Partida Rol por web

Tras el sobresalto del portazo y al ver que el pomo de la puerta no cede entro en un estado de nervios y miedo enorme. Las manos y las piernas me tiemblan de manera evidente, y estoy seguro de que cualquiera que me mirase el rostro en este momento pensaría que esta viendo a un fantasma por la palidez. 

Dejó torpemente la linterna en el suelo —no así mi revolver—, e intento abrir la puerta por la fuerza bruta, a base de patadas. 

—¡Bloen! ¡Bloen! —grito entre patada y patada de manera histérica— ¡¿Qué mierdas pasa ahí dentro?! ¡Contesta!

-Señor Bloen !!!- grito sobresaltado al advertir lo ocurrido.  Mi primer impulso es arrojarme con el hombro contra la puerta, pero cuando puedo reaccionar ya está Simmons dándole de patadas. Miro nervioso a un lado y a otro, tratando de aguzar el oído tanto por si algún sonido sale desde dentro de la habitación como si lo hace desde otra parte de la maldita casa.

¡Mierda! Trastabillo sobresaltado al ver como se cierra la puerta dejando atrapado al Sr. Bloen. Tras unos segundos de desorientación, me uno a los esfuerzos de Simmons para forzar la puerta a patadas si es necesario.

El miedo no consigue inmovilizarte y justo cuando el armazón de la cama se mueve violentamente contra ti, consigues echarte a un lado y caer bruscamente al suelo.

El armazón se choca contra la cómoda que hay debajo de la ventana quedando empotrada y haciendo añicos el cristal.

Sentado en el suelo y sudoroso por lo estresante de la situación, observas que todo parece volver a la normalidad y te percatas de que la pequeña llave que había sobre la cómoda cae junto a ti con un ligero tintineo. También te fijas en que hay, semioculto bajo la destartalada cómoda, un cuadernillo antiguo y polvoriento.

En ese momento, unos golpes bruscos provienen de la puerta... ¡POM POM POM! Parece como si alguien intentara abrirla por la fuerza.

—¡Bloen! ¡Bloen! ¡¿Qué mierdas pasa ahí dentro?! ¡Contesta! - parece gritarte Simmons desde el otro lado.

-Señor Bloen !!!- exclama el profesor Arturo al unísono.

Finalmente la puerta se abre de un golpetazo y tus tres colegas te observan con incredulidad.

Unos nuevos golpes sacuden la silenciosa casa provenientes de la misteriosa habitación.

Sonidos bruscos, como si el pesado armazón de la cama que hay en la habitación fuera zarandeado como si se tratara de una manta...

Gritos de angustia...

-¡Mierda! ¡Abran la puerta, maldita sea! ¡NO TE MUEVAS, JODER! - escucháis la voz aterrorizada de Bloen.

Un nuevo y sonoro golpetazo acompañado de unos cristales rotos...

Ayudado por los demás, Simmons consigue abrir la puerta a golpes y se estampa contra la pared interior.

Observáis a Bloen en el suelo, a salvo pero con los ojos abiertos de par en par y el rostro contraído y sudoroso. El armazón de la cama aparece empotrado contra lo que queda de la cómoda y los cristales de la ventana hechos añicos.
Junto al contable observáis la pequeña llave que había sobre la cómoda.

Arturo avanza unos pasos entro e la habitación mirando todo sin prestarle demasiada atención, lo que hace es agacharse al lado de Aaron y lo sujeta por los hombros, mientras le pregunta tratando de mostrar una calma que está lejos de tener:

-Señor Bloen ¿Qué ha ocurrido aquí?-

 Miro a mis compañeros, incrédulo y sin aliento. Intento recobrar mi estado de ánimo, una vana imitación de lo que era antes.

-La... la cama, se abalanzó contra mí. No sé, tal vez un deslizamiento de la casa, o ... no lo sé. Tan sólo sé que se deslizaba. Y la sangre...

Mientras me ayudan a levantarme, abro el puño derecho, firmemente agarrado a una pequeña llave.

-Esta llave cayó de la cómoda. Ah, y hay un cuadernillo bajo la cómoda. Por favor, cójanlo. Necesito unos minutos.

Me siento en el suelo, temblando de pies a cabeza. No consigo quitarme de la cabeza la imagen de la cama abalanzándose sobre mí. Una jodida cama, una jodida cama, una jodida cama...

-¡¡¡Una jodida cama!!! ¡¿Por qué coño no se estaba quieta eh?! ¡¿Por qué?!

Golpeo el suelo, lleno de frustración. Alguien está jugando conmigo y no me gusta un pelo. Miro a mis compañeros, que entran al cuarto. En un principio, mi rabia iba a dirigirse hacia ellos, pero consigo calmarme. Ellos intentaron abrir y se preocuparon. No, ellos no tienen la culpa. Al contrario, de no haber abierto...

El cuadernillo en cuestión es fino y está cargado por una amplia capa de polvo, síntoma de que debe llevar ahí oculto años, si no décadas.

Lo ojeáis por encima y, aunque no encontréis nada relevante, deducís que se trata del diario de Walter Abbot. No es el momento de ponerse a leer, así que el que lo recoja se lo guarda para un examen más detallado cuando logréis salir de la casa.

Respiro agitadamente y tengo la cara cubierta de una capa de sudor frío, casi helado, en parte por el esfuerzo de abrir la puerta, pero sé que mayormente por el miedo. 

—Tra-tranquilizate Bloen… —las palabras salen de mi boca a empujones—. Profesor, haga el favor de coger el cuaderno y la llave, si no le importa.

Yo no sería capaz ni de alargar la mano ahora mismo para cogerlos, cosa que ha quedado patente después del tono con el que se lo he pedido a Maximiliam. 

—Guardelo, lo le-leeremos detenidamente después. Cuando salgamos, que puede que sea ya mismo. 

Miro a mis compañeros, esperando su respuesta. Desearía que dijeran “larguémonos de aquí, ahora” y cumplirlo, pero otra parte de mi, el antiguo yo, a la que todavía le queda algo de coraje, preferiría que se mostrasen valientes y decididos. Decididos a usar la llave.

-Me permito sugeriri que, al menos de momento, dejemos esta habitación tal y como está y bajemos hasta la puerta de entrada. Sin hacer caso de golpes o lo que sea que oigamos y, por el amor de Dios, no nos separemos.- digo mientras meto el cuaderno en el bolsillo interior de mi chaqueta y la llave en el bolsillo exterior derecho.

 Me incorporo, ayudado por mis compañeros. Al principio me cuesta mantenerme en pie, pero consigo enderezarme.

-No, acabemos de revisar la casa. Yo no me voy de aquí hasta encontrar explicación a esto. - señalo la cama empotrada contra la pared - Revisemos este piso. Luego bajaremos al sótano, en el cual espero que encaje esa llave, o al menos que esté la puerta tan bien cerrada que no pueda abrirla ni a tiros. Ése será el único motivo que me impida bajar. Pero si no les importa, iré en medio - esbozo mi típica sonrisa, al tiempo que me sacudo el polvo del traje y cojo con firmeza el revólver. - He tenido suficientes emociones en un día, y mi corazón lo agradecerá.

Doy un par de pasos hacia el pasillo, sin salir de la habitación. Temeroso.

-Ah, y gracias por ayudarme, caballeros. Sin ustedes, probablemente estaría estrellado contra el suelo.

-Señores, me permito elaborar esta hipótesis de actuación: sabemos que hay algo muy extraño ocurriendo aquí. Vale, y tenemos casi la certeza de que el cuerpo enterrado en el sótano es en parte o en todo el responsable de estos hecho, aún no sabemos cómo. Ahora bien, como todo esto tiene pintas de artes mágicas o como se quiera decir, la suposición en la siguiente: debemos destruír ese ente pero...¿Cómo? Probablemente haya que efectuar alguna suerte de ritual o alguna cosa asi... y probablemente este cuaderno que hemos cogido nos dé una idea.- y luego de tomar aire y suspirar profundamente agrego en un tono un poco más bajo -Aunque también podemos tomar enseñanzas de la historia y purificar lo que quede de Abott con el fuego de Salem.-

Suspiro y asiento ante Bloen. Si él, después de vivir lo que acaba de relatarnos tiene suficiente valor para seguir, yo no puedo permitirme ser menos. Sacó del bolsillo interior de mi gabardina mi petaca —que ya vuelve a estar de nuevo medio vacía— y doy un largo trago. Miró a mis compañeros y antes de ofrecerles, vuelvo a dar otro trago. Junto al ofrecimiento les advierto que es malísimo, pero que es el único alcohol que he podido encontrar por aquí en mis ratos libres. Aún no conozco lo suficiente esta ciudad, pero con suerte, si salgo de una pieza de esta —después del suceso de Bloen está claro que ocurra lo que ocurra aquí, existe un grave pelígro—, todo se andará. 

—Démonos prisa, necesito que esto termine cuanto antes… veamos que se esconde bajo llave en el sótano.

Con un gesto de agradecimiento y un asentimiento con la cabeza cojo la petaca que me tiende Simmons y doy un trago para infundirme valor, o al menos sacarme el miedo, luego de devolverla, comienzo a bajar por la escalera mientras digo un escueto -Vamos.-

Decididos, bajáis las escaleras hasta la puerta cerrada con el pequeño candado oxidado. Alumbráis con las lamparillas dispuestos a abrirla cuando un fuerte golpe vuelve a sonar proveniente del piso superior. Un portazo violento seguido de un sepulcral silencio que os provoca una ligera subida de tensión.

Tras unos instantes de absoluta quietud, Simmons saca su petaca y vuelve a tomar un rápido trago con cierto nerviosismo.

- Vamos profesor, abra esa maldita puerta de una vez. - comenta el expolicía sin perder de vista las escaleras.

El candando chirría con un sonoro 'click' y la puerta se abre dando paso a unas escaleras de madera sin posamanos que llevan a un oscuro sótano.

Por suerte, la estancia no es muy grande y se ilumina ampliamente con las cuatro lamparillas que portáis. En el ambiente existe una palpable carga de humedad y observáis que trata de un trastero. Repartidas por la habitación hay muchas cosas, como herramientas, cañerías, trastos viejos, clavos, tornillos, etc.

La pequeña habitación interior contiene un depósito vacío que estuvo destinado, al parecer, a guardar carbón.

El cargado ambiente y la escasa iluminación no impiden que aprecies unos extraños rayajos en la pared de ladrillo izquierdo.

Te acercas con cuidado de no tropezar y alzas tu lamparilla cuando llegas para visualizar mejor la pared. Tras unos instantes de estudio descubres el símbolo que viste con el profesor en la derruida Capilla de la Contemplación.

La imagen está muy deteriodada pero cuando te fijas es perfectamente distinguible.

 Y aquí vamos...

Revólver en mano, y a un máximo de tres pasos respecto a mis compañeros, me adentro en el sótano.

-Bueno, por lo menos sólo hay una puerta.