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Las Hojas Caen en Otoño

Escena II - La Fortaleza Perdida

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16/06/2013, 15:16
Director

Piedranegra ardía. Todos lo olieron, todo lo notaron. Cuando Elaine, Martin Blackford y Darren surgieron de sus entrañas, atrás había quedado la muerte y el fuego purificador.

La escena que encontraron no podía ser más extraña: Duncan detenía a Qyburn, amarrando sus manos a la espalda con brusquedad. A su lado, Thomas y Adran deseaban con sus ojos poner las manos —y el acero— en aquel antiguo maestre, que tanto daño había hecho a la región en apenas una noche.

En la tierra, malherido mortalmente, estaba Leroi. Una fea herida en el bajo vientre torcía su gesto que, incrédulo, observaba a su sollozante hermana… la misma que lo había apuñalado, los Siete saben por qué. Barkas, con ayuda de Anna y el fiel escudero Edweir, logró cortar la hemorragia, y el joven señor supo que, a pesar de todo, viviría. Entre Adran y Darren lo ayudaron a subir al caballo de Qyburn, donde lo tumbaron lo mejor que pudieron. Finn abrazó las piernas de su maestro, con el niño que realmente era tomando el control de su pequeño cuerpo.

Los horrores habían quedado atrás, al fin. Piedranegra volvió a arder, décadas después, mientras con una última mirada, los Blackford y los Llyfren separaban de nuevo sus caminos. Los primeros se llevaron a Qyburn, con la promesa de que la otra Casa podría acudir a las mazmorras de los Blackford para interrogarlo; los otros llevarían a su señor con su maestre, intentando encontrar sentido a la acción de Livia. La joven sería vigilada y encerrada al alcanzar la fortaleza de los Llyfren.

Los ojos llorosos de la dama se cruzaron con la mirada de Emir, y nadie tuvo duda de lo que pasaba entre ellos. Tampoco entre Elaine y Darren, y el propio Martin, cuya experiencia final en el interior de Piedranegra los había cambiado para siempre. Edweir y Finn ya nunca más serían niños, a pesar de su edad.

Y Fargus y Greta nunca regresarían. Sus secretos, si los había, desaparecieron con ellos.

Nubes de guerra se percibían sobre Poniente, con cuervos de alas negras volando de un castillo a otro, desde el frío Muro hasta la árida Dorne. ¿Qué futuro les deparará a ambas Casas, ahora, quizás, hermanadas en una sola?

Nadie podía saberlo…

¿CONTINUARÁ?