Partida Rol por web

Lonesome parpadeó como si se estuviera despertando.

- La Sombra... no podremos acabar con ella con métodos normales... Pero podemos darle lo que quiere... Sí... Si le damos lo que quiere puede que nos deje en paz y se vaya con su premio.

Se levantó. Continuaba desnudo y seguía teniendo un aire patético pese al gramo de cordura que parecía haber recuperado. Sus ojos febriles se clavaron en Michael:

- Debemos abrir completamente el Sello. No tiene sentido la resistencia. Ayudémosle a abrir el Sello y que otros carguen con las consecuencias...

Salió del pentagrama para acercarse a un trozo de lona que cubría unos troncos de leña. Lo usó para cubrirse a medias mientras continuaba con su cháchara.

- La casa es ahora peligrosa... tendrá a sus mascotas ayudándole... pero ellas no pueden tocar el Sello... debemos encontrarlo y abrirlo para él. Sí. Él espera utilizar al Terrasini para hacerlo, pero nosotros podemos... ofrecérselo.

Ace dirigió una mirada cargada de significado a Michael. Fuera lo que fuera el sello, fijo que ya habían estado en su presencia

-¿Qué aspecto tiene ese sello?

Michael parecia confudido.

-Espere, espere...¿Abrir el sello? Pensaba que abrir sellos era malo! Y ¿Que quiere decir con utilizar al Terrasini? No voy a traicionar a la Familia para salvar el pellejo abuelo. Michael Terrasini no es una rata traidora!

Arthur sonrió:

- No vas a traicionar a tu amo, pequeño mafioso... quizás si lo hacemos nosotros la Sombra lo deje vivir, así que puede que le salves la vida. Abrir los Sellos puede ser malo o bueno depende en que bando estés. Y en estos momentos por lo que a mí respecta no le debo lealtad a ninguno.

Se dirigió hacia las escaleras embutido en su manta como, si de repente, hubiera recuperado toda la prisa.

- Los Sellos tienen aspectos inusuales para el lugar o tiempo en el que se encuentran.- dijo contestando a Ace de pasada - Suelen estar ocultos... Debemos hallarlo antes de que lo haga la Sombra.

Ace miró de nuevo a Michael, pero no dijo nada. ¿Cómo iba a reaccionar? Parecía debatirse entre contar a Lonesome lo del cuarto oculto o mantener la boca cerrada y dejar que este arreglara la situación. Por ahora, optó por guardar silencio, expectante

-Esta bien abuelo. Lo haremos a su modo. Creo que se donde puede estar el sello. Ace y yo hemos descubierto un cuarto secreto en el piso de arriba

Lonesome se detuvo en su ascensión por las escaleras para mirar a los dos hombres. Parecía haber recuperado toda la cordura y aplomo de golpe:

- ¿Dónde?- preguntó - Guiadme hacia allí.

Se retiró a un lado para dejarlos pasar.

Ace miró hacia las escaleras, dubitativo.

-¿Y si nos encontramos con alguna de esas mascotas de las que hablabas? No sé vosotros, pero yo ya tuve suficiente con los perros infernales de la otra vez.

¿Serviría de algo un crucifijo? A esas alturas, estaba más cerca de hacerse religioso que nunca en su vida.

Michael se colocó delante.

-Ace, ve tu el último y yo de tí me fiaria mas del arma que de Cristo en este lío. Vamos directos, a paso vivo. no os entretengais.

No se atrevió a contradecir al mafioso, aunque se veía claramente que la idea de ir el último le parecía tan poco atractiva como la de encabezar la comitiva.

Lonesome no contestó la pregunta de Ace. Subió las escaleras siguiendo a Michael mientras Ace cerraba la marcha. En medio iban Lonesome y Renato. Cuando llegaron a la cocina Michael se adelantó un poco más para asomarse al pasillo. Renato se aproximó a una ventana para asegurarse de que nada saltaba desde el exterior. Una densa niebla lo cubría todo.

Dando por libre la zona avanzaron con cuidado por el pasillo siguiendo el mismo esquema que en las escaleras.

De pronto un ruído los sobresaltó: un gemido ahogado. Todos se dieron la vuelta para mirar a lo alto de las escaleras. Les pareció ver la sombra de un hombre que era arrastrado a una de las habitaciones justo en el momento en el que una puerta se cerraba con gran estruendo.

Ace se echó hacia atrás de forma instintiva, pero rápidamente recuperó la posición y el poco orgullo que pudiera quedarle.

-¿Era...?

No llegó a terminar la frase.

Al salir, Michael se estremecio al ver algo arrastar a una persona... pero ¿Que persona?

-Joder -Ace tenía los ojos abiertos de par en par, y había palidecido. Más aún que antes, lo cuál era difícil-. Joder -Repitió-. Tenemos que subir. Tenemos que ver qué ha sido eso.

Parecía que ni el mismo se creía que acabara de decir esas palabras. Pero lo había dicho.

-¿Estas seguro, chaval? Yo creo que tenemos que pegarnos a Lonesome y tratar de salir vivos y cuerdos de esta casa.

Ace cogió a Michael del hombro y se acercó a él para susurrarle.

-No es Lonesome.

Michael se detuvo y miro a Ace por encima del hombro. Tardó unos segundos en responder, asimilando lo dicho por su compañero.

-Madonna... ¿El tipo de la escalera? ¿Era Lonesome? -susurro.

Un escalofrio de terro le recorrio la columna al duro mafioso.

Ace asintió. No sabía si se estaba volviendo loco o lo que había visto era cierto. Pero no estaba dispuesto a dejarlo a la suerte.

-¿Sabes Ace? Creo que tienes razón. Puede que el maldito Julen esté arriba. No podemos irnos sin él.

Michael intentaba ignorar el sudor frio que le recorria la espalda cuando miraba al falso Lonseome. Si las cosas iban por donde el pensaba, era improbable que meterle una bala en la colleja los sacara de aquel lio. Solo el verdadero viejo podia conseguir eso.

-Subamos.