Partida Rol por web

-Por mi parte, nos organizamos como queráis.-Dijo uno de los goblins mientras el otro escuchaba pacientemente.-De noche podemos ver con cierta facilidad, asi que nos encargaremos de esas horas. Pueden irse a dormir cuando gusten.

Dicho esto, ambos goblins se fueron a dormir con sus respectivas mascotas.

Estén atentos al viento. Al menor indicio despierten a la tripulacion.

Advierte la capitana, malhumorada, justo antes de encerrarse en su nuevo camarote de capitán.

A través de la cubierta, Dork podía oír los pasos e intuir las voces. Pasaron unas horas muy aburridas en las que Dork intuía que Abrojos concluyó su trampa. Tras eso, los fracasos fueron audibles, uno tras otro, y el barco siguió como estaba.

El semiorco ya había inspeccionado antes la bodega, pero le dedicó unos minutos a la comida cuando empezó a sentirse hambriento. Ciertamente, no le faltarían provisiones. Para beber tiene que recurrir a su propio odre, pero tras comer se encuentra más animado.

Llega la noche y la bodega es tan oscura como la boca de un lobo, pero eso no es decir nada para los ojos del semiorco. Arriba el barco ha quedado silencioso.

Dork sale de la bodega para coger algo de aire fresco, ver como están los ánimos ahí arriba y de paso mear desde la barandilla.

Cuando va a salir, el semiorco se encuentra con la trampilla cerrada. No solo tiene el seguro echado desde fuera, sino que Dork apostaría a que han puesto peso encima para inmovilizar la puerta todavía más.

Ya imaginaba que estos cobardes iban a jugármela, esta claro que no puedes ser sincero con estos remilgados.

Dork cierra el cerrojo por dentro, luego mea en una esquina, camina un poco y estira en la bodega para desentumecer los músculos, vuelve a revisar la bodega por si encuentra algo de interés, cuando se aburre come y vuelve a dormirse.

En los primeros minutos de su guardia, Abrojos escucha la trampilla de la bodega sacudirse un poco. Está claro que el semiorco ha tanteado la puerta y la ha encontrado cerrada. Además de bloqueada con un cerrojo, la puertilla tiene peso encima, de modo que no sería nada fácil abrirla, y muy ruidoso. En cualquier caso, Dork no insiste más y el resto del turno pasa en calma.

Todo el mundo descansa y las guardias de los trasgos son tranquilas. Drusilda les releva, y todo promete que la noche terminará sin incidentes. Mientras todo el mundo descansa, la semielfa otea el horizontey guarda el sueño de los durmientes.

No ha habido la más mínima señal de que vuelva el viento. Drusilda ha pensado en usar su catalejo, pero la oscuridad todavía es absoluta. A medida que se acerca el amanecer, la semielfa empieza a fantasear que el nuevo sol traerá tierra a la vista, vientos en las velas o... algo.

El amanecer es inminente y la guerrera ya está pensando en despertar a sus compañeros cuando escucha una especie de aleteo. Al mirar al palo mayor ve que ¡hay un ave posada en lo más alto! Le extraña no haber oído ni visto al animal llegar. Desde donde está, Drusilda no puede ver el pájaro muy bien porque unos amarres y telas lo tapan. Rodeando el palo podrá echar un mejor vistazo.

Drusilda coge su arco y se acerca a Lupín. Se pone en cuclillas junto a él y le zarandea el hombro para despertarlo. Lupín, ven conmigo, quiero enseñarte algo...le dice sonriendo algo malevola. A continuación se acerca a los trasgos y los despierta igualmente. Hey, buenos días. Va a amanecer, ¿Os apetece pichón a la brasa?.... saca una flecha de su carcaj y la prepara en el arco. Da la vuelta al mastil y atisba con la mirada para tratar de identificar el ave y averiguar si por lo menos será comestible. Bueno, no debemos estar lejos de tierra, empezamos bien el día, cazémoslo y subamos al palo a otear con el catalejo, ¿eh?

El primer resplandor rojizo ha llegado al horizonte. La semipenumbra se acumula todavía en los rincones de cubierta pero los mástiles se distinguen bien, la claridad descendiendo poco a poco. Algunos marineros comienzan a despertar también pero aún no hay señal de la capitana.

Girando en torno al palo mayor hasta dar con la perspectiva adecuada, los cuatro mercenarios ponen su atención en lo que sea que está arriba. No tardan en verla; posada en lo más alto del mástil, la criatura ignora a los tripulantes del barco.

Y no es un simple pichón. Visto a esta distancia podría pasar por un gallo muy grande de aspecto fiero, pero a nadie se le escapa que las alas no son emplumadas sino membranosas y oscuras como las de un murciélago. Esta casi pelado, con piel de un desagradable color gris y huesos muy visibles. Por si su apariencia no fuera suficientemente incomestible, el cuerpo acaba en un rabo de lagarto verdoso.

Sintiéndose observado, quizá, el ser mira hacia abajo, posando sus ojos rojizos en Drusilda y su arco. Abre su pico malformado, soltando un metálico graznido y dejando ver una lengua bífida. Hecho eso, vuelve a perder interés en los humanoides de abajo y hunde el pico bajo su ala izquierda arrancando algunas plumas.

-Esperad un momento.-Dijo uno de los trasgos alzando una de las manos.-Voy a intentar una cosa. No dispares.

Dicho esto, empezó a gesticular mientras observaba atentamente a la criatura. Sus gestos lo asemejaban a un borracho, o más bien a alguien imitando a un pájaro extraño al que apenas hubiera oido nombrar.

Lupin ha leído sobre la temible cocatriz, una criatura petrificadora a la que se compara con el basilisco. A pesar de su apariencia, este ser no es especialmente maligno, ni tampoco agresivo aunque, como un gallo, puede ser feroz en la defensa. Es una simple bestia a la que se suele evitar; puede ser territorial o asustadiza, como cualquier especie salvaje.

De lo que no había leído Abrojos es de que fuera un ave marítima como las gaviotas; siempre se la imaginó en tierra firme, aunque no sería capaz de apostar que no fuera una simple suposición. De hecho, el pícaro ni siquiera tenía idea de que volaran.

Aunque desde el primer sonido el trasgo tuvo la atención del ser, después de un minuto de ruidos y gesticulaciones empieza a parecer que simplemente está haciendo el tonto.

Un par de marineros curiosos se han acercado, curiosos ante los extraños gesto del pequeño mercenario. Más de uno estaba a punto de reírse de Pikard cuando este se detiene y simplemente mira al bicho. Al parar el trasgo, la criatura ha ladeado la cabeza mirándolo fijamente. Ladea la cabeza hacia el otro lado y emite un pequeño graznido como interrogativo. 

Pikard sonríe. El ave, desde su lugar en lo alto, no le quita ojo de encima.

Drusilda estaba algo desorientada... entre la curiosidad y el temor .... no sabía nada de dragones y miraba a sus compañeros como la niña que reacciona en funcion de la expresión de su madre. Todos estaban muy tranquilos, así que no debería ser una amenaza, pero no dejó el arco ni la flecha. Se acercó al camarote de la capitana y golpeo la puerta .... pom,pom,pom...capitana, tenemos visita. Quien sabe, igual los Dioses han venido para llevarse a Dork. Mientras daba tiempo a que la capitana saliese, decidió subir a popa y acercandose a sus cosas, donde había pasado la noche dejó el arco y sacó el catalejo...quería ver de cerca a aquel ser con todo detalle... a ver si va a ser la capitana, - pensó por un instante -...mmmm creo que no. ¿Tendra algo que ver con la ausencia de viento?¿Y que hace aquí?...Evidentemente no está de pesca..y no nos ataca. Volvió de nuevo a preocuparse por qué motivos habían traido a ese ser hasta el barco, pero la curiosidad le vencía y seguía observando los detalles del dragón hasta que se cruzó con su mirada....jasp! suspiró.

Desde lo alto del mástil el tamaño podía resultar confuso, pero viéndolo con el catalejo en relación con el palo el ser parece solo ligeramente mayor que un gallo normal. Claro que las alas lo hacen parecer mayor... Esas alas membranosas son bastante más grandes en proporción que las de un gallo por lo que, por lo que sabe Drusilda, deben permitirle volar.

Los ojos rojizos son inquietantes, y el pico es afilado y ligeramente serrado, lo que hace pensar que posiblemente no se alimente solo de grano. En cualquier caso no parece agresivo y ahora casi hasta amistoso hacia Pikard.

- No pensé que vería una de esas nuevamente - comenta el pícaro dando cuenta de que sabe de que se trata - de hecho no imagine encontrar alguna en el mar, aunque está claro que puede volar, las pocas veces que las vi, estaban en tierra firme - agregó antes de dar a sus compañeros la información verdaderamente importante

- No permitan que los muerda. Su mordisco no hace mucho daño, pero es capaz de convertir en piedra a quien cometa el error de dejarse morder -

Abrojos busca su arco y una flecha y, tal como ha hecho su compañero se prepara para disparar - Se llama cocatriz. Pero, de cualquier manera, si se va mejor - aclara sin perder de vista a la extraña bestia mágica voladora y a los trasgos que intentan "comunicarse" con ella

La capitana al fin sale de su camarote y no tarda en seguir todas las miradas hasta lo alto del palo mayor.

Dioses. Otro mal augurio.

Con mirada preocupada mira hacia Abrojos y Drusilda, que tienen sus arcos dispuestos. A su espalda, algunos marineros animan a los mercenarios a disparar, matando a la criatura portadora de mala fortuna, otros hombres aconsejan lo contrario, diciendo que matar al mensajero enfadará aun más a los dioses. Con la supersticiosa gente de mar nunca es fácil saber qué hacer.

Ya tenía suficiente lección de momento. Antes de guardar el catalejo volvió a otear el horizonte por si se divisaba tierra...a fin de cuentas la criatura había venido de allí. Guardó el artefacto óptico y tomó de nuevo su arco y flechas y se colocó tras la brandilla de popa que previene caer desde encima del camarote de la capitana hasta la cubierta principal. Esto es un poco raro. ¿Para que habrá venido? ¿Qué hacemos?. No estaba nada convencida de disparar.

-De momento dejarla tranquila.-Respondió el Goblin.-Por lo que veo, parece ser que mas o menos me ha entendido un poco y no la veo con demasiadas ganas de atacarnos, pero eso cambiará si alguna flecha vuela hacia ella. Al no ser un animal convencional es más complicado que me entienda, pero puedo intentar que se baje del mástil para que podamos maniobrar la vela con libertad... 

¿Os parece bien?

Mientras el goblin hablaba, su hermano fue corriendo en busca de algo que pudieran ofrecerle a la Cocatriz como alimento. Aquella situación no le sorprendía en absoluto, y ya se había encontrado en otras similares cuando osos u otros animales relativamente peligrosos habían aparecido ante ellos en los bosques. Algo de comida siempre ayudaba. 

Cuando encontró un par de trozos relativamente pequeños de carne en salazón, algo de grano, pescado desecado y unas legumbres, lo envolvió en varios paños secos más o menos limpios y subió corriendo a dárselos a su hermano. 

Una vez de vuelta, su hermano acogió la comida sin siquiera mirarla, pues sabía de sobra lo que su hermano le había traído, y le dió las gracias con una sonrisa y una inclinación de cabeza.

-No son buenos o malos los augurios de los dioses, capitana.-Respondió entonces.-Las buenas o malas son las interpretaciones que hacemos de ellos y nuestras reacciones. Puede que hayamos recibido un poderoso aliado y no lo queramos ver. ¿Hacia dónde debo indicarle que baje?