Partida Rol por web

La digna Corte

7 de Mayo. Año 1622. Amaneciendo.

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28/08/2014, 18:08
Director

Resonaban firmes los cascos de las monturas que, acompañando el traqueteo de su carruaje, acompañaban a Inés en su entrada a Madrid. De buena mañana, recién amanecida, recorría  la Grande de España la solitaria Calle mayor, que por ser bien temprano aun no se había llenado de todos aquellos hombres y mujeres que se dedicaban a recorrerla para mostrar sus telas, sus aceros, sus mercancías y, común en todos, una honra y una dignidad como no se veían en ninguna otra ciudad del orbe; pues esta era la Villa de Madrid, la capital de las Españas, el centro del mundo.

El viaje desde Bilbao había sido pesado pero sin incidentes. No hubo lugar de descanso, por leve que fuera, donde no hubo mirada que no atrajera el séquito, llamativo como era, que no se sabía que mirar con más asombro, si la corte de sirvientes que transmitían que la Grande de España estaba acostumbrada a una vida de dignidad superior, o la cuadrilla de hombres armados de semblante serio y mano rápido, que decía que también estaba acostumbrada a protegerla.

Llegaron por fin, cansados y con los soldados despedidos y conducidos por Felipe a una posada conocida donde estarían localizables, a la casona propiedad de la familia Osuna, a pocos pasos del Alcazar Real. Inés llegaba a Madrid. 

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28/08/2014, 19:53
Doña Inés Mª de Osuna

Al desperezado traqueteo mañanero con el que Madrid acostumbraba a levantarse, Inés llegaba cruzando el hervidero del mundo amparada por su ostentoso séquito de bravos y servidores ganados con buena mano y una pizca de azar por su embeleso y férreo carácter, dos cualidades que en rara ocasión caminaban parejas, y en aún más extravagantes circunstancias se encontraban unidas en una mujer. Pero ahí estaban, ascendiendo la Calle Mayor con ordenado revuelo asegurando que los curiosos no husmeasen de más en asuntos ajenos, que también se referían a los de un Grande de España.

Por alguna razón, quizá una extrema idealización de aquel poderoso momento durante la travesía, Inés no estaba encontrando placer alguno en su regreso. Su ánimo se veía ensombrecido como los cielos herejes por nubarrones y chubascos. Voceríos, olores, jergas extrañas que se parlaban en los tendales, e incluso la apariencia desgajada y ruinosa de las callejuelas, bañadas por una luz dorada y cegadora, le devolvían memorias de otro tiempo. Se le antojó un lugar inhóspito y ajeno a ella misma, un nido de víboras carente de honra o simpatía por quien les forjaba riqueza en el extranjero. Impresa en la retina llevaba la imagen de una ciudad en llamas, de un pueblo holandés enfurecido acechando a la espera de un momento propicio para tajarles el cuello como a cerdos. También se le podía leer el miedo de una batalla encarnizada en la cubierta de un cascarón, y todos esos recuerdos le parecían más amables que aquello. Así que dejó de escudriñar la ventanilla, muy tiesa en su asiento y sin pronunciar juramento hasta que el carruaje se detuvo en lo que se hacía llamar hogar.

La hacienda de los Osuna se alzaba con estoica majestuosidad en la villa de los Reyes, sobria y fría como la piedra, como caracterizaba a la nobleza española. Inés la observó larga y quedamente, algunos dirían que petrificada cuando en realidad se preguntaba, no sin cierta reserva, si aquella era en verdad la casa donde había crecido. Paseó su mirada por los ángulos y costados del lugar, por los jardines y el paseo empedrado, por los hombres y mujeres que recibían a su Ilustrísima. Era hermosa y regia, extraña, y se sorprendió a mi si misma pensando en las tierras herejes con inusitado cariño y nostalgia.

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29/08/2014, 18:44
Alonso Quintas

Andaba todo perfectamente dispuesto diez días antes de la llegada de Inés, por lo que su llegada no había supuesto sorpresa más allá de la que originaba ella misma, tan cambiada para los ojos de aquellos que habían servido a su padre. Alonso Quintas, mano y voz de los Osuna en Madrid, la esperaba al terminar el pasillo de piedra que conducía a la casa. Tanto él como el resto de los sirvientes vestían de un riguroso negro.

- Me complace que su grandeza haya regresado y en buenas condiciones. Todo está dispuesto para su compañía y para su gloriosa merced. A cuenta de que hay tareas, preguntas y labores urgentes para vuesa y su casa, permítame ante todo darle el más doloroso pésame ante la pérdida de su padre, hombre que no vio otro igual a él, salvo el rey, en estos tiempos del imperio.

Tenía la mirada de Alonso tanto cuero como el que el mayordomo vestía y era prácticamente de la misma negrura, a pesar del azul de sus ojos. Su voz había sido impersonal y respetuosa, repleta de la dignidad que el acontecimiento requería. 

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04/09/2014, 06:56
Doña Inés Mª de Osuna

Con rígida frialdad de la que ni el vino templaba, Inés asintió a sus palabras sin faltar al decoro, quedándose los pensamientos para una misma.

-Tomo en consideración su palabra, señor Quintas*. Don Juan de Osuna siempre tuvo en buena alza a su persona. Se aprecia el gesto y el esmero tras tedioso viaje. –Acompañó la cantinela con un leve gesto de la cabeza y una sentida mirada bañada de extraños recuerdos. Después, con brevedad y precisión de las que la nobleza no acostumbraba, indicó quién venía en la compañía y dónde se les debía disponer en función a su persona. En lo segundo no mentó más que a los que interesaba, que venían siendo Dueña, cirujano y protectores, incluyendo entre estos a Marcos de Tolosa a la cabeza, Felipe y los otros dos acompañantes que también ejercían de guardia. Del resto se encargaría Elvira, asumió Inés-. Hoy no se me presentan asuntos de urgencia más allá del ganado descanso, pero dispondré mañana a temprana hora de mi alazán para atender los asuntos que le atañen al Conde-Duque de Olivares. Agradecería que excusase a mi persona de cualquier visita que no venga comandada bajo sello Real.

Aguardó en comedido silencio por si hubiese algo que añadir, aunque entendía que se había expresado con perfecta claridad en todo lo inmediato que pudiese acontecer. Sin embargo, como la vida había tenido a bien enseñarle, no importaba cuánta meditación pusiese uno en manejar el destino que este siempre encontraba nuevas a ingeniosas formas de hacerse notar.

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05/09/2014, 03:30
Director

Alonso chasqueó los dedos dos veces, dirigiéndose a los criados, que sin más orden se dedicaron a cumplir las disposiciones de sus amos. En poco tiempo todo se encontró donde debía estar, con cada persona en su alojamiento correspondiente y las cosas cargadas en sus lugares. Quedaba la sombra de duda si tal coordinación era la cotidiana o era más producto de un deseo de agraciarse con su grandeza, o quizás más bien un interés en evitar su ira.

La casona de los Osuna era recia y enorme, construida sobre piedra y madera, ambas de la mejor calidad. Tenía dos jardines amplios y una zona más agreste donde había diversos árboles y un huerto, más por la belleza de ver crecer las cosas que por sacar su utilidad. Aunque bella, la atmósfera se antojaba lúgubre, seca y ligeramente asfixiante, en parte por la propia construcción oscura de todas las habitaciones, en parte por el riguroso luto que se llevaba.

A los veinte minutos de encontrarse Inés en sus aposentos sonó dos golpes contra la regia puerta de madera. 

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05/09/2014, 03:54
Doña Inés Mª de Osuna

Con la dignidad que se iba asociada a su grandeza, Inés se retiró siguiendo la guía de un sirviente con quien apenas cruzó palabras, más allá de lo que el protocolo merecía. Se encontró en un lugar extraño y brumoso que en nada se le antojaba a un hogar, pero así habría de ser por un tiempo, y era su deber digerirlo cuanto antes. Parecían aquellos los únicos versos a recitar.

Apenas había terminado de mudar los ropajes de viajes por unos más cómodos, siempre en riguroso negro, cuando la puerta resonó. Inés profirió un sentido suspiro y le indicó a Anabela, quien la asistía en aquel momento, que abriese diese paso a quien fuera.

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05/09/2014, 03:56
Director

Surgió una criada joven que de puro terror y respeto no alzaba los ojos del suelo. Hizo una pronunciada reverencia,

- Se me manda Ilustrísima a anunciarle que el desayuno estará en una hora si vuesa grandeza así desea – La chica titubeo un poco – Su merced Quintas le solicita que le conceda en ese momento para hablarle de asuntos delicados, pero me ha especificado que no resultarán engorrosos ni tampoco largos. 

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05/09/2014, 04:01
Doña Inés Mª de Osuna

Inés pestañeó ante tanta reverencia y tembleque, que después de pasar un mes entre tanta soldadesca y desconocido resultaba casi increíble.

-Contará pues con mi asistencia. -asintió con una sonrisa que apenas se le sostenía del cansancio-. Gracias por informarme.

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05/09/2014, 04:05
Alonso Quintas

Se dispuso el desayuno en una mesa de fina piedra en uno de los jardines: huevos duros, conejo rebozado en ajo, una fuente de guisantes con trozos de jamón, mucho pan tostado, a la par que aceite y sal, zumo de naranja y de limón y vino fresco mezclado con canela.

Estaba sentado el mayordomo Quintas, que se levantó nada más verla esperando a que se sentase ella. Había en la cercanía dos criadas prestas a cumplir cualquier orden de la Grande de España. 

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05/09/2014, 04:12
Doña Inés Mª de Osuna

Alentada por el olor tradicional de la comida Española, algo que llevaba años sin catar a lo bien, se sentó a la mesa con renovado ánimo. Hasta pareció que le volvía algo de color al cuerpo tras un primer bocado. No andaban muy lejos los refranes cuando decían que a los hombres se les ganaba por el estómago antes que con otras artes.

-Le ruego excuse mi falta de palabras, don Quintas. Un viaje largo y tedioso en extremo, y no falto de sustos. Pero me encuentro ya en casa y me alegra ver que todo está perfectamente dispuesto. Tiene usted buena mano.

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05/09/2014, 04:19
Alonso Quintas

Asintió Quintas con un gesto de agradecimiento, aunque un tanto frío. Se había puesto en su plato un poco de pan y un minúsculo montón de guisantes y se llevaba ambas cosas a la boca con lentitud, como si en verdad no fuese muy necesario. De vez en cuando daba pequeños sorbos a una copita de vino.

- La mejor mano que puedo dar, grandeza, para servirla a su merced en todo lo que le acomodo. Harto agradable es que lo encuentre todo a buenas en la primera impresión, pero le emplazo a cambiar cualquier cosa que no sea de su total agrado.

Tomó un poco más, apenas un bocado.

- Por mi parte, soy, a saber, excelente letrado, mediocre médico, administrador con la mejor intención, sublime economista, un poco viejo soldado y, si me permite la franqueza, leal a esta casa más que a nada más en la vida.  Su padre me confió la gestión del patrimonio de vuesa familia y en general de todo lo que atañe a ella.  A lo que voy, debemos tener una pequeña charla sobre asuntos de moneda de gran importancia.

Un silencio más.

- No se le pasa al señor que le habla que ese es tema engorroso y de suma pereza y poco decoro, pero su padre agradeció siempre la rapidez y la franqueza y yo ya no se ser de otra manera. 

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05/09/2014, 04:29
Doña Inés Mª de Osuna

-Nací en nuestra España, don Quintas, pero me crié entre soldados en una guerra muy lejana de este Imperio. Mi padre tuvo a bien enseñarme costumbres de la nobleza tanto como de los que no pertenecen a ella. Con lo que vengo a decir -añadió entre sorbo y sorbo-, diga cuanto tenga que ser dicho con franqueza y exactitud, y nos ahorraremos tiempo, que a ninguno de los dos nos sobra intuyo.

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05/09/2014, 04:44
Alonso Quintas

No pudo dejar de notar Inés de Osuna, acusando un poco de orgullo herido, el instante de duda de Quintas antes de seguir hablando, como si dudase de hablar. Quizás no fuera más que la añoranza de su padre y el miedo al cambio, que no sabía el mayordomo con que vicisitudes tendría que verse ahora que era Inés la cabeza de la familia, ni qué tipo de carácter tenía ella siquiera.

Dio un trago al vino antes de seguir.

- Pertenece usted, Inés de Osuna, a la grandeza de España más acaudalada de todo el imperio. Inversiones en minas, navieras, barcos de comercio, negocios en el cobro de créditos, préstamos para la compra de tierras… Es la dignidad de los Osuna el mayor banco de toda la villa de Madrid, más allá de genoveses herejes y judíos abominables.

Volvió a dar otro trago.

- Es su ilustrísima rica más allá de lo que el raciocinio pudiera creer. 

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05/09/2014, 04:46
Doña Inés Mª de Osuna

Los ojos zarcos de Inés ahondaron en su mayordomo como queriendo desvelar una doble intención en todo aquello. Qué triste resultaba perder la fe en la bondad humana y en la buena fortuna. Así que se demoró en responder, cogida por sorpresa por las nuevas, que resultaban ser buenas contra todo pronóstico.

-Bueno es saberlo -dijo con prudencia quedamente-. ¿Algo que deba preocuparme?

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06/09/2014, 18:34
Alonso Quintas

Alonso Quintas se encogió de hombros.

- Que, pardiez, tenemos demasiado dinero. El bueno de su padre bien se procuró de despreciar todas las maneras propias de esta castellana cultura nuestra y se dedicó a guardar y guardar, y ahora que nos vemos con demasiado oro. – Se rió Alonso, una risa áspera y cínica, de viejo. - ¿Qué nación la nuestra eh? Donde al hijo del vecino se le juzga por tener demasiado y no gastar nada, siendo blanco de todas las envidias.

Volvió a mirarla fijamente.

- A la Iglesia no le damos nada y estarían gustosos de decir que pobres almas las nuestras que cometen el pecado de la avaricia, que vaya jugada ganarse el infierno por no gastar. Los demás nobles nos tendrían envidia y juzgarían impropio tales cantidades, porque dirían que de oficio honroso no puede salir, ya sabéis: tratos extranjeros u oficios poco dignos de nuestra posición. Tampoco se salvaría el vulgo, que bien nos llamaría avaros y codiciosos, por retener riquezas y no ayudar al campesino ni al villano.

Se terminó el vino.

- Por lo demás tenemos más de un turbio asunto, pero esos todos los tienen. En esta tierra se envidia el éxito, no las formas, que mientras no sobresalgas no pasa nada, pero como se te ocurra alzarte un poco ya andan inventando cualquier cosa y agarrándose a cualquier falta. 

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06/09/2014, 22:59
Doña Inés Mª de Osuna

Asintió con gravedad llevándose los dedos a la boca con aire taciturno.

-Bebamos a la salud de un gran hombre que Dios no consintió permanecer entre nosotros –brindó alzando la copa.

No sintió Inés más que un regusto amargo al tragar, y no por el vino sino por el desconocimiento de a quién debía meterle varios centímetros de acero toledano en el cuerpo. La bebida le templaría los humores, pero no le haría olvidar que quedaban cuentas pendientes con las sombras. Y en un gesto apenas imperceptible se tocó el anillo de tres gemas que lucía en la zurda.

-Debería vuesamerced saber que no trata con persona de carácter flojo, y cuanto antes se sepa más nos ahorraremos en charlas. Si le parece, podría decirse que fui cortada por el patrón de mi padre y los de Osuna, lo que siendo mujer no ha resultado conveniente. Tengo rarezas y determinación, y esgrimo pluma tanto como cuchillo. La soldadesca reverencia a mi persona y en Brujast nombran a sus hijas como Inés. Le plazca o no, Madrid no va a quedar indiferente en lo tocante a mi, pero alguien de mente despierta sabrá a acusar las charlas con virtud dejando lo que no debe ser mentado en su lugar. Puestos a que hablen, que lo hagan de lo erróneo.

Dejó la cubertería sobre el plato dando por finalizado el desayuno, aunque no la sobremesa. Cruzó los brazos irguiéndose en la silla, codos en los reposabrazos y los dedos entrelazados.

-Ahora bien. Quisiera saber qué personal recibe paga por nuestra parte y qué son esos asuntos que todo el mundo tiene y nadie menciona.

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17/09/2014, 11:17
Alonso Quintas

- Una buena parte de nuestros ingresos vienen de explotaciones a mi nombre: una mina en el norte, barcos en los puertos de Cartagena, terrenos en Castilla. Habría que ser un mentecato para no darse cuenta de que es vuestra persona la dueña real de todo ello… pero con todo no se puede demostrar si un servidor mantiene la boca callada. Tenemos además préstamos e intereses con cristianos no tan viejos, antiguos conversos, que no son tan puros como debieran. 

Se hizo una pausa.

- Además de tratos con judíos en Italia y Piratas en las tierras inglesas. Harto peligroso, pero a fe que muy lucrativo. 

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17/09/2014, 19:20
Doña Inés Mª de Osuna

Se le tildó el rostro a Inés con la sombra de un nubarrón barruntando tormenta, y de las buenas. Valga la perra lo que tenía que aguantar una con el caprichoso destino, que no iba a morir su padre a manos de quienes le proporcionaban ganancias. Quizá por eso más que otra cosa, pensó, había que cuidarse de quienes uno llama “amigos”. Pero supo vencer el pronto, que no por nada se la podía calificar de maestra en el arte de expresar hostilidad con el más refinado decoro.

Asintió con brevedad.

-¿Se nos cuentan tratos también en Brujast, o de esos no está vuesamerced enterado? –inquirió modulando la voz. Habría que ser necio e ingrato para arrojar tal valiosa mercancía por la borda, aunque le hirviera a uno la sangre sólo de pensarlo-. Y, a cuenta de estos, ¿qué ganancias se llevan los impíos de nuestra parte?

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19/09/2014, 17:26
Alonso Quintas

- De nuestra parte ni un mezquino real, señora, que somos nosotros quien damos bocado a las suyas, que bien son ellos los que necesitan los posibles para sus tareas, ya sea la rapiña de barcos o el préstamo entre aquellos que son sus iguales. Su padre dictó que no se moriría con una familia noble de cuchara de oro y plato vacío, y bien que lo ha conseguido… vea su merced si quiere andar en esos tratos o no, que ya cumplirá mi persona lo que la vuesa disponga. 

Miro Quientas con dureza. 

- A mi persona no se le escapa ni el andar de un gato en esta casa y respecto a Brujast allí no tenemos más que honrra, y bien firme. 

 

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19/09/2014, 18:29
Doña Inés Mª de Osuna

Hizo un gesto de comprensión, pues no había mucho más que añadir al asunto. Era lo que era y su padre había obrado ateniéndose a lo que él, que no otros, consideraba apropiado. Se preguntó Inés si resultaría para bien a la larga, aunque había que reconocer que le llenaba de paz saber que no iba a pasar penurias, al menos en lo que a dinero se refería.

-Hablando con franqueza, es la primera vez que me veo en el deber de manejar tantas ganancias. Asumiré, viendo la efectividad de su persona al cargo, que puedo dejar esos asuntos tal cual están y seguir obteniendo beneficios. Confiaré en su criterio y buen hacer, al igual que hizo mi padre, más sería un placer recibir instrucción y consejo en dicho campo que tan desconocido es para mi.