Partida Rol por web

Observo divertida cómo la hermana de James, Lindsey, sale al centro del Gran Salón con su violín y comienza a tocarlo. Rápidamente, la gente de Hufflepuff se puso en pie y se unieron en un baile colectivo. Reí. Esa era la esencia de los tejones. Quería salir a bailar, pero a mi lado se encontraba Tim, a quien no podía imaginar disfrutando de ser el centro de las miradas. 

De repente, y como salida de la nada, aparece una chica pelirroja, con apariencia de mayor. Sí, me suena de algo. Es de Hufflepuff, eso seguro. ¿Cómo se llamaba? Tenía un nombre extranjero. ¿Ygritte? ¿Dominique? No lo recordaba, lo había escuchado de pasada. El caso es que la guapa Frédérique se acercó hasta nosotros, los de segundo curso, y nos instó a bailar. No necesitaba más, me gusta la fiesta más que a Nathan ser un capullo. Cogí la mano de Giséle y salí a bailar con ella. 

El sonido del violín era extrañamente familiar. Y la chica se movía como pez en el agua. ¿Será escocesa también? No, no creo. ¿Quizá de Gales? ¿Irlanda? Bah. Como si la procedencia de alguien soliera importar a los Hufflepuff. Era simpática y sabía bailar, no necesitaba nada más. Miré a mi compañero, con los mofletes iluminados, como un árbol de Navidad.* 

La música empezó a sonar en la mesa de los hufflepuff, y mis ojos se centraron en Anne, se movía como las hadas, estaba claro que yo no estaba preparado para bailar de aquella manera, al ver a Tim una sonrisa se escapo de mi boca, me gustaba verle participar en cualquier cosa, había llegado muy tímido a Hogwarts y al parecer ya se estaba involucrando más en los grupos.

El comedor estaba más lleno que nunca, o al menos esa fue la sensación que había tenido cuando había entrado corriendo tras cambiarme de ropa, llegué apenas unos minutos antes de que Adrien entrase con aspecto demacrado.

Me mantuve en silencio mientras todos le interrogaban sin descanso, no estaba seguro de como reaccionar. Por un lado Adrien había sido uno de los "mortífagos" que habían intentado petrificarnos el curso anterior pero por otro lado estaban siendo controlados por lo que no podía culparle por nada de lo que había pasado. Además estaba lo que sea que hubiese pasado en verano que tanto revuelo habia provocado en el ministerio.

No se cuanto tiempo pasé perdido en mis pensamientos pero el sonido de un violín me sacó de ellos, había empezado la fiesta. El sonido no dejaba oir lo que pasaba más allá de la mesa así que supuse que era el momento de hablar con mi compañero de Ravenclaw, ahora que solo podíamos oirle sus compañeros de casa.

Bueno, y Maren. No se como se las arreglaba pero siempre estaba en el centro de todo. Bueno, sabía de sobra que era de fiar y de que tarde o temprano se habría enterado de todo.

Me acerqué a Adrien lo suficiente como para que solo nosotros cuatro nos enterasemos de lo que dijesemos:

-¿Como lo llevas? ¿Puedes aclararnos un poco que te ha pasado? Sabes que puedes fiarte de nosotros.-

Apenas me fijo en los que han salido a bailar, lo importante primero y la diversión después.

Allí había quedado, contemplando aquella gota carmesí en mi vestido hasta que escucho una voz y al alzar la mirada dirigiéndola a su destinatario, sólo encuentro el dedo de Adrien en mis labios con una pregunta detrás de su acción. Automáticamente, mi respiración se frenó y mis mejillas se tornaban rojizas como las rosas en primavera. Sólo que no pude responder hasta que me alcanzó la servilleta y mis ojos se fueron directamente a Ladien, quien había cambiado su gesto radicalmente. -Es capaz de venir hasta aquí. - pensé de inmediato.

- Ah... descuida, es que soy muy torpe. Seguro me mordí el labio. - respondo simulando distensión, hasta que una sombra nos envuelve a los dos. Era el Profesor Collins, al que escucho con atención y asiento a sus palabras. - Lo siento, no quise alarmar a nadie. Simplemente fue un descuido, perdone Señor. - me disculpo de una forma sincera e incluso dejo escapar una sonrisa, al quitar la servilleta para mirarlo a los ojos. 

Una sonrisa que se borró completamente cuando escuché lo que le dijo a Adrien, no me gustó para nada pero de momento no pensaba meterme. No ahora, no aquí con una fiesta en medio. Por eso, lo despedí con mi mano y otra media sonrisa, algo forzada pero convincente. 

Y como era de esperar, la música inundó el lugar con su encanto. Permitiendo que mi mente recuerde que tengo el cello en la puerta junto al baúl, podría acompañar a Lindsey con la música pero me daba mucha vergüenza. Adoraba tocar sola, dejándome llevar por las emociones, pero aquí con todos mirando... No sé si podría aunque tengo muchas ganas y al margen de ello, no le perdía la mirada a Ladien cada vez que podía. Observándolo simuladamente.

Por suerte, aquella sensación se disipó ante la broma de Adrien y mis ojos se pusieron en blanco, imaginando lo horroroso que debe ser dormir en una misma habitación que su primo. - No que feo... -  comento un tanto asqueada evitando mirar a Robert que lo tenía a mi lado. 

Lo bueno es que Marcus espabila, ya era hora, e inicia la conversación entre susurros. Odiaba que estuviera Kerry ahí pero es lo que tenía, la que sobraba aquí era yo y no él. La verdad es que no me animaba a ser tan directa como mi mejor amigo, había sentido su respiración en aquel abrazo y en parte percibía su dolor, parecía que podía empatizar con Adrien de forma instantánea, sin premeditarlo. 

- Lo que dice Marcus es cierto... Puedes confiar en nosotros. Nada cambió de mi parte Adrien y siempre estaré para ti. - afirmo segura, al sujetar su mano con fuerza y luego soltarla, reflejando una sonrisa en mi rostro muy sincera e incluso cariñosa. 

Mientras acompañaba al grupo hacia Adrien, sólo una pregunta invadía mi mente: ¿Cómo harán los profesores para lidiar  con la tensión generada por los eventos del año pasado? Cuando de pronto se aparece el señor Collins, justo como un tiburón atraído por la sangre de Maren.

La aparición del señor Collins despejó mi interrogante, al parecer pensaban aislar a Adrien, lo que no me parece muy sensato, pues siempre he creído que aislar a alguien nl sólo le impedía contar con el importante apoyo de quienes lo estiman, sino que además lo vuelve más huraño y agresivo.

De pronto y sin previo aviso, la música invadió el salón y los Hufflepuff se lanzaron a la pista de baile sin demora. - Vaya al final si hay baile. Pues bien aprovechemos para divertirnos y relajar la tensión que reina en el ambiente. - pienso con calma mientras me acerco a Marty.

Marty ¿Gustas bailar? - pregunto con cortesía mientras sonrío y le ofrezco la mano para que me acompañe a unirme a la algarabía que reinaba entre los Hufflepuff.

Aguardo en silencio su respuesta mientras veo a Troy guardar el frasco que le había entregado el elfo, preguntándome que planeaba hacer con el contenido del mismo.

Estaba a punto de contestar a Artemis cuando apareció Pynn, quien acaparó toda su atención.

- ¡Pynn! ¡Cuanto me alegro de verte, amigo mío!- le dio una palmada en la espalda a modo de saludo. El típico saludo de Troy para quienes le caían bien.- ¿Cómo te ha ido el verano? Yo también me he acordado de ti. Este...

Iba a presentarle a Artemis, pero se fijó en que el chico miraba de nuevo, con bastante interés a Marty. Paró de hablar y alzó las cejas. ¿Pero no acababa de decir que deshacía la invitación hacia su amiga? ¿O solo se lo había inventado Troy en su imaginación? ¡Y va y le pregunta directamente de nuevo! ¿Iban a dejar a Troy solo? Bueno, suerte que estaba Pynn, porque sino... Dirigió una leve mirada a Marty, pero sin esperar respuesta porque ya la sabía. Bailaría con Artemis. 

Un solo baile ha dicho.

Y nuevamente se fijó en Pynn y el regalo que le traía.

- ¡Vaya, amigo! Son geniales. Pero espera, no me las des aún que tengo las manos sucias.

¡Jo, jo, jo! ¡Cómo te quiero, amigo Pynn!

Cogió el frasco que le había tendido Pynn con la clara intención de usarlo en esos mismos instantes. Miró a Artemis, distraído como estaba esperando la contestación de Marty, y fue dispuesto a meterle, de forma totalmente disimulada - como el gran maestro que era en bromas y en salir indemne de prácticamente todo- las chinches por los calzoncillos. 

No debería de ser muy complicado. Está distraído y hay muchísima gente. ¡Si hasta Pynn ha logrado colarse sin que le vean! Además no llamo la atención en mi mesa de Gryffindor. ¡Es el mejor momento! ¡Allá voy! 

Artemis no le terminaba de caer bien. No sabía a qué jugaba pero estaba todo el rato detrás de Marty y, de alguna manera, eso a Troy le molestaba un poco. Además, ¡quería divertirse! Sería genial ver a Artemis moviéndose con picaduras molestas en el trasero.

Tim observó con curiosidad como el señor Collins mandaba a Adrian a la sala de meditación, no le gustaba la idea. Era cierto que Adrian había actuado como mortifago el año anterior y, por desgracia, tampoco terminaba de convencerle la idea de que hubiera sido hechizado para actuar así. Pero el rencor no debía continuar, debían pasar página y olvidarse de lo sucedido. Seguir hacia adelante.

Entonces, su gran temor comenzó a tomar forma. Sus compañeros formaron un circulo y empezaron a crear un compás que acompañaba el sonido de violín que salía por detrás de algún lugar. Una guapa compañera pelirroja de los últimos cursos se lanzó entonces a bailar una danza irlandesa y sacó al joven Downsend y su compañera Anne para acompañarla. Tim se puso irremediablemente rojo por la vergüenza, pero decidió que lo mejor que podía hacer era seguir el ritmo y danzar lo mejor que pudiera. Al fin y al cabo, sabía que no se le daba mal y si ahora se negaba llamaría demasiado la atención. "La mejor forma de pasar desapercibido es seguir el ritmo lo mejor que pueda, además no tengo que hacerlo con pareja" pensó, convencido de que su rojez iría desapareciendo a medida que el resto de la gente se uniera a la celebración.

Emocionado con la canción y decidido, incluso se atrevió a tomar de las manos a su compañera de sexto y girar con ella mientras seguía cada paso del baile. Por un momento se había olvidado de su miedo y se estaba divirtiendo.

-¿Pero qué te pasa?. Preguntó preocupada Amelia acariciandome las mejillas. -Olvídate de lo que hizo Adrien, se sabe que estaba hechizado. Él... No tiene culpa, solo cumplía las órdenes de Voldemort. Miré a mi amiga negando con la cabeza. -Sigo creyendo que es un traidor, estoy segura de que una parte de él quería hacernos daño. - comenté sin dejar de observar fijamente la mesa de Ravenclaw donde apareció por sorpresa el profesor Collins. Desde esta distancia no era capaz de escuchar nada de lo que decían, aún así puse todo mi empeño en concentrarme y afilar la vista. Leí unas palabras importantes saliendo de los labios del profesor: "Sala de meditación", tras lo cual sonreí abiertamente dirigiéndome de nuevo a mi amiga. Me sentía mejor que nunca ante la situación de aislamiento que se le presentaba al Ravenclaw. -Creo que la noche está mejorando, Amelia. Mucho. - volví a sonreír.

Entonces escuché de repente el sonido de un violín loco. ¿Qué pasa es San Patricio y no me he enterado?. Pues no, era la hermana de James amenizando la fiesta a ritmo de marcha irlandesa. ¿Pinta bien eh?. - sonrió Amelia de medio lado arqueando ambas cejas. -No pienso moverme de aquí. - dije cruzando los brazos. -Bueno... Tú te lo pierdes, yo si que voy a acercarme. Hay un pelirrojo de Gryffindor con el que me interesa bailar. Creo que se llama Liam y es un hacha con los protego. Sonreí por lo directa que era. -No tienes remedio. ¿Un león?. Que te lo pases bien y procura no serpentearle demasiado.

La gente se iba animando a salir a la pista de baile pero yo en cambio no tenía claro si acercarme. Agnes, la hermana de Troy adoptó su papel más seductor ante la atenta mirada de Samuel. Que salido. - pensé mientras sonreía a mi amiga Violet dándole la razón.

Conmovida y entrañada por la escena vista y vivida, aún me estaba preguntando qué pasaba cuando una hábil maniobra de distracción cambió de pronto el escenario. Literalmente.

El gran salón comedor se convirtió en el gran salón de baile. Y con ello empezó mi agonía.

Notas de violín veloces y acompasadas invitaban al baile, y, poniéndome en pie como todos, un poco confusa, visualicé a mi madre comprándome el vestido. "Te hará falta, verás cómo lo usas"... Maldita razón que tenías, mamá. 

De pronto Artemis se acerca y me invita a bailar. Los coloretes en la cara deben ser ya granate profundo. Miro a Troy, feliz con el tarro que Pynn le entregó, y le sonrío de nuevo. Espero que comprenda. 

-Portate bien, que volveré -le dije, guiñándole un ojo levemente.

Tomo la mano de Artemis, que me arrastra a la improvisada pista de baile.

-Emmm... No sé bailar ésto.. -digo, confusa con la danza, mirando a mi alrededor-. Pero bueno.. ya que estamos aquí.. Bailemos. Nos miran todos, jajaja.. -Me encogí de hombros, y me uní al corro que danzaba cogiendo a Tim de una mano y a Artemis de la otra.

La verdad es que yo tampoco, pero si la música se presta, pues sigamos a Tim y a ver cómo nos va. Jejeje.  - digo con una sonrisa mientras intento seguir el compás de la música imitando los bien logrados pasos de Tim, bailando y aplaudiendo.

Conforme la música avanza me acerco un poco a Marty y le hago una pregunta en voz baja. Tras su respuesta continúo bailando hasta que se acaba la canción. Siempre con una sonrisa en los labios.

Marty me parece que Troy está un poco incómodo porque aceptaste bailar conmigo. De verdad no quiero que discutan por mi causa. Pérdoname si les causé problemas. No sabía que Troy y tu eran tan cercanos. - digo algo apenado. 

Después de que Amelia se hubiera marchado a bailar con Liam, Violet y yo nos quedamos en la mesa de Slytherin observando a los alumnos de otras casas. Tim y Anne estaban ya en la pista de baile danzando sonrientes como si fueran unos verdaderos irlandeses.

-El tonto de mi hermano está solo en la mesa de Gryffindor. Por lo que veo Artemis ha sido más rápido sacando a bailar a Marty. ¿Y si hacemos algo para darle celos a la leona rubia y así de paso que mi hermano se distraiga?.

Miré a mi amiga con curiosidad. ¿Qué está tramando?. -No me apetece salir a bailar. Marcus me dio a entender algo que no era verdad, se habrá echado atrás y lo entiendo. ¿Quién querría bailar con una bruta como yo?.

Violet negó con la cabeza pasando por alto mis palabras. -Tu estás deseando salir a mover los pies aunque digas que no. Hazlo, baila con mi hermano, es un idiota pero es divertido. Y puede que si Marty lo ve bailar contigo se ponga celosa y eso despierte su interés por él. Troy necesita un empujoncito...
Suspiré. ¡Pero que ideas más raras tenía Violet!. -Te dejo sola para que te lo pienses Lavinia.
Pasados unos minutos seguía en la misma situación sin nadie a quien le interesara bailar conmigo, apachurrada con los codos sobre la mesa como una flor mustia, hasta que en una de las veces que miré para la mesa de Gryffindor mi mirada se cruzó con la de Troy. Realmente tenía cara de estar tan aburrido como yo. Un león aburrido es como un león enjaulado. Sonreí y levanté la mano para saludarlo. Entonces tuve una idea. Cogí dos tenedores y los pinché sobre un par de panecillos. Troy me miraba sin saber lo que iba a hacer. Los tenedores eran las piernas y los panecillos los zapatos. Los puse derechos sobre mi plato y empecé a trastear con ellos imitando el movimiento rápido de pies de los que estaban bailando en la pista. Asentía al ritmo de la música mientras movía los tenedores y miraba a Troy riéndome. -Tu y yo a bailar con los demás. - dije señalándolo con uno de los tenedores para luego señalarme a mi y volver a moverlos con mucho ritmo.

Tras haber realizado la primera trastada del año*, Troy se había quedado solo en la mesa. Aunque estaba bastante pendiente de Artemis, el chico nuevo y pelmazo. A ese no le interesaba hacerse amigo de nadie. Ese solo iba detrás de las chicas. Y eso que solo tenía doce años. 

Pero ahora quedará en ridículo. ¡Gracias Pynn! ¡Por las chinches!

Y entonces, de pronto, su mirada se clavó en Lavinia. La chica le miraba y por un momento temió que se fuera a reír de él o que amenazara con chivarse si había visto que Troy había metido las chinches en los pantalones de Artemis cuando estaba descuidado*. Pero no. En cambio, por lo que parecía, le invitaba a bailar y Troy no pudo más que sonreir ampliamente. Desde luego, si algo era Lavinia, es que era muy valiente y atrevida y eso al chico le encantaba.

No se lo pensó mucho, se bajó de la mesa desde donde intentaba mantener controlado a Artemis y corrió a pillar a Lavinia a quien le cogió la mano en cuanto llegó:

- ¡Vamos! ¡Sé el sitio perfecto para divertirnos!

Buscaría un lugar desde donde pudiera ver a Artemis. ¡No quería perderse el momento en que comenzaran a picarle las chinches!

Pasados unos minutos desde que se quedara solo en su mesa de Gryffindor, subido a ella para ver el baile de los demás, Troy miró a la mesa de Slytherin, sonrió, divertido y bajó con rapidez, recorriendo la distancia entre su mesa y la de Slytherin, sujetó la mano de Lavinia y tiró de ella para unirse a la fiesta.

-  ¡Vamos! ¡Sé el sitio perfecto para divertirnos!- dijo con decisión, bastante animado.

¿Qué estaba haciendo?. No pensaba que se fuera a tomar en serio mi propuesta. ¡Pero si estaba bromeando moviendo solo unos tenedores pinchados sobre un par de panecillos!. Miré a Violet con cara de pánico, ella se reía tapándose la boca mientras Troy se acercaba rápidamente hasta la mesa de Slytherin. Pero qué...? - me cogió de la mano empujándome hacia no se donde. Dejé los cubiertos sobre la mesa y sonreí. -¿A dónde vamos Troy?.

-Hey, Artemis, ¡no hay nada que perdonar! -le sonreí, conmovida por sus palabras, y traté de tranquilizar su malestar-. Somos amigos. Todos. Acepté bailar contigo, ¿y por qué no? Me caiste bien, y es divertido. Disfruta el momento, no pasará nada. Troy es estupendo, también, ya lo conocerás.. Seguro que éstos dos van a hacer alguna broma por ahí.. -dije, señalando con la cabeza el lugar por donde se habían marchado Troy y mi prima- ¡Ya nos enteraremos al acabar el baile! Acabarás siendo amigo de todos, ya lo verás.

Realmente bailar aquella danza divertido, pero muy cansado. Si no terminaba pronto iba a acabar más mareada que un gnomo de jardín.

Eso me encantaría, Gracias Marty. - respondo con uina sonrisa mientras el ritmo empieza a menguar, en intensidad.