Partida Rol por web

Noche en Nueva York, séptima avenida. Tal y como habían ensayado y preparado, Stana, Zoey, Eileen y Bella, con batas blancas y tacones - idea de Zoey que había tratado con medimagos de aquel hospital hacía tiempo- entraron por la puerta giratoria de uno de los más caros y afamados hoteles de la gran ciudad al que ningún muggle se atrevía a entrar, dando a un gran y blanquísimo vestíbulo del hospital mágico de USA. Había una recepción a la izquierda, los ascensores al fondo del todo y pacientes con todo tipo de urgencias y necesidades en las sillas distribuídas por la gran sala. Había muchísimo ruido y algunos medimagos y enfermeros corrían por el lugar. Todo un caos como solían ser las salas de urgencias de cualquier hospital y aún más si era mágico.

Zoey continuó caminando con decisión, pelo suelto y ondulado bailando al son de sus pasos mientras tapaba un poco la falsa identificación en el bolsillo de la bata.

Zoey.- Ya sabéis. Seguid caminando hasta llegar a los ascensores. Con decisión.

Una vez que a Clark se le pasó ligeramente la pájara, pudo centrarse en la misión y mientras Sean se reunía con ellos, el americano tenía clara la forma de entrar en el hospital de Nueva York durante la noche. Y desde luego que era una de las menos esperadas.

Ahora mismo estaban los tres en uno de los helicópteros de la policía muggle, sobrevolando la séptima avenida. Clark y su compañera pilotaban el avión - Sean ya había avisado que no dejaran que Emily tocara los mandos- por encima de uno de los edificios que los muggles veían como un lujoso y carísimo hotel. El plan era que se lanzaran desde el helicóptero hasta la azotea y una vez se hicieran con los dragones volver a subir y marcharse en el helicóptero muggle de nuevo.

Clark:- ¡Bien! ¡Ya hemos llegado! ¿Estáis listos?

Noche cerrada, afueras del castillo de Pensylvania, oculto para los muggles. Mía, Isaac y Kegan se encontraban en posición de comenzar la misión. Habían logrado alcanzar los terrenos del castillo sin ningún problema, pero ahora la cosa se complicaba. Estaba todo a oscuras completamente y el cielo amenazaba con desatar una tormenta. Ni siquiera la luna alumbraba el lugar.

Desde su posición, podían ver que el castillo estaba iluminado y que por los terrenos del castillo se podían distinguir varitas encendidas cuya luz marcaban un recorrido. Estaban cada pocas distancias y de vez en cuando se veían patronus viajar para transmitir mensajes.

Mía e Isaac, tan abrigados como Kegan, le miraron, esperando sus palabras y sus acciones.

Día nuevo en Inglaterra. El ministerio estaba tan abarrotado como cada día. Tabatha llegó por la vía mágica, disfrazada por completo de forma totalmente opuesta a como ella era en realidad. El pelo rubio casi platino y planchado, el traje de minifalda ceñido, los zapatos de tacón resonando por el lugar y el bolsito rosa mágico bien sujeto. Lo único que mantenía la personalidad de la chica era el color de sus ojos, ahora tremendamente maquillados al igual que el resto de su cara. Por suerte muchas brujas iban así de arregladas por el ministerio por lo que el disfraz era de lo más apropiado.

Había llegado al vestíbulo, pero ahora debía pasar el control personal de identificación antes de poder alcanzar los ascensores. El mago de seguridad, una vez que la tuvo lo suficientemente cerca, le dijo:

- Buenos días. ¿Idenficación, por favor?

Está nerviosa, pero tiene que actuar tranquila. Pueden salir tantas cosas mal, que todo tiene que ir a la perfección. Aunque el primer obstáculo está ahí. El mago de seguridad le da los buenos días y le pide el pase. Lo estuvieron discutiendo entre todos y con tan poco tiempo de preparación solo parecían haber dos ideas claras: o confundus o escribir el nombre en la lista de visitantes.

-Buenos días - sonríe -. Verá, no tengo identificación, pero tengo una carta del ministerio. Comienzo hoy y mi jefe debe dármela... o eso me dijeron. No entiendo mucho de esas cosas... -ríe de forma muy tonta.

Comienza a buscar en el bolso la carta que han falsificado junto con Emily para que parezca real. El problema es que si nombre tendrá que aparecer escrito en la lista que tienen en seguridad para esas cosas.

-Llevo tantas cosas en el bolso que no la encuentro. ¿Puedo usar esa mesa un momento? - señala la pequeña mesa donde los guardias tienen las cosas. Le mira con ojitos de niña buena e inocente.

Invernaderos de  Dussekdorf, Alemania. Noche cerrada. Ermendrud, Beth, Vilma y Aengus - un amigo de Vilma que se había unido a la misión en cuanto recibió su aviso, con una voz algo aguda para un chico de su edad y que provocaba en Beth bastante recelo y mal humor- se encontraban en las verjas que rodeaban el complejo de los invernaderos.  Las vallas medían tres metros de alto y las puertas estaban cerradas mágicamente. La única luz que había era la de las varitas de los cuatro magos y la del interior del invernadero principal, al fondo, bastante alejado de donde se encontraban; además, diversos puntos de luz pequeños se movían por los terrenos, dando a conocer la posición de diferentes guardas por la zona.

Aengus:- ¿Cómo vamos a entrar?-preguntó.

Embobado por las formas y el físico de Tabatha, el vigilante tardó unos segundos en asimilar la petición de la chica, pero en cuanto la procesó se echó a un lado rápidamente para dejarle el mayor sitio posible:

- ¡Por supuesto! ¡Tómese su tiempo!

Allí estábamos. Clark había tenido un rato para serenarse mientras yo contactaba con Sean. Tal vez había tomado algo parecido a loq ue Beth me había dado a mí (o al menos esperaba que lo hubiese hecho, que le entrase al risa al ver a un dragón no sería la mejor de las opciones). Estaba mosqueada con no haber encontrado a Eileen, que se hubiese largado de Hogwarts aquella noche sin decir nada. Sin duda tenía algo que ver con la carta. Tanto hablar de equipos y de que no le dejase en la oscuridad siempre, para que desde que había empezado esto se dedicase a hacer todo a mis espaldas. A propósito. Empezaba a pensar que en realidad Eileen hacía tiempo que no me quería cómo amiga, sobretodo desde que yo tenía una autoridad que ella no. La conocía lo suficiente como para saber que eso le haría sentirse inferior, y por eso nunca había usado eso con ella. Y aún así ella utilizaba esa táctica pasivo-agresiva conmigo. No entendía por qué. Beth nunca me había hecho o algo así, ni siquiera Bella, quien se rebelaba contra toda autoridad. Pero debía concentrarme, y eso es lo que iba a hacer. Clark salió con una buena idea y en poco rato estábamos de camino al hospital de Nueva York. Si todo iba como planeado, Kegan estaría cerca de la guarida del dragón adulto con su equipo, y Tabatha de camino al Ministerio. La verdad era que yo quería a Gérome para mí, pero tenía que comerme aquél orgullo y pensar cómo una Ravenclaw: Lo más útil era que yo estuviese aquí, y Tabatha era una persona tranquila y diligente. Sacaría a Gérome de allí y nos dejaría a nosotros el interrogatorio. Una vez llegamos a la azotea, me aseguré que la mochila con el conjuro de extensión estuviese bien sujeta a mi espalda antes de apoyarme en la puerta abierta. Aún llevando el pelo recogido, el viento era fuerte y por todas partes saltaban mechones contra mi cara. 

Miré a Sean y Clark para comprobar si estaban listos, y cuando asintieron, saltamos. Ellos confiaban en mi aresto mometum... Y la cagué. Por supuesto. ¿Por qué habíamos decidido que lo haría yo, si ellos eran mil veces mejores magos que yo? Por suerte, no sólo la magia se entrena como auror, si no también el físico. Con la flexión adecuada y mucha menos elegancia que con un aresto momentum exitoso, aterricé en aquella azotea y miré para ver a mis compañeros caer con más gracia que yo sin romperse una pierna. Respiré aliviada antes de disculparme.

- No sé que me ha pasado, pero me alegro que estéis bien... - les dije mientras nos acercábamos a la puerta. Antes de entrar, debíamos repasar el plan. - 5 desmaius en el punto que he enseñado durante el viaje. - les recordé. - esperamos que los tengan en algun tipo de contención y no tengamos que encargarnos de todos de golpe. Si eso pasase, formación de triángulo espalda con espalda para protegernos los unos a los otros, y derrotarles sin prisa pero sin pausa. Una vez inconscientes, hay que meterles en la mochila y rezar por, si se despiertan, los hechizos sean suficientes para que no me conviertan en pollo al horno. De aquí a la sala, la idea es simple: sigilo, y ante la duda, deja fuera de comabte al oponente antes de que de la alarma. - dije repasando con rapidez la base de lo que habíamos acordado para la misión. - Si estáis listos, no tenemos tiempo que perder.
 

La verdad era que habían pensado mucho en ello a pesar del poco tiempo que habían tenido para prepararlo. Las cuatro vestidas de medimagas y con identificaciones falsas que, a pesar de no ser como las que llevaban los otros, daban bastante el pego.

El único maldito problema era Zoey. Zoey vestida de medimaga. Vale, hacía mucho tiempo que no pensaba en aquel tipo de cosas pero acababa de darse cuenta que aquello acababa de convertirse en una fantasía íntima. Y es que como siempre, su mujer iba con uno de aquellos vestidos de abogada a los que tanto se había acostumbrado pero la bata le daba un toque que despertaba su morbo.

- Eh... - trató de concentrarse, apartando la vista del borde de la falda de su mujer -. Sí, y si alguien nos descubre, tal y como hemos ensayado - noquear a dichas personas y encerrarlas en un armario desilusionadas.

-Gracias. Muy amable.

Le toca el brazo, casualmente, para agradecérselo. Se acerca a la mesa y deja el bolso en ella. Ahora viene la parte difícil... Lucas, que está en el bolso ampliado mágicamente, tiene que conseguir meter su nombre en la lista del ministerio. Y debería ser fácil porque deja el bolso abierto, encarado hacia las listas, mientras va sacando cosas de ahí: que si maquillaje a más no poder, unas planchas para el pelo, el monedero, un libro, etc... Claro, todo esto, dándole una vista magnífica al guarda.

Ni la falda tapa mucho ni la camisa cierra demasiado.

Emily falló el aresto y Sean se vio obligado a rodar por el suelo de forma poco elegante y profesional con el fin de no romperse una pierna, mientras que Clark caía al otro lado de Emily con bastante más agilidad y estilo. Acababa de empezar la misión y Sean ya tenía la ropa rota por los codos y raspones sangrantes. 

Clark miró a Emily en silencio. Prefirió no comentar nada sobre las habilidades de ambos aurores británicos. En cambio, se puso en marcha, varita en mano, hasta la puerta de la azotea que estaba...

- ¡Alohomora! Nada. Cerrada mágicamente.  - miró a Emily directamente. Él era mayor que ella, pero de alguna manera se fiaba más de ella que de él mismo. Emily tenía aquel tipo de aura que provocaba en los demás la necesidad de saber su opinión.- No podemos entrar así como así.

El guarda no se fijaba mucho en la cara de Tabatha, desde luego. Pero por suerte para la chica, iba disfrazada lo suficiente como para distraerle con otros aspectos de su cuerpo y eso que seducir lo que se dice seducir... no se le daba muy bien a la profesora de Hogwarts. Pero el escote hacía milagros con un hombre.

Cuando Lucas finalmente termina de conseguirlo sin que el guarda se percate de nada, saca del bolso, como si se le cayera a la propia Tabatha, un espejo pequeño. La señal. Ya estaba.

Guardia:- Tiene usted un... bolso muy grande.- comentó intentando deshacerse de la visión del escote de Tabatha y queriendo hacerse el simpático.

Siguieron caminando mientras el resto de personas se quedaba siguiéndolas con la mirada. Y es que Zoey tenía demasiado estilo. Llamaba demasiado la atención. Si bien, en este caso no era tan malo, porque daba el pego totalmente de medimaga. Aunque a quien pararon no fue a ella precisamente. Sino a Bella.

Una maga bastante mayor con un brazo vendado paró de lleno a Bella, con cara de angustia.

Mujer:- Por favor, ¡por favor! Atiéndame. ¡Es urgente! No consigo parar la hemorragia.

Y le señaló el brazo tapado con una toalla llena de sangre. Tanto Zoey como Stana, que no se esperaban la intromisión, pararon de lleno, pero Bella tenía claro qué había que hacer.

Bella:- Seguid. Ya me encargo yo.- el plan era no parar por ninguna causa. Si debían separarse sería lo que harían.

Ríe ante el comentario mientras recoge el espejo que se ha caído.

-Una chica necesita un bolso grande.

Sonríe y le entrega una carta con el membrete del ministerio.

-Aquí tiene, señor. Espero que sea suficiente para entrar - va recogiendo lo que ha dejado en la mesa -. No me gustaría llegar tarde el primer día. No sabe lo difícil que es encontrar trabajo en el Ministerio.

Aunque le costara, por fin logró centrarse pero por desgracia fue porque algo salió fuera de lo previsto. La primera persona que reclamó su atención fue una a la que no podían noquear sin más, algo que, por supuesto, Bella aprovechó para escaquearse y salvarse del peligro.

En otro momento, eso hubiera hecho que su morena amiga se llevara una mirada perdonavidas pero en su lugar, la tuvo que abandonar con una vaga sensación de preocupación. ¿Estaría bien? O mejor dicho, ¿estarían ellas bien?

- Tenemos que bajar.

Erm tenía la mandíbula tensa, no paraba de rechinar los dientes por el nerviosismo pero no provocaba ruido alguno. Miró a todos, uno por uno, valorando la situación... iban a lanzarse al vacío sin saber nada de a lo que se podrían enfrentar, pero al menos, parecía haber bastante terreno abierto - lo primero - empezó susurrando para que solo ellos le escucharan - será apagar nuestras varitas para evitar llamar la atención... luego, tratar de buscar si hay sortilegios defensivos o de alarma... si esta todo despejado, entraremos evitando las patrullas, directos al invernadero u oficinas si las hay ¿sugerencias? - preguntó esperando en que localizaran fallos en su plan o aportaran nuevas cosas que hacer. 

Había estado algo nerviosa antes de ir a la misión, puesto que quería asegurarme de que Aengus venía y que estaba preparado. Por suerte, ahí lo tenía, preparado o no. Tampoco me había dado tiempo de hacer ninguna preparación previa con él y solo me podía fiar de sus ganas de ser inocente y ayudar a la causa. Se notaba que a Beth no le hacía gracia compartir misión con Aen, pero es lo que había. Podía ser una perfecta sanadora, pero no me fiaba de su maña con la varita. Y de Erm... Bueno, ya se había visto. 

- ¿Cómo vamos a entrar? Esa es una muy buenísima pregunta. Creo que lo mejor será que nos hagamos invisibles por aquí.- Digo mientras apago mi luz de la varita.- Con un Caeca Temporalis. Al menos por fuera no creo que haya algo en contra de los hechizos, si no no habría tanto mago vigilando fuera. - Miré a Erm. - Si hay algún sistema de alarma estamos bien jodidos. Si suena algo, lo único que podemos hacer es congelar la alarma y lanzar la maldición imperius al primero que llegue, para que diga que la ha activado él sin querer. 

- ¿Que os parece?- Pregunto y acto y seguido me conjuro para hacerme invisible. - Es importante que sepamos donde está cada uno en todo momento, por lo tanto sería buena idea ir cogidos. 

La idea de Vilma parecía tener bastante sentido. Invisibles todo iría bien, pero antes de eso deberían hacer caso a Ermendrud y asegurarse de que no había barreras mágicas. Al menos para no acabar hechos puré antes siquiera de empezar la misión.

Así pues, Beth se dedicó a ello, apartándose un poco del resto de compañeros para observar mejor y hacer los hechizos pertinentes. Tras unos minutos de riguroso examen en los que Aengus se dirigió a Vilma dándole un pequeño pellizco en el brazo y diciéndole "sigues visible", Beth regresó junto al grupo.

Beth:- Vale. Había una barrera pero no era muy fuerte y he conseguido hacer una brecha. Podemos entrar por ahí.- miró a Vilma.- Tienes razón. Hagámonos invisibles, aunque ir cogidos los cuatro de la mano hará que abultemos más.

Dicho aquello se apuntó con la varita y se hizo invisible a ojos de los demás aunque Ermendrud pudo notar cómo la mano de Beth se entrelazaba con la suya. 

Aengus intentó hacerse invisible pero no hubo manera tampoco.

Llegaron al ascensor que justamente paraba en aquella planta mientras Bella se marchaba hacia otra zona con aquella mujer. El ascensor se vació y pudieron entrar las tres solas. Stana suspiró con preocupación. Que Bella se hubiera alejado de ellas y se hubiera quedado sola era aún más peligroso.

Las puertas se cerraron antes de que pudieran tocar ningún botón y Zoey examinó el teclado.

- Bien. La última planta es la -30- y pulsó el botón porque imaginó que el sótano sería la planta más baja. Con un chirrido molesto el ascensor comenzó a descender con bastante más lentitud de la que habrían podido esperar- Si esconden esas cosas ahí seguro que tienen aún más vigilancia.- miró a Eileen.- ¿Algún plan o hipótesis?

El hombre ya casi ni se acordaba de qué hacía Tabatha ahí, por lo que al coger la identificación se sintió algo confuso; echó un corto vistazo y se lo devolvió con una sonrisa.

- Todo en orden. Corra antes de que la despidan.- acompañó el comentario con un guiño poco atractivo.- vaya al ascensor de la derecha y pulse el departamento de aurores. No tiene pérdida.