Partida Rol por web

A pesar de estar en nuestro camarote me siento algo inquieto, el lugar ha mostrado ser bien poco seguro.

Antes de hablar comienzo a caminar nervioso por el camarote.

- Escuche Marvin, no se bien que contarle, pues no termino de tener claro lo que está sucediendo...

Meso mi barba y mi bigote antes de continuar.

- Parece que el profesor Richards... mmmm, como podría decirlo, no se Marvin, no termino de tener claro si sabía donde se estaba metiendo o no, debía andar investigando una antigua secta o religión, no se como calificarla. Una secta que debería haber estado extinta, pero... hay muchas cosas que no alcanzo a comprender.

Hablando mas para mi mismo que para los demás. 

- "Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horácio, que las que sospecha tu filosofía"*

Marvin no entiende exactamente a qué Horacio se está refiriendo el profesor Sands, ni comprende bien de qué está hablando, pero aquello empieza a olerle mal. Apoyado de lado en la pared del camarote, de brazos cruzados, interroga con la mirada a René y Alexander, como buscando cierta cómplice incomprensión o el indicio de estar siendo víctima de una broma, pero los dos permanecen serios*.

-No acabo de entender... -Responde con el ceño fruncido, confuso.- ¿Está usted diciendo que algún grupo de pirados vudú anda detrás de ustedes? ¿Y que podrían ser los responsables de la desaparición de Richards? -Es obvio que aquello último le disgusta. Hace una pausa en la que vuelve a mirar a todos, pero finalmente desiste.- ¿Por qué? ¿Por qué nadie les iba a querer mal? ¿Qué buscaban en esos libros que fuera tan importante?... ¡¿Y qué tiene que ver esto con lo que vimos por el ventanuco?!

No entender nada le pone irascible. Creer que le están tomando el pelo, lo intensifica.

Al notar el nerviosismo de Marvin trato de tranquilizarlo.

Avanzo unos pasos hacia él, sereno, al tiempo que alzo las manos.

- Escuche Marvin, entiendo que todo esto es tan... descabellado. Yo no se... creame si le digo que yo también me siento confundido... pero usted ha visto lo mismo que nosotros, no ha sido una alucinación colectiva. Esto es algo grande, no creo que seamos conscientes de la magnitud de este asunto.

Miro a Alexander y a Rene.

- Siento no poder decirle nada mas, pero no se nada mas... bueno, he conseguido averiguar algo sobre dicha secta...

-Hay algo más -dice René mirando brevemente a Alexander-. Antes de embarcar, en los muelles, ocurrió... no sé... un accidente, un sabotaje. Pero el caso es que Alexander y yo fuimos atacados por un extraño ser. Parecía uno de esos golems de las leyendas judías. Sé que lo que digo parece absurdo, pero después de lo que vimos por el ojo de buey... No sé, esto escapa a nuestro entendimiento...

Me siento y enciendo un cigarrillo. Trato de escuchar y entender las explicaciones que mis compañeros le dan a Marvin como si yo también fuera un recién llegado. "Joder, me duele la cabeza"
Acabo el cigarrillo de una calada, lo apago en el cenicero y saco un par de analgésicos.

- Lo que dice que ha conseguido averiguar, Howard...¿es lo que hablábamos antes? ¿lo del caballo?

Mi mirada se pasea de Rene a Marvin y de este a Alexander cuando me pregunta.

- Si Alexander, lo que te comenté antes. No recuerdo si te di la explicación completa o solo un pequeño adelanto, pero se mas bien poco.

Miro a todos mis compañeros.

- Richards estaba investigando un artefacto, una reliquia conocida como la "estatuilla de Iveratis", esta estatuilla con forma de caballo, arrastra tras de si terribles historias que hablan de poderosas deidades que otorgan poder a sus servidores y horribles, dolorosísimos castigos a los enemigos de estos.

Me froto suavemente la garganta.

- Ahora me vendría bien un poco de ese whiskey que derramé... ¿no tendrá mas?. Temo que podamos habernos convertido en enemigos de una antigua secta.

Marvin aún no está tratando de comprender la información que acaba de aportar René cuando escucha a Sands soltar el bombazo:

-La estatuilla de Iveratis... -murmulla de forma audible para todos, sin poder evitarlo. Algo en su voz indica que no es la primera vez que escucha o pronuncia ese nombre-. No es la primera vez que escucho o pronuncio ese nombre -aclara-. Pero vayamos por orden: a ver... ¿Qué demonios del Abismo es eso que ha dicho usted, René? Esa cosa judía...  ¿Gulim? ¿Colem? ¿Qué es eso?

Tras una seria y muy razonable explicación*, Marvin siente que está perdiendo el tiempo con ese trío de locos. Si no fuera por lo que vi allí abajo... Y el tirador. Al menos puede haber algo de real en la historia de la secta.

-No sé cómo de grande es esto y no entiendo nada de j**idas sectas, pero sí se algunas cosas sobre esa estatuilla: primero, sé que el profesor Richards estaba trabajando por encontrarla. -Se pasa una mano por su crepuscular pelambrera mientras cogía aire. Se separa de la pared y se mueve hasta el ventanuco, pero rápidamente le da la espalda, los brazos en jarras-. No lo había dicho todavía, pero yo conocía... conozco al profesor Richards... Viejos amigos -aclara al ver las caras de extrañeza-. Del tipo de amistad esporádica que puede haber entre dos hombres sólo unidos por el trabajo, pero amistad al fin y al cabo: él no perdía una ocasión de hacer escala en Costa Rica para visitarnos a mi mujer y a mí en mi quinta. -Se da cuenta de que se estaba yendo por las ramas.- Richards me habló sólo de pasada de la estatuilla, pero pude notar que estaba muy interesado en ella. En fin...

¿Puedo confiar en estos hombres? ¿Les diré todo? Pero tiene una corazonada con esos hombres, y Marvin siempre confía en sus corazonadas. Aunque sea regañadientes.

-El caso es que si esto fuera todo, no sería una gran historia... -Hace una pausa para que calen sus palabras.- ...pero al llegar a los Estados Unidos para informarme de la desaparición de Richards, un desconocido, un tipo de aspecto turbio, me abordó en medio de la calle. Quería ofrecerme un trato: la estatuilla: la pieza a cambio de un buen dinero... Eso si es que Latourette y ustedes la conseguían, claro. -Ante las miradas de sospecha, Marvin hace un gesto con la mano como para quitar importancia al episodio-. No les dije que no, la verdad, pero no lo he barajado ni una vez: ya tengo bastante dinero y quiero volver tranquilo y seguro con mi mujer en mi finca de Costa Rica. Además, sé que Richards preferiría antes darle la obra incluso a una comadreja de salón como nuestro amado líder que a esos tipos.

Mira con calma a sus nuevos compañeros, uno por uno.

-Eso es todo lo que sé sobre este tema...

Otra vez, un relámpago corta el cielo nocturno a través de la escotilla del camarote. El silencio se hace presente por unos segundos hasta que el aire de incomodidad ante tal noticia desaparece.

No me sorprende en absoluto que conociese a Richards, el profesor conocia gente en casi todas las regiones del mundo, ademas, Richards era muy respetado, y por su caracter, apreciado por la mayoria de sus conocidos.
- Sabes alguna cosa de la desaparicion de Richards?

-Nada que no hayan podido leer en los periódicos -contesta Marvin-. Quería colaborar y ofrecí mis servicios a la Universidad a precio de coste, pero la expedición ya estaba en una fase muy avanzada de preparación, así que al final simplemente me uní a ella... ¡Y aquí estoy! -añade mostrando de nuevo la sonrisa que horas atrás parecía fija en su cara.

- Encontramos una nota de Richards...no desaparecio en Sudamerica, lo hizo en Estados Unidos. Al parecer vino buscando nuevos inversores para la expedicion.
Espere un instante a que Marvin asimilase dicha informacion.
- Que sabes de la estatuilla Marvin?

-Espere, ¿qué...? -dice Marvin algo alterado-. ¿Qué ha dicho? ¿Qué Richards desapareció en EEUU? -No da crédito a lo que oye. Durante unos segundos balbucea, intentando encontrar las preguntas precisas.- ¿Lariviere sabe eso? ¿Lo saben en la Universidad? -No podía creer que le hubieran mentido.- ¿Pero qué hacen ustedes en este barco, entonces?

La sombra de la sospecha hace que Marvin abandone su postura relajada por una más... precavida.

Tomo aire antes de hablar y muerdo ni labio inferior con cierto nerviosismo.
- Ya no se de quien puedo fiarme Marvin, Lariviere, bueno, nunca me ha caido especialmente bien, no se si puede estar implicado en la desaparicion de Richards, o si mi falta de...
Frunzo el ceño buscando la palabra adecuada.
-...digamos, simpatia, puede estar nublando mi juicio. En lo que respecta a buscar a Richards, creo que ha desaparecido en los Estados Unidos, pero quien esta implicado necesita del profesor para encontrar la estatuilla, asi pues lo habra llevado consigo a Sudamerica. Al menos es lo que mi intuicion me dice.

Hmmm... Quizás este hombre tenga razón... Quizás, si esa gente es la que ha capturado al profesor y lo ha hecho para encontrar el monigote, aún estemos en buen camino... Marvin realmente no parece muy convencido por el razonamiento. Quizás, cuando lleguen a tierra, llame a la policía de Arkham para denunciar el secuestro. Quizás se vaya a su casa. En todo caso, ahora no tengo otra cosa que hacer que ayudar a esta gente a encontrar a ese tirador... Nadie que dispara a Marvin  McKenzie y le deja vivo puede irse de rositas. Suelta un gruñido de aceptación.

-La estatuilla no la he visto ni en pintura y, de lo que me dijo Richards, apenas recuerdo su interés en ella y alguna otra cosa en la línea de lo que acaba de contar usted: maldiciones, historias... Cuentos de indios, si quieren mi opinión. -Se encogió de hombros.

Durante unos segundos parece que Marvin no tiene nada más que decir o preguntar, pero al final añade:

-Hay algo más que no entiendo... Suponiendo que existe un grupo de chalados como el que dicen, con interés en la estatuilla de marras... ¿Qué tiene que ver todo eso con ustedes? ¿Por qué les han robado? -Una nueva idea parece venirle a la mente.- ¿Y qué hacen ustedes en esta expedición? -Dice mirando a los otros dos.- Imagino que Sands tendrá el mismo interés que yo en ayudar a encontrar a Richards, pero... ¿Usted, René? ¿Whitmore?

- No sabría responderte, Marvin. Creo que he molestado a esta gente en el pasado y ahora me quieren muerto. Y como comprenderá no voy a dejarles salirse con la suya... malditos locos adora caballos.

Enciendo otro cigarrillo. Lo necesito.

- De todas maneras estoy de vacaciones - Digo con una gran sorrisa.

-Me temo que yo tropecé con la gente equivocada en el momento menos oportuno -dice René riendo-. Leí en el periódico acerca de la expedición y sin proponérmelo tropece con Alexander y Howard.

 Luego de un tiempo, la tormenta calma y los relámpagos dejan de azotar los mares. Sólo quedan las olas golpeando el casco el barco y una ténue llovizna lavando la cubierta de "El doncella blanca".

Santa Virgen de los Ángeles: a cada cual, una excusa más absurda...

Marvin sabe que va a necesitar una buena noche de descanso para acabar de aceptar a sus nuevos compañeros de investigaciones. Ya les preguntaré mañana por esos libros.

-Bien: está visto que este viaje va a ser divertido... 

Miro su reloj: ¡las nueve! ¿Cómo se había hecho tan tarde sin que se diera cuenta? Al tomar conciencia de la hora, su despistado estómago comenzó a rugir.

-¡Pero miren qué hora es! No sé ustedes, pero yo llevo sin comer desde el desayuno, así que voy a ver si puedo conseguir algo de manduca en la cocina y luego me iré a dormir... Necesito descansar.

Marvin avanza hacia la puerta.

-Si necesitan algo, mi camarote es este de aquí al lado -añade señalando una de las puertas del pasillo-. Por lo demás, les aconsejo que duerman con la puerta bien cerrada... y un ojo abierto. -Saluda con la cabeza antes de irse.- Señores...

 Todos deciden retirarse a descansar, no sin antes tomar las medidas necesarias para mantenerse a salvo dentro de sus camarotes. Por fortuna, nada más sucede durante el resto del viaje y por fin, luego de un par de días, llegan al puerto de Cuba.

 Los portuarios reciben el barco con gran alegría, saludando a antiguos compañeros y amigos y a nuevos negociantes. En pocas horas, el barco queda desierto; sólo un par de marineros se encargan de las tareas diarias, yendo y viniendo por doquier.