Partida Rol por web

Me acerco en sigilo al jefe y lo sigo observando

El druida sintió el frío y rancio acero del Gran Trasgo atravesando su carne, pero no le hizo desesperar. Manteniendo la sangre fría, estudió rápidamente la situación.

Él estaba siendo atacado, pero muy poderoso debía ser aquel enemigo si pudiera acabar con él rápidamente, cosa que desestimó de inmediato.

Su compañero también estaba siendo atacado, pero sabía, y confiaba, que era duro de pelar y que se las podría entender con un único enemigo casi sin problemas.

Evea, la amable e inocente barda, también estaba en apuros... ¿debería ayudarla? Era la que peor lo tenía, pero rápidamente vió cómo podría hacer el mayor daño posible.

- ¡BRRRRRRRRRUUUUUUUUUUN! - un nuevo rayo cayó sobre la fila de enemigos que se arremolinaban frente a Henderch - si consigo librarle, él la salvará sin problemas. - un enorme rayo acudió a sus súplicas.

Por su parte, el leopardo dió buena cuenta de su rival, sus mandíbulas y garras se clavaron profundas en el gran trasgo, dejando ver parte de sus entrañas como si su cuerpo fuera de papel.

 El rayo impacta en el centro de los enemigos... olor a quemado (carne quemada) y gemidos de dolor. Tras disiparse la humareda ocasionada por los rayos, los tres jinetes trasgos han muerto, no así sus monturas, aunque estas se encuentran muy malheridas.

Mientras, Cloud ataca por la espalda pillando completamente desprevenido al gran trasgo que se encontraba luchando contra el druida. Sus garras destrozan por completo al gran trasgo, que no tiene tiempo ni de reaccionar si quiera.

Rugo de dolor cuanto estos bastardos, logran acertarme. Pero eso no basta para detenerme. Mirando a mi alrededor, rio y grito.

¿Eso es todo?. ¡No es suficiente!.

Y con mi espada alzada, me preparo para desatar otra carnicería sobre el primer bastardo que se me cruce.

Y es en ese momento cuando una tormenta de relámpagos, convocada por Porfidius, cae sobre nuestros oponentes. Ahora en campo de batalla se satura con el olor a carne abrasada. Y yo, vuelvo a reír y me preparo mirando al Huargo que tengo mas próximo.

Ahora resuena por todo el campo de batalla, el aullido de dolor del maldito Huargo. Pero yo no he acabado. Girandome un poco hacia la izquierda, al mismo tiempo que alzo mi espada de nuevo, miro al segundo huargo y añado.

No creas que te he olvidado. Es hora de sufrir.

Y descargo mi acero en un tercer tajo con todas mis fuerzas.

Aprovechando la situación, Henderch se dispone ha terminar el trabajo empezado por Porfidius. Lanzando tajos a diestro y siniestro, su espada acaba con las dos monturas de los trasgos, acabando así con la pequeña molestia de los huargos y sus intentos de derribo que tanto molestan. Además, ya no se encontraba rodeado de enemigos, algo que era de agradecer.

Katan se aleja del laverinto de zombie-trasgo, trasgos, wargos y bardas hermosas, y comienza a entonar un canto lugubre y escalofriante dedicado a la muerte.

Ohhh Parcas...
....shala-lala!
...que tejen y destejen el hilo de nuestra existencia!
....shala-lala!
Danos la suerte de una afilada guadaña,
....shala-lala!
y asi, a cambio de vuestro hálito, les enviaremos almas de trasgos en gran cantidad!
....shala-lala!

Mientras tanto, sus dos muertos vivientes castigan con hacha y espada a los dos trasgos más cercanos.

Al ver que el zombie de Ular le clava la espada al que está a punto de matar a Evea, Katan se rie a espaldas del putrefacto ser (el zombie, no el trasgo), y le susurra a la "gatita" a travez de sus amarillentos dientes...
¿Y....pequeña...? Te molesta mi mascota ahora? Jijijujujujujujuuuuujj jjj.
La barda, con la ira aflorandole, no sabe si la suerte que en éste momento está al fin volcandose a su favor, se debe a la bronca por las burlas del extraño ermitaño, o a su cántico...
Lo cierto es que de momento parece que el combate vuelve a inclinarse hacia los aventureros, sea por ayuda de las parcas o no...

 El combate entre los no-muertos y los grandes trasgos se mantiene en tablas, al menos de momento. Los golpes de los no-muertos de Katán hacen profundas heridas a los grandes trasgos, pero estos mantienen el tipo y no se van a rendir tan fácilmente.

Necrull no se esperaba para nada el ataque mágico del trasgo, por lo que el relampago le impactó directamente sin poder esquivarlo. A pesar de todo el daño no fue tan grande como hubiera parecido en un principio.

Estaba claro que el trasgo mago era un enemigo peligroso. Así que decidió concentrarse en el. Avanzó unos pasos en el aire y descargó uno de sus rayos contra el ser. El cual le golpeó en pleno pecho haciendole una considerable cantidad de daño.

Donde las dan las toman inmuda criatura.

 -¡Aahhhhgg!- Chilló ahogadamente Evea al sufrir una nueva herida, la sangre, siempre escandalosa, emanaba de sus heridas empapando su armadura y ropajes.

 Con su postura logró detener algún golpe pero entonces se le echaron más enemigos encima y, por si eso fuera poco el nigromante se puso con sarcasmos.

 Si me quedo aquí estos malditos trasgos terminarán conmigo, casi que lo prefiero a las pullas de Katán. Tengo que resteñar mis heridas, muerta no sirvo de nada...

 Con un movimiento enérgico hizo una finta y se enretiró del combate inmediato de los trasgos y el hargo, alejándose de las peligrosas armas que estos habían demostrado saber usar. Piruetas la joven pronunció unas palabras ininteligibles acompañados por un gesto de sus manos y la joven gata desapareció de la vista de los contendientes.

 Mientras Evea se mueve con su gracia catarterística, saliendo del alcance del jinete huargo y del gran trasgo, y Necrull lanza su hechizo que impacta al hechicero, el resto de sus enemigos se disponen a seguir vendiendo cara su vida.

Ya quedaban pocos jinetes trasgos con vida: el que había huido decide finalmente abandonar el combate, al fin y al cabo no puede aportar nada más en él. El jinete trasgo que se encontraba luchando contra Evea,  viendo que esta desaparece delante de sus narices, decide atacar al enemigo más cercano, Porfidius. Sin embargo, su impetú no le sirve para golpearle, todo lo contrario. Sin embargo, a Porfidius la situación se le complicam dado que se encuentra con un par de enemigos cerca de él.

El huargo que queda carga sin miramientos hacia Henderch, más este logra zafarse de su mordisco sin dificultades.

 El hechicero saca un pergamino y lo lee con rapidez. Sus pies se despegan del suelo y comienza a volar, rumbo directamente hacia Necrull

El guerrero gran trasgo que se encuentra cerca de Henderch lanza un rápido golpe al humano pero lo único que golpea es el aire.

El minotauro, rodeado de enemigo, recibe multitud de golpes, pero su armadura y sus movimientos impiden que puedan producirle algún daño. Uno de los tajos logra traspasar sus defensas.

El último de los guerreros ataca sin miramientos a Cloud que no logra moverse a tiempo, recibiendo un feo corte en su cuello.