Partida Rol por web

No pude evitar soltar un pequeño grito y encogerme, apretando más el volante, cuando los dos cuerpos chocaron. Ciertamente esperaba que sus compañeros les socorriesen y no estuviesen muertos, pero el hecho de que nosortos estuviésemos vivos era suficiente razón pra no darle más vueltas.

Me incorporé lo suficiente para poder ver por dónde conducía además de los espejos laterales, para asegurarme de si nos seguían.

- ¡¿Todo bien ahí atrás?! ¡Agárrate bien! - grité a Kroos a través del agujero. Mientras nuestro criminal siguiese atado tampoco era para tanto que tuviese un par de chichones. - ¡Y ojo con las pociones! - si le caía una poción crecepelo no era para tanto, epro estaba segura que había pociones peligrosas ahí detrás.

Di un tumbo en la primera curva intentando alejarnos del peligro. No tenía intención de conducir demasiado la furgoneta, pues las persecuciones armadas por el centro de la ciudad son cosas de películas. Lo mejor era que en cuánto pusiésemos distancia abandonásemos la furgoneta y buscásemos un punto de extracción, o al menos, algún punto dónde poder viajar a nuestros calabozos*. No quería tener que cruzarnos con algun policía muggle y tener que involucrarnos con el departamento de Desmemorizadores o el Comité de disculpas a muggles para arreglar el hecho de que nos encontrasen con una furgoneta cargada de pociones, dañada por hechizos y con un hombre maniatado cuándo nuestras identificaciones eran de Aurores (que para un muggle debía ser un chiste).

Se habría esperado incluso una bofetada, porque Eileen era algo agresiva cuando se enfadaba tantísimo como ahora, pero en cambio la besó y aunque no fue precisamente romántico, aquel beso le supo fantástico. A pesar de que Eileen estaba llorando y que ella tampoco aguantaba más las lágrimas, el sentir el contacto de la chica una vez más le dio felicidad y alivio. Al igual que sus palabras. Ahora se sentía idiota y creía que había líado una enorme por no haberlo hablado en su momento. Pero tampoco era culpa de ella del todo. Eileen guardaba secretos y eso tampoco ayudaba. No entendía por qué tenía tanto empeño de ir a casa, pero no sería ella la que le negara algo. No en esos momentos.

Sujetó su mano con fuerza, mirándola a los ojos con los suyos bañados en lágrimas. Había sufrido muchísimo y aunque Zoey no era de las que lloraban, aquella reacción demostraba que había sufrido muchísimo.

- Yo... lo siento. Eres lo más importante para mí. Solo he querido protegerte en todo momento.- intentó disculparse antes asentir una vez.- Vamos a casa.

Escuchó las palabras de Zoey con los brazos cruzados, con los sentimientos todavía demasiado encendidos como para nada más. La verdad era que por fin habían reconocido la verdad pero eso no hacía que pasaran a estar inmediatamente bien, salvo que ahora ambas sabían que las dos querían arreglarlo. Iban a tener que redefinir los parámetros de su relación y hablar. Hablar mucho, porque estaba claro que no podían volver a dejar que las cosas se confundieran tanto.

- Bueno - acabó por decir, resolutiva, antes de pasarse las manos por los ojos y limpiarse las lágrimas que no habían llegado a caer -. Vamos a casa, pero primero tendríamos que disculparnos con tu familia, ¿no? Y quizás quedar para otro día para hablar con más calma. Si quieren - añadió en un tono de voz un tanto más suave, pues no sabía cómo habrían reaccionado realmente -. Vamos a tener que darnos un baño de masas porque ahora todo el restaurante estará cotilleando de lo lindo sobre nosotras pero... no importa, ¿vale? Hagámoslo rápido e indoloro. ¿Estás preparada?

Ahí estaba ella. Eileen a su lado, apoyándola y haciendo de la voz de su conciencia. No sabía si seguir llorando esta vez de felicidad o si sonreír, y optó por lo segundo. Sonrió de forma sincera y aunque sabía que debían hablar aún bastante, se sentía mucho más tranquila. Porque Eileen no la iba a dejar ni a abandonar. Seguiría a su lado pasara lo que pasara. Acortó la distancia entre ellas, besándola a diferencia de la morena con ternura y mimo unos segundos, antes de separarse.

Entonces miró abajo, a la mano de Eileen, que entrelazó con la suya. Entrarían así. Quería demostrarle que quería hacerlo y que no se sentía cohibida ni avergonzada por salir con ella.

- Estoy preparada.

Cuando regresaron a la sala, evidentemente todos las estaban mirando y ellas avanzaron sujetas de la mano. La familia Whitewood se quedó mirando a Zoey, que mantenía la cabeza alta y expresión seria.

Zoey:- Nos vamos. 

Zac:- ¡Venga ya, Zo! ¡Sentaos y cenemos tranquilos!- señaló a su lado de la mesa.- Tu ensalada ya ha llegado.

Marcus era el único que no miraba a su hermana, comiendo su entrante, claramente molesto por la situación. Lauren habló con voz conciliadora:

Lauren:- Podéis quedaros o iros, Zoey. Lo que tú quieras.

Tenía una extraña sensación de irrealidad conforme entraba de nuevo al restaurante, cogida de la mano de Zoey, salvo que por una vez, sentía que ella era el tablón de madera al que la rubia se aferraba para no dejarse llevar a la deriva. ¿Cómo podía haber cambiado tanto la situación en apenas cinco minutos? Se sentía confundida y alienada de la realidad.

La gente las miraba y aunque se sentía más incómoda de lo que quería reconocer, no lo demostró. Eso sí, incluso reunió el coraje para lanzar miradas a la gente, instándoles a avergonzarse y a ser ellos los que rehuyeran sus ojos. Ja. Estaba segura de que más de uno de esos decrépitos ricachos incluso estaba disfrutando con la visión y con lo que su limitada imaginación le describía a pesar de la mirada de desaprobación.

El ambiente en la mesa seguía siendo tenso pero no tanto como cabía esperar. Zac y Lauren les pedían, cada uno a su modo, que se quedaran, de modo que ella también miró a Zoey.

- Puede esperar - le dio un ligero apretón en la mano como señal de ánimo. No iba a decidir por ella y aquello era importante. No tanto como que hablaran pero sí que era cierto que si su familia estaba dispuesta a aceptarlo era mejor influir positivamente ahora que las cosas estaban en caliente que esperar a que sentaran poso.

Por fin aquello había acabado… Kegan suspiró aliviado al poder salir de aquel lugar y no se quejó de que su entrenadora tuviese prisa por entrar en los vestuarios - cuanto más lejos de la tormenta, mejor - pensó para sí, pero al bajarse de la escoba su muñeca se había resentido y una mueca de dolor se dibujó en su rostro.

En el vestuario el calor ayudó, aunque aún estaba empapado y deseando darse una buena ducha para entrar en calor antes de enfermar, no podía permitirse ponerse malo. Asintió a las palabras de su entrenadora hasta que le preguntó sobre si estaba herido.

- Creo que… me he roto la muñeca o algo… - dijo señalándose la muñeca derecha con la mano izquierda - ha sido un golpe tonto la verdad… pero creo que no costaría mucho repararlo así que, que alguien a quien se le diese bien repararlo sería de mucha ayuda - rió liberando tensiones, ahora que estaba fuera de la tormenta, iba recuperando poco a poco su humor.

Zoey pareció algo sorprendida por el comentario de su madre. Había pensado que estaría decepcionada y que preferiría no verla en un tiempo. Y sin embargo allí estaba, permitiéndole sentarse en la mesa con cara de comprensión y tranquilidad. Zoey miró a Eileen entonces, notando el calor de su mano. Quería hablar con ella pero también era muy importante poder sentarse en aquella mesa junto a su novia sin ningún tipo de problema.

- Vale.- accedió finalmente. 

Angelina le dio una patada por debajo de la mesa a Zac y éste captó la indirecta. Se levantó y la cedió a Eileen su sitio para que pudiera estar al lado de Zoey. La rubia se sentó, cruzando una mirada con su madre que le asintió y le dedicó una sonrisa feliz antes de empezar a trocear su pescado.

James:- Te hemos pedido chuletón, Eileen.- le comentó.

Kennen se aferraba a cuanto podía al mismo tiempo que procuraba mantener aquellas cajas a salvo. Como una se rompiese... a saberse la que se podía armar.

- ¡Bien! ¡Pero tú mira hacia adelante! 

Le comunicó antes de estrellarse con la pared de la derecha. ¡Joder! ¡Emily iba a toda pastilla! ¡¿Acaso no sabía que existían los frenos?!

- ¡Hay un punto de aparición y desaparición a cuatro manzanas de aquí! ¡Conduce y luego te desapareces con el tío y yo me encargo de las pociones!

Dean:- ¡Porfi, porfi, porfi, porfi, porfi, porfi!

Lucas luchaba por abrir los ojos. Todavía le pitaban los oídos de la música de la noche anterior. Se dio la vuelta, y apretujó a su hijo con Tabatha, abrazándolos a los dos.

Lucas:- ¡Tooooooodo el mundo a dormir!- dijo, claramente de broma, hundiendo la cara en cuello de su novia.

Dean:- ¡Paaapi! - se quejaba Dean.

La verdad era que, a pesar de todo, se hubiera sentido más tranquila ocupando su sitio de antes pero no por estar al lado de Zoey sino porque le daba la sensación de que Marcus sentía un obvio rechazo por su presencia en aquella mesa ahora que había sido presentada oficialmente.

Además que no sabía cómo sentirse. ¿Feliz? ¿Aliviada? ¿Nerviosa? Seguramente era una mezcla de todo aquello sazonada con algo más porque la verdad era que no acababa de definirse. Tampoco se sentía tan natural como antes, aunque se las apañó bastante bien para dirigirle una sonrisa sincera a James cuando le dijo lo del chuletón.

- Gracias.

Incluso bajo esas circunstancias, tuvo que hacer un esfuerzo por no abalanzarse sobre la comida y devorar el magnífico manjar que tenía delante con sus modales inexistentes en la mesa. Se contuvo lo suficiente como para cortar un trozo, más grande de la cuenta eso sí, y llevárselo a los ojos. La carne casi se deshacía en la boca de lo tierna que estaba.

- Oh genial - no pudo evitarlo. Se ruborizó un poco antes de decir -. Tenía usted razón, señor Whitewood, realmente está muy bueno.

Hora y media más tarde, el grupo al completo estaba en la sala de radio, con los cascos puestos y en emisión en directo. El locutor les presentó entonces:

- ¡Estamos aquí con el grupo de moda! ¡Metal Pink Unicorns! ¿Cómo estáis chicos?

Los chicos saludaron al oyente y respondieron que bien, pero todos miraban a Vilma pues el vocalista siempre es el que más habla y hace de líder en los grupos.

Ríe. Dean patalea un poco entre los dos, pero a penas tiene espacio.

-Sandwich de Dean para desayunar.

Los domingos son siempre divertidos, aunque está un poco preocupada de que Lucas no pueda dormir bien el único día que tiene de fiesta. Ella, al ser la mamá, tiene derecho a pedir que no le den los turnos de noche, pero Lucas no tiene ese privilegio.

Tras un tiempo prudencial, en el que Dean cada vez pelea con más fuerza, le deja libre.

-Bueno, como lo has pedido "porfi" iremos a la playa... - sonríe aun entre los brazos de Lucas - y te dejo escoger el bañador que quieras.

Tiene, por lo menos, 20 bañadores y siempre tarda 20 minutos en decidirse en cual quiere llevar los días de playa. Una vez se va corriendo, acaricia la mejilla de su novio.

-Puedes quedarte durmiendo un poco más y vienes cuando descanses un poco más. Y nos traes la comida... - sonríe.

Bryan pareció contento de que Eileen estuviera de acuerdo con respecto a lo del chuletón.

- ¡Veo que tienes buen gusto!

Zoey:- Y buen saco.- comentó Zoey entonces, intentando no sonreír, en su gesto más característico, mirando a Eileen con divertimento.- Podría comerse todos vuestros platos y seguir con hambre.

Zac:- ¡Eso quiero verlo!

Angelina:- ¡Ni hablar!- se quejó Angelina, acercándose más el plato- Yo solo vine por la...- Lauren volvió a carraspear. Era la única de allí, junto a James, que mantenían una compostura elegante y llena de protocolo, hasta Bryan cogió el filete con las manos.- ...familia. Por supuesto.

Bryan:- Pues si te quedas con hambre- le decía Bryan a Eileen.- Nos pedimos otro chuletón. ¡Invito yo!

Zoey se llevó su pobre ensalada a la boca. Ahora tenía más hambre, pero no se quejaría.

- ¡Ya miro! - empecé a decirle a Kroos alterada. ¿Es que no era suficiente la situación ya, que creía que necesitaba que me dijese esas cosas? -  ¡No he apartado la vista ni un...!

¡PUM!

Solté un pequeño grito al chocar con unos contenedores que salieron disparados hacia los lados y llenaron la calle de basura y cajas de cartón. Vale, tal vez me había despistado un segundo... No podía parar en aquél momento, pero tenía los cristales llenos de basura y no podía ver bien. Activé el limpiaparabrisas para deshacerme de cosas que no tenía intención de saber qué eran sólo para encontrarme que había dos coches delante mío. Estaba demasiado cerca para esquivarlos y parar no iba a servir de nada, así que en un intento desesperado no se me ocurrió otra cosa que apretar más el gas cuando la furgoneta ni siquiera volvía a ir recta tras el choque anterior.

Lo que pasó entonces era difícil de describir. La furgoneta pareció entrar en el hueco entre ambos coches, pero el roce, la falta de estabilidad y el aumento de velocidad hicieron que se levantase por un lado, cuál espectáculo de Hollywood, excepto por el hecho de que allí lo tenían todo bajo control y todo el mundo seguro. Aquí yo no tenía ni idea de qué hacer y ni siquiera llevaba el cinturón de seguridad puesto. Noté mi cuerpo separarse del asiento y ni siquiera quise imaginarme qué debía estar pasando en la parte de detrás de la furgoneta. Me golpeé con fuerza la cabeza y el hombro, y empecé a escuchar un pitido en el oído, pero me agarré con fuerza al volante. El dolor del hombro me decía que había algo malo, y el de la cabeza, que había algo peor, pero lo único que podía hacer era aguantar. Cuando pasamos entre los coches, de algún modo milagroso la furgoneta volvió a tener las cuatro ruedas en el suelo, pero no sin dar un buen golpe. Los cristales parecieron implosionar y volar por todas partes, contra mí incluído. Mi cara chocó contra el volante -que por supuesto hizo sonar el claxon, por si no estaba llamando la atención lo suficiente - y la explosión de dolor mezclado con los flashes en mi vista me dejaron claro que acababa de partirme la nariz. 

"Eso va a dejar marca."

Mis pies volvieron a tocar los pedales y la furgoneta siguió su inestable curso mientras yo intentaba ver algo entre las manchas negras en mi vista y las lágrimas por el dolor de la nariz rota. Sabía que no podía frotarme, pues dolería más, y no podía soltar el volante en esa situación, así que cerré los ojos con fuerza un segundo haciendo que las lágrimas acumuladas rodasen por mis mejillas y me volviesen a dejar ver la carretera. 

Fue unos segundos después cuándo vi aquella anciana en medio de la carretera y con una maestría que desconocía, esquivé a la señora sin tan siquiera darle tiempo a saber qué había ocurrido.

"Dos manzanas." 

Estábamos a mitad de camino, pero el problema era que esta calle era doble sentido. No había visto el cartel ocupada como estaba y aún habiéndolo visto dudaba que hubiese dado un rodeo sólo por saltarme una manzana. No era para tanto, ¿verdad? Era un sábado por la mañana, no podía haber mucho tráf...

Frente a mí había un enorme Range Rover haciendo sonar el claxon cómo si no hubiese mañana, y no me extrañaba. Íbamos a chocar si alguno de los dos no se apartaba, pero el hombre parecía decidido a no hacerlo. Sin embargo, ¿Qué podía hacer yo? ¡Estábamos en plena misión huyendo de una banda criminal! ¿Creía que podía dar la vuelta?

Cómo si hubiese nacido para ello, mis manos se movieron junto a mis pies en un aparente juego imposible que no tenía ni idea de dónde había aprendido. Tal vez había visto a alguien hacerlo, o tal vez en alguna película (lo que quería decir que era poco de fiar). Sea cómo fuere, el movimiento funcionó a la perfección. La furgoneta dio una vuelta de 360º pasando al lado del Range Rover y siguiendo su curso tras él cómo si nunca hubiese ocurrido nada, excepto porque el olor a neumático quemado y las marcas en el suelo dejaban constancia de ello. No podía creérmelo y solté una carcajada sonora y nerviosa mientras entrábamos en la cuarta manzana.

"CUARTA CUARTA FRENAAAA."

Al darme cuenta de dónde estábamos pisé con fuerza los frenos. Y por si fuera poco había una curva cerradísima que en la vida iba a poder coger a esa velocidad. La furgoneta derrapó y acabó chocando con una señal de stop, la cual se dobló por completo y golpeó el techo de la cabina. Respiré con dificultad sin poderme creer la carrera que había dado en aquellos minutos. Estaba claro que eso de conducir cualquier medio de transporte era un peligro para mí y cualquiera en mi camino. 

De algún modo parecía que la mayoría de la familia de Zoey había empezado a relajarse y eso la alegraba y apenaba de un modo único, porque sabía que sus reuniones familiares, antes tan alegres, ahora tenían una casi imperceptible tensión. Y ahí estaba la mitad de la familia de Zoey, riendo alegremente a su alrededor y aceptándola como una más.

- Bueno, está en mis genes - se defendió cuando Zoey la acusó de que podría comerse todos los platos. Porque eso era una exageración. Aunque alguno más de la mitad seguramente sí podría. Hubiera mencionado que su familia en pleno eran licántropos por si acaso no lo sabían pero decidió ir poco a poco. En su lugar le respondió a Zac con todo bromista -. Te aseguro que es un espectáculo lamentable lo de verme comer en serio.

Trató de ignorar la presencia oscura a su lado y en su lugar sonrió al padre de Zoey. ¿Por qué su novia nunca hablaba de él? Parecía un hombre cercano. Claro que tener un padre que le tira ficha a todo lo que se mueve y lleva faldas pues supongo que no debía ser fácil.

- No quiero abusar - no iba a pedirse otro de esos chuletones con lo caro que debía ser, por más que se lo pagaran. Entonces vio la cara de Zoey y decidió esforzarse en volver a acercarse a ella -. ¿Quieres probarlo, Zoey?

¡No vuelvo a montarme con esta loca al volante! ¡No vuelvo a montarme con esta loca al volante! ¡Jamás!

¡Menuda excursión por la ciudad! La furgoneta había quedado echa un destrozo, igual que la nariz de Emily. Pero al menos Kennen se alegraba de no haber chocado de frente con aquel coche y mucho más de no haber atropellado a la ancianita. Le costó no tambalearse incluso con el vehículo parado, pero finalmente logró llegar hasta la cabina donde estaba su compañera. Estaban justo en el punto de extracción y el tiempo apremiaba.

- ¡Llévatelo a los calabozos! Yo me encargo de lo demás.- le dijo.

Miró a Eileen de nuevo. El acercamiento, con comida suya de por medio, le había gustado. Pero no podía quitarle a Eileen comida. Sabía que para ella esos manjares eran muy importantes. Así pues, con amabilidad y sinceridad, rehusó el ofrecimiento:

- No te preocupes. Cómetelo antes de que se enfríe.

Le dedicó una leve sonrisa de agradecimiento, pero no quería que se preocupara por ella. Además, si Eileen estaba contenta tras haber comido aquellos manjares, menos ganas de pelear tendría después, y la verdad es que Zoey no quería seguir peleándose ni discutiendo una vez llegaran a casa. El pensamiento de ir a casa la tenía intrigada. ¿Por qué querría Eileen ir de inmediato cuando empezaron a hablar en el jardín?

James:- ¿A qué casa de Hogwarts fuiste, Eileen?

Dean:- ¡Bieeeeeeen! ¡Quiero el rojo! ¡No! ¡El azul! ¡No! ¡El verde! ¡El de ninjas! ¡No, no! ¡El de flotadores! No, mejor...

Dean ya había comenzado a dudar, emocionado por poder ponerse el bañador que más le gustaba. El problema es que al niño le gustaban todos. Sí. Aquello iba a llevarles bastante tiempo.

Lucas por su parte sonrió y le dio un beso en la mejilla a Tabatha.

Lucas:- Eres la mejor.- comentó, agradecido, mientras Dean continuaba eligiendo cada vez un bañador distinto- Os bajo la comida luego, sí. Me pondré una alarma.

Dean:- ¡...El de los coches! ¡El de los peces! ¡No! ¡Mejor el de los perros!

No iba a insistirle a Zoey, no cuando había comida de por medio, así que siguió comiendo del modo más civilizado que sabía hacerlo, aunque eso implicara trozos demasiado grandes y devorar mucho más rápido que la media humana. No importaba. Tenía que admitir que comer bien siempre lograba subirle el ánimo.

James aprovechó para preguntarle cosas. La verdad era que tenía curiosidad acerca de él, pues parecía haber tratado de defender a Zoey pero por lo demás era como un libro cerrado. Le parecía importante caerle bien, algo que ya había descubierto que no sucedería con Marcus.

- Ravenclaw. Siempre me ha parecido que las casas no nos marcan tanto pero fuera de Hogwarts la gente sigue preguntándolo, ¿verdad? - no lo dijo como acusación, sólo como mera curiosidad. Estaba haciendo su mejor esfuerzo por ser sociable -. ¿Y vosotros?

Justo cuando la entrenadora se estaba acercando a él con la varita en la mano, el resto del equipo entró al vestuario. Estaban todos empapados y a uno de los cazadores le traían medio mareado. Pero todos parecían super contentos por aquella importante victoria. Freida se adelantó al resto al ver a Kegan y lo abrazó con fuerza:

- ¡Eres increíble, Kegan!- Y le dio un beso. Solo que el beso fue más cercano a las comisuras de sus labios de lo esperado. Sin embargo, ella no parecía haberse dado cuenta o haberle dado importancia. Miró entonces la muñeca inerte y sacó la varita.- ¡Yo me encargo!

La entrenadora empezó a darles palmadas a todos en la espalda, diciendo lo orgullosa que estaba de todos ellos. Aquella victoria les colocaba en primer lugar. Después les decía que directos a las duchas. Freida apuntó con su varita a la muñeca de Kegan y enseguida empezó a soldar el hueso.