Partida Rol por web

 El alcalde de Maledor, os contrató a vosotros (un extraño grupo) para acabar con la amenaza de los orkos que merodeaban y atacaban a los mercaderes que entraban en el pueblo. Fue un trabajo rápido, sencillo y mal pagado. Sin embargo, la vida puede traer sorpresas: el botín, en este caso un mapa. En él se encuentra señalado una torre (la torre de Vraath) y muestra que en la misma existe una cámara que contiene un tesoro oculto. Vuestra investigación os lleva a ubicar la torre cerca de un pueblo: Transbordador de Dellin. Es allí donde os dirigís ahora. Lleváis dos semanas de viaje.

El sol de la tarde cae a plomos sobre vosotros; el aire es tórrido y no sopla la más mínima brisa. Las tierras apenas pobladas del valle de Elsir se hacen monótonas con lo que parece una interminable línea de puntitos polvorientos que son las poblaciones. Transbordador de Drellin dista apenas unas millas de donde os encontráis, en el linde del bosque Embrujado, y es el mejor lugar desde el que iniciar una exploración del bosque.

 La única joven y aventurera del grupo se mueve ágil, bajo un sombrero de ala ancha, dándole sombra en la que cobijarse de ese letal sol.

 En su espalda carga una escuálida mochila junto a un carcaj del que cuelga un arco corto, y del cinturón de cuero tintinea un estoque de ornamentada cazoleta mientras la Evea va deslizando sus dedos por la arpa que tiene sujeta.

 El sonido no es fuerte, sino más bien ajustado al entorno, fundiendose con la rica melodía que ofrece la naturaleza con los trinos de los pajaritos y el murmullo de ríos y viento. 

 Hace horas que sus dedos van acariciando el instrumento, absorta en sus melodías, haciendo el viaje más llevadero.

 Des de que emprendieron el viaje se mueve por distintas partes del grupo a veces delante abriendo camino cuando las ganas de ver el mundo la superan, a veces rezagada en la retaguardia cuando las fuerzas la abandonan y el cansancio se adueña de ella. Pero la mayor parte del día anda entre todos, conversando o cantando cuando no toca la arpa.

Katan, el ermitaño...el viejo, el apestoso y loco brujo del pantano. Con su peto de cuero sucio y maloliente. Un peto de cuero de chancho, que no se quita siquiera para dormir...por lo que han visto. Y sin embargo, a la mañana es el primero en despertar...o asi lo ha sido en estos últimos días de marcha.
Adornado con cientos de huesos, pequeños algunos como dedos de niños...otros más grandes, que cuelgan atados a su mugrienta armadura de cuero como trofeos de viejas rencillas.
Podría ser Katan el peor compañero de viaje, por su aroma a sudor y heces...que compite con el orco que lo siguió como un esclavo desde el trabajo anterior, hasta que al fin, tras insistir e insistir, Porfidius logró convencerlo de que el olor a orco muerto, a orco zombie, no ayudaría mucho al grupo, si se cruzaban con alguna guardia en los caminos.
Al fin, el ermitaño accedió, y con un ademan deshizo al zombie en cenizas.

Katan sería el peor compañero de viaje, por su olor y ese orco que se empeño en llevar consigo durante la primer semana de viaje...;sin embargo, compensa sobremanera con su relativo buen humor, sus extramboticas historias, no tan buenas como las de "La Gata", pero que en algunos casos estremecen aun más, y principalmente, por sus misteriosos ungüentos curativos, capaces de hacer ver al ciego, caminar al cojo, y devolver la potencia al anciano... -segun el mismo asegura-, e incluso, hasta regenerar una pierna cortada.
De momento, tan solo ha aplicado sus ungüentos para cerrar algunas heridas superficiales, sufridas por todo el grupo por un orco particularmente habil con su hacha.

El shaman del pantano, o "Shaman", como le gusta presentarse a si mismo, se acerca a Porfidius e intenta calmar algo los ánimos. Su labia, cuando no hay niños cerca que lo exasperen, es tan sorprendente como la de la carismática Evea.
¿Mejor ahora, sin ese olor a muerto que tanto te afectaba? Deberías acostumbrarte...No es tan malo como el olor a bosta de animal.

Al fin, había conseguido que el viejo loco chiflado devolviera a la madre naturaleza lo que no había debido quitarle - Conseguirás meternos en un lío con Fuerzas Mayores, Shaman - comentó señalando hacia atrás, como si lo hiciera a los despojos abandonados millas atrás - Si pretendemos adentrarnos en el bosque, no debemos llamar la atención más allá de vuestras meras presencias. No atraigas visitantes inesperados con esos restos putrefactos.

Porfidius había desconfiado del viejo shaman en un principio, esa manía de dar movimiento a los muertos no era cosa de la que vanagloriarse, pero a Katán le gustaba. El joven druida había esgrimido con fuerza sus enseñanzas sobre el ciclo de la vida, sobre que, tras la muerte, uno debe volver a la naturalez y no servir de diversión para ningún mago chiflado, pero Katán era un shaman algo particular, y había conseguido ganarse la confianza del druida con su personalidad alegre y desenfadada, unida al último acto de buena voluntad de éste, desprendiéndose del no-muerto - Cloud y yo agradecemos tu acción. Te prometo que me mostraré más comunicativo, si insistes tanto en ello.

El joven druida se había mantenido algo rezagado, acompañado por la presencia de su leopardo de cuando en cuando, y aprovechaba los momentos de descanso para forrajear por el bosque, evitando el quedarse junto al fuego con los compañeros. Y eso empezaba a molestar a alguno, aunque siempre argumentaba que lo hacía porque, si ya era insoportable el olor de Katán, el de aquel zombi era superior a sus fuerzas, acostumbrado a los aromas de las plantas del bosque.

Con una rápida carrera, acompañó a Katán hacia donde el resto del grupo se encontraba.

Necrull caminaba pensativo al lado de sus compañeros. La última misión no había ido del todo mal, aunque no dejó mucho dinero. Pero eso no le preocupaba demasiado, pues tenía algo ahorrado.

Era un buen grupo, el mejor con el que había trabajado. Gente competente, y sin demasiados prejuicios. Al fin y al cabo si consentian viajar con un viejo loco que levantaba cadaveres, no les importaría demasiado un invocador demoniaco.

Se volvió a ajustar su vieja mochila, aunque estaba raida y gastada era muy comoda y ligera. La ropa de viaje necesitaba un lavado, pero hasta que no acabaran la misión en curso no podrían permitirse descansar en una comoda posada. Su maza pesada colgaba a la espalda al aldo de la mochila, aunque la tapaba su capa nueva, botín precisamente de la pelea con lo pieles verdes.

El brujo salió de su ensimismamiento al escuchar, otra vez, la conversación entre Porfidius y Katán. Definitivamente se convertiría en tema recurrente en el grupo.
De todas formas prefería las conversaciones con La Gata. Era una persona con un amplio abanico de temas. No trataba sólo de bosques y naturaleza o pantanos y muertos vivientes.
Además sus historias eran más interesantes, y sus canciones alegraban los momentos tensos.

Sí, en definitiva, había encontrado un grupo de personas con las que poder estar, y en las que poder confiar. Que eso era lo más importante.

Tras nuestro ultimo trabajo, la suerte o los dioses, pues no es algo que me importe demasiado, han querido sonreir y henos aquí avanzando por un terreno recalentado por el sol. Ansío acabar entrando en el bosque que es nuestro destino pues este calor, no puede ser bueno para el odre de cerveza que transporto entre mis pertenencias. Mascullo entre diente una maldición y puesto que soy el que marcha en retaguardia del grupo, echo de vez en cuando alguien que otro vistazo a nuestro alrededor.

Nuestro ultimo cobate, no fue excesivamente difícil. Pero eso no es razon para que nos confiemos. Entretanto, presto atencion al dialogo entre dos de mis hermanos de armas y no puedo evitar reír brevemente por lo bajo.

La verdad, es que con el olor de nuestra mascota muerta, no hubiéramos podido pasar muy desapercibidos no. Por tanto, digo.

También te lo agradezco yo por aquí atrás Katan. Digamos que, a causa de mi posición, era yo el que recibía la peor parte de los efluvios de nuestro amiguito cadaver.

El enano avanzaba totalmente en silencio pero con clara tranquilidad al frente del grupo, observando cada sombra y cada posible escondite.Reia discretamente por la conversación de sus compañeros.... Al final ese viejo sabra lo que hace y todo......

Vestido con unos modestos y comodos ropajes de viaje, de un color ocre claro. Una comoda y desgastada mochila de color negro colgaba de su espalda y un par de espadas, finamente labradas colgaban silenciosas en su cinto. Su sombrero de ala ancha de intenso rojo contrastaba enormemente con el rubio de sus barbas.

Este enano poco se parecía al que vieran vestido totalmente de negro las noches anteriores y con una determinación para sesgar las vidas de los miserables orcos precisa y letal como pocos de su raza.

Caminaba ahora de forma más alegre y distendida, cruzando miradas con el fiero leopardo que seguia al grupo por el linde del camino....el seria los ojos del grupo, no habia mucho de que preocuparse pero su sexto sentido nuca descansaba.

 Al final Evea termina por guardar la arpa en un bolsillo de su mochila, el cual engulle por completo el instrumento. Nadie diría que un bolsillo tan pequeño pudiera guardar un objeto tan voluminoso, y menos sin forzar.

 Al guardarlo la joven se estira, igual que haría una gatita, se acomoda el peso del equipaje y continúa andando, silbando una melodía alegre y desenfadada, mientras de entre sus ropajes de viaje saca unos pocos frutos secos, que trasunos malavares entre sus manos terminan por desaparecer en sus fauces.

 - Shadowbeard, sabes si falta mucho más para llegar al pueblo?- Dice des de atrás, pues iba andando ya a la par que el corpulento Henderch, pero empieza aligerar el paso para ubicarse casi a su altura.

Tan solo unas pocas millas-Dice el enano al tiempo que seca el sudor de su frente- si forzamos un poco la marcha aprovechando que el sol se esconde llegaremos por la noche y podremos dormir bajo techo.

Dijo el enano al tiempo que imaginaba una mullida cama....

- ...dormir bajo techo - era algo que Porfidius personalmente evitaba a toda costa. Únicamente cuando habían estado en algún pueblo más bien grande, en el que hubiera podido perderse con facilidad y no había tenido más posibilidad que entrar, había dormirdo en algún catre mal hecho.

Aunque estaba habituado al aire libre, el andar tanto tiempo bajo un sol de justicia como el que les venía acompañando por ese camino sin ninguna sombra, le estaba costando más sudor del necesario. Sus ropas de tonos marrones y verdes algo oscuros, aunque ligeras, no eran las mejores para estar al sol, ni estaban pensadas para eso. Su armadura, aún de siendo de cuero, tampoco facilitaba la transpiración, pero todo tenía solución - Voy a ver cuanto nos falta - comentó elevando el tono para que todos supieran lo que iba a hacer.

Dando un par de pasos hacia el linde del camino para pedirle a su leopardo que defendiera al grupo y, así, saber que seguiría con ellos a su vuelta, el druida cambió su aspecto habitual por el de un magnífico águila, que levantó el vuelo nada más aparecer para perderse en el cielo azul y poder refrescarse con el aire corriendo por su cuerpo.

Necrull observó como el druida cambiaba de forma, el humano desaparecia y en su lugar estaba una majestuosa aguila que emprendió el vuelo.

Espero que tenga cuidado. Aunque la verdad es que es una buena idea. Así sabremos a qué atenernos cunado lleguemos a ese pueblo. Incluso puede que distina la torre en medio del bosque.

No hablaba a nadie en particular, simplemente expresaba sus pensamientos en voz alta. Una vez más se ajustó su mochila. El brujo estaba cansado por la caminata, al igual que todos.

Buff. ¿Forzar más la marcha? Espero poder aguantar. Y espero que no sea un pueblo supersticiosos de esos que no dejan entrar a nadie por la noche. Porque si despues de esta paliza no nos dejan descansar bien me da algo.

 La joven no puede dejar de asombrarse, ya lo ha visto en otras ocasiones, pero es incapaz d eno maravillarse cada vez que ve a un humano transformarse en un animal. Se queda un rato mirando el levantar el vuelo de la magnífica ave, y ve como, con cierta envidia, como surca los aires sin apenas esfuerzo.

 De golpe, al volver la mirada hacia el camino que aún la espera, es como si se sintiera más agotada.

 - ... no sé que daría para poder volar como él lo hace...

  Sin más prosigue el camino.

el enano siguió escrutadoramente el elegante vuelo de águila, volvió la vista al camino.

Vaaaamos muchachos, no aminoremos el paso!! o tardaremos otra semana en llegar.

 El camino asciende levemente y luego desciende hacia una polvorienta arboleda en una cuenca poco profunda. A un lado del camino puede verse una granja abandonada que sobresale de entre los árboles. Ya habéis pasado por innumerables parajes como este hoy, pero este parece distinto. 

Porfidius, os avisa: algo va mal. Y el aviso os llega justo a tiempo: 

¡Feroces guerreros, humanoides altos y peludos con bocas grandes y caras achatadas, se ocultan a la espera!

Necrull estaba a punto de replicar a Shadowbear cuando le llegó el aviso de Porfidius. Unos seres peludos y chillones salieron de la espesura con intenciones más que hostiles hacia el grupo.

El brujo reacció a tiempo y antes de que se acercaran más se defendió.
Agarró con firmeza su maza y empezó a canturrear en un idioma gutural. La mano derecha empezó a brillar con una luz violacea y antes de que el ser pudiera darse cuenta la lanzó en forma de rayo.
Este impactó sin problemas en el pecho de la criatura haciendola gruñir de dolor.

Tened cuidado, pude haber más escondidos.

Sus compañeros ya estarían sobre aviso, pero no estaba de más prevenir.

En silencio contemplo como nuestro compañero Druida muta y se transforma en una gran águila. Y cuando lo veo alzar el vuelo, lo único que se me ocurre decir, concierta sonrisilla es:

Pues espero que no haya ningún cazador por aquí cerca. No se, yo hubiera escogido algo mas discreto.

Aunque cuando lo veo tomar altura y dar un par de vueltas sobre nosotros, añado.

Aunque he de admitir, la utilidad de su jugada. Si, os admito que estoy deseando llegar a donde sea con tal de tomar una buena jarra de cerveza bien escanciada.

Escucho entonces los comentarios sobre forzar la marcha y en eso, si que estoy de acuerdo. Por tanto, apretando un poco el paso, añado.

Vamos. Pensad en la recompensa. Camas blandas, buen alcohol bien servido y, quizás, alguna alegre tabernera que nos lo sirva.

Y por tanto, no pasa demasiado tiempo antes de que todos acabemos acelerando un poco nuestro ritmo de marcha.

Y así avanzamos durante un trecho. Hasta que, delante de nosotros, aparecen los restos de una construccion rodeada de arboles en una bajada del camino. Y algo hay que me hace fruncir levemente el ceño. Pero antes incluso de que pueda decir algo. Todos podemos escuchar el agudo chillido de Porfidus transmutado en águila.

¡Emboscada!. Cruzo una mirada con mis compañeros y nada digo. Con rapidez, me adelanto unos pasos mientras el escudo que cuelga de mi espalda, ocupa su lugar en mi brazo izquierdo. Con mi mano derecha, bajo la celada de mi yelmo y, en un gesto producto de la experiencia, mi mano desciende hacia la empuñadura de mi espada. Mi hola produce un leve tintineo al ser desenvainada, como si se alergrara de su próximo uso y yo, únicamente comento.

He aquí a unos pobres desgraciados dispuestos a perder la vida. ¡Sea!. ¡Es hora de darles satisfaccion!

Katan venia algo rezagado, pensando en el tesoro que según el mapa encontrarían.
Cambiaré esa vieja puerta putrefacta...y colocaré algunas enredaderas venenosas para ahuyentar a los crios...si...eso haré.
De repente, el viejo ermitaño, oye los gritos de advertencia de Porfidius y alzando rápidamente la cabeza logra ver dos enormes trasgos a su derecha, parados en lo alto del cañón por el cual se habían adentrado.

Nos emboscaron! Maldita sea...debí quedarme con el orco pajarraco! Exclama.
Mi orco, con todo su olor, vigila mucho mejor que ese gato! Arrrj!!

Luego, Katan murmura unas extrañas palabras, como un canto ritual...arroja unos huesos al suelo, mientras baila llamando a los oscuros poderes de la naturaleza, la vida y la muerte.
Huk...tak tum...huk tak tum!...HUK TARKAG TUM!...

De pronto, el suelo a los pies de los dos trasgos parece vibrar, como si el espíritu de la tierra se partiera en un alarido lastimero.
Bajo la tierra, surge un brazo, luego otro, y todo se revuelve como en una especie de remolino de tierra y brumas. Cuando la neblina se disipa, pueden ver un gigantesco ogro, alzando con ambas manos un gran garrote, que más parece un tronco talado y lleno de puas.

El ogro, parece no gozar de buena salud...o al menos, eso intuyen, cuando ven que algunos huesos del cráneo surgen hacia afuera, y que incluso tiene el pecho abierto en una herida de la cual supura un denso pus verdoso y putrefacto. Evidentemente, el ogro está bien muerto, y aun asi, gira el garrote sobre su cabeza, dispuesto a hacer que tambien los dos trasgos queden bien muerto como él.

URGAAAAN MATAAAAARR...MATARRRRK Y CEREBRROOOO! murmura guturalmente el enorme ogro....ya relamiéndose.

 Evea andaba canturreando para alegrarse el alma y la de los demás cuando un chillido agudo y estridente la saca de su rutina.

 De pronto percive que por ambos flancos del camino habían unos grandes trasgos acechando. Las agradables y dulces facciones de Evea se contraen en una mueca de repulsión y desprecio extremos.

 - Trasgos!

 Aún no había termnado de pronunciar trasgos, su otra Lira se encuentra en sus manos. Encoca una flecha de plumas grises y antes de disparar entona una canción, más parecido a un grito de guerra que a una canción.

El ogro alza rapidamente su trozo de tronco, y lo baja a gran velocidad, -a pesar de estar muerto- sobre la cabeza del trasgo más cercano.

...Cerebrooooo...