Partida Rol por web

- Pues vamos - consensuó el picaro con el arco en la mano, aunque apuntando al suelo y tratando de no demostrar la preocupación que realmente sentía - Salgamos de aquí y dejemos este sitio a quienes parecen ser sus auténticos moradores - agregó en común, sin saber si sus palabras serían entendidas

- No me interesa pelear. Bordeemos la orilla - completó sin hacer ademán de tomar las ramas "despues de todo, necesito ambas manos para utilizar el arco" pensó

- Entonces adelante...

Viendo que su propuesta había sido aceptada por la mayoría, Kirk cargó leña sobre su montura formando un hatillo parecido al de su hermano. No demasiada para que Tak pudiera moverse sin estorbo, pero si suficiente para alimentar un fuego intenso durante unas horas. Tras asegurarse que estaban o en orden, tomo una tea y montó su lobo para investigar en busca de una cueva salvadora donde aseguarse una buena defensa y quizás un poco de sueño cálido...

Después de ayudarlos de salir del mar y llevarlos a la orilla, Dork se mostró algo distante con sus compañeros. Se preguntaba que hubiera pasado si no le hubieran abierto la puerta de la bodega.

Dork hizo guardia mientras Abrojos y Drusilda se recuperaban y Kirk y Pikard iban a buscar leña. Una vez hecha la fogata Dork se acerca y se calienta. Al ver por primera vez a los lobos, Dork buscó instintivamente con su mano el hacha, pero un gesto del trasgo le hizo pararse, al parecer podrían salir de esa situación sin luchar.

Cuando se fueron los lobos blancos Dork se quedó con la tensión en el cuerpo - "Este sitio ya no es seguro" -comentó en voz baja, Yo también voto por irnos hacia las rocas.

Para la siguiente vez que volvieron los lobos Dork ya tenía su hacha en la mano, - ¿Cómo sabemos que no nos van a atacar en cuanto les demos la espalda? - Susurra la pregunta mientras se levanta y hace el gesto de ponerse en marcha. Aunque al levantarse, disimuladamente, se apoya con una mano en la arena y se queda con algo de esta en el puño.

- ¿Cómo sabemos que no nos van a atacar en cuanto les demos la espalda? -preguntó Drok en un susurro.

Kirk montaba a Tak cerca del semiorco y escuchó sus palabras. Montado en el lobo, se acercó a él, con la cabeza a la misma altura, y usando la mano para cubrirse y que no llegaran sus palabras hasta sus vigilantes, respondió.

- Pues... No lo sabemos, la verdad... -un encogimiento de hombros acompañó sus palabras, que sonaron casi humorísticas en la tensa atmósfera- Pero si lo intentan mientras vamos por la playa, que es nuestro rumbo, es un terreno demasiado abierto para sorprendernos despistados. Y tenemos arcos. Y fuego. Debería ser suficiente para mantenerles a raya... por el momento. Quizás se sientan más fuertes cuando su número aumente, motivo aun mayor para no rezagarnos... -entonces consideró algo a lo que le había dado vueltas un rato atrás y le habló ya en voz alta- Por cierto Dork, agradezco que me sacaras del agua. Espero poder devolverte el favor en algún momento... -entonces a Kirk se le ocurrió algo a la carrera que valía la pena probar. Guiñando discretamente, con complicidad, un ojo a Dork, añadió esperando que alguien más le siguiera el juego y que los peligrosos espectadores mordieran el cebo- Lo cierto... es que me sacaste del agua muy oportunamente. Un poco más expuesto a tanta agua salada y se hubiera echado a perder el veneno ardiente que la capitana del barco nos dió para untar en las armas. Creo que lo tengo por aquí... -Kirk metió la mano entre sus pertenencias, rebuscando algo. Finalmente sacó un pequeño vial de aceite de pescado que todos reconocieron. Abriendo el vial, sacó unas cuantas flechas al azar y mojó las puntas en el vial, así como la punta de su lanza. Hecho esto, pasó el vial al resto para que hicieran lo mismo- Huele a pescado, pero eso es por las toxinas del pez del que sale, así que tratad de no tocarlo al dejarlo gotear sobre vuestras armas... Así, ¿veis? -inclinó su lanza hacia abajo para que "embadurnara" con eficacia toda la punta y no resbalara- Cuidado porque si entra en contacto con vuestra piel o sangre sentireis el fuego de esas toxinas estallando desde lo ojos hacia afuera... La capitana lo llamó "Ardepieles", creo recordar... Pintoresco nombre. Bendita sea la capitana y su previsión, esté donde esté. ¿Alguien sabe algo más de este veneno...?

Evidentemente el aceite no era ningún veneno, pero sus palabras podían sembrar la semilla de la duda en sus enemigos. Sobre todo porque dichos enemigos eran básicamente unos animales que no entendían las sutilezas de las mentiras ni los secretos de la elaboración de venenos, pero que seguramente si que sabían lo que era un veneno recorriendo el cuerpo. Además, el adjetivo "ardiente" había sido elegido muy concretamente para acentuar una posible reticencia a atacarles en la psique de sus enemigos, enemigos que temían el fuego.

Todos comparten la preocupación de Dork. Bajar la guardia puede significar exponerse, y una manada de huargos es algo muy peligroso, incluso aunque los mercenarios no estuvieran heridos y agotados. Incluso sin lobos blancos con aliento helado de por medio.

Entendieran el farol del trasgo o no, lo cierto es que uno de los huargos se acerca más de la cuenta y Abrojos dispara una flecha. Aunque no lo hiere, la bestia huye. Después de eso, ninguno se acerca a más de 60 o 70 pies y se mantienen bajo el abrigo del bosque, aunque en todo momento los ojos rojizos vigilan. Al menos media docena les siguen y tal vez más.

La playa de guijarros hace una curva hacia la izquierda y va ganando altura sobre el nivel del mar a la vez que el paisaje se vuelve más rocoso. El camino se hace largo y fatigoso; siempre en tensión, esperando un ataque. Al fin, la costa en este lado termina en largos acantilados que pueden ver en la distancia, pero no necesitarán ir tan lejos. Ya hay abundantes paredes de roca horada por el viento, y sin embargo no es tan fácil dar con una oquedad apropiada. Han tardado más de una hora en llegar hasta aquí e invierten buena parte de otra buscando una cueva, pero al final dan con ella. En esta zona, el suelo de piedra es irregular, con lagos naturales de agua de mar o simples charcos de oleaje estancado. El viento sopla más fuerte que en el lugar del naufragio y el bosque está más lejos. El hueco en la pared que han encontrado es pequeño, pero les supondrá tres paredes alrededor y un techo que guarde de la lluvia o nieve.

Los huargos no han ido lejos. Permanecen dentro del bosque, por el momento, pero se escuchan aullidos y de vez en cuando el gruñido de uno un poco más cerca. Los náufragos se dan prisa en volver a encender el fuego y disfrutan de unas pocas horas de reposo muy necesitadas. Cuando empieza a anochecer, la hoguera da seguridad, pero fuera de su luz no puede verse mucho y, de todas formas, la entrada de la cueva da directamente al mar y deja el bosque a la espalda. El constante romper de las olas en las rocas tapa cualquier sonido del exterior, de forma que asalta una desagradable sensación de estar ciegos y sordos a lo que sea que esos aullidos estén convocando en las cercanías.

Al escuchar las palabras del trasgo, Abrojos ni dudó en seguirle la corriente. Estaba claro, por la actitud de los pequeños jinetes que ellos sabían que los animales entendían común y si la idea era engañarlos, Abrojos era un experto en dicha tarea

- Si, y tengan cuidado cuando unteis vuestras armas - agregó como al pasar - si le entendí bien, no solo quema al contacto, sino que es dificil de sacar de la piel cuando uno lo toca - insistió mientras exageraba el cuidado que parecía poner al untar la punta de algunas de sus flechas.

Precisamente, cuando disparó una de ellas al lobo que se aproximaba añadió en voz alta - Lastima que no le acerté. Lo bueno del veneno es que no se necesita herir a alguien para que haga efecto, con un roce en la piel alcanza -

Una vez en la gruta, el picaro revisó el contorno y gruñó complacido - Supongo que hoy deberemos hacer guardias si o si - le propuso a su compañeros mientras ayudaba a encender la hoguera - Los mismos turnos que en el barco? Yo no tengo problema en hacer el primer turno, antes de que termine de anochecer - completó

Bien, pero no hagamos las guardias solos, sino de dos en dos. Me ofrezco para la primera. Creo que sería bueno equilibrar las guardia, Dork y yo somos los mas fuertes y no deberíamos hacer guardia juntos. Cualquiera de los demás será una buena combinación.

Si estos malditos animales nos atacan, no será ahora, esperarán al momento más oscuro de la noche, repondré fuerzas hasta ese momento. Dicho esto, Dork se tumba en la cueva, el calor le reconforta. En el suelo, cerca de sus manos estan sus armas, que inconscientemente acaricia de vez en cuando, como si le tranquilizara su presencia.

Los huargos le daban muy mala espina. El goblin no se habia cruzado con animales que no pudiera controlar al menos de forma relativa, asi que aquello no podía sino asustarle.

Cargó un pequeño fardo de madera a espaldas de Bro y montó sobre el con su arco y una de sus flechas en la mano. Si aquellos perros sarnosos querían atacarlos lo iban a pasar mal. Cada vez que le era posible, recogía alguna rama alargada y gruesa de algún árbol que estuviera más afuera del bosque, donde los lobos no llegasen. Le daba igual que estuvieran verdes, no las quería para el fuego. Cuando hubo juntado una docena, se bajó de Bro para aligerarlo y continuó a pié. 

Su hermano, quien había entendido casi de forma instintiva las intenciones de Pikard, hizo lo propio recopilando otra docena de ramas de árboles que iban encontrando por la zona. 

Finalmente, llegaron a la cueva.

-Yo podría hacer la primera guardia.-Dijo una vez que el fuego estuvo encendido.-Tengo aquí un puñado de flechas incendiarias que pueden valer para hacer pupa a los huargos si disparo a través de la hoguera. Además hay ahí un puñado de ramas medianamente gruesas que he ido recogiendo por el camino y otras tantas que ha cogido mi hermano. Podemos atarlas y afilarlas para formar una pequeña barricada que les haga pensarlo dos veces antes de intentar entrar. 

Lo de ir mañana a rebuscar entre los despojos va a ser dificil... ¿Y si lo dejamos y continuamos al sur?

Conforme, yo haré la primera guardia con picard las proximas 4 horas y te aydaré para preparar las barricadas. Drusilda sacó su daga y comenzó a afilar palos. ¿Cuanto aceite tenemos?¿Nos llegaría para untar la barricada?

- Prefiero reservar aceite para un uso más... -Kirk pareció buscar la palabra adecuada- ...flamígero, llegado el caso. Dork y yo haremos la segunda guardia tras Drusila y mi hermano. Nuestra visión en la oscuridad será nuestra mejor arma para ese tramo de la noche. Para la última guardia dejaré dormir a Pikard, pero yo daré instrucciones a Tak y a Bro para que hagan compañía al señor Abrojos, al amanecer. Tras esto deberíamos estar todos suficientemente descansados para emprender una nueva marcha. Si esos perros no nos han atacado en medio de la noche, claro... Yo descansaré ahora, pero antes repartíos esto -sacó un paquete de tela y tras sacar algo, se lo pasó a Abrojos. Dentro estaba la carne de delfín sobrante que habían cazado unos días atrás- Mientras yo montaré unas pequeñas trampas básicas y funcionales y luego descansaré...

Pikard tomó una rama gruesa acabada en pincho y clavó su trozo de carne en ella. Luego encajó el otro extremo en una grieta en la roca cerca del fuego y la afianzó con una piedra para que se calentara lentamente. Al menos cenaría caliente. Kirk le tiró un trozo de carne a Tak y otro a Bro y mientras esperaba que su carne se calentara, se dedicó a usar su rodela a modo de palangana para recoger agua de los charcos y estenderla por la lisa roca de los alrededores, más allá del radio de calor de la hoguera. Segun extendía el agua, iba disparando rayos de escarcha sobre la húmeda y lisa roca, la cual al instante se helaba creando una pátina acristalada y resvaladiza que el frío nocturno de esas latitudes se encargaría de mantener.

Si alguna de las alimañas de ahí fuera se aventuraba, debido a las irregularidades del terreno, lo tendrían dificil para mentenerse en estables y en pie. Dado el ángulo pronunciado de la roca lamida por el mar y los vientos hasta el abrigo donde estaban, Kirk confiaba en que les fuera sumamente dificil llegar hasta ellos. Como mínimo les haría caer unos sobre otros, poniendo sobre aviso a los defensores. En menos de 10 minutos tenía preparado su humilde sistema defensivo. Hecho esto, satisfecho de su trabajo, Kirk se comió su caliente trozo de carne de defín y se dispuso a dormirse y recuperar fuerzas.

Con tan pocas opciones de su parte, había que tirar de ingenio si querían sobrevivir.

Tras una corta discusión entre los hermanos, deciden intercambiarse entre ellos los turnos. Todos acceden al orden acordado: Kirk con Drusilda, Dork con Pikard y finalmente Abrojos y los lobos. El fuego arde con fuerza, manteniendo alejado el frío y a cualquier criatura. Hay leña acumulada para toda la noche, y nadie duda que va a hacer falta.

Mientras Kirk trabaja en su trampa y Drusilda permanece sentada junto a la hoguera vigilante, los demás intentan dormir. Es más fácil decirlo que hacerlo, sin embargo, porque en las paredes de piedra rebotan  los aullidos incesantes de los huargos, decididos a no dejarles descansar. De vez en cuando se escuchan gruñidos más cercanos, forcejeos y el sonido de carne desgarrarse, como si los lobos negros hubieran cazado algún animal no muy lejos. El coro de aullidos, junto al ruido del mar, oculta prácticamente cualquier otro sonido, de forma que sería muy difícil escucharles acercarse. El que ese pueda ser el plan de los huargos tampoco ayuda a dormir tranquilos, pero al final los que no están de guardia encuentran algo de sueño.

Drusilda no aleja la mirada de la oscuridad desde la que pueden aparecer esos monstruos de un momento a otro. La cueva está en una ancha cornisa que acaba en una caída de 20 pies hasta el mar, de forma que no hay peligro por ese lado, pero pueden venir de derecha o izquierda y, sin duda, lo harán tarde o temprano.

Kirk está fuera de la cueva aunque no se aleja más de unos cuantos pasos. Todos sus sentidos están en la posibilidad del peligro aunque su atención está repartida en su trampa improvisada. Un suelo helado será alguna dificultad, al menos retrasará un poco, incluso a lobos acostumbrados a este clima.

Los vigilantes no tienen tiempo de aburrirse porque pronto se escuchan unas piedras caer al lado derecho de la cueva. Lo que sea que se acerca no es todavía visible para los ojos de la semielfa ni el trasgo en este atardecer sombrío, pero no está lejos. Al mirar hacia el lado opuesto, el flanco izquierdo, dos ojos rojos brillan en la penumbra quizá a 60 pies de distancia.

KIRK! TENEMOS VISITA! - Dice Drusilda gritando para que el resto del grupo se despierte - DÉMOSLES UN MOMENTO PARA EL DIALOGO SI QUIERES, PERO ME TEMO QUE NO HAN VENIDO A DIALOGAR. ARRIBA SEÑORES! Mientras desenvaina la katana y se situa en el flanco izquierdo dos pasos por delante de la hoguera, Y dejando el flanco derecho descubierto.

El picaro intentó descansar mientras pudo, sabedor que, probablemente, la noche sería interrumpida por los lobos... como realmente sucedió.

De alguna manera el aviso de Drusilda era algo que el mercenario esperaba, aunque le hubiera gustado estar equivocado.

Solo tenían algo a favor, los animales no podrían acercarse todos juntos, y el viejo Lupin pensaba aprovechar la situación. Casi sin darse cuenta se levantó, aferró su arco y dió un par de pasos atrás, buscó las sombras de la caverna, dispuesto a usar su arma sin que los lobos supiesen desde donde venían los disparos. Abrojos sabía como hacer daño con sus disparos y pensaba demostrarlo en el combate que se avecinaba

-Asi no hay quien duerma.-Protestó el goblin levantándose y cogiendo su arco y una de sus flechas.-¿Que pasa, es que no hay presas en toda la puñetera zona y teneis que venir a por nosotros?

Entonces se dio cuenta. Era posible que lo que habían oido desgarrarse fuera algun superviviente del naufragio. Por su bien esperaba que estuviera muerto en tal caso.

-Apilad las estacas largas.-Digo señalandolas.-Con suerte formaremos una puerta si las entrelazamos bien. 

Dork se despereza rápidamente, coge sus armas y se levanta poniéndose en guardia, pasa la piel de su antebrazo por sus ojos para aclarar su mirada y se mantiene atento y alerta.

Los huargos habían llegado a estar más cerca de lo que nadie hubiera pensado posible. Tan oscuros como la noche y con la manada entera cubriendo el poco sonido que hacían, cuando se da la alarma los lobos ya están encima.

La cueva está orientada hacia el sur, donde tras unos 50 pies el suelo termina en una caída breve hasta el mar. El bosque queda a espaldas de la cueva, y la emboscada viene de ambos lados. La semielfa ocupa el flanco izquierdo y Kirk el derecho mientras los demás se despiertan en el interior de la cueva.

Los ojos rojizos que Drusilda vio se materializan en la forma de un ejemplar grande que se lanza hacia ella. El suelo mojado y helado les impide su táctica favorita: cargar y abalanzarse saliendo de las sombras. Sin embargo, una vez se acercan lo suficiente la velocidad con la que atacan sigue siendo temible. Las mandíbulas buscan el cuello de la semielfa pero gracias a la armadura los colmillos resbalan y solo logran clavarse en el hombro. La herida no es grave, pero Drusilda probablemente está teniendo el peor día de su vida.

La lucha de la semielfa queda es en la esquina izquierda a la entrada de la cueva, pero otro de los huargos avanza bien visible para todos hacia Kirk. El lobo llega hasta el trasgo todo lo rápido que el terreno difícil le permite y se prepara para atacarle.

Kirk puede ver cómo dos huargos más vienen detrás del que tienen en cuerpo a cuerpo. Más alejado, pero bien visible con su pelaje blanco, uno de los lobos invernales observa.