Partida Rol por web

Las Hojas Caen en Otoño

Escena II - La Fortaleza Perdida

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20/04/2013, 22:29
Director

¡Finn, vuelve por ayuda, rápido! ¡Trae refuerzos! —el grito de Emir fue acompañado de más proyectiles, lacerando el aire nocturno en dirección al engendro de armadura dorada. Con precisión, las flechas perforaron el hueco frontal del casco, clavándose en pleno rostro del enemigo. Retrocediendo entre las rocas de la derruida fortaleza, el montaraz hechó un rápido hacia un lado, pues algo se movió y llamó su atención. La noche alberga horrores, pero también sorpresas. En el otro lado del patio, más allá del monstruo de escudo oxidado, más allá del gigante de las hachas, más allá de Livia, Finn y Darren, por uno de los huecos de la muralla aparecieron dos jinetes que él no conocía, pero cuyos nombres eran Anna y Thomas. El escudo de la Casa Llyfren brilló en sus cotas, al igual que el símbolo de los Blackford destellaba en la suya. Cargando su arco, Emir volvió a ser distraído por otra inesperada aparición: en el paso de la muralla, donde en sus tiempos habría estado la puerta principal del castillo, aparecieron Adran y Greta, martillo y espada en mano. Al ver al herrero, los ojos de Emir fueron automáticamente hacia el pequeño Finn, esperando que hiciera caso de su advertencia.

No fue así. Finn, en un repentino gesto, agarró un cascote de Piedranegra y lo lanzó contra aquella cosa enorme, portadora de la muerte. La piedra, del tamaño de un puño, impactó contra el casco con cuernos con tal fuerza que el yelmo salió despedido, cayendo junto al árbol sin hojas. Al fin, el gigante fue desenmascarado, para que su horrible faz brillase bajo la luz de la luna llena. Desde luego, era obvio que aquella cosa estaba muerta, y desde hacía mucho. Entre matas de pelo blanco y restos colgantes de carne, el cráneo asomaba al exterior aquí y allá, como manchas lechosas. El engendro poseía tres, o quizás cuatro, cuencas oculares, todas de ellas menos una vacía. El único ojo era blanco, y no se movía. Media boca asomaba en la parte más baja de la barbilla, y otra mitad en la mejilla derecha. Una oreja colgaba de la frente, mientras varios dientes amarillentos parecían haber crecido donde debería haber estado la nariz. Puntadas de hilo recorrían el grotesco rostro, uniendo las partes como si se tratara de un terrible rompecabezas sin lógica.

Livia quedó paralizada ante tal visión. A su lado, Darren torció el gesto antes de que su instinto de guerrero se interpusiese al miedo.

¡Vamos a los caballos! —gritó, con su corazón desbocado—. ¡Corred! —de un tirón, levantó al pequeño Finn y a la dama Livia del suelo, empujándolos con poca delicadeza hacia una de las aberturas de las murallas del castillo. Los ojos de Darren se posaron en Elaine, que corría directamente hacia aquella cosa—. ¡Elaine! ¡Vamos… no te quedes ahí!

La sacerdotisa vio cómo una de las hachas se levantaba hacia ella. Elaine fue más rápida que el mortífero tajo y, rodando sobre sí misma, esquivó el arma para deslizarse por debajo del gigante. De un salto, pasó por encima del asustado hombre cuyo compañero había quedado reducido a una masa de sangre y carne, y corrió hacia el umbral que daba acceso, oscuridad mediante, a Piedranegra.

Los ladridos solo precedieron a la carga un segundo antes. Elaine frenó su carrera justo cuando el primer sabueso saltó sobre ella. Su espada golpeó instintivamente, hiriendo la carne sin sangre, antes de ser derribada. Encontrándose de espaldas en el frío y duro suelo, la mujer sostuvo su filo contra la boca llena de colmillos del inconcebible perro. El animal estaba tan muerto como el guerrero sin casco: su pelo había sido negro, pero ahora raleaba; sus ojos brillaban níveos en la oscuridad; sus fauces exhibían tres líneas distintas de colmillos, y solo colmillos, mientras diversas puntadas de hilo unían un cuerpo que había sido abierto brutalmente aquí y allá.

La criatura que atacaba a la sacerdotisa era la más grande, pero no la única. Una docena de perros ladraron con aullidos casi guturales y atacaron a todo ser vivo en el patio, incluso a los ocultos. Desde detrás de un muro medio derrumbado, apareció Fargus el sastre, arma en mano, acosado por un can. Darren logró llevar a Livia y Finn cerca de la salida, justo a tiempo para ver cómo uno de esos perros del otro mundo abría a dentelladas el estómago del hombre alto derribado. La sangre manchó el árbol, y sirvió como llamada a las criaturas de la noche. Desde una de las destrozadas torres de la malhadada fortaleza, una nube de alas surgió ruidosamente, ocultando la luna momentáneamente. La horda de murciélagos se agitó como el aire, como una amenaza, quizás real, quizás metafórica, de tiempos peores.

Piedranegra reclamaba sangre, décadas después de tomar su nombre. Y no distinguiría entre Casas.

Notas de juego

1- Tiradas de todos los presentes de Combate (arma apropiada), Agilidad (esquivar) y Voluntad (coraje). Además de cualquier cosa que querráis hacer. Los no combatientes también, por si necesito la tirada.

2- Usad la pestaña de los personajes nuevos para ver su descripción.

3- Mapa cutre-paint para aclarar situaciones:

Partes grises: muros y columnas. Partes negras: murallas. Círculo verde: árbol.

Estrella roja de cinco puntas: Adran y Greta. Estrella verde: Darren, Livia y Finn. Estrella roja de seis puntas: Anna y Thomas a caballo. Estrella negra: Fargus. Estrella naranja: Elaine. Estrella rosa: Emir.

Flechas: los gigantes (izquierda: hachas, derecha: dorado).

Líneas rojas, dirección de perros, que irán a por todos.

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21/04/2013, 13:07
Elaine Ríos
Sólo para el director
- Tiradas (3)

Motivo: Combate

Dificultad: 0

Tirada (7): 1, 2, 4, 3, 5, 4, 1

Guardados (5): 5, 4, 4, 3, 2

Total: 18, Éxito asombroso

Motivo: Agilidad

Dificultad: 0

Tirada (4): 2, 1, 5, 1

Guardados (4): 5, 2, 1, 1

Total: 9, Éxito considerable

Motivo: Voluntad

Dificultad: 0

Tirada (5): 6, 1, 4, 6, 4

Guardados (5): 6, 6, 4, 4, 1

Total: 21, Éxito asombroso

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21/04/2013, 13:34
Elaine Ríos

-Señor de la luz, protégenos - dijo el sacerdote
- Pues la noche es oscura y alberga horrores - respondieron los demás, a coro

Las palabras resonaron en la mente de Elaine mientras corría hacia la oscuridad del pasadizo, detrás del anciano que tanto dolor les estaba causando. No tenía tiempo de pensar en los Blackford, no quería detenerse ante aquellas armaduras vacías de alma. Quería capturarlo, tenía que hacerlo. O sus primos jamás podrían vivir en paz.

- Señor de la luz, ilumina nuestros corazones
- Pues la noche es oscura y alberga horrores

Lo oyó antes de verlo. Ese ser, que alguna vez fue un perro, saltó sobre ella, inmune al filo de Destello.

- Y tanto - dijo Elaine, respondiendo a los sacerdotes de sus recuerdos. - pero el fuego los quema y los hace desaparecer

Forcejeó con la criatura, sujetando los dientes con la espada, y apoyó la mano libre sobre el cuello de aquel ser. Elaine utilizó sus piernas para quitárselo de encima de una patada, lanzándolo hacia sus congéneres. El sabueso empezó a arder, y la sacerdotisa aspiró una bocanada de olor a carne quemada.

Se levantó de un salto, y se apartó justo a tiempo de la embestida de otro de esos monstruos. Alzó sus manos, y otro fuego, más grande que el anterior, iluminó la entrada del pasadizo. El tono cobrizo de su piel, cubierta de sudor, reflejó el brillo de las llamas. No se detuvo; la mujer, que parecía una estatua de bronce, se apartó hacia la derecha y desde allí buscó con la mirada, por un instante, a Livia, al otro lado del patio.

No, nunca la perdonaría.

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25/04/2013, 03:03
Emir "Almahueca"
Sólo para el director

El tipo de la armadura podía ser esquivado con relativa facilidad... pero los perros... eso lo dudaba. Y no sabía cuántos podían ser. Disparó las dos flechas en dirección a la puerta. La primera hacia los perros que venían en su dirección, la segunda hacia la zorra que había cogido por el cuello a Livia y arrojado a la misma contra el suelo. Su amada le había hablado de ella en alguna ocasión. Una zorra y una maldita bastarda. Ahora no le cabía duda.

Siguió retrocediendo hacía las sombras del bosque mientras atraía al gigantón y algún perro. Acabaría con todos. Aunque le costase la noche entera.

 

- Tiradas (4)

Motivo: esquivar

Dificultad: 0

Tirada (5): 1, 4, 1, 4, 5

Guardados (5): 5, 4, 4, 1, 1

Total: 15, Éxito asombroso

Motivo: voluntad

Dificultad: 0

Tirada (4): 5, 4, 5, 1

Guardados (4): 5, 5, 4, 1

Total: 15, Éxito asombroso

Motivo: disparo perro

Dificultad: 0

Modificador: +1

Tirada (7): 5, 6, 2, 1, 4, 3, 5

Guardados (4): 6, 5, 5, 4

Total: 20+1 =21, Éxito asombroso

Motivo: disparo Elaine

Dificultad: 0

Modificador: +1

Tirada (7): 2, 6, 3, 3, 3, 5, 2

Guardados (4): 6, 5, 3, 3

Total: 17+1 =18, Éxito asombroso

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25/04/2013, 23:14
Anna Valerious
Sólo para el director
- Tiradas (6)

Motivo: Punteria pierna derecha

Dificultad: 0

Modificador: +1

Tirada (6): 5, 4, 1, 3, 6, 2

Guardados (4): 6, 5, 4, 3

Total: 18+1 =19, Éxito asombroso

Motivo: Punteria pierna izquierda

Dificultad: 0

Modificador: +1

Tirada (6): 2, 1, 3, 4, 1, 4

Guardados (4): 4, 4, 3, 2

Total: 13+1 =14, Éxito increible

Motivo: Punteria pierna derecha

Dificultad: 0

Modificador: +1

Tirada (7): 4, 5, 3, 5, 5, 1, 5

Guardados (4): 5, 5, 5, 5

Total: 20+1 =21, Éxito asombroso

Motivo: Punteria pierna izquierda

Dificultad: 0

Modificador: +1

Tirada (7): 4, 1, 3, 1, 2, 1, 4

Guardados (4): 4, 4, 3, 2

Total: 13+1 =14, Éxito increible

Motivo: Agilidad

Dificultad: 0

Tirada (4): 2, 2, 2, 1

Guardados (4): 2, 2, 2, 1

Total: 7, Éxito considerable

Motivo: Voluntad

Dificultad: 0

Tirada (2): 1, 4

Guardados (2): 4, 1

Total: 5, Éxito considerable

Notas de juego

Las dos primeras tiradas de punteria están mal, que miraba tu mensaje para guiarme y he contado un 2B en punteria, cuando en realidad tengo un 3B, por eso las he repetido con 7 dados. De todas formas los resultados son casi iguales.

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25/04/2013, 23:37
Anna Valerious

Un grito hizo que Anna y Thomas descartasen el dejar los caballos y avanzar sigilosamente los pocos metros que les separaban de las ruinas de la fortaleza.

Al llegar a uno de los accesos al patio, lo que Anna vio la dejó helada por unos segundos, en el patio de lo que había sido Piedranegra, había dos gigantes, o mas bien lo que una vez fueron gigantes, pues dado su aspecto y el olor que desprendían, estaban muertos desde hacía mucho, sin embargo ahí estaban armas en mano tratando de acabar con todo aquel que se cruzase en su camino.  Recuperada de la impresión inicial, con la vista recorrió todo el patio, observando enfrente de ellos como un montaraz, con el emblema de los Blackford,  descargaba flechas contra uno de los gigantes, que ahora se dirigía hacia él.  A su izquierda observó a Elaine esquivar el ataque del otro gigante e introducirse en la fortaleza, y como aparecía por detrás de un muro un hombre que no conocía, armado, que no tardó en vérselas con uno de los perros.

A su derecha divisó como Darren llevaba a Livia y a un niño hacia la salida sur del patio, y como aparecían frente a ellos una chica y un hombre armados con una espada y un martillo de herrero, respectivamente.

Pero los gigantes no eran el único peligro que había en el patio. Unos ladridos precedieron a la aparición de una docena de perros, tan muertos como los gigantes, desde donde Elaine había entrado hacia escasos momentos, que se dirigían a atacar a todo ser viviente que estuviese en el  patio.

Sin embargo la montaraz ya había fijado un objetivo para sus flechas: el gigante que había intentado matar a Elaine, ahora pasaba frente a ella en dirección a donde Darren acababa de dejar a Livia y al muchacho.
Rápidamente Anna cogió una flecha y aguantando la respiración apuntó con su arco a la pierna más cercana a ella del gigante. Nada mas disparar la primera flecha, cargó otra y sin esperar a que la primera llegase a su objetivo, disparó de nuevo, a la otra pierna del gigante.

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26/04/2013, 15:32
Livia Llyfren

Alcanzando una de las aberturas de la muralla del castillo, Livia se soltó como pudo de la mano de Darren y se apoyó en la parte exterior del derruido muro del castillo. La joven llevaba en su rostro el miedo y así lo reflejó ante dos desconocidos, una joven y un hombre canoso, que se adentraban a las ruinas del castillo.
Cuando los sabuesos ladraron, Livia se agazapó escondiendo su rostro y oídos con sus manos, evitando oír sus aullidos guturales.

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26/04/2013, 16:36
Finn

Olor a sangre y carne putrefacta. Últimamente era un olor demasiado familiar para el joven aprendiz. Por fortuna para él, su maestro y Greta aparecieron por la que antaño fuera la entrada principal de la fortaleza.
“¡Adran! ¡Greta! ¡Salgamos de aquí!”
Finn, al ver como la bella joven quedaba paralizada, frenó su carrera y tiró del brazo de ella.
“¡Vamos! ¡No te pares!...Mi maestro y Greta nos protegerán”

- Tiradas (3)

Tirada oculta

Motivo: agilidad

Dificultad: 0

Tirada (4): 6, 3, 1, 3

Guardados (1): 6

Total: 6, Éxito considerable

Tirada oculta

Motivo: voluntad

Dificultad: 0

Tirada (2): 1, 5

Guardados (1): 5

Total: 5, Éxito considerable

Tirada oculta

Motivo: puntería

Dificultad: 0

Tirada (4): 1, 2, 3, 3

Guardados (1): 3

Total: 3, Éxito insignificante

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27/04/2013, 15:19
Adran "el herrero"

El viejo herrero había estado preocupado hasta el momento por la desaparición del muchacho, sin embargo aquello era de lejos lo último que esperaba encontrarse. -¡Greta qué haces aquí, avisa al resto! Sin esperar a ser escuchado salió raudo en dirección al grupo donde se encontraba su aprendiz.

-¡Finn! ¡Qué haces aquí, vuelve al castillo y pide refuerzos!- El herrero parecía tener algún tipo de obsesión con poner a todos los jóvenes camino a pedir ayuda.

- Tiradas (1)

Motivo: Combate

Dificultad: 0

Tirada (3): 1, 2, 5

Guardados (3): 5, 2, 1

Total: 8, Éxito considerable

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27/04/2013, 17:29
Emir "Almahueca"

El tipo de la armadura podía ser esquivado con relativa facilidad... pero los perros... eso lo dudaba. Y no sabía cuántos podían ser. Disparó las dos flechas en dirección a la puerta. 

Siguió retrocediendo hacía las sombras del bosque mientras atraía al gigantón y algún perro. Acabaría con todos. Aunque le costase la noche entera.

Ya estaba cargando otras dos flechas cuando las sombras del bosque lo acabaron de envolver.

 

 

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27/04/2013, 18:35
Darren

Mientras corría hacia una apertura en el muro de la fortaleza el caballero podía sentir en sus brazos el peso de los dos cuerpos que casi llevaba en volandas.

Un poco mas... un poco mas. Se repetía para si mismo sin perder el ritmo, guiado por la determinación.

Para su sorpresa varios invitados inesperados hicieron su aparición. Unos eran amigos, pero de los otros solo conocía su blasón. Los Blackford rivales y enemigos en el pasado, ahora  parecían estar de su lado.

Darren había puesto a salvo a  Livia y al niño, ahora tenían  una posibilidad de escapar.

El caballero desenvaino su espada como un acto reflejo en cuanto llegaron a sus oído los ladridos y gruñidos que parecían venir de la oscura Piedranegra.
Estaba decidido a no dejar a nadie atrás, pero antes de volver debía intentar que Livia se pusiera a salvo.

El hombre guardo su acero y se acerco a Livia. Primero la zarandeo y luego le parto las manos de los oídos para que pudiera escucharlo.

-Mi señora tiene que irse ya. Hágalo por su hermano, márchese... aquí solo sois una molestia. Darren se sintió mal porque el tono no había sido el adecuado, pero quizá era lo que Livia necesitaba para reaccionar.

El caballero se aparto de Livia y se coloco junto a los Blackford al tiempo que volvía a desenvainar.

-Ambos bandos tenemos a gente en peligro ahí dentro... ¿Estáis conmigo? Mientras hablaba Darren alternaba su mirada entre el caótico patio de la fortaleza y los dos extraños que se encontraban junto a él.

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27/04/2013, 18:38
Darren
Sólo para el director
- Tiradas (4)

Motivo: Guerra

Dificultad: 0

Tirada (3): 6, 1, 4

Guardados (3): 6, 4, 1

Total: 11, Éxito increible

Motivo: Combate (Arma hoja larga)

Dificultad: 0

Tirada (7): 2, 6, 1, 1, 3, 2, 5

Guardados (5): 6, 5, 3, 2, 2

Total: 18, Éxito asombroso

Motivo: Agilidad

Dificultad: 0

Tirada (3): 2, 6, 6

Guardados (3): 6, 6, 2

Total: 14, Éxito increible

Motivo: Voluntad

Dificultad: 0

Tirada (3): 6, 6, 6

Guardados (3): 6, 6, 6

Total: 18, Éxito asombroso

Notas de juego

Uso la tirada de Guerra para observar la escena y analizarla. Quisiera ver si mi personaje encuentra alguna estrategia que le permita  vencer o detener momentáneamente a los  gigantes o al menos a uno de ellos. 

Añado las otras tiradas que pedias por si las necesitas.

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28/04/2013, 00:49
Greta Druel

Espada en mano, la escudera se adentraba en el patio junto a Adran, cual pálido rostro amedrentado ante lo que vislumbraban sus ojos, los cuales captaron la presencia, al fin, del pequeño que parecía, en principio, sano y salvo.

Todo lo que allí ocurría en aquellos momentos dejó a la muchacha estupefacta, pero como siempre, trataba de aparentar valentía.

La voz de Finn la sacó de su asombro y tras ésta, la del herrero que le ordenaba avisar al resto, mientras se acercaba donde estaba el chico. 

-Obedezcamos a Adran, pues creo que lo mejor será sacarte de este embrollo- dijo Greta al muchacho, mientras alzaba su espada para enfundarla de nuevo, y dirigirse de vuelta al castillo.

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28/04/2013, 01:34
Greta Druel
Sólo para el director

Notas de juego

Dani, lo de las tiradas que mencionas, ¿tengo que hacerlas yo también? Si la respuesta es sí, ¿cómo debo hacerlas?

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28/04/2013, 01:48
Director

Notas de juego

Hola Paola. Sí, hazme la tiradas, por favor. Te explico como van. Abre la ficha para que te sea más fácil entenderlo. Primero, mira que hay un dado arriba a la derecha, para que se abra el menú de tiradas.

En dados lanzados, debes poner siempre el número de dados que tengas en Rango MÁS, si fuera el caso, el número de tu especialidad. Ejemplo: En Agilidad tienes 4 dados, además de un dado más (1B) en la especialidad Esquivar. Así, si haces una tirada para, por ejemplo, correr, lanzarías 4 dados por tu Agilidad. PERO si haces una tirada para esquivar, al ser tu especialidad, lanzarías 5 dados (4 de Agilidad + 1 de Esquivar).

En dados guardados, SIEMPRE (salvo alguna virtud o defecto) guardas los mismos dados que tengas en Rango. En el ejemplo de Agilidad, siempre guardarías 4.

Con el resto de tiradas igual. Las que no tengan especialidades, o la especialidad no sea la que yo pido, se tiran y guardan los mismos dados (por ejemplo, en la tirada de Voluntad, al no aplicarse tu especialidad, tiras 3 y guardas 3).

En motivo indica de qué es cada tirada. El resto dejalo vacío.

Así, resumiendo, debes:

Tirada de Agilidad: Lanzados - 5, Guardados 4 (por tu especialidad en esquivar)

Tirada de Combate: Lanzados - 5, Guardados 4 (cuento tu especialidad en espada)

Tirada de Voluntad: Lanzados - 3, Guardados 3 (tu especialidad no se aplica aquí)

¿Me he explicado bien? ¿Está todo claro? Cualquier duda, me comentas :)

¡Ah! Haz las tiradas solo para mí, para el director, como destinatario.

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28/04/2013, 11:05
Livia Llyfren

-¡Vamos! ¡No te pares!...Mi maestro y Greta nos protegerán– Le decía el pequeño a Livia.
La joven, asustada, hizo caso omiso al muchacho, ignorando a los otros dos de la casa Blackford. Agazapada sintió como unos brazos fuertes la zarandeaban y le apartaban sus manos. Livia levantó la vista mirando a Darren a los ojos y consiguió susurrar:
–Por mi culpa… -
-Mi señora tiene que irse ya. Hágalo por su hermano, márchese... aquí solo sois una molestia- pero no pudo terminar su frase “…moriréis todos”.
Era la primera vez que alguien podía verla tan débil, tan asustada, tan frágil. Aunque solo le importaba la vida de unos pocos de los que estaban allí, esa noche moriría mucha gente.
“Hágalo por su hermano” se repitió en su mente. Volviendo a la realidad, la joven se levantó miró su camino y se dirigió a su caballo con pasos firmes hasta que corrió.

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28/04/2013, 12:42
Thomas

La escena era un caos, Thomas ya había visto situaciones así, la diferencia que las anteriores veces se desarrollaron en el campo de batalla. Por suerte él estaba preparado. Lo primero que debían de hacer era poner a salvo a Livia, cosa que ya parecía que había conseguido hacer Darren, con la señora en disposición de ponerse a salvo todo era mas sencillo.

El caballero entendió la situación, Elaine era vital para salir indemnes de aquí, así que sacó a relucir su espada y se preparó para la batalla.

Ella debía de aguantar en pie, se dijo a así mismo.

- Tiradas (3)

Motivo: Agilidad

Dificultad: 0

Tirada (5): 5, 3, 2, 2, 5

Guardados (4): 5, 5, 3, 2

Total: 15, Éxito asombroso

Motivo: Combate

Dificultad: 0

Tirada (5): 1, 6, 5, 5, 4

Guardados (4): 6, 5, 5, 4

Total: 20, Éxito asombroso

Motivo: Voluntad

Dificultad: 0

Tirada (3): 4, 5, 4

Guardados (3): 5, 4, 4

Total: 13, Éxito increible

Cargando editor
28/04/2013, 14:19
Director
- Tiradas (3)

Motivo: Agilidad

Dificultad: 0

Tirada (5): 6, 2, 5, 1, 1

Guardados (4): 6, 5, 2, 1

Total: 14, Éxito increible

Motivo: Combate

Dificultad: 0

Tirada (5): 3, 4, 6, 6, 5

Guardados (4): 6, 6, 5, 4

Total: 21, Éxito asombroso

Motivo: Voluntad

Dificultad: 0

Tirada (3): 6, 1, 6

Guardados (3): 6, 6, 1

Total: 13, Éxito increible

Notas de juego

Te he hecho las tiradas para que las veas de ejemplo, que ya estoy escribiendo.

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28/04/2013, 16:03
Director

Los ladridos llenaron la noche, repentinamente iluminada por los fuegos de Elaine. Destellos y sombras alumbraron y oscurecieron rostros, creando formas de pesadilla entre las piedras de la fortaleza abandonada. La sacerdotisa siguió invocando aquellas llamas, mientras Darren retrocedía con Livia y Finn tras él. La dama no soportó la situación, cayendo de rodillas y tapándose los oídos para intentar dejar de oír a los terribles canes.

¡Adran! ¡Greta! ¡Salgamos de aquí! —gritó Finn al ver aparecer inesperadamente a su maestro y a la escudera.

¡Finn! ¡Qué haces aquí, vuelve al castillo y pide refuerzos! —aulló Adran tras ordenar a Greta que se fuera de allí. El enorme herrero, martillo en mano, corrió hacia su aprendiz, mientras los perros saltaban hacia ellos. La enorme arma del hombre golpeó al primer animal en pleno aire, derribándolo a un lado. La mano de Adran agarró a Finn, pero éste, observando a Livia, no pudo evitar chillarle:

¡Vamos! ¡No te pares!... Mi maestro y Greta nos protegerán.

Un segundo can atacó al grupo, y un tercero tras él. Darren lanzó un tajo hacia uno de ellos, cortando pelaje, carne e hilo, y el perro se deshizo ante sus ojos. El otro animal saltó sobre Adran, cuy martillo fue demasiado lento esta vez. El perro se enganchó a su cuerpo, clavando sus podridas garras en su pecho, y lanzó una destellada hacia la parte baja de su cuello. Adran sintió el corte de los dientes pero, por fortuna para él, el escudo de Darren golpeó duramente al extraño sabueso, lanzándolo por los aires.

Mi señora, tiene que irse ya —dijo Darren a la paralizada Livia, casi sin detenerse a mirar la herida del herrero. Por fortuna, solo era un pequeño rasgón, aunque sangraba bastante—. Hágalo por su hermano, márchese... Aquí solo sois una molestia —las palabras de Darren parecieron despertar a Livia, que al fin reaccionó y, levantándose, comenzó a correr hacia la salida principal del patio, perdiéndose finalmente más allá de las murallas, en la oscuridad de la noche.

Greta vio de reojo a la mujer huir, y supo que debían hacer lo mismo.

-Obedezcamos a Adran, pues creo que lo mejor será sacarte de este embrollo —le dijo, aunque sus ojos miraban con preocupación la herida del herrero. Tirando del niño, lo obligó a correr, casi a empujones. Antes de salir de aquel lugar, vio cómo, en desesperada lucha, Adran y Darren frenaban al resto de los perros… pero quedaba aquel gigante de rostro muerto.

Darren se colocó delante del engendro, con el herido Adran a su lado, y tomo aire, analizando la situación. Esas cosas debían de tener algún punto débil, algo que, al menos, las frenase. El gigante no le dio tiempo a pensar, y descargó ambas hachas sobre él y su inesperado compañero. Él rodó a la izquierda, y el enorme herrero se echó atrás a tiempo, y los peligrosos filos de las hachas se mellaron contra el suelo de piedra.

-Ambos bandos tenemos a gente en peligro ahí dentro... ¿Estáis conmigo? —preguntó Darren a Adran, esperando contar con su ayuda ante tal formidable enemigo. El rostro del herrero fue iluminado por otras de las llamas de Elaine, aunque a través de las sombras Darren no supo si aquel hombre asentía, o siquiera si le había oído. Fuera como fuera, él no solo no podría con el gigante.

Como si su mente convocase tal ayuda, llegó, literalmente, la caballería. Thomas cruzó el patio, cargando con su corcel y su acero en alto. Trazando un arco perfecto, descargó su espada a través del grueso cuello del gigante, acabando el tajo con un giro ascendente. Sin inmutarse, el engendro perdió la parte izquierda de su amorfo rostro, descociéndose. Varios gusanos saltaron por los aires, y un olor nauseabundo llenó el patio.

¡Los hilos! Darren se dio cuenta de cuál era el punto débil de aquellas cosas, justo mientras una flecha pasaba ante él y se clavaba en la pierna izquierda del gigante. Desde lo alto de su montura, Anna preparó una segunda flecha, disparándola rápidamente sobre la otra pierna en un intento por detenerlo. Sin embargo, ni el tejo de Thomas ni los proyectiles de Anna impidieron al monstruo alzar de nuevo sus armas contra Adran y Darren.

La nube de murciélagos aleteó sobre el campo de batalla. Fargus fue derribado por el perro que lo acosaba, y otro más se unió al ataque ante el desvalido sastre. Desesperado, el hombre logró patear a uno de ellos, pero el segundo sabueso mordió su mano izquierda. La sangre caliente llovió sobre su cara, y su grito perforó la noche. Su daga se clavó instintivamente bajo la mandíbula del animal, pero ni una gota de sangre salió de la fea herida. Dolorido, Fargus volvió a hundir el cuchillo en la carne muerta para, por fin, lograr apartarlo de encima suya. Intentó apoyarse en el suelo para retroceder ante el acoso de los perros, pero al tocar el suelo con su zurda, sintió una punzada de dolor tan terrible que tuvo que apretar los dientes para no volver a gritar.

Al otro lado del patio, Emir retrocedía entre disparos de flechas. El gigante de armadura dorada lo seguía, amenazante, imparable ante sus saetas. Pero el objetivo del montaraz era ahora otro. Más allá del engendro, observó cómo Elaine convertía la entrada a Piedranegra en una llama que convertía en la mayoría de los canes que surgían de las profundidades del castillo en bolas de fuego. Los perros, ardiendo por los fuegos que saltaban de unos a otros, se tambalearon por el lugar, con sus cuerpos deshaciéndose cuando las costuras se prendían. Una flecha de Emir perforó las fauces de uno de los sabuesos que habían escapado del redentor fuego; en el mismo disparo, una segunda flecha sobrevoló al derribado perro, cruzando el patio hasta su destino mientras el arquero desaparecía entre los escasos árboles de más allá de la muralla, seguido por el engendro.

Elaine perforó el cuerpo de un perro al mismo tiempo que notaba cómo algo perforaba su propio cuerpo. El dolor la dejó sin aliento. Con la boca abierta por la sorpresa, la mujer miró abajo, y se encontró con una flecha clavada en su pecho izquierdo, terriblemente cerca del corazón. Una tos le sobrevino, y un esputo de roja sangre salió de su boca. Cayó de rodillas, rodeada por su fuego y por la muerte andante. Sintió frío y calor al mismo tiempo, y supo que la vida se le escapaba.

Thomas, no lejos de ella, vio cómo caía la mujer. Varios perros, algunos de ellos ardiendo, atacaron a su montura. El corcel dio coces, asustado, y el guerrero apenas pudo mantenerse sobre el animal. Antes de terminar de caer, Thomas saltó a un lado, cayendo a unos tres metros de Elaine. De un espadazo acabó con un can, pero enseguida se vio sobrepasado por tres animales más, obligándole a retroceder de la moribunda sacerdotisa.

Anna también tenía problemas con su caballo. El animal olía la muerte, sentía el fuego, y corcoveaba. Perdió la siguiente flecha que iba a lanzar, y no perdió el arco por poco. Su montura pifiaba, fuera de sí.

Iluminado por los fuegos, el patio de Piedranegra reclamó la vida de los presentes, bajo alas negras.

Notas de juego

He colocado los destinatarios desmarcados, para que tengáis cuidado con quiénes reciben los mensajes. Simplemente, escribid para el director y yo los haré visibles a sus destinatarios.

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28/04/2013, 16:18
Director

Martin se movía entre las sombras y los escasos árboles del entorno como si hubiera nacido para ello. Tras él, Barkas se movía más hábilmente de lo que Martin hubiera creído, pero aún así nunca le pareció lo suficientemente sigiloso. Por fortuna, el sonido de la batalla en el patio de Piedranegra era suficiente para ahogar cualquier pisada.

Alcanzando la muralla derruida, el espía y el maestre treparon a través de los restos de una escalera hasta el adarve. Con un gesto, Martin indicó a Barkas que se arrastrase. Con los gritos del combate bajo ellos, los dos hombres se asomaron a aquel destrozado patio de armas.

En tiempos de paz, habrían visto que, más allá del muro, había un único árbol se elevaba en el centro del patio, con sus ramas sin hojas retorciéndose en todas direcciones. La antigua puerta de entrada a Piedranegra yacía, quemada, a los pies del árbol: el umbral que precedía al interior era tan negro que la noche no podía competir con su oscuridad.

Pero no eran tiempos de paz, por lo que el patio no era solo ramas y piedra, sino también vida y muerte… La vida de la gente de la Casa Blackford, pero también de los Llyfren, que luchaban por su vida en aquel inesperado campo de batalla; y la muerte, portada por dos gigantes, uno de ellos ya conocido por Barkas y Martin: uno de cubría su cuerpo con una dorada coraza y un yelmo a juego, mientras a su espalda una andrajosa capa se mecía bajo la brisa nocturna. Sus grandes manos sostenían una oxidada espada y un escudo que había visto mejores tiempos, alzados como peligrosa advertencia ante los presentes. El otro engendro levantaba con sus gruesos brazos dos hachas tan pesadas que una de ellas no podría levantar por un solo hombre común. Su armadura era negra y plateada, con un asqueroso rostro que recordaba al que habían visto en Puño del Cielo.

No eran los únicos engendros en el patio: precedidos por ladridos, varios perros salieron de la oscuridad del umbral que daba acceso a la malhadada fortaleza para atacar a todo ser viviente. Los canes estaban tan muertos como el guerrero sin casco: sus pelajes habían sido negros, pero ahora raleaban; sus ojos brillaban níveos en la oscuridad; sus fauces exhibían tres líneas distintas de colmillos, y solo colmillos, mientras diversas puntadas de hilo unían cuerpos que había sido abiertos brutalmente aquí y allá.

La sangre manchaba el árbol central, sirviendo como llamada a las criaturas de la noche. Desde una de las destrozadas torres de la fortaleza, una nube de alas surgió ruidosamente, ocultando la luna momentáneamente. La horda de murciélagos se agitó como el aire, por encima de las cabezas de Martin y Barkas, como una amenaza, quizás real, quizás metafórica, de tiempos peores.

Piedranegra reclamaba sangre, décadas después de tomar su nombre. Y no distinguiría entre Casas. Los ojos expertos de los observadores analizaron aquel campo de batalla antes de actuar, mirando a conocidos y a desconocidos luchar por su vida. Allí estaban Adran y Greta, en la entrada principal de las murallas; allí estaba el pequeño Finn, junto a una bella dama, protegidos por un guerrero cuyo blasón lo identificaba con hombre de los Llyfren; allí estaba Emir, lanzando flechas al engendro de armadura dorada y retrocediendo hacia un hueco en las murallas; allí estaba Fargus, acosado por uno de los horribles sabuesos; allí había una mujer que, increíblemente, convocaba fuegos en su lucha contra los perros; allí había dos jinetes, hombre y mujer, soldado y arquera, entrando en escena desde el otro lado del patio.

En medio del caos, los sonidos y los gritos llegaron a oídos de los ocultos hombres. Los ladridos llenaron la noche, repentinamente iluminada por los fuegos que convocaba Elaine. Destellos y sombras alumbraron y oscurecieron rostros, creando formas de pesadilla entre las piedras de la fortaleza abandonada. La sacerdotisa siguió invocando aquellas llamas, mientras Darren retrocedía con Livia y Finn tras él. La dama no soportó la situación, cayendo de rodillas y tapándose los oídos para intentar dejar de oír a los terribles canes.

¡Adran! ¡Greta! ¡Salgamos de aquí! —gritó Finn al ver aparecer inesperadamente a su maestro y a la escudera.

¡Finn! ¡Qué haces aquí, vuelve al castillo y pide refuerzos! —aulló Adran tras ordenar a Greta que se fuera de allí. El enorme herrero, martillo en mano, corrió hacia su aprendiz, mientras los perros saltaban hacia ellos. La enorme arma del hombre golpeó al primer animal en pleno aire, derribándolo a un lado. La mano de Adran agarró a Finn, pero éste, observando a Livia, no pudo evitar chillarle:

¡Vamos! ¡No te pares!... Mi maestro y Greta nos protegerán.

Un segundo can atacó al grupo, y un tercero tras él. Darren lanzó un tajo hacia uno de ellos, cortando pelaje, carne e hilo, y el perro se deshizo ante sus ojos. El otro animal saltó sobre Adran, cuy martillo fue demasiado lento esta vez. El perro se enganchó a su cuerpo, clavando sus podridas garras en su pecho, y lanzó una destellada hacia la parte baja de su cuello. Adran sintió el corte de los dientes pero, por fortuna para él, el escudo de Darren golpeó duramente al extraño sabueso, lanzándolo por los aires.

Mi señora, tiene que irse ya —dijo Darren a la paralizada Livia, casi sin detenerse a mirar la herida del herrero. Por fortuna, solo era un pequeño rasgón, aunque sangraba bastante—. Hágalo por su hermano, márchese... Aquí solo sois una molestia —las palabras de Darren parecieron despertar a Livia, que al fin reaccionó y, levantándose, comenzó a correr hacia la salida principal del patio, perdiéndose finalmente más allá de las murallas, en la oscuridad de la noche.

Greta vio de reojo a la mujer huir, y supo que debían hacer lo mismo.

-Obedezcamos a Adran, pues creo que lo mejor será sacarte de este embrollo —le dijo, aunque sus ojos miraban con preocupación la herida del herrero. Tirando del niño, lo obligó a correr, casi a empujones. Antes de salir de aquel lugar, vio cómo, en desesperada lucha, Adran y Darren frenaban al resto de los perros… pero quedaba aquel gigante de rostro muerto.

Darren se colocó delante del engendro, con el herido Adran a su lado, y tomo aire, analizando la situación. Esas cosas debían de tener algún punto débil, algo que, al menos, las frenase. El gigante no le dio tiempo a pensar, y descargó ambas hachas sobre él y su inesperado compañero. Él rodó a la izquierda, y el enorme herrero se echó atrás a tiempo, y los peligrosos filos de las hachas se mellaron contra el suelo de piedra.

-Ambos bandos tenemos a gente en peligro ahí dentro... ¿Estáis conmigo? —preguntó Darren a Adran, esperando contar con su ayuda ante tal formidable enemigo. El rostro del herrero fue iluminado por otras de las llamas de Elaine, aunque a través de las sombras Darren no supo si aquel hombre asentía, o siquiera si le había oído. Fuera como fuera, él no solo no podría con el gigante.

Como si su mente convocase tal ayuda, llegó, literalmente, la caballería. Thomas cruzó el patio, cargando con su corcel y su acero en alto. Trazando un arco perfecto, descargó su espada a través del grueso cuello del gigante, acabando el tajo con un giro ascendente. Sin inmutarse, el engendro perdió la parte izquierda de su amorfo rostro, descociéndose. Varios gusanos saltaron por los aires, y un olor nauseabundo llenó el patio.

¡Los hilos! Darren se dio cuenta de cuál era el punto débil de aquellas cosas, justo mientras una flecha pasaba ante él y se clavaba en la pierna izquierda del gigante. Desde lo alto de su montura, Anna preparó una segunda flecha, disparándola rápidamente sobre la otra pierna en un intento por detenerlo. Sin embargo, ni el tejo de Thomas ni los proyectiles de Anna impidieron al monstruo alzar de nuevo sus armas contra Adran y Darren.

La nube de murciélagos aleteó sobre el campo de batalla. Fargus fue derribado por el perro que lo acosaba, y otro más se unió al ataque ante el desvalido sastre. Desesperado, el hombre logró patear a uno de ellos, pero el segundo sabueso mordió su mano izquierda. La sangre caliente llovió sobre su cara, y su grito perforó la noche. Su daga se clavó instintivamente bajo la mandíbula del animal, pero ni una gota de sangre salió de la fea herida. Dolorido, Fargus volvió a hundir el cuchillo en la carne muerta para, por fin, lograr apartarlo de encima suya. Intentó apoyarse en el suelo para retroceder ante el acoso de los perros, pero al tocar el suelo con su zurda, sintió una punzada de dolor tan terrible que tuvo que apretar los dientes para no volver a gritar.

Al otro lado del patio, Emir retrocedía entre disparos de flechas. El gigante de armadura dorada lo seguía, amenazante, imparable ante sus saetas. Pero el objetivo del montaraz era ahora otro. Más allá del engendro, observó cómo Elaine convertía la entrada a Piedranegra en una llama que convertía en la mayoría de los canes que surgían de las profundidades del castillo en bolas de fuego. Los perros, ardiendo por los fuegos que saltaban de unos a otros, se tambalearon por el lugar, con sus cuerpos deshaciéndose cuando las costuras se prendían. Una flecha de Emir perforó las fauces de uno de los sabuesos que habían escapado del redentor fuego; en el mismo disparo, una segunda flecha sobrevoló al derribado perro, cruzando el patio hasta su destino mientras el arquero desaparecía entre los escasos árboles de más allá de la muralla, seguido por el engendro.

Elaine perforó el cuerpo de un perro al mismo tiempo que notaba cómo algo perforaba su propio cuerpo. El dolor la dejó sin aliento. Con la boca abierta por la sorpresa, la mujer miró abajo, y se encontró con una flecha clavada en su pecho izquierdo, terriblemente cerca del corazón. Una tos le sobrevino, y un esputo de roja sangre salió de su boca. Cayó de rodillas, rodeada por su fuego y por la muerte andante. Sintió frío y calor al mismo tiempo, y supo que la vida se le escapaba.

Thomas, no lejos de ella, vio cómo caía la mujer. Varios perros, algunos de ellos ardiendo, atacaron a su montura. El corcel dio coces, asustado, y el guerrero apenas pudo mantenerse sobre el animal. Antes de terminar de caer, Thomas saltó a un lado, cayendo a unos tres metros de Elaine. De un espadazo acabó con un can, pero enseguida se vio sobrepasado por tres animales más, obligándole a retroceder de la moribunda sacerdotisa.

Anna también tenía problemas con su caballo. El animal olía la muerte, sentía el fuego, y corcoveaba. Perdió la siguiente flecha que iba a lanzar, y no perdió el arco por poco. Su montura pifiaba, fuera de sí.

Iluminado por los fuegos, el patio de Piedranegra reclamó la vida de los presentes, bajo alas negras.

Notas de juego

He colocado los destinatarios desmarcados, para que tengáis cuidado con quiénes reciben los mensajes. Simplemente, escribid para el director y yo los haré visibles a sus destinatarios.

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Mapa cutre-paint para aclarar situaciones (estáis en la esquina superior derecha):

Partes grises: muros y columnas. Partes negras: murallas. Círculo verde: árbol.

Estrella roja de cinco puntas: Adran y Greta. Estrella verde: Darren, Livia y Finn. Estrella roja de seis puntas: Anna y Thomas a caballo. Estrella negra: Fargus. Estrella naranja: Elaine. Estrella rosa: Emir.

Flechas: los gigantes (izquierda: hachas, derecha: dorado).

Líneas rojas, dirección de perros, que irán a por todos.