Partida Rol por web

La maga ha desaparecido, Mafuso que conjuro a lanzado, está invisible por aquí o se ha teleportado?
Dijo Arek cabreado pues la presa se le había escurrido entre sus músculos.

¿Es evidente no? Hasta Clyde lo sabe, es invisibilidad...

Disparo una flecha contra el lacayo 1 y esta se clava en su pecho.

Cargo mi arco y me concentro para haber si puedo detectar a la maga.

Un detalle master, una criatura grande ocupa cuatro casillas no una ;).

Aenghus intentar acabar con los dos lacayos que quedan. Con un gracil movimiento ataca y golpea al primero mientras su arma traza un arco descendente. Que busca golpear al segundo lacayo. Su movimiento es perfecto fluido y exacto. Su espada corta el air mientras su vista se mantiene fija en el rostro de sus adversarios.

Dónde caray está la maga y la doncella?

Arek observo atonito como la maga desaparecio ante sus ojos, lanzo un detectar magia con la esperanza de poder seguir el rastro del aura magica que desprendian sus objetos, sin presentir nada aparente sobre la maga.

Puk cargo su arco y se preparo para disparar a la maga si escuchaba alguno de sus movimientos, pero no consiguio escuchar nada, la maga se estaba desplazando en silencio.

Aenghus golpeo con fuerza a uno de los lacayos y este cayo desplomado, despues usando su dote de hendedura lanzo otro ataque al otro lacayo que quedaba con vida y consiguio tumbarle tambien.

La tormenta parecio cesar y rapidamente en el cielo se abrio un pequeño agujero que dejo entrar algo de luz, la sala parecia que se iba iluminando por momentos. Sobre el altar reposaba un pequeño libro de unas 5 hojas aproximadamente. En el lateral izquierdo habia una pequeña puerta rota y abierta, de la que se podia observar una escalera que subia al piso de arriba. Junto al altar habia unos pentagramas diabolicos ensangrentado con la sangre de muchas victimas, cuyos cadaveres se encontraban apilados en el lateral derecho, eran hombres y mujeres. Junto a uno de los pentagramas reposaba en un caballete de hierro forjado negro un espejo de 25 pulgadas de diametro.

Ailush, con abundantes quemaduras por su cuerpo, se acerca al maltrecho Perendior, todo invocando el poder de el Gran Lathander, haciendo que el símbulo de metal incrustado en su escudo refleje cierto brillo. Un vez posa la delicada mano en las heridas de Perendior esas se sanan.

Te encuentras mejor?- susurra cálidamente mientras explora rápidamente en busca de más heridas.- Lathander te ha sonreído.

Aenghus limpia la espada con un gesto poderoso, comprobando su filo mientras se acerca a la puerta, intentando escuchar si algún otro enemigo se acerca. Dicho lo cual se acerca arrugando el gesto a la pila de cadaveres intentando encontrar a algún pobre desgraciado con vida.

No os relajeis, este lugar... se gira dando la vuelta a los cuerpos mirando a sus compañeros. Es curioso verle tan afectado por algo. Ninguno de estos bastardos saldrá de aqui.

Giro mi cabeza, y veo que la manga de mi túnica todavía arde- AAAAHH ¡QUEMA! -digo mientras empiezo a dar palmadas en la tela. Cuando consigo apagarlo, resoplo tranquilo, y me acerco hacia el libro y luego hacia el espejo.

Una chica reposa sobre el altar ha perdido el conocimiento con algunas manchas de sangre, pero sin ninguna herida aparente....

¿Hay algún curandero en la sala? Si no, no tengo problemas en matar a la chica, revivirla y que se dedique a asustar a los aldeanos. Y a los conejitos, a esos también, por ser perfidos y malvados...

Cita:

Tras lo dicho, Ailush propina una mirada de reprocho a Morapio.

No seas animal, y estad atentos, no tenemos garantias de que se haya ido la bruja diabolista esa.- Dice mientras se dirige rápido hacia el altar en socorro de la chica tumbada.

Una vez llega susurra con tono apaciguador.

Tranquila, ya h apasado, ahora te sacamos de aquí.dice mientras la inspeccuina y la cubre un poco.

Aenghus, dad un vistazo rápido. No estábamos preparados y seguimos sin estarlo mucho. Será mejor que partamos en cuanto antes.

Aenghus mira a sus compañeros esperando si alguien le acompaña. Sobre todo mira a Puk y Perendior que parecen más capacitados para una exploración sigilosa. Subamos pues, Ailush, la dejo en tus manos.

La brevedad de sus palabras y su enfasis contrasta con sus ojos brillantes, por primera vez parece que el guerrero se emociona por algo.