Partida Rol por web

Yandrak chasqueó la lengua al ver que no habían pasado tan inadvertidos como pensaban. Con su varita en mano optó por apuntar a la bestia de la melena de púas. Su aspecto parecía aterrador y más encontrándose en el plano en el que estaban. Debían acabar con esas bestias antes de que alguien más se enterase de su presencia y ya no hubiera marcha atrás.

Tras acabar con ellos, pronto se postró ante nosotros una especie de caballo maligno con alguien próximo a él.

Esto no acaba nunca - se dijo resignado.

Cargó contra la criatura de cuatro patas.

La criatura gris fue la primera en moverse. Había visto a los hombres lagartos, y le resultaron apetitosos. Salió corriendo contra Stirsissk, que no pudo esquivarlo. No sólo le mordió, sino que su gigantesco cuerpo se estampó contra él y las púas de su cuerpo también le hicieron herida. Al separarse, muy dolorido, el hombre lagarto notó cómo las púas se rompían y se quedaban clavadas en su piel.

Askabal se apartó para poder apuntar mejor a la criatura, e intentó cargar, pero no consiguió golpear.

Ganzúa se unió a tratar de dar muerte a la criatura, y se colocó tras ella para ayudar con el combate. Sus artes furtivas le permitieron clavar el estoque en las tripas, y hacer que empezara a desangrarse.

El individuo alzó la mano y apuntó también al hombre lagarto herido por la criatura. Una energía oscura se materializó en ella y salió disparada hacia Stirsissk. El hombre lagarto cayó inconsciente al suelo, con las púas clavadas.

Tras la caída, Yandrak agitó su varita de proyectiles, y dos nuevos aparecieron, esquivaron a los combatientes del lugar e impactaron en la cara de la criatura, que ahora sangraba por dos partes de su cuerpo diferentes. Fue Adam el que puso punto y final a la vida del bicho, con un poderoso latigazo le partió el cráneo.

Gazhán entró en cólera y se lanzó raudo contra el lanzador de conjuros. Pero su energía y furia hizo que supiera esquivar todas sus acometidas, quedando en un frustrado intento.

Kassmal decidió prepararse para ese combate y se tomó una poción. Tras esto, tomó posiciones

En cuanto Yandrak vio caer a su compañero guardó la varita de proyectiles mágicos y buscó se acercó hasta él. Se colocó lo más lejos de los enemigos, y lo más cerca de él, se colocó de rodillas y trató de curarle sus heridas. No sabía si alcanzaría, o si le daría tiempo, pero tenía que intentar que el hombre lagarto se pusiera en pie para que continuara luchando.

Askabal, tras su error clamoroso al no ensartar a aquella criatura, volvió a intentarlo. Parecía más torpe de lo normal, pero seguiría y seguiría hasta clavarle la espada.

En cualquier caso, su escudo en su otro brazo estaba bien firme ante la posible acometida de su rival.

El ataque de Askabal volvió a resultar insuficiente. El hombre allí presente se movía con soltura, no sólo sabía lanzar algún tipo de conjuro.

Ganzúa volvió a situarse en la retaguardia del enemigo, y desde allí atacó. Su posición era privilegiada, y le ayudó a encontrar un punto vital. El cuello del hombre sufrió una herida demasiado importante, y empezó a salir la sangre en grandes cantidades.

La situación para el rival era demasiado tensa. Se giró y su mano se plantó en el rostro de Ganzúa, que antes de poder apartarse recibió un estallido mágico en su cara.

Mientras que Yandrak curaba al hombre lagarto caído y casi muerto, Adam agitaba su cadena y se unía a la refriega. Y, como contra la criatura, puso punto y final al combate.

Los tres hombres y la criatura yacían muertos a sus pies. Era el momento de continuar.

Yandrak miró a sus compañeros que una vez más se habían quedado estáticos y sin ser capaz de avanzar. Echó un vistazo a los cadáveres y los analizó antes de seguir adelante. Quizá pudieran tener objetos interesantes o cosas dignas de encontrar. Luego miró a Askabal, echa un ojo por la sala, yo registraré los cuerpos, le dijo que investigara la sala por si había algo que se le hubiera pasado.

Kassmal se había quedado tarspuesto tras el combate. Al hombre lagarto le disgustaba la magia pero, afortunadamente, el combate había sido corto. Al ver que Stirsissk había resultado herido se interesó por su estado.

-Esstásss bien?

Mientras hablaba, el guerrero observaba la puerta pequeña, aquella de la que se escuchaban ruidos

Sí, gracias - le dijo a Kassmal. Ahora sigamos. Pero antes de continuar su otro compañero le interrumpió para decirle algo que se le había escapado.

Muy bien - contestó a Yandrak.

Sin más demora, se puso a buscar por toda la sala.

En los cuerpos de los caídos, Yandrak encontró 5 pociones, dos corazas, dos espadas bastardas, dos escudos pesados de acero, dos ballestas ligeras con virotes, un camisote de mallas de mithril, una capa y una maza.

Sin llegar a entrar en ninguna habitación con puertas cerradas, se recorrieron la sala. Aquella por la que había salido el hechicero debía ser una cocina, pues estaba llena de sacos de harina, barriles de carne ahumada y salada, cajas de fruta seca, quesos enteros y dos pequeños barriles de cerveza. La otra sala debió ser en el pasado un dormitorio, pero ahora era poco más que una maraña de vigas rotas y paredes deshechas.

Yandrak colocó a un lado las armas y las armaduras para que las echaran un vistazo sus compañeros, a él no le interesaban, salvo cuando se encontró con la de mitrill. Yo no puedo llevar armaduras demasiado pesadas, pero ésta quizá sí que me resulte útil. Dijo por si le dejaban quedársela. 

Después cogió las pociones y dio cinco sorbitos a cada una. No tenía intención de probarlas todas, simplemente de ver a qué sabían y a ver si sentía algo para ver si podía averiguar en qué consistirían. 

Tras analizarlo decidió continuar y tomar una de las dos puertas de la derecha, la más alejada del pasillo.

Kassmal sospechaba que aquella armadura era muy valiosa. Sólo habia que ver cómo brillaba... por no hablar de que le vendria enorme al gnomo pero se calló. Llevaba un rato pensando en una cosa:

-Yo no querer. Amigosss antess oi gemidoss y lamentosss trasss una puerta. Creer que podrían ser prisssionerosss?

No sonaban precisamente como prisioneros. Le explicó. A mi me ha parecido algo más peligroso... dijo encogiéndose de hombros mientras continuaba con su decisión.

Yandrak se mojó los labios de cada poción y como Askabal comprobó que no le ocurrió nada, se relajó de nuevo. Él no necesitaba nada de os que había encontrado su compañero, así que les siguió hasta el próximo lugar.

El hombre-lagarto trató de asimilar las palabras del gnomo. 

-¿Muertos que caminan? Kassmal no quiere verlosss. Huelen mal. Sigamosss.

El bárbaro siguió al gnomo en dirección a la cocina y a la puerta que había al otro lado.