Partida Rol por web

Ella intentaba enseñarme unas marcas de su espalda, mientras me confesaba su secreto y entonces solté sus brazos para aferrarme en un abrazo, mientras la apretaba fuerte contra sí, hasta que una lágrima llego hasta el hombro de Maren.

Adrien siempre tenía un gesto fuerte, incluso con aquellas marcas que lo obligaban a sufrir, pero a pesar de todas aquellas trabas aún era un chico de 12 años, y había miedos en su interior. A pesar de las lágrimas, su voz era firme, y no iba a quebarse mientras decía aquello apretándola con fuerza mirando a la pared.- No te mueras nunca... al menos no antes de que me vaya yo...

El abrazo me toma por sorpresa, aunque me da felicidad y una sensación de querer estar allí siempre. ¿Por qué me sucedía esto? - me pregunté mientras sentía aquella lágrima suya en mi hombro. - No la líes Maren... No... - me sentencio sin soltarlo aún ya que no pensaba hacerlo, quería estar allí eternizando el tiempo,  sin importar las consecuencias. 

Sólo que al escuchar sus palabras, centro la mirada en la suya totalmente perdida en sus ojos y como acto reflejo o quizás desde lo más profundo de mi corazón, acaricio su rostro al secar la lágrima con ternura, una que  desconocía hasta ahora. 

- No lo haré y tu tampoco lo harás... Estoy contigo Adrien,  aquí y ahora, pero asi también por siempre. - expreso aun sosteniendo la mirada, reflejando en ella cada uno de los suspiros que por el dejé escapar,  cada risa, estudiando juntos y el calor de su mano cuando apretaba la mía.  

Rememoraba todo aquello, dándome cuenta de que seguía gustándome por más que intente engañarme sola con ello, afirmando que no. 

Y allí me quedé, perpetua a su esencia acariciando su rostro con vehemencia y ternura. 

Su mano restaba mis lágrimas y su voz intentaba eliminar mi maldición. Tragué saliva y la miré a los ojos, desnudos de miedo en aquella habitación.

Cogí sus manos evitando que el miedo la derrumbase o la hiciese gritar y dije mientras negaba con la cabeza y media sonrisa.- Te equivocas esta vez... pequeñaja.

Dejé que un segundo vacío anticipase la respuesta y sentencie sin borrar la sonrisa triste de mis labios y demostrando sinceridad.- Me muero... intentan arretrasarlo, pero no hay vuelta atrás... - Apreté sus manos esta vez por el miedo que creaba aquella frase en mis labios y mi mentón temblaba pero no había más lágrimas, mientras decía.- Quizás es el momento de conocer a Mamá...

- No. - sentencio con lágrimas en mis ojos al borde de acariciar mis mejillas. - No lo permitiré, haré lo que sea necesario para que no mueras. No me importa caer en la oscuridad,  lo que sea pero no voy a perderte. - afirmo en un tono quebrado, nervioso pero propio de mi esencia. Aquella que es capaz de hacer lo imposible por la persona que en verdad quiero,  inclusive luchando contra lo irremediable. 

- No quiero perderte Adrien. - expreso al soltar sus manos para abrazarlo con fuerza, como si en aquel abrazo asegurara cada minuto de su vida. Y desde aquella posición, apegada a la triste realidad continuo hablando. - Presentamela. - respondo y espero nerviosa. 

Sus lágrimas borraban mi dolor y mi miedo, y la acaricio mientras ella me abraza, a la vez que le digo calmado al oído.- No más oscuridad Maren... no más....

Ella quería no perderme... pero era inevitable que muerte robase a los que querían los demás.- No vas a perderme... estaré siempre aquí... - Señalé su cabeza y ahora una sonrisa se dibujaba sincera en mis labios apoyando mi mejilla con la suya a la vez que decía.- Prometo no mirar cuando Ladien te vaya a besar...

Luego pidió que le presentará a mi madre y le dije.- Desde que pasó aquello no he vuelto a mirar su foto... no sé que podría pensar de lo que fui capaz...- Ahora mi caricia en su espalda era un poco más triste, pero seguía pegado a ella, como si lo necesitase sin pedirlo... sentir que importaba entre los demás, y que no solo era lástima lo que me tenían o interés de mantener la única pieza que podía brindar información a cerca de todo lo que había pasado y de la maldición.

No podía asegurarle aquello, no podía afirmar que no seria capaz de sucumbir a la oscuridad. Lo llevaba en mi sangre y por más que mi corazón era tan noble como un león, sabia que eso estaba en mi y no podía escapar de eso. 

Y es algo que callé, reservandome la respuesta para otro momento en donde estuviera segura de no caer en la tentacion. Sin embargo, que mencione a Ladien hizo que lo mirara a los ojos confundida. No quería eso, en verdad que no. 

- No...  No quiero que bajes la mirada...  Quiero que tu seas el que lo haga. Quien me bese...  - digo en un tono sincero, revelando la verdad detrás de la máscara al desterrar mis sentimientos hacía el Ravenclaw, dejándolos a la luz porque allí estaban censurados, con muchas cosas más. 

Y antes de ver siquiera lo que deseaba mostrarme,  de nuevo voy perdiéndome en su mirada hasta que entre sus brazos,  sacando aquel lado tan puro e impulsivo que nacía de mi y muchos odiaban, beso sus labios despacio y tímidamente. 

No sé cuánto duró, simplemente detuve el tiempo y con lágrimas en los ojos, luego de aquella sublime acción y sin saber mucho que hacer expreso. 

- Ella...  Siempre estará orgullosa de tí. No hay amor más verdadero que el de una madre. Eso me dice mi abuela y creo que tiene razón. - expreso rodeando su cintura mientras espero ver la foto. 

Y sin previo aviso, tras sus palabras llegaron sus labios... unos labios que acariciaban los míos con tímidez, mientras mis ojos la miraban sin explicación. Hasta que mi mano guiada por mi corazón acarició su pelo y su cuello mientras esta vez la besaba yo.

Los relojes se rompieron mientras en mi mente venían una y otra vez los momentos que había vivido con ella... los buenos y los de decepción... y aquel último segundo tras despertarme de aquel estado entre todos, y haber deseado tener algo más de valor. Si hubiera sabido todo lo que vendría después... aquella prueba era solo un escalón...

Dejé las tensiones y disfruté de ese dulce aroma que me provocaba su olor, y con las defensas bajas, mi mente apareció... y entrevió mi muerte y sus lágrimas.... y aquel sentimiento de soledad.... Y mientras ella me rodeaba, y hablaba de aquel amor materno que nunca había sentido jamás, acaricié su espalda y le dije.- Vas a hacerte daño... y yo no quiero eso para ti...

En poco tiempo seré humo... y el humo no es fácil de besar.... 

Sus palabras te hacían sentir una amarga sensación en tu garganta a pesar de que aún conservabas un dulce sabor a su olor... y entonces de nuevo una punzada y una imagen se empezó a repetir por un segundo...

Hasta que como si cayeras desde el techo, volvías a estar en los brazos de Adrien, mientras el besaba tu frente con un hilo amargo de voz terminando de decir aquello otra vez.-

En poco tiempo seré humo... y el humo no es fácil de besar.... 

El beso fue correspondido de una forma que jamás sentí en alguien, no era mi primera vez en estas cuestiones,  pero si era al sentirlo de una forma intensa, nueva y especial porque ahora era una pluma y él la cálida brisa del viento soplando sobre mi,  al guiar mis pasos hacia el lugar que desea llevarme. 

Y cuando finalmente se detuvo, la ausencia de su calidez comenzaba a notarse, aunque el sabor de sus labios permanecían en mi,  como una dulce grajea que no puedes olvidar. Nada se equiparaba a ello y presa de esa sensación mis pensamientos inundaron mi mente. 

Un visión que me tuvo allí expectante, donde ambos ya adolescentes, estábamos perdidos a través de un beso que le dio esperanza a mi corazón.  No había duda de ello,  eramos nosotros en un futuro no tan lejano, pero lo suficiente como para creer que sería en unos años. 

- Existe una solución, lo sé. Acabo de vernos juntos siendo más grandes. Debo hallar la forma de salvarte,  juntos la encontraremos y verás que no deberé besar el humo,  sino a tí - manifiesto reflejando aquel halo de esperanza.  Vida y muerte, amor y soledad,  más sus palabras hicieron que mis ojos se fijaran en los suyos. 

Estaban llorosos,  por la emoción del beso y la desolación del destino que teníamos delante nuestro, pero había una salida o eso creía. Sin embargo, en mi existía el valor y un sentimiento que lideraba mis actos bajo su firmamento. 

- No me importa... Prefiero besarte como si no existiera mañana mientras intento encontrar la forma de salvarte y si Merlín, no me lo permite, te llevaras lo mejor de mi y yo tendré lo mejor de tí. No quiero más que eso,  aunque claro, no dejaré de luchar y lograr aquello que vi. -termino diciendo segura de mi misma, no iba a perder el tiempo lamentando un futuro que puede cambiar. Daría lo mejor de mi e intentaré que sea significativo para los dos. 

No soy dueña del destino pero al menos haré todo lo posible para sobrellevarlo. -  No me importa Adrien... La decisión está tomada. - repito al aferrarme de nuevo hacia él con el mismo afán de no perderlo a través de aquel abrazo.

Deseaba poder volver a besarla, pero dañarla me obligaba a negarme ir más allá. Nadie se enteraría de aquel beso... no le iba a provocar ningún problema, y si alguien tras aquel conjuro nos estaba viendo, lo negaría hasta el final...

Ella decía que había solución... yo no quise abrir la boca. No quería insistir más... pero cuando llegase el momento, me gustaría que ella me hubiese escuchado de verdad...

Y mientras yo me perdía en aquel sentimiento me miró y sin previo aviso se declaró, para luego sentenciar con un abrazo y una frase final, como si solo su deseo bastase para que la maldición no avanzara más. Le levanté la mirada y le sonreí diciendo.- Pase lo que pase, ten por seguro de que no te olvidaré... - Junte mi nariz con la suya, cierro los ojos y me deslice hacía un lado, para besar la comisura de sus labios. Luego cojo su mentón y le digo mirándola a penas un paso.- Y pase lo que pase, haré lo posible para que no me olvides jamás....

No me importaba si ahora iba a hablar o iba a callar, pero libero mi segunda mano de su abrazo, y apoyando mis dedos en entre su pelo, y el cuello, mientras rozo en una caricia la piel erizada de sus orejas la llevo hasta mí. Mis labios devuleven aquella caricia que ella primero me había dado aquella noche. Para luego dejar que mis manos se aferraran a su cintura, mientras el lenguaje de los besos se desplegaba entre los dos.

Un nuevo brote entrometido me punzaba la espalda, y bajo la yema de sus dedos marcaba una nueva señal... detuve el beso a la vez que la respiración, para al siguiente segundo volverla a besar.

Apoyé la cara contra su pelo y le dije en un susurro.- No le digas a nadie que yo voy a... Que me...- No tenía fuerzas para decirlo en aquella ocasión... tras aquella punzada parecía que aún estaba más pronto por llegar.- No quiero que me tengan lástima... quiero ser otro más...

Me apoyé contra la pared, mientras la abrazaba y mientras rozaba con mano su pelo decía mirando al infinito recordando cada ocasión que por las noches entre dolores y sin sueño me acordaba de ella y de obtener su perdón.- Cuando no puedo dormir, pienso en obtener tu perdón...

En ese preciso instante las palabras sobraban y las respiraciones se cortaban al son de los latidos de nuestro corazón, no importaba lo cruda que era la realidad a futuro, ni el mero hecho de saber que podía perderlo en un abrir y cerrar de ojos. Aquello no importó, para nada, ya que me dejé llevar por sus caricias que traviesas me recorrían, erizando mi piel. 

Ignorante ante las sensaciones nuevas que en mi cuerpo aparecían, comienzo a disfrutarlo libremente, correspondiendo cada una de ellas como podía, entregando mi corazón en cada beso, abrazo, mirada y latidos. Surcando los cielos a través de su mirada, sintiendo la brisa que solo su respiración podía brindarme y la calidez de sus labios, que traviesos buscaban ir más allá de mi conocimiento. 

Aquel instante era perfecto, único y especial, pero más lo fueron sus palabras que entre susurros me transportaban hacia aquella visión, donde ambos ya más adultos finalmente estábamos juntos. Y aferrada a esa hermosa idea, acaricio su rostro envuelta en una dulzura diferente, permitiendo que nuestros labios jueguen a conocerse una y otra vez. Fusionados por este sentimiento, abrazados haciéndole frente a una realidad cruel, pero es incapaz de apagar lo que ahora se ha encendido. 

Una llama que crece a medida que las miradas se cruzan, donde la inmensidad de un momento se transforma en una entrega tan pura como lo que siento. - Juntos. - expreso entre medio de aquel beso que apasionado, reflejaba aquel miedo de perder todo, de perderlo. - Sólo no me sueltes... - confieso a modo de súplica, asumiendo absolutamente todo, ofreciendo mi eterna incondicionalidad. 

- No... no se lo diré a nadie. No permitiré que exista diferencia contigo, eres uno más entre nosotros, aunque muy especial para mi. - afirmo denotando seguridad, aunque por dentro le lanzaría un hechizo a quien osara meterse con ello. Y con ese halo protector, me aferro más a sus brazos mientras percibo su dolor. Acaricio su rostro, sonriendo y apoyando mi frente con la suya continúo. - Si debo vivir en la Biblioteca con tal de que no lo padezcas tanto, lo haré. Lo que sea Adrien... Por ti, lo que sea. - susurro desde la cercanía en la que estábamos, para luego regresar a sus labios denotando ese sentimiento compartido, sublime y tan intenso como mi personalidad. 

Y tras perderme en sus besos, ahora sus palabras son las que me sorprenden. - Tienes mi perdón desde que corrí por todo el salón para estar en tus brazos, desde que me decidí a darte un beso y ahora. Lo tienes y mi corazón también. - confieso bajando ahora la mirada, cargada de un rubor más rojizo que los anteriores. Parecía un sueño, tantas veces he contemplado su rostro serio estudiando, en clase sentada a su lado o en el lago cuando tenía ganas de explorar. Todos y cada uno de los momentos compartidos, sentía en mi interior algo que me mataba, incluso cuando descubrí la traición en sus palabras pero no en la forma que me miraba. Jamás lo solté, había guardado todo aquello en un cajón intentando tapar el sol con la mano. 

Incrédula de mi parte, puesto que su cercanía me conectó con mis sentimientos hacia él y mi mundo se estremeció como nunca antes. Aprendiendo a caminar, a querer y a soñar... Sólo que esta vez y pese a toda consecuencia, lo haría a su lado porque las miradas hablan por si solas y los besos forjan instantes mágicos que jamás olvidaré, ya que ante la inocencia que en mi alma habita, es todo lo que puedo soñar.

La mente de Adrien viajaba otra vez, a aquel momento en el que hacía unos meses, tras toda la batalla, Maren corría con una sonrisa y plasmaba un beso en mi mejilla y un abrazo, para luego volver a atrás... mientras mi único miedo en ese momento era saber si algún día sería capaz.

El gesto de Adrien parecía ser el mismo que Maren conoció, aquel semblante pícaro y centrado, que con argumentos explicados rebatía su verdad. Peinó el pelo de ella tras la oreja y dijo como hubiera dicho ese mismo Adrien del que se enamoró.- Es fácil darle algo a quien te daría todo, sólo por verte esbozar una sonrisa más... sabes que de forma indirecta vuelve a ser tuyo, a la vez que lo soy yo.

Dejo que el silencio toque la melodía de su respiración sobre mi hombro, mientras cierro los ojos y siento los latidos de su corazón. Sonrío ante ese cosquilleo que me nace nervioso desde dentro y recuerdo cada palabra de ella. Hasta que finalmente pregunto al fijarme en un detalle y desgranándolo hasta el final.- ¿Y como nos has visto...? ¿Has encontrado el Espejo de Oesed...?

Cobijada entre sus brazos, escucho sus palabras y no puedo evitar sonreír, aunque una pregunta surgió de mis labios al contemplarlo un tanto curiosa. - ¿Por qué de forma indirecta? -  aquello era algo que no había captado del todo, como buen Ravenclaw que era, las frases con un significado más profundo siempre aparecían en sus conversaciones. Un lindo detalle por cierto. 

Sólo que en esos detalles encontraba al Adrien que conocía, aquel que me robaba muchas sonrisas al hablar. Alguien con quien disfrutaba compartir absolutamente todo, donde su lógica le ganaba a mis impulsos ya que a través del juego, nos encontrábamos para disfrutar de los momentos. 

Al menos ahora era feliz y no dudaba en demostrarlo, por eso respondo a su pregunta intentando averiguar sobre aquello. - Fue como una visión, te vi a ti y a mi besándonos pero mucho más grandes. No sé, unos veinte años tendríamos. Era muy nítido, es la primera vez que me sucede. ¿Será porque mi mamá es adivina? ¿Habré heredado lo mismo? - pregunto a Adrien mirándolo a los ojos interesada por su respuesta, tal vez, aquello estaba despertando y no era muy consciente. 

- Inició a través de una punzada y eso me llevó a una imagen en movimiento. Fue muy real Adrien y no he encontrado ese espejo, sólo lo conozco de nombre y mi madre me advirtió de que jamás intentara mirarlo. Puedes quedarte en esa realidad que te muestra y consumirte en ella. - le explico a sabiendas de que seguramente estaría más informado que yo. Es lo que tiene ser alguien travieso, mis padres al conocer mi comportamiento me advirtieron de muchas cosas. 

Y al recordar lo del espejo, automáticamente un nombre aparece en mi mente. - La Cámara de los Secretos. ¿No es aquí por donde se ingresa? - mis padres contaban historias sobre ella, al ser ambos de Slytherin lo consideraban un lugar sagrado, por eso la pregunta y sin soltarme de sus brazos contemplo el lugar bajo el manto del muffliato. 

La pregunta era fácil de responder.- No lo recibirás a cambio de nada... pasé lo que pasé lo vas a tener...

Luego ella hablaba sobre aquel don que nacía de su magia singular, y entonces dije sobre lo de heredarlo.- Según tengo leído no depende de la sangre ni la estirpe sino de la magia interior... del sentimiento de tu corazón...

Había secretos que el tiempo guardaba entre los dos. Y fue por eso que antes de que la muerte los separará comenzó a narrar.- Mi abuela es una gran Adivina, a veces pienso que me odia por ese mismo don... que de alguna forma ella vió antes de que naciera lo que hice, o algo peor que no tendrá perdón...

Sin embargo, mi madre no adquirió ese don... y yo... bueno.- Se rasca la cabeza sin saber como decirlo y tras soltarse de ella de espaldas comienza una vez más a hablar.- Los Perceptomagos puede comunicar sus sentidos con el resto de los demás... para paliar un vacío, una enorme soledad.

De espaldas Adrien extendió su mano dejando una estela de brillantes que se alzaban desde la palma a la vez que brotaba una red eléctrica que lo recorrió por completo.

Luego los dedos de Adrien, recorrían su propio brazo y Maren a dos pasos, sintió la caricia como si estuviera rozando su piel. Un nuevo golpe entraba por la espalda del chico volcando a ambos alumnos al suelo, postrados en el suelo, mientras Adrien apretando los dientes se centraba en romper aquella conexión, desapareciendo los destellos y el dolor en el cuerpo de Maren. Con la respiración entrecortada y el flequillo ocultando su mirada, Adrien miró a Maren y le dijo.- Lo siento... me olvidé que sientes todo igual que yo...

Sonrío ante su primera respuesta. - Y tú el mío. - confieso con absoluta sinceridad, lo que siento allí estaba, reflejado en mis actos, palabras y pensamientos. Sólo que al comentarme sobre el don, me quedo un tanto pensativa, recordando a mi madre sobre su mesa de trabajo, esparciendo las cartas mientras yo jugaba a sus pies con las runas sin saber entenderlas. 

- Un sentimiento del corazón, es similar a la magia sin varita. Es la esencia del mago o bruja, que se materializa. Entonces, la visión que he tenido es mi don que ha despertado por ti. Tendré que preguntarle a mi madre como ella lo desarrolló... Tal vez pueda lograrlo. - comento aún con aquellas imágenes de Claire en mi mente, siendo parte de mi historia y un bonito recuerdo de mi infancia. 

Mi semblante se entristece al escuchar sobre su abuela, me sentía identificada con él, mi familia no me odiaba pero me recordaba mis fallos todo el tiempo. - Descuida, en mi caso odian que sea una Gryffindor. Aún siguen sin aceptarlo. - era una tontería comparado a lo que Adrien le sucedía pero al fin de cuentas, a mi me afectaba bastante. 

Y como muestra de lo hablado, el Ravenclaw me suelta para demostrarme una cosa mientras inicia una explicación. Atenta y expectante, contemplo la escena a una pequeña distancia de él. Hasta que el asombro inunda mis sentidos, reflejando una mueca de asombro que jamás Adrien olvidará. 

Aquello era precioso porque sin tocarme lo sentía en mi piel, alucinada por la experiencia comienzo a disfrutarlo. Sólo que de repente, una fuerte punzada nos tira al suelo y allí mismo es cuando me revuelco por el dolor, me estaba matando pero callé abrazada a mis piernas mientras esperaba que se fuese. 

Y en ese mismo instante, alzo la mirada un tanto pálida para escuchar su disculpa. - No, no hay problema... Es que no sabía lo que estabas padeciendo y es terrible. - apenas podía hablar ya que la sensación me sacudía, como un remanente que había quedado. - Me ha encantado. - expreso al acercarme del suelo, deslizando su flequillo a un costado mientras apoyo mi frente junto a la tuya. - Fue precioso... Tenemos que intentarlo otra vez. - intento animarlo, su dolor era mi dolor y ahora comprendía más su estado. Sin dudas pasaría horas en la biblioteca para hallar su salvación.

El dolor aún hacía que él temblase postrado en el suelo, mientras su frente se estrechaba con la de ella. Cerró los ojos para asimilar el dolor, mientras ella lo incitaba a probarlo una vez más, pero el negó mientras habría los ojos y dijo con media sonrisa.- Aún no... cuando se vaya el dolor...

Alzó la mirada y vio como la luna se ocultaba tras las nubes, y pensó.- Cada vez es peor... -. Se alzó apoyándose en sí mismo y tendió la mano a Maren y le dijo.- Es tarde... pero puede que estén fuera aún...

Necesitas descansar... a mi no se me notará... -Dijo casi en chiste, pero sabiendo que sería verdad...

-¿Cuanto perdura? - pregunto para estar al tanto,  tenía que aprender el hechizo que Tim lanzó sobre él, así podía ayudarlo en todo momento. 

Una vez de pie gracias a su ayuda, sonrio por su comentario aunque no me importaba estar sin dormir. - No es un problema estar sin dormir, lo he hecho muchas veces cuando me escapaba de la sala común para mirar las estrellas en la Torre de Astronomía. -  confieso reflejando un halo travieso en mi rostro. Nunca me quedaba quieta en un solo lugar,  así que esta ocasión no iba a ser la excepción. 

- Solo una cosa y nos vamos...  Prométeme algo,  de corazón. Todas las noches nos encontraremos como hoy y estaremos solos, juntos. Sin importar lo que suceda porque cada día debo darte un beso y no deseo que te quedes sin ellos.  Solo eso, está vez...  Juntos Adrien. - sugiero conectando mis ojos en los suyos y tras perderme en ellos,  lo abrazo con fuerza. La misma que refleja todo estos sentimientos. 

Adrien miró a Maren y asintió a sus palabras y posó la palma de su mano derecha sobre los labios de ella, como callándola y dijo aún algo contrahecho.- Tranquila... no todo es malo en los Perceptomagos...

Se acercó allí donde la cortina de estrellas había brillado al instaurarse el hechizo y se giró para mirar a Maren, y mirándola lentamente ascendió su mano derecha hacía su boca como si se ocultara de un humo que no existía en aquel lugar, y suavemente besó su propia mano, dejando al instante un tacto suave sobre los labios de Maren, que de alguna manera sentía más cercano el olor de Adrien, como si de nuevo estuviese abrazando su piel.

Luego el chico cambió la postura de su mano, hasta colocarla en la posición de silencio, mientras acariciaba la zona límite y algunas estrellas brillaban y se apagaban sin más... Un dolor repentino, vino sobre Adrien, que cerró los ojos con fuerza, y contuvo la respiración, pero centrándose en su propia señal, volvió a marcar el silencio y se acercó con una mano ahora en su estómago hacía la puerta, esperando poder escuchar algo más.

El silencio se adueñó de mis palabras al sentir la mano de Adrien sobre mis labios, a efecto de silenciarme. Inmóvil de pie, mis ojos brillaban en aquel oscuro lugar donde sólo la luna nos iluminaba, reflejando un intenso rubor en mis mejillas haciendo contraste con la palidez de mi piel. 

Asiento con mi cabeza una vez que la quita y susurro apenas en su oído. - No deseo ir a la Sala Común, quiero estar contigo. - nada más pude decir hasta que nuevamente siento en mis labios, aquel beso que Adrien se daba en su mano. Sonrío de felicidad mientras uno de mis brazos lo rodea, haciendo lo mismo que él, intentando escuchar algo más. Su cercanía era lo único que necesitaba y cuando aquella punzada vibró en el Ravenclaw, más mi brazo se aferró a su débil cuerpo. Protegiéndolo de todo aquello. 

Denotando incondicionalidad, cariño y un amor que comenzaba a nacer, cómo en primavera pero sólo que en mi corazón y no en un jardín.