Partida Rol por web

Miro a la tropa hobbítica que se encuentran impresionados con la presencia de tan altos cargos y tras unos segundos decido concederles cierta licencia ya que algunos parecen observar los manjares de otras mesas y es posible que tengan cierta curiosidad al ver a tan ilustres personajes.

- Compañeros, podéis deambular por la sala y saciar vuestra curiosidad. Eso sí comportaros con educación ya que representamos a La Comarca y sobre todo debemos dejar bien al alcalde y al señor Brandigamo y Tuk.

Espero que se comporten porque algunos de ellos sienten tanta curiosidad como yo y en cuanto beben un poco pierden las formas.

- Y maese Dulâg qué le parece si paseamos un poco y me cuenta noticias de los reinos enanos. Siempre he tenido curiosidad por saber cómo fabrican esos juguetes tan famosos...

De todas formas, es mejor que sigamos hablando en oestron, comento al hobbit. Así todos podrán entendernos, incluso nuestro amigo el tímido montaraz, remato con una sonrisa hacia Adrahil, y una breve inclinación que muestra un poquito más de canalillo de lo que se suele entrever normalmente.

- Ah, estaré encantado de contarte lo que gustes amigo Mutfast pero te aviso que explicar como creamos los objetos no es lo mismo que sentir el calor de la forja y el retumbar del martillo al trabajar el metal, ni sentir las formas de la madera al peinarla y cortarla suavemente con el cuchillo.
No obstante haré lo que pueda para que no te resulte aburrida, pero antes...

me pongo a rebuscar en unas bolsas que llevo al cinto y al momento saco una caja de madera en la que guardo mi pipa (ambas adornadas con runas enanas) y un pequeño saquito con la hierba para la pipa. Un poco después saco un trozo de madera a medio trabajar del que apenas se puede distinguir una figura muy basta con garras y alas, y finalmente...

- Tuyo es, espero que te divierta. Y antes de que digas nada, no, no lo he hecho yo, aunque habilidad no me falta.

El objeto en cuestión es una maraña de finos tubos de metal que al estirarse forman un soporte circular de unos 30 cm de diametro con los demás tubos en su interior. Al mover el anillo y los tubos de diversas formas surgen infinidad de escenas, como si se hubiesen guardado en su interior inumerables cuadros transparentes y solo hubiera que moverlo, girarlo o desplazarlo para ver otro diferente.

Las palabras de Legolas calmaron el espíritu de Adrahil que pudo al fin levantar la vista y contemplar la majestuosidad del gran elfo ahora también plasmada en sus palabras.

—Quizá puedo sorpresa tu.

Había improvisado un esperpéntico lenguaje Sindarin para tratar de agradar a Haeronwen. Alguna vez había hablado con algún elfo en su idioma pero no era una lengua en la que pudiera conversar igual que en Oestron.

—Eres un privilegiado, maese mediano. Tienes en tu poder uno de los legendarios objetos enanos. He oído muchas leyendas sobre ellos pero nunca de boca de uno de tu raza, maese Dûlag. Me gustaría tanto oírla de tu boca.

Mientras habláis, veis algo nervioso a Pippin. Tras unos segundos en los que parece pensarselo, se levanta y se acerca con paso lento y dubitativo, a la parte delantera de la mesa real. Se pone delante del Rey Elessar, que le mira y le sonrie, tras lo cual le hace un gesto con la cabeza, dandole su venia.

Pippin se gira mirando hacia el resto de la sala, y después carraspea. Un hobbit, carraspeando como con miedo, no es que llame mucho la atención, y menos en un sala a rebosar de gente, con tanto ruido de conversaciones por doquier. Vuelve a carraspear más fuerte, aunque solo los más cercanos se dan cuenta de ello.

El Rey Elessar mira a uno de los soldados que custodian las puertas, y como un resorte, al unísono todos los soldados golpean sus alabardas contra el suelo de mármol, haciendo un estruendo brutal que llama la atención de todos, haciendo que el silencio se apodere de la sala.

Entonces la vocecilla de Pippin commienza a cantar.

No pasará un solo año
no pasará un solo día
que no recordemos
tu gran valentía.

A los orcos te enfrentaste
con gran energía
y a nosotros defendiste
mientras el Uruk aparecía.

El cuerno hiciste sonar
mientras las flechas volaban
no dejó de tronar
mientras en ti se clavaban.

Gritamos y golpeamos
pero sin mucho atino
y nada pudimos hacer
para evitar el cruel destino.

A veces no evitamos
que el pesar nos atenace
cuando nos acordamos
de aquel triste desenlace.

Pero también sonreimos
estás en nuestros corazones
te llevamos con nosotros
por muchas razones.

Descansa en paz
pues te la has ganado
no hubo ser igual
en todas las eras que han pasado.

Sirva esta canción
como humilde homenaje
de nuestra devoción
a tan gran personaje.

Terminada la canción, Pippinse queda unos segundos mirando las caras de los presentes. Los colores de la vergüenza afloran a sus mejillas. Pero se repone y levanta el vaso que lleva en la mano.

Por Boromir. Nunca olvidaremos a nuestro héroe. Dio su vida por salvar la nuestra y la de mucha gente. Que su recuerdo nunca se borre de nuestras almas y nuestros corazones. Que descanse en paz.

Automáticamente, todos los que están sentados se levantan, los primeros los sentados a la mesa Real.

El Rey Elessar levanta su copa y acompaña a Pippin en sus oraciones.

Por Boromir. Amigo, compañero y leal servidor de Gondor.

Después todos en la sala sueltan sus vítores al unísono.

¡Por Boromir!

Tras el brindis, el Rey Eomer levanta su copa también.

Por el Rey Theoden. Que a pesar del destino que le esperaba, se enfrentó con valor al amyor enemigo del campo de batalla. Que su honor y su gloria se recuerden por todas las edades de este mundo.

Y también al unísono todos brindan y alzan sus voces.

¡Por Theoden!

Miro con increíble curiosidad el precios juguete de factura enana. Iba a preguntarle mil cosas sobre el cuando la voz de un Tuk llama mi atención. Escucho su cántico y cómo el rey y los grandes nobles levantan sus copas. Entonces me acuerdo del viejo Frodo que entregó su alma para destruir el anillo así que levanto mi copa y brindo alzando la voz:

- Por Frodo Bolsón, que entregó más que su propia vida para la destrucción del anillo.

Mientras espero que la mayoría reconozca el mérito de nuestro viejo Frodo.

- Por Frodo!

De inmediato, Bery se unió a la voz de añoranza que alzaba su amigo Mut. La Comarca había tenido un especial papel en aquella cruzada y, en verdad, los héroes de su tierra también afloraban a la mente y a la boca del bibliotecario cuando el frontero se le adelantó. En efecto, los dos Bolsón habían entregado más que la vida por la destrucción del Anillo de Poder. Su hazaña era mayúscula.

En aquel momento pensó profundamente en ellos. ¿Cómo habría de ser su destino en las Tierras Imperecederas más allá del mar?

El montaraz acompañó con energía cada uno de las loas que lanzaban a tan ilustres personajes. Su sueño siempre había sido que alguna vez alzaran una copa en su honor recordando la buenaventura traída por sus hazañas. Por un instante su mente voló lejos de aquel lugar, capitaneando las tropas de montaraces en los bosques de Gondor y mucho más allá. El canto del renombrado Pippin le había hecho transportarse a ese mágico reino del sueño y la imaginación.

—¡Por Frodo! —acabó repitiendo acompañando la proclama con un alzamiento de su copa—. Y por todos aquellos que han dado y darán sus vidas por las nuestras.

Las últimas palabras de Adrahil no habían salido nítidas, ni fuertes. Dudaba incluso que el buen oído de Legolas lo hubiera captado aún estando tan cerca. Se encogió de hombros y volvió a beber de la copa.

Asiento al oír los nombres de los héroes, algunos vivos y otros ya muertos, que lucharon para alcanzar la paz de que ahora disfrutamos y, ¿por qué no?, con un cierto regusto de envidia de no haber podido empuñar las armas a su lado.

¡La batalla, oh, la batalla! La adrenalina recorriéndome las venas, las decisiones tomadas en una fracción de segundo, la sangre de los enemigos manchándome hasta las cejas, el dolor de las propias heridas cuando soy yo la alcanzada.

Na lû e-govaned vîn*, las palabras abandonan mis labios en un saludo a los valientes, los guerreros: mis hermanos y hermanas.

- ¡Por Boromir! ¡Por Theoden! ¡Por Frodo! - Digo sumando mi voz al coro de vitores.

- Todos hombres notables sin duda, y hobbit; que el recuerdo de sus hazañas no se borre con el paso del tiempo.

Tras los vítores y los brindis, los comensales siguen con sus conversaciones. La música élfica vuelve a sonar, suave y de fondo, pero perfecta para ambientar la comida.

En un momento dado, véis como se acerca un soldado de la guardia personal del Rey y le susurra algo al oído. El Rey le sonríe y se excusa con el resto de comensales, y pide a Eomer que le acompañe. Ambos reyes salen del gran salón por una de las puertas del fondo.

Legolas se dirige a Pippin.

Buena canción, amigo Pippin. Muy adecuada. Transmite perfectamente el sentir de la gente de bien de los Pueblos Libres. También me estaba acordando de Gandalf. De como nos sentimos cuando creíamos haberlo perdido en Moria. ¿Te acuerdas? Demasiadas cosas nos sucedieron en aquellos largos meses de un viaje tumultuoso...

Con voz baja para no interrumpir la conversación entre Legolas y Pippin digo al grupo que nos habíamos congregado

- Seguro que tienen mucho que recordar de sus aventuras pasadas, apartémonos un poco y hablemos.

- y dirigiendome al montaraz añado - Agradezco que los tengáis en tan alta estima, pero estos objetos no son mas que bagatelas en comparación a las creaciones de nuestros padres* antes de que las sombras cubrieran la tierra. Aunque seguimos esforzándonos para algún día poder igualar su belleza.

Reviso el juguete enano con la misma cara de un niño hobbit ante un delicioso pastel de chocolate. Cuando dice que mío es lo apoyo en una mesa y con una gran reverencia le digo:

- Por este regalo estoy en gran deuda con usted maese enano. - digo con un tono de voz ligeramente emocionado - ...espero poder tener un detalle con usted a la misma altura, no digan mis antepasados que este Lanudo no es agradecido.

Luego recojo de nuevo el juguete y lo observo detenidamente. Lo conservaré como uno de mis más preciados tesoros y legaré a mis hijos. Sin duda este detalle quedará grabado en la historia de mi familia.

- Y si me permite déjeme invitarlo a fumar un poco de nuestra hierba para pipa. - le sugiero mientras intento salir a una de las terrazas adyacentes para no enturbiar el ambiente con el humo de nuestras pipas.

Me giro hacia el resto de comensales y les digo:

- Alguno de ustedes desea unirse a nosotros, sepan que son bienvenidos...

Sonrío y me acerco a Mutfast.

De buen grado probaría nuevo la hoja de La Comarca, maese Mut, pero este vestido no me ha permitido traer mi pipa, le digo con una sonrisa pícara. ¿Os importaría compartir la vuestra?

El mediano no tiene forma de saber que en diversas ocasiones, estando de guardia en lugares solitarios y resguardados, he podido disfrutar de la compañía de un buen tabaco de pipa a falta de algo mejor.

Justo cuando se levantan Mutfast, Dulâg y Haeronwen, véis aparecer a más soldados y sirvientes. Primero uno se acerca a Faramir, que pone cara seria y se excusa ante las damas, dejando solas a Arwen y Eowyn, que pasa a sentarse junto a la reina.

Después, véis como un par de sirvientes se acercan hacia vosotros. Les dicen algo a los tres hobbits de la Compañía, Sam, Merry y Pippin, y a Legolas y Gimli. Sam y Pippin se excusan ante sus esposas.

Todos se levantan y van hacia una de las puertas laterales del fondo, por donde se fueron antes los dos monarcas.

Oh, vaya, digo en voz alta cuando veo los movimientos, y le devuelvo la pipa a Mut.

Hay problemas y, según parece, de los gordos, informo a los demás. Ven, Adrahil, bailemos un poco, y con esa excusa vamos a acercarnos a la puerta del fondo.

- Puede que sí... - agarro a uno de los miembros de la Guardia de La Comarca que estaba cercano a nosotros y le digo - ...mendrugo de Ciñatiesa, avisa al resto que no se pasen con la bebida...es posible que tengamos que movilizarnos...parece que se cuece algo y no son habas...

Dicho esto le doy una buena calada a la pipa y le digo a la elfa.

- Si se entera de algo haga el favor de contárnoslo...seguramente no sea nada pero me gusta estar enterado para poder servir mejor al Alcalde y a los futuros Thain y Señor de los Gamos...

El hobbit cogió del brazo a su compañero y amigo y lo llevó a un lado con cierta fuerza. Aquellos comentarios, la elfa que se ponía en liza para averiguar qué se cocía tras aquellas puertas y finalmente incluso la guardia del Thain con esa cautela puso sumamente nervioso a Berylac. Realmente estaba ocurriendo algo? Y, además, en caso de que algún problema estuviese cobrando forma, estando en el tema nada menos que los héroes de la Guerra del Anillo; Gimli, Legolas y el mismísimo rey Elessar... ¿qué demonios podían aportar al respecto un puñado de hobbits de La Comarca?

- Mutt... realmente crees que existe algún peligro aquí en la Ciudad Blanca? - Bery estaba visiblemente agitado. - Cuando me uní a ésta comitiva pensé que el camino sería peligroso pero una vez habiendo llegado a la capital de Gondor pensé que me sentiría más seguro que nunca antes en mi vida. ¿Qué podemos hacer?

Mientras Bery hablaba, sus manos ociosas y nerviosas habían extraído su propia pipa a la que habían llevado un par de puñaditos de la hierba del saquito que pendía del cinto. Como un gesto automático... cuando había riesgo o cuando algo no estaba del todo claro, fumar podía ser un buen ejercicio para espantar los malos pensamientos.

- ¿Dónde puedo conseguir lumbre... demonios? - espetó al tiempo que tomaba una de las velas que adornaban las mesas.