Partida Rol por web

De repente os encontráis en un salón muy parecido al que acabáis de abandonar, pero aún así extrañamente diferente. Esta habitación parece una versión en ruinas del gran salón de la fortaleza. Las puertas, columnas y estatuas están agrietadas y desconchadas, y una de las arcadas más grandes simplemente se abre vacía a la negra noche. Además, dos puertas de madera salen de la salahacia el sur, y hay una única puerta de hierro en el norte.

Una penumbra pesada y opresiva llena el aire, y las tres linteranas que cuelgan en la sala apenas logran iluminarla. Las sombras se reúnen en las esquinas, y todos los colores han dado paso al gris. Visto desde este lado, el portal a través del cual acabáis de pasar es un resplandeciente orbe blanco.

Como si la vida se escapara, notáis cómo el frío os penetra y parece imposible entrar en calor. Susurros y pisadas parecen rodearos a gran velocidad, y vuestra nuca siente un cosquilleo, como si os estuvieran vigilando.

El ambiente de aquel lugar hace que se te pasen las ganas de hacer bromas a tus compañeros. Como si alguien te vigilara, temes que, al hacerte el muerto, no seas capaz de levantarte de nuevo
 

El frío comenzaba a erizar los pelos de los brazos de Askabal. Un gesto escalofriante cambió tu mirada de siempre.

Si prestáis atención, escucharéis que en breve tendremos compañía.

No estamos solos - susurró.

Anduvo unos pocos metros, tratando de discernir cuál de aquellos restos de ruinas sería el mejor para ocultarse.

Buscaré un sitio donde esconderme de momento entre todos estos escombros.

Yandrak había entrado el primero con ganas de gastar una de sus bromas de siempre, pero al entrar en aquel oscuro lugar se le habían quitado todas. No podía creerse donde estaba, era como un lugar paralelo pero inmerso en la oscuridad. Pintaba mal, muy mal, y no le gustaba nada los lugares tan oscuros y siniestros, no eran nada divertidos. Por si acaso desenvainó su varita, quería estar preparado para cualquier cosa que pudiera pasar. Luego miró a sus compañeros e hizo rápidos gestos con la cabeza, como esperando que fueran ellos los que investigaran si las puertas del lugar estaban abiertas, o si al fin encontrarían objetivo para la llave misteriosa.

Kassmal se enocgió y comenzó a gruñir nada más entrar en aquel... lugar. El frío no les sentaba bien a los reptiles y el hombre lagarto no era ninguna excepción.

-Frío... no natural. Essste lugar no es bueno.

El guerrero guardó el escudo y sacó el espadón. La verdad es que deseaba pagar su frustración con sus enemigos.

Mientras Askabal se fundía con la oscuridad, los demás se quedaron esperando a un enemigo que no hacía acto de presencia.

Ganzúa escrutaba la oscuridad que les rodeaba, aquel frío no era natural y desde luego no tenía ninguna gana de adentrarse en aquel tétrico lugar.

Miró a sus compañeros que no le quitaban ojo de encima.

¿En serio? ¿Yo?

Con un suspiro de resignación se acercó a la pared que estaba más cerca de la puerta negra, la del norte. Se acercó con cuidado, midiendo cada paso atento a posibles trampas o enemigos.

Al llegar a la puerta la examinó y se dispuso a probar aquella llave.

Lentamente, Ganzúa se acerca a la puerta y empieza sus trucos de ladronzuelo. Busca trampas por todos lados. Está despejada. Va a introducir la llave cuando se da cuenta de que la puerta está abierta.

Así se lo comunica a sus compañeros, poniendo la mano en el pomo para que le digan si abre o no...

Pero no es necesario. Gazhan, harto de esa espera que considera inutil, con un gruñido bajo se acerca hasta Ganzúa y, dándole un manotazo, abre la puerta de golpe.

El nauseabundo olor de sangre coagulada y las vísceras inunda esta oscura habitación. La sala parece ser la planta baja de la torre de la fortaleza, y tiene forma octogonal. Una maltrecha escalera de caracol asciende al piso superior. Los cadáveres desmembrados de varios humanos cuelgan de ganchos y cadenas en la pared opuesta.

Una criatura alta y poderosa que parece un tigre erecto con seis extremidades os lanza un gruñido. Está cubierto por un pelaje negro y gris, y su rostro combina rasgos humanoides y de gran felino

¡Se supone que no deberíais estar aquí! sisea ¡Bien! Necesito carne fresca

Kassmal se quedó unos segundo preciosos, tratando de asimilar lo que sus ojos veían. Aquello era de pesadilla, hasta para un bárbaro como él. Y, aquella criatura... ¿Que infiernos era?

-Yandrak... tú saber qué ser eso?

Lo que hacía el instinto de defenderse era recular una par de pasos. Eso le ocurrió a Askabal al ver a aquella horrenda criatura, bestialmente poderosa, al menos en apariencia.

Le dio tiempo a ver los cadáveres que tenía, al parecer, como trofeos.

Preparó su arco de inmediato.

Tras tratar de analizar de qué criatura se trataba la que tenía ahí en frente. Yandrak se preparó para lanzarse un conjuro de protección sobre su cuerpo y así protegerse de los posibles ataques de semejante ser. 

Pero qué coño.... Ganzúa abrió los ojos como platos al ver a la extraña criatura que tenía delante. No era un cobarde, pero aún así retrocedió para dejarle espacio a los guerreros y poder rodear a aquel extraño ser. 

Yandrak recordó algunas cosas de la bestia que tenían frente a ellos.

Aunque a menudo se las llama infernales y suelen ser malignas, las bestias sombrías provienen en realidad del plano de la Sombra, no de los planos Inferiores de donde salen la mayoría de infernales. Allí sirven a poderosos señores de la guerra. TAmbién se sienten a gusto viniendo al plano Material como mercenarios o soldados regulares de algún señor maligno.

Los seis miembros de un ghirrash son armas con un terrible poder destructivo. Se mueve con gran rapidez sobre sus seis extremidades, pero al luhar en posición erguida alcanza los 7' de altura.

Antes de moverse aprovechó que tenía a Kassmal lo suficientemente cerca como para tocarle y dejarle un hermoso regalito sobre él. Lo primero había sido potenciarse así mismo, por si las moscas, lo segundo era encargarse de potenciar la fuerza del músculo de aquella batalla. 

Al ver cómo Yandrak se movía hacia una dirección, él optó por la opuesta. Desde ese lado podría descentrar a ese ser disparándole a distancia, haciéndole que estuviese pendiente de otro cebo, mientras que sus compañeros fuesen a por él.

Con su arco preparado y una mano lista para cargarlo, esperó a que el resto hiciese acto de presencia.