Partida Rol por web

Lo único bueno que puede decirse de la situación es que los tiburones siguen en torno al barco tan numerosos y atrevidos como durante la batalla. Eso era bueno para el intento de Abrojos, aunque para nadie era del todo tranquilizador contar con esa compañía.

Los marineros hacen caso a la capitana y echan por la borda lo más pesado y de poca flotabilidad. Algunos bultos más ligeros y trozos de madera se dejan para la construcción de los remos o para la balsa incendiada. A los marinos no se les escapa que si el mar sigue como está, la balsa se limitará a arder en el agua donde la dejen hasta que hunda. Con suerte, el regreso de la más mínima corriente les permitirá mandar el mensaje.

Para sorpresa de mucho, el plan de Abrojos es el que primero empieza a dar frutos. Con la ayuda de los trasgos y buenas cantidades de comida, cinco tiburones son retenidos a la vez por la red y sus furiosos tirones desplazan un poco el barco (aligerado de carga) hasta que dos consiguen liberarse y los restantes amenazan con escorar la nave. Lo más prudente es soltar a los que quedan y empezar de nuevo. En pocos minutos se consiguen otra vez unos tirones en la buena dirección.

Es imposible controlar a los escualos, ni siquiera con comida, cuando se ven apresados, de modo que el trabajo es arduo. La capitana no deja de repetir que la cocatriz es una buena señal, la tierra no puede estar lejos. En el horizonte al noroeste se ven unas lejanas nubes moviéndose, en contraste con el cielo despejado, inerte, que tienen sobre sus cabezas.

Entonces el vigía da un grito señalando al norte-noroeste: hay más que nubes en esa dirección. Un punto marrón se mueve, en apariencia acercándose, por el cielo. Está a muchas millas, pero con el cielo tan claro puede intuirse incluso a simple vista.

Drusilda despliega el catalejo buscando el punto en el cielo que se les acerca..... va a ser otro de estos.... se teme mientras enfoca...

El marinero es un tipo grande, de mandíbula prominente, con la cabeza afeitada y varios tatuajes. Sin embargo, la derrota de ayer y la cercanía del semiorco le hacen encogerse como si fuera un niño asustado.

Puedo hablar del barco. De los... los barcos. Luskan tiene muchos.

Es lo suficientemente listo como para no confesar lo poco que sabe después de la amenaza del bárbaro, pero está claro que es un simple marinero y sabrá poco de movimientos de tropas, composición del ejército y cuestiones parecidas. Tampoco parece

¿Qué quieres que diga?

Pregunta, casi grita.

Mientras tanto, a su espalda, Dork escucha un carraspeo del capitán del Calamar volviendo "milagrosamente" a la vida. Está claro que también le gustaría pasar desapercibido.

A Drusilda, poco acostumbrada a ese ingenio moderno, le cuesta un momento dar con la mancha en el cielo. Y, sin embargo, no hay nada con lo que confundirla y acaba dando con ella.

Ciertamente tiene alas pero, afortunadamente, no se parece en nada al bicho petrificador. Es un pájaro normal; un ave de presa que Drusilda llamaría "águila", aunque la guerrera no es una experta en fauna y la especie o raza específica se le escapa.

Parece un águila, pero juraría que es muy grande, porque está bastante lejos y parece grande. Ofrece el catalejo a sus compañeros. ¿Alguien quiere echar un vistazo?.... me temo que pueda no llevarse bien con nuestra nueva polizonte y paguemos las consecuencias nosotros... en cualquier caso debemos estar cerca de tierra.

-Bastará con esconderla en la bodega.-Dijo sonriendo mientras le echaba otro trozo de carne a la cocatriz.

Dicho esto, se colocó mirando hacia el punto que se acercaba. 

Orgulloso por el movimiento que los tiburones han conseguido imprimirle al barco, Abrojos tarda un momento en darse cuenta de lo que acaba de informar la semielfa - Mas visitas? - se pregunta sorprendido por la cantidad de criaturas que pueden acercarse a un barco que no tiene viento para moverse - Que podrá ser... esta vez? - insiste en preguntarse mientras acepta el catalejo que le presenta su compañera y lo acerca a su ojo, enfocándolo en la distancia y tratando de concentrarse en lo que sea que se acerca volando

Lupin echa un vistazo por el catalejos y tras un momento rastreando el cielo azul da con la mancha marrón. Este ingenio óptico permite ver muchísimo mejor lo que se acerca: no hay duda de que parece un águila. El único rasgo diferencial, de haberlo, es una envergadura de alas grande en relación al cuerpo. No hay ningún otro objeto ni criatura con la comparar el tamaño de la criatura, de forma que es difícil estimar proporciones, pero Abrojos coincide con Drusilda en que probablemente sea de buen tamaño. El catalejo puede estar siendo engañoso, pero hay algo en la distancia, la velocidad con la que se mueve y su aparente tamaño que hace que la escala no encaje.

Lupin ha escuchado hablar de águilas gigantes, aunque nunca ha visto una en carne y hueso. Claro que tal vez se trate de una simple ave marina que desconocía Abrojos, o quizá una raza de águila inusualmente grande.

Para flotar en una Calma Muerta, el barco parece bastante animado. Los marineros todavía no se acostumbran a la peligrosa cocatriz en su cubierta y ahora todos hablan del punto marrón del horizonte. En ese momento, las redes, que habían apresado a cuatro o cinco tiburones, tiran del barco, provocando un momento de miedo en el que el barco se escoró para luego estabilizarse y moverse de forma más continua y rápida de lo que habían conseguido hasta el momento.

Entonces ven que siete escualos, no cinco, están enganchados en las cuerdas y tiran con todas sus fuerzas en la misma dirección: hacia el noroeste. No hay nadie arrojando comida, ni parece hacer falta.

El viejo mercenario se mantuvo en pie como si se tratase del más experto de los marineros mientras le devolvía el catalejo a Drusilda - Si. Parece un águila... pero una gigante - completó mientras se rascaba la cabeza

- Esto es demasiado extraño. Son demasiadas coincidencias - añadio al ver como el barco se comenzaba a mover. El picaro volvió a descolgarse el arco de su espalda y buscó una flecha que empulgó con habilidad - Como si algo, o alguien, nos mandara todos los problemas juntos. Empezando con el orco y terminando con el viento - murmuro preocupado sin hacer ademán de apuntar al aguila - Aunque quizás lo que viene no es otro problema sino la solución. Con esas alas quizas genere el viento que necesitamos - musitó esperanzado antes de acercarse a la cubierta y tratar de descubrir porque los tiburones los arrastraban sin necesidad de alimentarlos

La capitana opina.

Está claro que esto es un castigo de algún dios del mar. Con la tormenta nos desviamos hacia el norte, y ahora en lugar de corregir el rumbo nos alejamos más... Claro que nos acercamos a la costa, y con salir de esta Calma Muerta sería suficiente.

Cierra los ojos un momento para recordar algo. Está tratando de visualizar un mapa del norte.

No podemos estar lejos de las costas de Fireshear.

Drusilda tambien prepara su arco, como se temía al final no cabremos en cubierta, y no le gustaban nada los bichos con plumas y menos con membranas. Se acerca a la puerta del camarote anexo al de la capitana con intencion de refugiarse allí en caso de problemas. Coincido con Lupín, demasiadas coincidencias, no entiendo nada, ¿son los dioses?¿es magia arcana?, pero normal lo que se dice normal no parece.

Con esta nueva determinación y coordinación los tiburones no parecen estar siguiendo más voluntad que la propia. No hay nada en el agua que explique su comportamiento, que podría venir de algún instinto, aunque, como poco, resulta raro. Aun con toda la fuerza de los escualos el barco se mueve lentamente y de forma poco regular, a tirones, pero unas horas, o tal vez hasta minutos, podrían bastar para salir de esta zona maldita.

El sol ha terminado de amanecer y la mañana transcurre fría y en calma, pero solo en cuanto al clima. Todo el mundo está nervioso y los marineros se preguntan con qué más prodigios decidirán azotarles los dioses.

- Fireshear? - pregunta el mercenario tratando de recordar que es lo que ha escuchado sobre el lugar en sus andanzas

En sus andanzas en el norte, Abrojos escuchó alguna vez ese nombre relacionado con un pueblo minero abandonado. Con el agotamiento de los minerales, a veces pasa que las ciudades que dependían de ellos quedan desiertas. Probablemente tampoco ha ayudado el poco amigable clima tan al norte y los peligros de una zona tan salvaje.

La capitana responde.

Es como he oído llamar a esa zona. Desconozco la razón.

Se encoge de hombros.

Es una región inhóspita y, hasta donde sé, desierta, pero si fuera necesario supongo que se podría atravesar a pie para llegar al campamento. Espero no llegar a eso.

Esta costa también tiene abundantes islotes. Es muy probable que sea la primera tierra que veamos.

- Si es donde creo, se trata de un lugar con un campamento minero abandonado - murmuró, más para si mismo para que para el resto - Abandonado por falta de mineral y nada más... bueno, quizás la presencia de alguno que otro animal extraño - no puedo menos que agregar pensando en lo que estaba pasando en el navío que los debía llevar.

Nunca había oido hablar de esa zona. Con tal de que lleguemos a algún sitio será gratificante. - Drusilda seguía ansiosa por desembarcar y no se sentía cómoda sobre aquel cascarón -
 

El semiorco no estaba acostumbrado a hacer preguntas especificas, solo hacía daño y la gente largaba, pero esta vez intentó hacer un esfuerzo.

- ¿Cuantos barcos como este hay por la zona?, ¿se comunican entre sí?, ¿Cual es el puerto o la ciudad más cercana y como es de grande?, ¿esperan a este barco en algún sitio?