Partida Rol por web

La niebla era tan espesa que impedía ver a más de un palmo de distancia. ¿En qué momento se vio separado del resto del grupo? De pronto se percató de que ya no escuchaba los pasos de sus compañeros.

Michael se detuvo y miró alrededor. Nada. Estaba sólo. Lo cual no podía sorprenderle después de lo dicho por Petucho. Lo que le inquietaba era si podría llegar 'al otro lado'.

Resignado siguió caminando unos metros. Entonces escuchó una voz femenina susurrante que procedía de su derecha. 

- No quería hacerlo... de verdad que no quería... Sólo quería un poco de atención...

La estrecha senda que avanzaba entre los árboles se bifurcaba en dos caminos, y uno de ellos iba en dirección a la voz.

Michael se acerco a la voz. Era inevitable, no iba a alejarse de aquello. La curiosidad era grande pero tambien sus dudas. Aun asi, el pequeño mafioso hizo acopio de valor y se decicio a investigar.

Michael decidió seguirle el juego a aquel lugar. Quizás así pudiera entender como manejar la situación.

El camino desembocaba en un pequeño claro. La voz femenina se escuchaba ahora con más claridad.

- Nadie me hacía caso... todos la querían a ella... ¿por qué yo no podía tener un poco más de atención?

A la letanía femenina se sumaron de pronto más voces. 

- Pensé que no había suficientes pastillas...

- Nunca quise mi vida. ¿Por qué tenía que seguir viviendo si no quería?

- No podía soportar ver aquellos rostros llenos de odio a todas horas. ¿Cómo podía predecir aquello?

- Jack... quería estar contigo... te echaba tanto de menos....

Michael se sentía abrumado por el cacareo de voces quejumbrosas. ¿Dónde estaban? ¿Qué querían? Las ramas de los árboles se movían sin cesar aunque no se sentía ningún viento. Y entonces se dio cuenta: las voces venían de los árboles. 

Michael observo los arboles, confuso. Se sentia un idiota pero se dirgio al mas proximo.

-De que hablais? Que quereis de mi? Quien es Jack?

- Nadie me entiende... nadie me entiende...

- Todo el mundo hace preguntas ¡y yo sólo quiero estar sola! 

- Jack era mi amor... ¿dónde está? ¿lo has visto? 

- Silencio... se acerca el Guardián... él pronto será uno de los nuestros...

- Quizás... 

- No, no hay quizás... no hay esperanza... juega con nosotros... 

- No le importamos...

Cada frase venía de un árbol y las voces sólo confundían más al matón. Michael no tenía claro si hablaban de él o simplemente divagaban sobre sus propias paranoias.

Michael tuvo ganas de pegarle fuego al puto bosque.

-Como me toqueis mucho los huevos me voy a mear en cada árbol de este sitio! Suerte que teneis de que no me haya traido un hacha!

Michael siguió caminando por el camino.

Michael continuó avanzando por el camino intentando ignorar los lamentos de los árboles. De pronto el camino se abrió en un amplio claro. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que los árboles se habían callado, como si aguardaran expectantes por algo.

Un individuo apareció al otro lado del camino. Era un tipo viejo, de aspecto ajado, con perilla de chivo y un cierto brillo de loco en sus ojos. Vestía un traje arrugado pero en buen estado, como si llevase varios días de farra sin ir por casa. Pero lo que más llamaba la atención del paisano era, sin duda, la pala que cargaba al hombro. 

- Eh.- dijo el tipo mirando a Michael - Necesito ayuda. Pareces un tipo fuerte. ¿Quieres ganarte unos pavos?

Michael enarcó una ceja. Reconocía aquella situación. Hacía muchos, pero que muchos años, Gerardo Terrasini le había hecho aquella misma pregunta cuando él mismo era un chaval. Había sido su primer trabajo para la familia: deshacerse de un cadáver que había dejado demasiadas deudas a su paso. Después de aquello el joven Michael había aprendido muchas cosas de Gerardo. Hasta que un día un yonki le descerrajó tres tiros en un bar de mala muerte en un atraco que ni siquiera tenía nada que ver con ellos. Los pilló tan de sorpresa que el yonki escapó antes de que Michael pudiera pillarlo. Luego lo encontraron, claro, pero el pobre Gerardo ya no pudo asistir al ajusticiamiento. 

Pero aquel tío no era Gerardo y tampoco estaban en la vieja pizzería de los Terrasini. Así que Michael no tenía ni puñetera idea de que iba esa fiesta.

Una voz de un árbol le susurró:

- Es el Guardián... no te fíes.

No te jode. Como si fuera a fiarse de algo en aquel lugar de mierda.

Estaba claro que no era trigo limpio pero Michael era de la vieja escuela y, simplemente, no podía ignorar a un Terrasini. Sencillamente, non si fa. Michael era católico y, por alguna razón, pensaba que si actuaba como dios mandaba (al menos según la peculiar moralidad del mafioso), todo iría bien y Cristo lo sacaría de allí.

-Gerardo! Cosa fai qui? Questo bosqueggio mi tornare schiffo! Dime, amigo, cómo salgo de este puto bosque?

El individuo sonrió a Michael:

- Oh, es muy sencillo... me ayudas a enterrar a un fiambre y yo te digo por donde salir. ¿Qué te parece? 

El hombre dejó caer la pala ante él mientras sacaba un cigarro de su bolsillo.

Michael asintio. Tampoco iba a ser la primera vez que enterrara un cuerpo para un Terrasini.

-Bene. Me das una calada? Desde que entre en esa puta casa que no he fumado. Julen es muy delicadito con el olor a tabaco.

El viejo sonrió. A Michael no le gustaba nada aquella sonrisa. No tenía nada de agradable ni de simpático. Parecía la puta sonrisa de un psicópata mientras abre en canal a su víctima. El tipo se sacó el pitillo de la boca y se lo tendió a Michael.

- Es el último, pero no importa. 

Señaló con la cabeza la pala. 

- Cógela también y sígueme.

Michael agarró la pala con fuerza. Se planteó partirle la crisma al tipo con ella pero... y luego, que? Como iba a salir de allí? Decidió seguir con aquella pantomima un poco más. Así, por lo menos, podría fumarse un pitillo.

Michael encendió primero el pitillo y luego recogió la pala. El tipo se introdujo entre los matorrales. Avanzaron unos cuantos metros por la oscura foresta. Los árboles guardaban un cauto silencio aunque de vez en cuando todavía se escuchaba algún cuchicheo al pasar.

Finalmente desembocaron en un claro. Había un saco grande en el medio y no hacía falta ser un experto forense para adivinar su contenido. También había un tocón en el que se sentó el viejo. Sacó otro cigarrillo del bolsillo de su chaqueta - ¿no había dicho que era el último? - mientras señalaba con la cabeza al fiambre empaquetado.

- Tampoco creo que tengas que cavar demasiado. El stronzo* no era demasiado grande después de todo. Y cuando hayas cavado la tumba yo te digo como se sale del bosque. Es un trato justo ¿no?

Michael era bueno interpretando las reacciones de la gente. Pero estaba en un sitio extraño, como en un sueño. Y no conocía de nada a aquel tipo. No podría decir siquiera si era humano - y sospechaba que no. Encima de noche, con poca luz. Milagros los justos. Saber si aquel tipo decía la verdad o no dependía sólo de la corazonada del matón. 

Michael empezo a cavar lentamente pero, de repente, aparto la pala del suelo y golpeo con ella a aquel tipo, fuera lo que fuera. Lo hizo para pillarlo por sorpresa y se aseguro de golpearle con el filo de la pala.

El viejo fue pillado totalmente por sorpresa cuando Michael le intentó atizar con la pala en la cabeza.