Partida Rol por web

Renato saca con cuidado con la mano que no tiene el arma, la izquierda, un cuchillo que siempre conservaba en la pierna derecha. En la izquierda siempre tenia un pequeño revolver, pero lo que necesitaba era el cuchillo. Con cuidado intenta sacar el cuchillo de manera sigilosa , para usar el filo a modo de espejo y ver que había dentro.

Con cuidado de no reflejar la luz en el cuchillo, solo usar el filo para mirar que hay dentro, mientras con la derecha sujeta su pistola, por si debia entrar y usarla.

Renato aproximó el filo al borde de la puerta para intentar ver algo en su reflejo. El interior parecía estar demasiado oscuro como para que la cuchilla sirviese para algo más que para constatar que, efectivamente, el interior era un dormitorio bastante amplio y con forma de L... y que alguien había dejado encendida una lámpara de la mesilla.

Con todo el sigilo que sus años de experiencia le permitian, se introduce en el dormitorio.Con pistola y cuchillo en manos.De haber algo raro, esperaba poder defenderse o acabar con lo que diablos estuviera por ahí.

Con paso firme, seguro y sigiloso, entra en la habitación, al mas puro estilo de unas fuerzas militares sigilosas.

A Renato le gustaría pensar que está tan firme y seguro como en una misión de asesinato. Pero la verdad es que no. No lo está. Ha visto demasiadas cosas y siente que sus nervios templados ante la posibilidad de la muerte se retuercen pensando en posibilidades peores... mucho peores. Por eso cuando entra en la habitación tiene que usar todo su autocontrol para que no le tiemblen las manos.

La habitación es grande. Al fondo la ventana deja entrar la luz de la luna. En la zona de L hay una cama de tamaño medio flanqueada por dos mesillas de noche. Efectivamente en una de ellas hay una lámpara encendida. La tenue luz de lectura crea más sombras que puntos de luz. Pero no hay nadie sobre la cama. Aunque Renato escucha algo. Esa respiración entrecortada. Debajo de la cama. Por un momento el asesino se sorprende recordando su infancia. Debajo de la cama siempre había algo malo.

Renato ha subido hace escasamente un par de minutos pero los dos hombres de la cocina se sienten como si hubiera pasado una eternidad desde que el sicario subió al piso superior. Ace se acerca a una de las ventanas para echar un vistazo afuera. De pronto frunce el ceño. ¿No debería estar Angelino vigilando la puerta principal? Desde la ventana de la cocina ve el muro que rodea la mansión y la puerta principal, pero no hay ni rastro de Angelino. Ahora que Ace se fija no hay rastro de nadie. ¿Dónde están los vigilantes que deberían estar fuera?

Renato aun con los nervios en tension, se acerca poco a poco a la cama.Con una rápida búsqueda con la vista, busca algo largo para levantar la tela que tapa la parte baja de la cama.Acto seguido se acerca, con mucho cuidado, para levantar y apuntar con la pistola.

Solo espera que lo que sea haya debajo de la cama.

Ace desenfundó la pistola ipso facto.

-Algo no va bien -Se giró para mirar a Michael-. Esto está vacío. O algo ha salido mal ahí abajo, o alguien ha eliminado a los guardias. Vamos.

Acto seguido se dispuso a salir de la cocina para ir a ver qué pasaba.

Ya hacía rato que Michael sospechaba lo que Ace exteriorizó. Su instinto le había estado avisando desde que escuchó aquel ruido en el piso de arriba. Cuando vió al chaval avanzar hacia la cocina el mafioso lo sujetó del brazo.

-Echaremos un ojo pero no tu solo. No podemos dejar la puerta sin vigilancia, es prioritario que Lonsome acabe con lo suyo. Sube a por Renato y bajad los dos aquí, no me gusta que andeis por ahi separados. Yo vigilaré la puerta de la cocina y lo primero que pase por esa puerta se llevará un tiro de escopeta a bocajarro.

Ace asintió, poco convencido. Se notaba que la idea de ir a buscar a Renato, teniendo en cuenta la fría personalidad del asesino y el hecho de que a estas alturas podría estar siendo devorado por alguna criatura de pesadilla venida del espacio exterior, no le hacía la menor gracia. Pero no puso objeciones. Al fin y al cabo, como bien había estado meditando antes, estaba metido en esa mierda hasta el cuello. A esas alturas, quejarse no serviría de nada.

-No creo en la suerte, Michael. Si veo que algo va mal, vengo corriendo.

Era una clara declaración de intenciones: Él no era ningún héroe.

Acto seguido salió de la cocina, dispuesto a buscar a Renato.

Ace ascendió por la escalera. La alfombra mullida y el excelente estado de aquella madera evitó que el joven hiciese ruido al subir hasta el piso superior. Al llegar arriba contempló el pasillo en ambas direcciones. La mansión Terrasini era grande: hacia la derecha el pasillo continuaba unos seis metros antes de bifurcarse en forma de T, mientras que por la derecha terminaba a unos siete metros en un enorme ventanal cuya vidriera había sido decorada para representar una imagen del Cristo ascendiendo a los cielos. Ace contó las puertas en este pasillo: tres hacia la derecha y cuatro a la izquierda. Nunca había estado en esa planta de la casa.

Se fijó que hacia la izquierda, del lado de la vidriera, una de las puertas estaba abierta de par en par. Del interior de la habitación salía una luz escasa, quizás procedente de una lámpara de mesa. Ace se aproximó con cuidado, con el arma preparada, y al llegar al umbral se asomó.

Renato buscaba con la mirada algo en la pequeña habitación con lo que levantar el faldón de la cama que estaba al fondo. Al girarse se encontró con la mirada de Ace, que estaba en la puerta con el arma en la mano. Acababa de llegar. El asesino no se sorprendió porque pese al cuidado del jugador Renato había escuchado sus pisadas en la escalera. Hizo un gesto con la boca y señaló la cama mientras se aproximaba a un cuadro que colgaba de la pared. No era lo mejor pero podría valer para levantar ese faldón de la cama.

Michael escuchaba los pasos de Ace en el piso superior. Renato era como un fantasma: si se estaba moviendo no lo oía. Intranquilo el pequeño matón se acercó a la ventana para constatar lo que el jugador le había dicho confirmando su corazonada: no había nadie en el patio. Masculló una maldición y revisó nuevamente su arma.

En ese momento por el rabillo del ojo se fijó en algo más. Desde la cocina se podía ver la entrada principal al fondo del pasillo. Estaba en penumbra, con las luces reguladas a baja intensidad. La gran puerta de roble con decoración acristalada dominaba aquella entrada. ¿Pero había visto una sombra moviéndose en dirección a la biblioteca? Michael lanzó otra maldición. ¿Por qué demonios habría escuchado tantas historias de fantasmas cuando era pequeño?

Con gestos indica a Ace que hay algo en la cama, que se prepare.Le indica que levantara el faldon de la cama, para ver mejor que hay debajo en la cama, para disparar o no disparar a lo que haya debajo.

Con gestos secos, indica a Ace que se prepare, por si lo que hay abajo no es humano.

Todos los instintos de Michael lo instaban a arriesgarse y seguir aquella sombra pero el pequeño matón tenía órdenes. Y no podía olvidar quién estaba abajo y a sus compañeros arriba. Michael agarró una mesa, la volcó para usarla como barricada y se parapetó detrás. Iba a defender aquella puerta de fantasmas, demonios, zombis y hasta de Lucifer si se presentaba allí vestido de esmóquin.

Ace asintió y levantó la pistola, apuntando al hueco que iba a levantar Renato. Aunque su puntería había mejorado, su pulso era de todo menos firme. Se le notaba nervioso hasta el punto de vomitar.

Renato levantó el faldón de la cama. La respiración que antes escuchaba había cesado. Ace apuntaba nerviosamente. 

Pero cuando el asesino levantó el faldón no vieron nada. Los dos hombres se agacharon ligeramente para ver que había debajo de aquella cama. Nada. Ni siquiera una sombra que pudiese ocultar algo. Nada. ¿Qué habían escuchado entonces?

¡CRASH!

Ese ruido lo producía algo de cristal al romperse en la planta baja. ¿Dónde? ¿Qué tipo de fuerzas estaban jugando con ellos al gato y al ratón?

¡CRASH! Michael farfulló una nueva maldición. Aquel ruido provocado por algo de cristal al romperse contra el suelo procedía de la biblioteca. ¿Qué demonios estaban haciendo los dos pánfilos allá arriba? Resopló y siguió sentado. ¡No se movería!

-Michael -Murmuró Ace, sin soltar la pistola. Luego miró en la dirección de las escaleras, indeciso.

Parece, que lo que sea estaba debajo de la cama, ahora esta jugando con nosotros al escondite. - dice serio Renato, aun mirando debajo de la cama.

Sin decir nada mas, ejecuta 2 disparos bajo la cama.

Por si acaso, por si lo que fuera este camuflado.Vamos para abajo a ver que leches se ha roto. - dice algo extraño Renato, aun molesto por hacerle tontear lo que fuera haya estado debajo de la cama.