Partida Rol por web

El viejo enarca una ceja y mira fijamente a Nina. De pronto la chica siente algo extraño en esa mirada: no es una mirada paternal, tampoco lasciva. A ambos tipos de mirada la ragazza está más que acostumbrada. La mirada del contable es como si un taladro te atravesase el alma. Sin entender muy bien lo que pasa Nina comprende que algo va mal y se pone a la defensiva. El viejo también parece sorprendido y se echa hacia atrás como si se hubiera encontrado con un muro. Luego, antes de que la chica pueda hacer algo, la mano de Haggarth aferra la muñeca de la chica. El rostro del viejo no parece ya desvalido. Es como si una máscara hubiera caído. En sus facciones se muestra la determinación de alguien peligroso. Pero su voz, en un susurro, no es amenazante:

- Sé muchas cosas pequeña... Y tú también. Ni tú eres una chica desvalida ni yo un viejo asustado... Entiendo que mi jefe me quiera mantener al margen encerrado mientras se celebra el juicio porque es un hombre inteligente. Nadie deja que un peón se mueva libremente cuando amenazan al rey.- suelta la mano de Nina - Pero yo no haré nada malo y al acabar esto volveré con los míos. Y me acordaré de todo lo que ha pasado aquí.- dice haciendo un gesto hacia la pared que los separa del salón.

Luego se recuesta en el sillón. Su rostro vuelve a ser el del afable ancianito.

Cazzo! ¿Qué ha pasado aquí...? Santa Madonna...

Nina retrocede como si le hubiera descargado un calambrazo la corriente. Está asustada, y aunque trate de disimularlo, no puede. Está frente a frente con alguien que se ha puesto y quitado una máscara a voluntad, alguien con mucha más soltura en eso que ella misma. Y ella tiene soltura...

Y, ya para colmo, el tipo ese, el "anciano desvalido",  sabe. Sabe quién es ella, o lo que es. La ha detectado sólo con... ¿tocarla...?

Sigue asustada, muy asustada. Pero no puede evitar ser como es, y ahora la curiosidad la carcome. Sabe, siente, que se enfrenta a alguien como nunca ha conocido. No puede desperdiciar la ocasión...

-Sólo tengo dieciocho años. Nunca... nunca me había encontrado con alguien como... tú. -El tuteo es inevitable, aunque no sabe por qué, sabe que no está hablando con el viejo decrépito, está hablando con una fuerza interior mucho más fuerte que la suya- ¿Quién eres... de verdad...?

Hay respeto en su voz, y en su actitud. Un respeto nuevo, distinto, un respeto ambiguo, interesado, pero respeto al fin y al cabo.

- Alguien a quien te interesaría conocer.- dice el anciano sin perder su afabilidad - Tienes potencial pequeña, mucho potencial. Y la edad adecuada para desarrollarlo. Creéme... Cuando todo esto acabe nos volveremos a ver y te haré una oferta que no deberías rechazar. Ahora sólo procura que tus amigos no pierdan el norte. No creo que los Nicoro me quieran ver muerto... y tampoco creo que les haga gracia que sus matones se tomen la libertad de interrogarme. Conozco a la mayoría de los soldados de Nicoro. ¿A qué familia pertenecéis? Dudo que el buen Antonio arriesgase mi custodia a unos mercenarios que podrían venderme al mejor postor o al FBI a cambio de unos billetes...

-No, no, la familia Terrasini no es así. Tampoco es que sea gran cosa. Somos... de segunda división pero con ganas, y dentro hay de todo, sí. Pero son leales. Unos por sentimiento de familia, otros por ansia de poder, de hacerse un sitio, y otros por miedo. Lo bueno de nuestra familia es que quien más quien menos estamos emparentados. Eso da garantías, tal es un primo, cual un sobrino, en fin... no te venderán. Julen, el capo di famiglia, sabe con quién se las tiene, y no es tonto...

Nina, aún nerviosa, pero recobrada de la impresión y muy atenta a las reacciones del hombre, se levanta, y se queda de pie ante él, mientras calibra la oferta que el viejo le ha hecho. No finge, no disimula. Se agacha un poco hacia él, y asiente.

-Sí, escucharé esa propuesta, no te... no le quepa duda. Nonno. Y estaré por la labor con esos de ahí fuera. Voy a cocinar, eso calmará algo los ánimos. Le haré una buena comida, aunque no tenga hambre, le gustará...

El hombre sólo asiente. Al llegar a la puerta Nina se da la vuelta una última vez. El anciano permanece en su sillón sentado, tranquilo, sin atisbo de miedo o preocupación. Una extraña sensación recorre a la chica al salir al pasillo: ¿quién vigila a quién?

Un par de minutos después de la salida de Michael de la habitación es Nina quien sale con el vaso de agua vacío en la mano. 

-La información es poder- dice Smoke, como si aquella simple frase lo explicara todo. -Ahora mismo, es Ezzio el que sabe quien es John Haggarth. Nosotros, sólo creemos saber quien es, y todo por una sugerencia de nuestro jefe- continúa, haciendo gestos con sus manos mientras habla. La caja de fósforos aún bailotea por sus dedos.

-Tal vez, Ezzio no desea que sepamos más de lo que debemos saber- opina, aunque manteniendo la conversación entre Michael y él mismo. -Sería un riesgo innecesario, y aquí todos somos profesionales. Él confía en que llevemos a cabo el trabajo sin problemas, y eso es lo que haremos, después de todo-

Edward observa su reloj con parsimonia, ocultando su impaciencia. No piensa admitir que, en el fondo, acepta la posibilidad de que haya detalles desconocidos por el grupo en el asunto. -El contable podría estar fingiendo, como también podría estar acojonado de verdad. Quizás, nuestro jefe quería evitar que habláramos con él, o tal vez estemos hablando pura mierda. Creo que en dos días lo sabremos-

El sicario siente su estómago rogar silenciosamente, y la sensación se acentúa al ver salir a Nina. Sin embargo, confiaba en su efusivo colega para que impartiera los ánimos correspondientes en la muchacha.

Cuando ve salir a Nina, michael se vuelve. La conversacion con Smoke no va a ir mas lejos.

-¿Que me dices de unos linguini a la putanesca, Nina?-dice Mike.

-Apuesto a que se te dan de maravilla- concluye mientras la observa de abajo a arriba.

Se acerca a la joven con gesto seductor (o lo mas parecido en alguien que mide 1,64)

-Yo puedo poner de mi parte la salsa speciale del tío Michelle.

A Angelo le cuesta horrores no soltar una carcajada ante las dotes insinuadoras de Michael, tanto que tiene que girarse hacia la ventana otra vez y cerrarse la boca con la mano que no sujeta un vaso ya vacío. Por suerte para él Michael está de espaldas centrado en la conquista de Nina como si lo de la Capilla Sixtina se lo hubieran encargado por error a un pintor polaco de la calle 42.

Nina luce una sonrisa un tanto estática, sonrisa que desaparece ante el comentario de Smoke, que ella recoge al vuelo cuando pasa junto a éste.

-¿Por qué iba a estar fingiendo, el nonno? Es un vejete, no sé por qué le tratáis mal. Y sólo quieren que lo tengamos escondido. Estará en peligro, digo yo. Sabrá cosas que igual ni es consciente de que las sabe, y su capo tendrá miedo de que le cacen. O será alguien muy útil para esa famiglia, y lo que deben temer es que le den un viaje, ¿no?  Pero a nosotros no nos importa. Si Don Julen le ha dicho a zio Ezzio que le protejamos y callemos, prego, ¡Hagámoslo!

Deja el vaso en la cocina, y acaba de echar un ojo a lo que hay de comida, mientras habla. Pero nada, lo que ve no la convence. Por ello, ante el comentario de Michael se encara al hombrecillo/hombretón, y le suelta con su mejor y más dulce mirada de chiquilla pidiendo un caramelo:

-Zio Micky, ¿porqué no vas a comprar pasta fresca, ehhh? ¿Linguini? ¿a la putanese? Pues hecho. Os voy a hacer un plato que os vais a chupar los dedos. ¡Pero necesito los ingredientes! ¿Puedes bajar a comprarlos, eh?

Si ha captado o no la directísima insinuación del amigo no lo demuestra en absoluto. Se limita a acercarse a él y a hacerle una carantoña en la mejilla, melindrosa. Después se vuelve hacia los demás.

-¿O hay algún otro voluntario...?

Cuando se gira, Nina le guiña un ojo a Ángelo, con tooooda la picardía del mundo.

-¡Mamma mia! ¡Esta tiene más peligro que el otro!-dice michael riéndose.

-Es una pena, piccolina, pero tenemos que permanecer todos aqui por si se nos necesita. Me conformaré con lo que nos prepares con los ingredientes actuales.

Se vuelve entonces hacia Angelo.

-Angelo, amigo, creo que Nina apreciaría tu ayuda en los fogones. Yo voy a ver si consigo encontrar beisbol en la TV.

-Oh, no, no, zio Micky. ¿Recuerdas las instrucciones? Siempre debe haber dos personas con el nonno. Pero podemos salir a despejarnos, o a comprar comida. Si tú no quieres, iré yo, pero la Nina no cocina con questa porquería...

Le mira fijamente.

-Bene, ¿Vas a ir? Si yo cocino, por lo menos podrías colaborar con la compra... Ezzio estará contento cuando sepa que se ha hecho lo que ha ordenado. Yo se lo diré.

Lo que no dice es lo que va a decirle si la utilizan de chacha. No, la Ragazza no es precisamente eso... y... ¿quién sabe qué caso le hace Ezzio a la chiquilla...?

- Iré yo a comprar ¿Qué necesitas Nina? - pregunta a la chica tras coger el abrigo y encaminarse a buen paso hacia la puerta. No disimulaba que se moría de ganas por salir de allí.

Mike va a contestar cuando Angelo se le adelanta. El pequeño mafioso sonrie y le da una palmadita en la espalda al abogado.

-Ten cuidado ahi afuera, Angelo. No hables con nadie, quédate siempre donde haya gente. No sabemos si puede haber alguien vigilando quien entra y sale además de los nuestros. ¿Quien sabe si estaran deseoso de atrapar a un abogado de la familia y torturarlo para sacarle información?

La cara de sádico carbón de Michael se acentuaba con su pequeño divertimento.

-Oh, va, Michael, ¡debes ir tú! ¿Y si se presenta la policía mientras? Ángelo es el único que puede sacarnos de eso. Ángelo, tú eres un hombre de letras. Pero tú, Michael, tú eres un hombre duro, un hombre de acción. Mejor que seas tú quien salga y se exponga a esos que dices... Y Edward es otro duro, ¿eh, caro? -le guiña un ojo a Smoke- así que si hay que sacar el arma, ya se queda él. No estaremos desprotegidos. Yo te doy la lista de ingredientes, eh...?

Y de nuevo, la carantoña se la lleva Michael.

- No me alejaré mucho - refunfuña. Recuerda haber visto una pequeña tienda justo en la esquina de la calle y lo ultimo que pasa por su cabeza es quedarse allí los dos días enteros.

- Serán apenas unos minutos - dice a Nina antes de poner la oreja en la puerta en busca de  algún ruido que le alertara de la presencia de alguien en el pasillo

Ángelo pega la cabeza a la puerta mientras habla con los otros. Al otro lado cree escuchar pasos por las escaleras pero no está seguro.

Es en ese momento cuando suena el teléfono de la entrada dándole un susto de muerte al abogado, que se encontraba justo al lado. Michael no puede reprimir una risita divertida al ver como el joven se queda pálido y salta como una liebre al oír el tono. En el fondo es normal porque estaba justo al lado prestando atención a otra cosa, pero no por ello deja de ser divertido. Incluso 'Smoke' esboza una sonrisa desde el sofá en el que se encuentra observando la escena.

-¡Oh, prego, pero qué susto me he llevado...!

La actitud desmiente las palabras, porque Nina sonríe abiertamente, se aparta de Michael y coge el telefonillo de la puerta. Tapa el micro, y susurra: Mejor que conteste una mujer, por si no son de los nuestros... Y enseguida, destapa de nuevo, y con su voz más femenina y casera, pregunta:

-¿Sí...? ¿Quién eres...?

-Le haré compañía- afirma Smoke, levantándose con un dejo de pesadez, como si a esa altura prefiriera quedarse allí, observando el tiempo pasar sin que él intervenga hasta que las ansias le obligaran.

Un leve suspiro y una media sonrisa son la respuesta al sobresalto de Angelo. Los nervios del chico le resultan divertidos, aunque no es tan cabrón como Michael para hacerle pagar por ello. Prefiere dejar ese trabajo en manos de su colega, como es habitual.

Aún atento a la llamada, se acerca al abogado. -Nada de idioteces allí abajo. Si pasa algo, te cubres e intentas regresar al piso. Si te congelas, te pateo el culo- El sicario devuelve su atención a Nina, para oír las noticias.