Partida Rol por web

Alguna que otra protesta hubo en la posada claro, sobre si podían o no terminar de desayunar, pues a saber cuando sería la siguiente comida en condiciones que podríais hacer, por lo que aún tuvisteis algo de tiempo. Además, os dieron comida como para tres días antes de salir de allí, que con todos los que estabais, era mucha comida para un lugar tan pequeño.

La cosa sucedió como siempre que se va en grupitos. Unos a lo suyo, otros por aquí... que si éste os acompaña...

En definitiva, terminasteis mirando a una zona muy hermosa, en la que se veían cascadas, árboles en flor y una enorme montaña. A vosotros os había tocado la zona este.

Hasta aquí todo indicaba que el mayor peligro que ibais a correr era el que os apareciera un conejo y os resbalarais sin querer, hasta que dos pasos más hacia delante os disteis cuenta de que a otros dos pasos delante vuestro, en lo que sería siguiendo el mismo sendero que estabais pisando, había una pequeña franja de unos cincuenta centímetros en la que no había absolutamente nada que no fuera el esqueleto de plantas y aún era más chocante cuando un desazón comenzó a recorreros al no escuchar nada, ningún sonido que no produjeráis vosotros... Ni los pájaros cantaban y eso, que después de esa " franja muerta " seguían viéndose aquellas maravillas de la naturaleza en un paisaje digno de los relatos del mejor de los bardos.

- Yo no me voy a acercar más. - El aldeano al que le había tocado dejaros allí se puso detrás vuestro no sin antes escupir al suelo, queriendo olvidarse de la cercanía de aquel lugar. - Aún os lo podéis pensar. Ya os han dicho que el que entra no sale ¿ no? - Era un hombre delgaducho, desdentado y quedamos por el sol. Casi era un pellejo con forma de hombre.

Marchese si quieres, ahora es nuestro turno... dije al aldeano mientras miraba a mi alrededor...

La muerte adornaba el paisaje al paso del viento... no existía alegría y pureza en ningun recobeco de aquel lugar... Kerinan, antes de avanzar deberíamos saber a que nos enfrentamos...

Leira, Reijar... protegernos por ambos lados mientras mimetizamos nuestras almas con este putrido lugar...

Sería un sacerdote, pero los años que pasé junto a Leira, me sirvieron para adoctrinarme en el paso de la batalla, y mi caracter sereno, a pensar antes de actuar...

Me arrodillé junto al suelo y esperé a que mi alma reconociera el paso de la magia de aquel lugar, mis manos intentaban encontrar rastro de magia, en aquel paraje... mientras mis ojos escudrillaban el lugar observando muerte...

Finalmente se pusieron en camino, Leira observaba el paisaje que iban dejando atrás. Bah... No creo que sea para tanto... Una sonrisa sesgada asomaba a sus labios, mientras que con paso grácil caminaba junto a Aaron. 

Se detuvo cuando sus ojos toparon con aquella franja muerta. Un escalofrío recorrió su espalda. Miró de soslayo al hombre que les había estado acompañando. Sus palabras se le antojaron atractivas, pero el recuerdo del pago por entrar allí era demasiado suculento como para echarse atrás.

- Nos vemos de aquí poco... - Le dijo con un guiño de ojos, a modo de despedida. 

Asintió con un leve gesto de cabeza a las palabras de Aaron. No tenía ni idea de lo que se proponía, pero ella confiaba en él. Así que sacó el estoque y se colocó a su costado, atenta a cualquier peligro que pudiera acosarles.

Camino un poco adelantado al grupo sin prestar mucha atención al paisaje, solo un bosque mas, tal vez menos oscuro que otros pero eso son cosas sin importancia.

Eso hasta que llegamos a esa franja muerta, verdaderamente curioso.

Cuando el que nos guia habla como el cobarde campesino que es escupo a un lado -largo de aquí antes de que tu olor a cobarde me canse-

No le dedico ni una mirada mientras se aleja, en lugar de eso me acerco al surco y me arrodillo examinándolo, y apenas asintiendo a Aaron sobre lo de protegerles, los lanzadores de conjuros todos son iguales, mucha palabrería y al final siempre esperan que alguien este a su lado para salvarles el culo

-no me hace falta memetizarme para examinar esto, tiene toda la pinta de que han echado sal- arrodillado examino las plantas y el suelo desmenuzando un terrón entre mis dedos

Finalmente los acuerdos y cuestiones quedaron olvidadas para ponernos en marcha desde la taberna que había sido nuestro hogar durante al menos una noche. Ciertamente mi camino me había llevado hasta allí para poner a prueba mis habilidades y la suculenta recompensa no era si no otro suplemento más para convencerme de que mi destino pasaba por adentrarme en las tierras que ahora contemplaba junto a mi pintoresco grupo de compañeros. 

Las palabras del aldeano hubieran sido sabias y certeras para oídos quizá más adecuados pues, si algo tenía a buen seguro, era que los cuatro que formábamos semejante comitiva, estábamos más que determinados a llevar a cabo aquella empresa y no nos detendrían loa malos augurios de un aldeano castigado por el pasar del tiempo y su pobreza. 

Mirando sin cesar el paisaje de muerte y maldad que teníamos frente a nosotros, asentí cuando Aaron nos aconsejó precaución ante lo que nos podía esperar pasado el límite con el verde paisaje que aun pisábamos. Las palabras de Reijar como siempre aventuradas y carentes de toda inteligencia resonaron una vez más en mis orejas puntiagudas a lo que no pude evitar esbozar una media sonrisa y exclamar:

-Gracias a los dioses que compensaron vuestro cerebro con fuerza, maese Reijar, de lo contrario quizá hubierais sido vos el que nos hubiera conducido hasta aquí.- ,nada más decir esto tomé posición junto a Aaron hincando rodilla en tierra y mirando hacia nuestro frente con mis ojos clavados en la muerte que allí se nos presentaba, un susurro tan solo salió de mis labios esperando que Aaron diera un veredicto para bien o para mal, -Decidme si vuestros sentidos detectan algo, maese Aaron, de no ser así pondré en práctica los míos para más seguridad.- 

Mientras aguardaba las palabras de Aaron, mis dedos pasearon para la tierra viva antes de la franja....

Ni un sonido, ni un ápice de vida....que maldición atenazará estas tierras. 

Ni que decir tiene que al hombre que os acompañaba no tuvisteis que decirle dos veces que se fuera, pues con mucho gusto salió prácticamente corriendo mientras escupía diciendo unas palabras de esas que siempre suenan a superstición, pero incluso a más de uno de vosotros la zona llegaba a incomodarle bastante.

Aaron se agachó y quiso comprobar si allí había magia alguna y sí, cuando lanzó el conjuro aquello comenzó a brillar, todo lo largo y ancho que daba la magia del clérigo. Era una magia demasiado poderosa para adivinar demasiado acerca de ella, pero de lo que sí que estabais seguros era de que todo lo que había detrás de la franja en cuestión estaba bajo el efecto de un sortilegio que desconocíais.

Poca información más pudo sacar en claro el clérigo.

Para los demás, un lugar en el que no se escuchaba nada no podía ser nada bueno...

-bah, asco de magia- murmuro al levantarme y quitarme el polvo del pantalón

-seguimos adelante claro, no pensaréis huir antes de empezar- miro a los demás como desafiandoles a decir otra cosa, un estúpido hechizo no va a detenerme cuando hay diez mil monedas esperándome. Cojo la rama de un arbol con sus hojas y demas y la arrojo por encima de la franja muerta atento por si le sucede algo

Me levanto y digo: Maldad, dangre, dolor... venganza... esta tierra hiede a sufrimiento, pero algo poderoso oculta mi visión más allá... tan solo puedo ver eso, tan solo he podido confirmar las palabras de aquel que nos envía a estas tierras...

Sin más me posiciono junto a Reijar para seguir nuestros pasos hacía adelante...

Al escuchar las palabras de Aaron, me incorporé con él mirando a nuestro frente y como la maldición que pesaba sobre aquellas tierras era mucho más poderos de lo que siquiera podíamos imaginar. Ajustándome la capa de viaje y cogiendo con mi mano derecha mi fiel ballesta para mantenerla en ristre y presta para el ataque, me dispuse a continuar con nuestra empresa adentrándonos de una vez por todas en esa tierra baldía y llena de muerte.

Cuando escuché a su vez las palabras de Reijar, apenas sonreí como solía hacer con sus irreverencias y sus insinuaciones, sin embargo la visión de aquel páramo me producía un pesar que no había sentido jamás. Mi alma de elfo siempre me había vinculado de un modo muy intenso con la vida y los bosques; y contemplar semejante visión apenaba aquella parte de mi ser, por el contrario, mi alma de joven humano me apremiaba a seguir adelante y llevar a cabo la misión que me había autoimpuesto para comprobar de lo que era capaz:

-Vamos pues, esta maldición no desaparecerá aunque demoremos nuestro paso....-

Mientras Aaron observaba el terreno muerto que tenían delante, Leira se mantuvo en silencio y expectante. Cuando el clérigo y el hechicero se incorporaron, la joven relajó un poco la postura. Dirigió una vez más la mirada hacia aquella zona donde todo rastro de vida parecía haber desaparecido. Un escalofrío recorrió su espalda, pero una sonrisa bailó en sus labios. 

- Poco me conoces si crees que voy a echarme para atrás - . La joven se volvió hacia el mediano y le guiñó un ojo. Aunque en lo más profundo de su ser se sentía completamente descorazonada, un ligero brillo iluminaba sus ojos grises. 

- Venga no perdamos el tiempo... - Y tras comprobar que no había ocurrido nada con la rama que Reijar había lanzado, dio los primeros pasos hacia aquel interior muerto...

Sonrio a Leira y me apresuro para ser el primero en entrar en esa zona muerta para que nadie diga ni una palabra de miedo

-odio luchar con magos, no juegan limpio. Pero lo bueno es que en cuanto se les acaban los conjuros son muy blanditos. A ver si le podemos pillar por sorpresa-

La perspectiva me anima un poco, preferiría enfrentarme a una horda de goblins, eso si es divertido

Lo que estaba claro en aquel momento era que el que no se consolaba era porque no quería, pues pensar que después de muchísimos años de maldición aún sería posible encontrar un mago por ahí... pero claro, había cosas tan impredecibles que uno nunca sabía a ciencia cierta lo que podía o no podía suceder.

Uno y otro, fuisteis pasando aquella franja hasta el paisaje dejó de parecerse a lo que había tras ella desde el otro lado.

Ahora era de noche y seguía sin escucharse demasiado, aunque ahora sí que soplaba el viento, pero en un terreno en el que no había absolutamente nada. Allí donde antes estaba la exuberante vegetación ahora sólo había el esqueleto de un árbol con un cuervo encima que os miraba atentamente.

No había hierba sobre el suelo, sólo terreno seco y pedregoso. No había río... aunque se podía ver el camino que un día siguió aquel que habíais visto. Ahora estaba tan seco como todo lo que había en aquel lugar. No hacía nada de frío, más bien, el aire estaba cargado de una forma que parecía que os hubierais metido en un mausoleo cerrado durante muchos años a la gente. La montaña sí seguía en pie y la entrada que habíais visto desde fuera intacta.

No se escuchaba ni se veía nada. Tampoco parecía que tuviera mucho que ver un lugar como aquel.

"definitivamente no me gustan nada los magos ni sus juegos. Y me parece que no voy a divertirme mucho con esta misión"

La perspectiva no es nada buena mientras encabezo la marcha hasta la entrada a la cueva, el lugar no puede ser mas deprimente, y la perspectiva de destripar una legión de goblins parece mas remota por momentos

Cuando llego a la puerta me detengo justo antes de cruzar el umbral y miro a un lado y a otro al techo y el suelo, claro que que yo no vea nada tampoco indica mucho tras mi experiencia con trampas

-¿le echas una mirada Leira? al dueño de este sitio podría gustarle gastar bromas-

Un autentico yermo eso es lo qu era aquella tierra, ni un solo sonido, tan solo silencio...

Ni un ápice de vide, un cementerio ante nosotros, el frondoso bosque de la zona había desaparecido dando paso a aquel páramo donde la muerte y la soledad reinaban..

Ni siquiera los árboles han podido continuar su existencia en esta zona donde hiede a muerte... espero que tras nuestro paso todo cambie...

- Aquí no creo que hayan magos... - Susurró la joven mirando con los ojos completamente abiertos el paraje que se había abierto a su paso. No era consciente de que había susurrado, era como si no quisiera romper aquel silencio con el estridente sonido de su voz. Tragó saliva y se volvió a mirar la zona por la que habían venido. 

- Esto no era lo que se veía, hemos... hemos ido a otro sitio - . Por un momento deseó volver sobre sus pasos. Pero ¿a dónde iba a ir? Respiró profundamente e intentó sonreír. 

Se volvió hacia el mediano y extendiendo ambas manos, abarcando aquel terreno yermo, comentó, también medio en susurros. - ¿Que quieres que busque aquí? - Suspiró y se acercó hacia el árbol para mirar el cuervo. Parecía ser lo único vivo en muchos kilómetros a la redonda. 

Al acercarte al árbol, éste, fue lo único que no cambió.

Al mirar al cuervo, el cual había ladeado la cabeza para mirarte, sin miedo a lo que pudieras hacerle, viste que uno de sus ojos colgaba de un hilillo al lado de su pico y que por el agujero que quedaba, se retorcía un pequeño gusano blanco, gordito... un gusano al que sin duda debía de gustarle la carne muerta.

Además, al pájaro le faltaban algunas plumas.

La pícaro se acercó al árbol mientras sus compañeros esperaban conscientes de que ella era mejor que cualquiera de los demás para explorar el terreno.

Al acercarse al árbol, Leira sintió como el desayuno empezaba a removerse en su estómago. Apretó con fuerza los labios, y llevó su mano a la empuñadura del estoque...

- Aaron, ven un momento... - Le llamó con cierta urgencia en la voz. Él sabría dar una explicación a lo que veían sus ojos. Se había acercado con cierta confianza, aliviada de ver algo vivo en aquel extraño lugar. Pero descubrió con horror que aquella criatura alada estaba tan viva como sus padres, que hacía años que yacían bajo tierra...

Observo con suspicacia y disgusto manifiestos la entrada a la montaña, sea lo que sea lo que tenemos aquí dudo que sea agradable

El tono de voz de leira me advierte de que algo no va bien con el arbol y el cuervo, de modo que desenvaino espada y puñal y me acerco atento a cualquier peligro