calidad pero no lujosa.

Encuentras un tapiz colorido pero sencillo, acorde a lo que buscabas. Es de fabricación de calidad, pero sin ser demasiado recargado o exquisito en sus detalles. El hombre lo mira, analizándolo bien. Aunque no parece nada convencido por tu labia, parece que tu elección le agrada.

- Me parece que esto va a gustarle.- dice sacando una bolsita de tela.- ¿Cuánto pedís por este tapiz?- pregunta mirándoos a ambos.

En seguida Aynila le responde que debe pagar cuarenta monedas. El enano parece dudar, pero no en el mal sentido. Parece sorprendido por el precio. Tras su breve meditación le entrega las monedas a la chica, la cual sonríe agradecida.

- Buen trabajo.- dice una vez el hombre ya se ha ido.- Veo que te adaptas muy deprisa. Bueno, se nota que lo que dicen de ti es cierto...- Aynila parece cortarse un poco y mira hacia el suelo.- Quiero decir que... sí, lo has hecho muy bien.- ríe nerviosamente y vuelve a mirarte.

Te encontré, me quedo mirando uno de los tantos tapices, desde luego tiene todo lo que pido y esta vez sí tengo cierta seguridad y puede ser el indicado. Con cuidado lo cojo y lo vuelvo a mirar, sin duda este debe ser el correcto, espero, no puedo y debo fallar por segunda vez.

Tiendo el tapiz cerca del cliente logrando así que pueda verlo con todo lujo de detalle. –¿Le gusta? Creo que se adapta perfectamente a lo que busca, es colorido, su tela es de calidad y su precio no creo que sea caro, o sí...– comienzan las dudas y por la cara del enano voy por mal camino, enseguida me quedo callado, que juzgue él solo si es lo que busca.

Solamente puedo sonreír, como me pasa con cada venta realizada, al final ha resultado ser lo que el cliente quería y cierro así mi primera venta del día. Despido cordialmente al cliente satisfecho con su compra, gracias a él he podido quitarme la espina de la venta anterior.

–Gracias por tus palabras Aynilia, simplemente uno intenta hacer su trabajo, aunque puedo decir que tú también eres buena, la anterior venta la has rescatado muy bien, si tuviera mi propio negocio intentaría tenerte como empleada– acompaño el halago con una sonrisa más, ciertamente no lo digo por decir, en el rato que llevamos he podido comprobar que tiene talento, al menos eso me ha parecido.