Partida Rol por web

-Ejem, ¿qué pasaría si "Saphiro" dijera que las chicas le hemos convencido de que es una locura? -inquirió Sheryl/Saphiro, con su recién estrenada voz masculina. Así Aaron se vería solo y puede que razonara y se echara atrás y, ahora libre de la influencia de Laura/Aurel, pudiéramos plantear las cosas con más calma.

"Perfecto" Aaron estaba satisfecho internamente. Si hubiesen sido dos pociones de esencia de luz blanca habría sido genial, sin embargo, Wake pensó que con una bastaría. Sería cuestión de administrarlo bien. Por otro lado, se sintió aliviado. Por un momento pensaba que Dani no accedería a tal petición, después de la anterior charla con el coven. Aunque seguramente el factor del mechón de pelo jugó una baza importante. Una petición por otra, sin dar explicaciones.

El soldado sonrió.- No, es suficiente. Con las pociones de invisibilidad y con esta esencia de luz blanca, Michael y yo podremos tener algo de ventaja. Aunque habrá que tener cuidado…- su rostro se puso serio.- Le puedo dar armas, pero no una indumentaria, como la que llevaré. Posiblemente él tendrá que llevar la invisibilidad durante mucho tiempo. Pero me encargaré que regrese de una pieza- acabó con una medio sonrisa y guiñándole el ojo.

Wake se levantó de la cama y se pasó la mano por la cabellera.

- Bueno, un favor por otro. Córtame toda la cabellera que necesites, no me gustaría que te perdieses buscando mi cepillo.- ¿dónde lo habré puesto?- Y otra cosa…- dijo, dejando el tono divertido.- No sé que vas a hacer, pero yo no te lo voy a impedir. Sólo ten cuidado, ¿vale? No quiero que te suceda nada malo.

- A Aaron le daría absolutamente igual - Digo mientras me encojo de hombros - Pero por mí puedes intentarlo si quieres. 

Cambio de canal varias veces sin encontrar nada que me interese y termino apagando la televisión de nuevo. Suspiro resignada, dispuesta a esperar otro rato a ver si aparece alguien más y decide si hacemos algo más o no.

- Voy a esperar un rato, si no vuelven estos y nos ponemos en marcha, subiré y me echaré un rato. Me estoy muriendo de sueño.

Y el teléfono del ex-S.T.A.R. comenzó a sonar... donde fuese que lo tuviese.

Llamada Entrante: Kate Evans.

Si Aaron Wake contesta puede hablarla directamente marcando a Kate Evans como destinataria.

Ignoro la sugerencia de Sheryl y me limito a dejar que sea Jane la que le conteste. Ahora, toda mi atención está concentrada en ese irritante sonido que me demuestra lo aparentente lejos que Dani está de su teléfono. - Joder... - mascullo molesta, y sin dar tiempo a que mis acompañantes me interrumpan vuelvo a marcar el número de mi amiga. - Vamos a ponernos en marcha ahora. Si ellos pueden actuar en nombre de todos, nosotras también. - Paso la mirada de Jane a Sheryl intermitentemente, intentando ver algún ápice de conformidad en su rostro. Necesito que apoyen mi propuesta. Necesito creer que todavía me respalda alguien.

Me encojo de hombros y le contesto:

- Si tienes algún plan, y es medianamente aceptable, iré contigo.

Sin embargo, antes de que Dani pudiese coger las tijeras y cogiese lo que quería, el teléfono de Aaron empezó a sonar, rompiendo los segundos de silencio que se habían producido después de que Wake hubiese acabado de hablar.

Miró la pantalla del teléfono: era Kate Evans.-Kate...- dijo el ex-S.T.A.R.S. en un susurro, aunque lo suficientemente alto como para que lo hubiese escuchado la joven. Aaron tenía un mal presentimiento.- Disculpame un segundo- dijo mirando a Dani.

Aceptó la llamada- Hola, Kate... ¿Ocurre algo?

No era cuestión de cantidad. En la magia, el concepto de rimbombantes despliegues en los que se requieren grandes calderos burbujeantes, centenares de calaveras con sus correspondientes goterones de cera y el sacrificio mensual de una virgen no se inventó hasta... bueno, hasta que la gente empezó a tener demasiadas cosas acumuladas en sus trasteros medievales. La magia antigua no requería de grandes puestas en escena, la magia antigua era austera y tacaña, como un viejo, o más bien una vieja que aunque tenga 30 pares de zapatos preciosos por estrenar, hasta el día de su muerte* seguiría usando el mismo par de botas roñosas, porque no esta el horno para bollos y no hay que derrochar, además son las únicas que realmente saben lo que es caminar.

Así pues con un solo pelo me bastaba, sin embargo... ¡qué diablos!, todavía me quedaba mucho tiempo hasta que decidiera vestirme de negro, rodearme de gatos y reñir a los niños que se acercaran a mi porche en busca de su pelota escoba en mano. Era joven y tenía el privilegio de ser todo lo derrochona que me diera la gana así que, ya que tenía la oportunidad, no la iba a desperdiciar. 

Iba a decir que estaba casi segura de que aquello no sería peligroso, al menos no para mí, pero Aaron me cortó para atender una llamada.

Me encogí de hombros, tampoco necesitaba que estuviera especialmente concentrado para cortar un mechón de pelo, por mí podía hablar todo lo que quisiera.

Así, resueltamente, y con toda la confianza del mundo me acerqué a la encimera, cogí unas tijeras, acerqué la silla hasta ponerla junto a él y utilizandola a modo de escalera improvisada me encaramé hasta quedar a la altura de su cabeza. Tras un gesto vago de "Tranquilo, tú ignorame y sigue a lo tuyo" seguido del siseo de unas tijeras, bajé de un salto con mi preciada muestra para etiquetarla con un trozo de celo, tal y como había hecho la vez anterior.

*El día de su muerte sí que llevaría los zapatos nuevos, a una no se la puede enterrar de cualquier manera.

- ¡¿¿Que si ocurre algo??! - su respuesta me deja tan descolocada que no puedo evitar llevar la voz a un tono algo más elevado de lo esperado. - No sé Aaron, dímelo tú... ¿Quizá que estemos a punto de abrir una puerta que no vamos a saber volver cerrar? - Estoy enfadada. Noto la tensión en mi mandíbula y necesito cerrar con fuerza mi mano libre para intentar canalizar la frustración. Entonces me percato de que sigo delante de Jane y Sheryl, y empiezo a sentirme algo incómoda y observada. Con un gesto de la mano les indico que voy a subir al piso superior y que no se muevan. Bajaré enseguida. - Nos tenéis a Sheryl, Jane y a mi esperando en casa como tres subnormales. - continúo, ya por las escaleras -  ¿Cuándo tenéis pensado decirnos cuál es el plan?

Está claro que no es el momento de que una adolescente inexperimentada abra la boca cuando señoras hechas y derechas tienen la palabra, aunque a Sheryl le cuesta contenerse, como a cualquier adolescente... No iba a pasar todo el rato, pero de momento lo conseguía.

Al menos había intentado intervenir para sugerir una forma de parar esta locura, pese a que era una de aquellas cosas en las que uno podía sumarse y participar de ello o ver cómo pasa y tal vez ser convertirse en una de las cosas por encima de las cuales va a pasar. En un rinconcito de la mente de la ex-animadora todavía resonaba la resolución de Aaron, por así decirlo “abriendo camino” hacia un plan cuanto menos de dudoso final, o, peor todavía, con un final predecible y unas pocas posibilidades de eludirlo con éxito. Su dedicación era envidiable, su posible destino, no.

Cuando Aaron finalmente contesta a Kate recibe toda la furia de la joven mujer, Sheryl se encoge un poco y se aparta instintivamente, lo que resulta en una reacción un tanto extraña del cuerpo de Saphiro.

Con ganas de intervenir a favor de Aaron pero sin nada inteligente que aportar, optó por permanecer un poco más con la boca cerrada. Entonces reparó en un detalle “insignificante”: su ropa, la ropa femenina que había vestido hasta hacía un minuto, la acababa de recoger como buena niña para llevarla a su cuarto... como Saphiro. Abrió los ojos y miró a Jane, como no sabiendo qué hacer, pillada “con las manos en la masa”. Suerte que el contacto con Aaron era telefónico y no se había plantado allí en persona.

Muevo la cabeza hacia Sheryl con un gesto significativo de "ya te vale" mientras observo cómo recoge su ropa al más puro estilo de la animadora, pero no es lo que me preocupa ahora. Aquí Kate en plena lucha telefónica con Aaron apenas dice nada, y yo me muero de curiosidad por saber qué está pasando, de modo que mientras habla, parezco un satélite orbitando a su alrededor en busca de noticias o de alguna señal de nuestro futuro inmediato,

El soldado estuvo a punto de pegar un brinco ante la enfadada respuesta de Kate. Aaron segundos antes de responder la llamada creía que había sucedido algo realmente malo. Aunque tenía que haber previsto que, al igual que las demás, Kate se iba a enfadar (y mucho además), al escuchar el plan que habían estado ideando y posiblemente ante la idea de que sólo Michael y él irían a la boca del lobo, mientras ellas ofrecían apoyo.

Aquella reacción era esperada. Aaron había sacado a la luz su espíritu de sargento, dictaminando órdenes que sabía muy bien que no iban a ser bien recibidas. ¿Había sido buena idea? Siempre había tiempo para cambiar de opinión y rectificar alguna decisión. No obstante, el lado soldado de Aaron instaba a resistir el chaparrón y seguir con lo previsto. Qué complicado era hacer de líder. Sin duda, Wake en el fondo echaba de menos el obedecer órdenes. Mucho más sencillo. Saphiro tenía razón, el soldado todavía, pese al tiempo, pensaba como un S.T.A.R.S.

-Tranquilizate, Kate.- empezó Aaron con voz suave. No era el momento de iniciar una guerra dialéctica que podría acabar muy mal.- Sí, es cierto. Dado que entrar por tierra a la estatua es sumamente complicado, por no decir imposible, nos hemos planteado intentar abrir un portal y aparecer en el interior del edificio y así aprovechar el factor sorpresa.- hizo una breve pausa, midiendo cuidadosamente sus palabras.- Para evitar que las defensas anti-mágicas nos fastidien, haré que las disminuyan.-pensó en Global.- Así espero que no se nos compliquen más las cosas. Los expertos en portales abrirán nuestra entrada y después el equipo de tierra se adentrará en él y llevará a cabo su misión, mientras son apoyados por algún tipo de distracción mágica. Respecto al cómo neutralizar las defensas mágicas, iba a hacer una llamada ahora mismo para solucionarlo- dijo Aaron con una medio sonrisa.

Al mismo tiempo que decía estas palabras, con su mano libre, cogió otro teléfono que servía de contacto y buscó el nombre de Global. Su contacto. Su ángel de la guarda. Su plan B.

Miró a Dani, dirigiéndole una sonrisa. Era el momento de actuar.

Una vez conseguido mi preciado botín, estaba apunto de salir por la puerta tan campante sin decir nada más cuando escuché las palabras de Aaron a través del teléfono: Estatua, magia, portales ... 

No lo pensé, ni siquiera cuando ya estaba encima del ex-STARS, como una halcón tratando de derribar estúpida y tenazmente una presa demasiado grande para sus garras.

¡Reglas, reglas, reglas!

No teníamos muchas, y vale, sí, las pocas que teníamos las consideraba más bien unas ...directrices. Sin embargo, tenía bastante claro que largar tu malvado plan para salvar el mundo por teléfono no podía considerarse una buena idea de ninguna manera.

Así que no lo pensé, simplemente actué. Agarré el móvil aun encima de Aaron y, bueno, como decirlo...lo partí por la mitad* exactamente como si fuera una ramita, cosa que por cierto bien podría hacer el soldado con mi cuello en estos precisos momentos. Así que me humedecí los labios para tratar de decir algo con sentido que explicara mis acciones, o quizá no, mi boca solía traicionarme en momentos así.

-¿Sabes ese estúpido plan que tanto te gustaba?, pues bien... -Empecé -Ya no existe. - y eso fue todo.

*He dicho que no lo había pensado.

Los hashtags de twitter, los principales portales de noticias las emisoras de radio echaban humo. Toda la red estaba enardecida, especulando y bramando ante la sucesión de noticias. Habían eclipsado el incidente del día anterior en aquel piso ahora derruido, que en otras circunstancias hubiese sido portada de noticias todo el día al ver semejante despliegue de los S.T.A.R.S. por toda la ciudad como insectos atraídos por la luz.

Pero no, si bien aquello formaba parte de las teorías conspiratorias, entre las cuales se barajaba la realidad, un portal dimensional a otros planos, lo cual había derivado en todo el asunto de los demonios, había tal cantidad de información que simplemente se desbordaba. Todo el mundo hablaba de los Demonios, y ahora no sólo en Tokyo, sino también en NY. Aunque se habían dicho más ubicaciones de Rinko Asauchi, predominaba la teoría de que estaba retenida en el portaviones Intrepid de los S.T.A.R.S. en NY. Alguien tenía que haber filtrado esa falacia, pues Saphiro sabía de buena quinta que ni siquiera estaba en aquel planeta, o al menos, no en esa realidad. Las cosas podían llegar a ponerse tensas por el Intrepid si los S.T.A.R.S. no acallaban los rumores, y las estrellas estaban ya muy ocupadas como el abogado sabía...

Hasta donde se sabía, Tokyo permanecía congelado. Bueno, más que congelado, entre ríos de magma, y a veces en un sentido muy literal. La ciudad estaba cosechando cadáveres, con sus respectivas almas que iban atraídas al pilar del infierno que abría una puerta directa Ahí Abajo. Moría gente que se dejaba dominar por el caos y se rebelaba, o que simplemente tenía mala suerte topándose con un demonio camorrista. Y cuanta más gente moría, más fuertes eran los demonios. Pese a todo, no moría tantísima gente porque cabía esperar debido a un simple motivos. Eran rehenes. Tarde o temprano, por desgracia, su vida dejaría de ser una prioridad. La verdad era que la situación pintaba muy mal. Tan pronto como el gobierno se cansase de "negociar" con Demonios o estos descubriesen el paradero de Rinko.

Por otro lado, la Estatua de la Pureza permanecía en un mutismo de lo más sospechoso. Claro, que con la que estaba cayendo, nadie prestaba atención a la ausencia de estímulos. Sobraban estímulos, luces brillantes, en que fijarse. Saphiro sabía que los S.T.A.R.S. estaban escurriendo el bulto y aparentando normalidad, pero estaban recibiendo un ataque en su base principal por la puerta de atrás. Y cuando terminase, si terminaba y los demonios conseguían al Luz Negra, la ciudad de Tokyo podía despedirse en una orgía de almas arrancadas y fuego del infierno.

...

...

Por desgracia, a uno no le dejaban vivir y trabajar bien o, al menos, siempre había una novedad o alguna interrupción. A esa marcha, divinar a nadie relacionado con Arual iba a parecer cuanto menos, difícil. Su propio Coven estaba convertido en un pequeño amasijo de discordia, lo cual no podía ser bueno para nadie.

- ¡¿¿Que si ocurre algo??!- escuchó el abogado, rompiendo su concentración, en el piso de abajo.

La voz se oía amortiguada, pues les separaban paredes y un piso de altura, pero podía reconocer perfectamente la voz de Kate Evans alzando la voz con visible enojo y algo más alto de lo esperado. Unos diez, o quizá quince segundos después, mientras Saphiro meditaba sobre ello, escuchó una tríada de pares de pasos subir las escaleras y pasar junto a aquella habitación. Curioso, abrió ligeramente la puerta y observó una escena tan cómica como con mal futuro.

Una Sheryl transformada en Saphiro, una Kate Evans visiblemente enfadada y una Jane Simons dirigiéndose al cuarto de Aaron Wake. Tanto así que llegaron a detenerse en el umbral, observando el interior de la estancia donde, si lo que había dicho Aaron en la cocina era correcto, estaría él, localizable por si alguien necesitaba algo.

Noticias decía Jane. Su televisión, su querida televisión, no solía decir la verdad. Solía hablar por y para los S.T.A.R.S. ¡Estaba controlada por ellos! Salvando a cadenas minoritarias, claro, y eventos de gran envergadura que no se pudiesen encubrir. En aquellos momentos, la televisión hablaba única y exclusivamente de Tokyo, diciendo lo que el Coven ya sabía al respecto. Habían ido, durante un rato, por delante, pero ya estaban a la altura de los demás.

Por otro lado, Kate tenía otras cosas a las que dedicar su plena atención. Aaron Wake. La joven tuvo que componer una mueca de, ejem, disconformidad, al escuchar cómo de forma súbita se cortaba la comunicación por teléfono. Volvió a marcar, considerando que Aaron le podía haber colgado, y sólo escuchó un común "El teléfono al que llama no se encuentra disponible en este momento". Pensó en llamar a Dani, pero...

Sheryl, camuflada como Saphiro, y Jane, sabían que Aaron había dicho al irse que estaría en su habitación. Lo cual significa que, si todo era correcto, debía de estar en el piso de arriba. Naturalmente, cuando una de las dos se lo comentó a Kate, esta soltó el marcador del teléfono y, con su límite más que rebasado, le faltó tiempo para echar zancada presta hacia la habitación del Ex-S.T.A.R.S., que encontró entornada.

Asomó el hocico y... allí estaban los dos, juntitos y revueltos. Segundos antes se había oído el rápido movimiento de quien oculta sus pruebas. Una silla chirriando contra el suelo, un par de objetos golpeando lugares... y es que había una silla tras Aaron, unas tijeras sobre la mesa, abiertas, y el móvil de Aaron partido, apagado. Dani y el soldado estaban allí con su mejor cara de circunstancias, de no haber roto un plato en su vida. Y eran los peores, en realidad.

Cuando Dani colgó, tras guardar los pelos de Aaron en su riñonera, bolsa o lo que fuese que tenía aquella joven, apenas tuvo unos segundos de suficiencia ante el estupefacto señor Wake. Como había hecho antes con Saphiro, se giró teatralmente y con cara de pillada suprema hacia la puerta, algo que esta vez también hizo Aaron.

Comenzó a oírse el estruendo de tres pares de piernas subiendo las escaleras y corriendo hacia la habitación. Rápidamente, Dani se deshizo de las pruebas empujando la silla que había usado de taburete y lanzando el móvil y las tijeras contra la mesa de trabajo del ex soldado. Entonces, como Aaron, compuso su mejor cara de no haber roto un plato en su vida a tiempo de ver cómo las cabezas, con sus respectivos cuerpos, de Kate, Jane y Saphiro se aparecían en la puerta tras completar su pequeña carrera.

Já. ¿No había dicho Aaron que estaría en su cuarto? Pues sí que le querían, sí. ¿Querían matar?

Que le dijera que se tranquilizase solo ayudo a que su enfado se incrementara todavía más. Mucho había callado ya Kate por ese día. Había llegado a su límite. Estaba a punto de cortarle de nuevo, decirle que se callara y se dejara de tonterías, cuando empezó a contarle el plan. Una estrategia tan sumamente descabellada que fue incapaz de articular palabra durante varios segundos. Para cuando quiso reaccionar, el teléfono se había cortado.

- ¡Mierda! - exclamó molesta. Estaba harta de tanta tontería. Entonces, me desvelaron el paradero de Wake. Estaba tan molesta que por poco tiró el móvil al suelo. Por suerte, se limitó a echar a andar echa una fiera hacia la habitación de su compañero. Por supuesto, encontrarlos en esa situación no mejoró su estado. En absoluto. - ¿¿¿Así es como esperáis salvar el mundo??? - Su tono frío, duro y contenido solo auguraba problemas. Más, si cabía la posibilidad.

Durante unos larguísimos segundos * Aaron se quedo mudo. Ni gritos, ni sangre, ni brazos rotos... nada. Parpadeé varias veces, este tipo de reacción, o mas bien la ausencia de la misma, solía desconcertarme y casi nunca tenia claro si debía tomarmela como una buena o una mala señal. Si todavía fuese un silencio reprobatorio aun, ¡pero ni siquiera!. 

Mire alternativamente al ex-soldado y a las dos mitades del desdichado teléfono que aun sostenía en cada mano y, tras ello, decidí hacer lo único que me pareció apropiado: entregarselas no sin cierta cautela. Después de todo, seguía siendo su movil, o al menos lo que quedaba de el.

Fue entonces cuando Kate, Sheryl y Michael entraron de sopetón por la puerta. La magia de los segundos elasticos, como suele ocurrir en estos casos, se esfumó de repente, y entonces sí, dio paso a la tormenta y a los gritos, aunque esta vez de Kate. 

- ¡¿A ti que te parece?! -Replique aun encima de Aaron. Vale, si, tenía que admitir que la situacion era facilmente malinterpretable, ¡pero no por ello estaba menos cabreada!. ¿De que iba?, ¡No había sido yo la que se había largado por las buenas sin decir nada!. Es más, ni siquiera quería estar aquí para empezar, y sin embargo no había dudado a la hora de meterme de mierda hasta el cuello solo porque ellos habían decidido jugar a los super héroes. - O mejor, ya que lo preguntas, ¿qué se supone que has estado haciendo tu?. -Añadí poniendome en pie. -No espera, no me lo digas -bufé esceptica -No quiero saberlo. -Terminé alzando las manos al aire antes de alcanzar mi mochila de mala manera y llevarmela al hombro dispuesta a largarme, no tenia porque aguantar nada de esto.

*Las propiedades elasticas de los segundos también se aplican durante los momentos incomodos.

Kate está francamente enfadada después de la llamada y sale como una exhalación hacia la habitación de Aaron dispuesto a enfrentarse a él. Durante unos segundos, aún con el mando de la televisión en la mano, Saphiro y yo intercambiamos una mirada, y sin mediar palabra entre nosotros decidimos seguir a la indignada mujer escaleras arriba. Al llegar a la habitación, la escena que nos encontramos parece digna de un culebrón. Aaron y Dani, no parecen especialmente implicados en el plan para salvar el universo... sino en un plan para salvarse a sí mismo. Dani, mi Dani, pillada en una situación claramente malinterpretable. Pues qué bien.

Una batalla dialéctica comienza entre las dos muchachas, y asisto impasible a la discusión entre ambas, con una sensación de lejanía extraña, como si las estuviera viendo a través de un cristal, o desde otra habitación. Parece imposible, pero yo también estoy algo cabreada... no por Dani y Aaron, sino porque mientras nos tienen abajo esperando por el plan, ellos parecen francamente entretenidos.

- Bueno, la verdad que ella no sé lo que ha estado haciendo, Dani, pero yo llevo cerca de un par de horas dando vueltas por la cocina a la espera de que llegárais alguno, llamándote sin obtener respuesta y sin saber si estabas bien. Así que la verdad, no creo que seas tú la más agraviada de este asunto. - Mi voz suena fría, desposeída de sentimiento alguno al decir estas palabras dirigidas a mi muñeca, mi malcriada niña preciosa - En cuanto a tí, Aaron... bueno, entiendo que no nos comentaras el resto de tu plan, si consistía en esto sobretodo. Quizás deberíamos dedicarnos a algo más... bueno, algo menos personal y más global.

No tengo mucho más que decir, me quedo a la espera de que Michael diga algo, o de que comencemos a hacer algo útil por la humanidad.