Partida Rol por web

El capitan se había despejado totalmente en un momento. El peligro tenía efectos sorprendentes en la gente.

Las grietas son demasiado grandes. Tenemos que subir a cubierta.

Él es el primero en levantarse y correr hacia la trampilla. Da unos pocos golpes, pero solo uno puede ocupar la pequeña escalera de mano y es evidente que ese uno debería ser Dork, así que el capitán del Calamar se aparta.

El cetro solar moviéndose frente a los ojos del tiburón resultó ser efectivo. Al menos, durante unos instantes las mandíbulas enormes sueltan el barco y chasquean furiosas ante la distracción luminosa. El barco se mueve ya a plena velocidad; el viento y el mar vuelven a estar vivos, y los elementos ayudan a acercarles a la costa. Las balistas están cargadas y listas, pero solo una es útil; la otra está en el lado opuesto al enemigo.

La gigantesca ave traza un círculo sobre la nave. Vuela con una lentitud deliberada, como decidiendo qué hacer. La cocatriz grazna furiosamente, poniendo sobre alerta a todo ser vivo cercano, y luego vuela hasta lo alto del palo mayor, donde parece sentirse segura por el momento.

La trampilla a la bodega se sacude con los golpes que Dork debe de estar dándole desde dentro. Tal vez haya brechas de agua abajo.

El truco del cetro no ha dado más que un momento de paz y, tras tragarse el molesto objeto, el inmenso tiburón vuelve a la carga.

Dork abrió la primera trampilla que previamente había cerrado y empezó a golpear con su hacha la siguiente trampilla. La posición era algo incómoda pero la necesidad hizo que Dork encontrara la mejor postura. Entre golpe y golpe Dork habla con sus compañeros de bodega - Más vale que cuando estén arriba ayuden en todo lo que puedan, porque puede que los otros no se fíen tanto de ustedes como yo-

Drusilda se acerca a una de las ballistas que tenga al tiburón en su lado de visión. Gira la máquina y apunta al escualo gigante. Id preparndo otro proyectil - indica a los marineros - no pensaba que se pudiera salir volando de este barco y se aferraba a las soluciones que conocía, reales y por la fuerza. Con un golpe seco el proyectil sale disparado hacia la enormidad.
 

Abrojos mira a sus compañeros primero y a ambas bestias despues, totalmente superado por la situación.

Pocas veces en su extensa carrera, se ha sentido tan inútil como en este momento. Incapaz de huir; Sabedor que sus armas no resultaban suficientes para atacar ni a uno ni a otro animal, el picaro se mantuvo aferrado al mastil mientras media al distancia que los separaba de la costa

Los trasgos habían conseguido algo de tiempo y quizás el disparo de la guerrera podía haber ayudado, pero lo cierto es que si ambas bestias no decidían luchar entre si... quizás con la participación de la cocatriz para "emparejar" el combate, no le veía demasiado futuro al barco

- En que puedo ayudar? - le preguntó a la capitana. Despues de todo, desde su punto de vista, llegar a la costa era lo prioritario. En tierra las cosas serían distintas... o por lo menos eso esperaba

Tira esos barriles con provisiones.

Contestó la capitana a Abrojos.

No creo que el tiburón se entretenga con ellos, pero tampoco los quiero dando bandazos y tirando hombres por la borda, y si llegamos a tierra no los necesitaremos.

Para dirigirse al resto de su tripulación continúa dando gritos, como lo hacía antes de que le hablara el mercenario.

TODO A ESTRIBOR. QUE ALGUIEN ABRA LA BODEGA. Dork parecía ir a derribar la trampilla igualmente, y ni siquiera él o el capitan del Calamar amotinado merecían que se les dejara ahogarse como ratas

¡AGUANTAD!

El pícaró asintió con un seco cabezazo, mientras su mascota se acomodaba en su posición favorita, enrollada en uno de sus brazos y con la cabeza erguida, lista para morder.

Abrojos dió unos pasos, para acercarse al primero de los barriles y lo hizo caer de un empujón, haciéndolo rodar con facilidad hasta la borda, donde hizo un último esfuerzo, para elevarlo sobre la barandilla y dejarlo caer al agua

Tras una rápida mirada a la posición de las tres bestias, las dos voladoras y la marina, volvió en busca de un nuevo barril, para cumplir con las instrucciones de la capitana.

Había momentos para actuar en forma independiente y otros para trabajar en equipo. Desde su punto de vista, este era uno de los últimos, y probablemente la capitana era quien mejor podía liderarlos, quien sabía como podrían llegar a la costa de una pieza. Luego si sería momento de ocuparse de sobrevivir... por sus propios medios

Unos marineros abren la trampilla, liberando a Dork y los otros prisioneros antes de que el descontrol de la situación lo haga imposible. El bárbaro es algo sensible al sol, como regalo de su sangre orca, de forma que salir al resplandeciente día de invierno después de un día completo en bodega le resulta cegador. Sin duda cree estar viendo visiones cuando distingue un ave de presa del tamaño de una nube volando sobre el barco y un tiburón casi igual de grande persiguiéndoles.

El barco vuela ligero sobre las olas y la costa se ve ya cercana. Hay poca carga innecesaria y las velas tiran del navío con fuerza. Un virote de balista rebota sobre la piel del gigantesco tiburón pero sirve para distraerlo un momento. Junto con los barriles que flotan, el cadáver que se soltó y todo lo demás, el escualo parece confundido y sobreexcitado. La playa de arena escarchada ya está a distancia de nado y los árboles nevados dan la bienvenida a los marinos. Si hay alguna posibilidad de escapar ante la furia de los dioses del mar, parece que este barco lo conseguirá.

Y, sin embargo, el tiburón parece tener una resolución mucho más fuerte y oscura que los simples instintos de un depredador. Ignorando todo lo demás, se lanza de nuevo contra el barco a una velocidad increíble y justo antes de alcanzarlo da un salto por encima del agua.

La parte inferior del cuerpo escamoso llega a cubierta y la madera es incapaz de oponer resistencia al peso. Mientras la estructura se desmorona, el suelo se escora, desnivelado, y algunos de los marineros menos afortunados descubren que la bajada acaba en unas mandíbulas enormes y varias hileras de dientes como espadas cortas. La capitana y Abrojos caen al agua entre barriles de comida, y pronto el barco al completo acaba bajo el agua. Entre el caos de las olas, gritos y el graznido de la gargantuesca ave, nadie puede ser consciente más que de su entorno inmediato: el agua que entra en sus pulmones y el mar helado que amenaza con tragarles. 

Después de que el sol le cegara, Dork nota la sensación de caída y sus instintos de supervivencia se activan, despertándolo de golpe. En el antes de tocar el agua ya Dork tenía en mente que debía ser más rápido en llegar a la costa que el resto de carnada.

Los gritos proceden de los marineros, aterrados por los tiburones más pequeños, que han visto recompensada su paciencia. Los mercenarios del Calamar no chillan, no porque no tengan miedo sino porque no saben nadar. Al igual que Drusilda con su pesada armadura metálica, se han hundido como piedras y los torpes chapoteos solo harán que algunos vuelvan a flote, aunque sea un instante.

El ave de presa ha hecho un picado sobre el tiburón gigante, aprovechando su distracción. Las garras y el pico se clavan en la piel gris abriendo terribles heridas. Parece que el gran escualo tiene sus propios problemas, pero la sangre derramada solo contribuye a excitar más al resto de depredadores.

Los dos lobos tienen dificultades para nadar, poco acostumbrados a las zambullidas en el mar y aun menos a hacerlas con peso. El lobo blanco de Kirk sufre especialmente su carga y no logra mantenerse sobre el agua.

La cercanía de la costa no es un gran consuelo si no consiguen respirar o son devorados por tiburones.

Drusilda sale a superficie y mira alrededor a ver si ve algun madero o tonel al que aferrarse antes de comenzar a quitarse todo lo que le queda de equipo. Empapada de nuevo, está aborrecida de su suerte. Por lo menos, de momento respira.

- ¡Pikard! ¡Pikard!

El primer pensamiento de Kirk cuando el mundo se convirtió en un estallido de gritos, madera y sangre fue para su hermano. Luego Kirk experimentó por primera vez en carne propia la sensación de volar cuando fue despedido por la borda bajo el peso del pez gigante. Al estar en uno de los lados del barco, el efecto trampolín fue asombroso. Si no hubiera estado cagado de miedo, hubiera disfrutado del vuelo corto y la fría zambullida.

El agua fría lo trajo de vuelta a la realidad y activó todas sus alarmas. Nunca había sido un nadador. Ni bueno ni malo. Y esa sensación de indefensión, tiburones y mosntruosidades aparte, se acentuó de forma exajerada. Quizás eso le salvó, porque la descarga de adrenalina resultante calentó su corazón y musculos infundiendoles de energía supletoria. El aire llegó a sus pulmones, el calor a su pecho y una fuerza desconocida fruto del pánico a sus músculos.

El caos a su alrededor era horrendo y prometía ser peor, dada la sangre que sobreexcitaba a los hermanos pequeños del gran tiburón gris, cuya faceta voladora fue hermosa y terrible. Desde su posición no vio señal de su hermano y eso le asustó más que nada incentivando su imaginación con funestos pensamientos de tiburones enganchandole desde abajo. Vio a Drusila hundirse en un principio pero aguantar despues para mantenerse a flote. Sin duda todo aquel metal no la ayudaba. Kirk se sorprendió a si mismo, en medio de aquella situación de pánico, imaginandose que la bella guerrera se quitaba todo y se quedaba en paños menores y húmedos para nadar mejor. Sin duda, a veces la mente te juega malísimas pasadas en los peores momentos.

Sacudió el rostro para centrarse, dispuesto a nadar en ayuda de la rubia mestiza, pero por el rabillo del ojo vio a su fiel Tak, cargado aun del peso de las alforjas, y no pudiendo soportarlo. Tak era buen nadador, como todos los cánidos, pero la carga le lastraba. Decidió acercarse para soltar o al menos cortar las sujecciones de Tak. Si lo lograba, sabía que el lobo podría apañárles para llegar a la costa mejor que muchos humanos.

Así pues, rezando porque Pikard estubiera ileso y aflote, Kirk se dispuso a ayudar a Tak.

Ya habría tiempo para hacerse el príncipe azul...

-¡Se fuerte, hermano! ¡Nos veremos en la orilla, te lo aseguro!-Gritó el goblin al ver como el barco estallaba en pedazos gracias al tres veces maldito escualo. 

Viendo como el barco se deshacía en pedazos no pudo contenerse, mirase donde mirase solo habia agua, miedo, desolación y una horrenda nube de astillas flotando en el aire. Aquella situación era nueva para el, su hermano, su lobo, todos estaban en peligro. Pese a saberse bajito, era la primera vez en su vida que se sentía pequeño.

Una zambullída en el agua fué cuanto necesitó para reaccionar. Siempre le había gustado el agua, mantenerse limpio era una de las cosas que tenía como norma. A pesar de ello, el mar nunca terminó de agradarle.

-¡Bro!-Gritó tirando de él.-Vamos, te ayudaré.

Dicho esto, me dirijo junto a el y empiezo a tirar de el hacia la orilla.

Dork paró por un momento y miró de reojo hacia atrás, el espectáculo era impresionante, las enormes criaturas luchando entre sí y el barco que parecía ser otra criatura moribunda. Se oían gritos y el agua estaba llena de sangre, la cual cortaban una y otra vez aletas de tiburón. 

Aunque ve que hay gente que necesita ayuda, no se iba a acercar y probar suerte en una lotería de ataques de tiburón.

La orilla, alcanza la orilla

Aún ocupado con el lanzamiento de un nuevo barril, Abrojos fue sorprendido por el golpe del tiburon y cayo en el agua de mala manera. De tan mala manera que se hundió mas de lo que hubiera deseado

Mientras sentía como SiSSY se desprendía de su brazo, dirigiéndose hacia la superficie, el viejo mercenario miró a su alrededor, tratando de ubicarse... y se desubicó. En apenas unos instantes fue incapaz de darse cuenta donde quedaba "arriba" y donde "abajo"

Tratando de contener la respiración trató de calmarse y recordar lo que sabía de natación, que era demasiado poco

Incluso bajo el agua, Abrojos no perdió la calma. Tenía sus recursos. Temblando por el frío del agua observó con cuidado y finalemnte vió como su fiel SiSSY se sumergía hasta el y, sin dejar que sus manos asieran el cuerpo escamoso, lo guiaba hacia la superficie

"Un problema menos" se planteó a si mismo "por lo menos se hacia donde debo dirigirme"

- Ahhhh! - el mercenario aspiró profundamente cuando su rostro rompió al superficie y tras ubicar la costa y sin demasiado estilo, pero con mucha fuerza de voluntad, movió sus brazos buscando acercarse a la orilla