Partida Rol por web

Una sonrisa genuina se dibujó en el rostro de Elaine. Ser Darren había elegido quedarse a su lado, y los Llyfren habían conseguido cruzar la montaña. Quizá aquel espectro fuera inmune al fuego, pero estaban ganándole terreno centímetro a centímetro. Estaba cansada, y no guardaba ninguna esperanza para sí, sin embargo no todos morirían esa noche.

Eso ya era una victoria.

Ni su espada ni su dios sirvieron de mucho cuando la Dama atravesó el pecho de la sacerdotisa. Elaine sintió cómo el fantasma rasgaba cada fibra de su ser. Las palabras de la Voz en la Sombra volvieron a su mente, y comprendió que la arrastraba a la Oscuridad. Su tiempo se acababa.

Quiere llevarme con ella, Darren - dijo con esfuerzo - Se lleva... mi alma... pero mi... corazón... es tuyo.

Elaine trató de sonreír, y en lugar de eso, las lágrimas corrieron por sus mejillas. La mano del espectro helaba, cortaba el aliento. La sacerdotisa trató de recordar el calor del fuego, el cariño de Leroi al recibirla cuando regresó a casa, la calidez de Martin cuando quiso protegerla de los sabuesos, la emoción profunda y desconocida cuando su mirada se cruzaba con la de Darren.

- Marchaos - suplicó, y se encomendó al Dios Rojo, para que le permitiera aguantar los segundos que necesitaban para ponerse a salvo.

Su grito de dolor y miedo atravesó la noche. Su espada resonó en el pavimento cuando la dejó caer, sin fuerzas ya para sostenerla.

¡NO! - grito sacando mi estilete de la manga y con todas mis fuerzas corto la mano del espectro. O al menos lo intento - Vieja, apártate de ella - digo con rabia y me lanzo placándo al espectro. Elaine tenía a Darren, Emir seguramente tuviera a alguien.. aquí el único solo en la vida y en el mundo era yo, si alguien debía morir... que así fuera.

- ¡Tu! tu has matado a mi primo, a mi sobrino, seguramente mataste a mis padres y a mi hermano - grito mientras intento herir al espectro en un ataque de rabia.

No sé que efecto tendrá... pero mi tormento me exige descargar mi ira con ese espectro

El desesperado ataque de Martin terminó con su arma atravesando lo que no podía ser herido. Sin embargo, la segunda garra espectral de la Dama se hundió también su pecho, y un dolor paralizante colmó el cuerpo de Lord Blackford.

-Mis hijos -sonrió Alyssa-. Mis queridos, quedaos con vuestra madre...

-¡Aparta tus sucias manos de ella! Grito  Darren con rabia cuando vio que Elaine estaba a merced del espectro. Su  rostro estaba desencajado por el miedo, miedo a perderla.

Darren estaba sumido en la desesperación sin saber como salvarla. Permaneció allí contemplando la escena hasta que finalmente las palabras de Elaine trajeron valor a su corazón. El caballero doy un paso al frente para salir en su rescate, pero Lord Blackford se adelanto y eso  hizo que Darren se detuviera.

El espectro parecía ahora ser inmune a los ataques físicos y por culpa de ese hecho el rescate de Lord Blackford había acabado de la peor manera posible.

Darren sopeso sus opciones y aun con las palabras de Elaine en su recuerdo guardo sus armas y corrió hacia ella,  rodeándola fuertemente con sus brazos.

-¡Ella es mía! Grito antes de dar un fuerte tirón para arrancarla de las garras del espectro. Darren no sabia si aquello era lo correcto, pero no se lo ocurría otra forma.
Cuando la tuvo fuera del alcance de ese ser y mientras la abrazaba con fuerza le susurro ¿Estas bien?

Por el pasillo lo único que Livia pensaba era en salir de aquel malhadado lugar. Sin mirar atrás, llegaron al exterior, a la noche abierta. El olor putrefacto aún les perseguía en sus ropajes, Livia respiró del aire puro de la noche, pero a pesar de ello no saciaba su agonía. ¿Qué hacemos aquí? Pensó al percatarse de que habían dejado atrás. –Tenemos que volver – ordenó mirando a Ana y a Thomas– No podemos dejarlos – imploró a su hermano. Livia dio media vuelta y volvió a entrar al pasillo. 

Barkas dió unos pasos para que la luz de la luna lo iluminara y Qyburn pudiera reconocerle.

-Qyburn. Maldita escoria! Sabía que eras tú. Aléjate del caballo ahora mismo o juro por la mismisima ciudadela que te dejo tan lleno de agujeros que ni toda la seda de Myr podría recomponerte.

-Duncan. Redúcelo pero ten cuidado. Sabe de venenos.

El herrero permaneció mudo... Algunos no los conocía pero Greta, esa sí era conocida suya, compañera de juegos de Finn.

-¿Porqué no me hicisteis caso cuando os dije que volviérais.? -Maldijo en voz alta

-¡Qyburn!, ¡maldito! ¡Espero que tengas una forma de arreglar todo tu desastre, o te juro que te desvelaré secretos que no conocías! ¡Con la ayuda de mi fragua!- Empezó a blasfemar mientras se encaminaba a grandes zancadas en su dirección.

-Una hostia, sólo una y vivirá

Ahí estaba el tal Qyburn del que todos hablaban. Y por lo que parecía estaba solo y desarmado. A grandes pasos Thomas se dirigió hacia él y desenvainó su espada. y al grito de:

-¡Queda usted prisionero de la Casa LLyfren!-

Con su espada apuntándole dirigió la mirada a Anna esperando que le siguiera en su idea, al fin y al cabo él era el líder de la guardia. Y su objetivo era claro. Capturar a un enemigo para que su señor Leroi decidiera su destino, y no fueran otros de otra casa los que se llevaran dicho botín.

El andar, los muertos, los gritos de nuestra supuesta madre, la fosa, el ver como inocentes caían al vacío a una muerte segura, todo salido de las peores historias que nos haya podido contar nuestra ama de cría y finalmente el salir a la luz de la luna para encontrar al responsable, dejando atrás a gente preciada.

Livia parecía querer regresar, mostrando una preocupación inusual en ella, pero era por Elaine o acaso por el heredero Blackford?

Leroi no la soltó cuando esta quiso regresar y tironeo de su mano para traerla nuevamente contra el:

-"No hay forma de volver!-dijo mirándola a los ojos- No hay manera, la grieta es demasiado grande para sortearla de un salto y además los muertos ocupan toda la habitación, yo también quiero salvarlos y para eso el viejo ese que ahora se esta rindiendo en el piso tiene que deshacer la hechicería que haya generado, pues no hay otra forma de que haya logrado tal cosa sin recurrir a las artes oscuras..."- dijo el joven visiblemente enfadado por la situación y mirando de reojo al anciano. 

Tras una accidentada y peligrosa huida, habían salido de la fortaleza. Pero no todos lo habían logrado.
Ante ellos un hombre intentaba huir a caballo, identificado como Qyburn por uno de los Blackford que impidió su huida disparándole con su ballesta. Thomas se adelantó a todos y espada en mano le dijo que se rindiese a los Llyfren, y miraba a Anna en busca de complicidad.

Sin embargo, Livia por el contrario no prestó atención a Qyburn, si no que ordenó a Anna acompañarla a buscar a los que se habían quedado atrás. A su hermano le pidió lo mismo, pero este la detuvo argumentando que todo estaba perdido para los que se habían quedado.

Entonces Anna viendo la situación decidió que había llegado el momento de alzar su voz, aunque fuese para contradecir a su señor.

-No podemos dejarlos a su suerte. Son de los nuestros, la joven señora tiene razón. ¿Es más importante arrebatar a los Blackford la captura de ese hombre, del cual solo sabemos lo que ellos han dicho, que ayudar a los nuestros? - dijo la montaraz, casi gritando, mirando a Leroi y a Thomas, pero sin esperar ningún apoyo por su parte.

Dicho esto, le dijo a Livia: - Yo iré delante, sígame, pero prométame que si la situación es muy peligrosa, saldrá corriendo hacia fuera, sin mirar atrás. - Y se adentró de nuevo en las ruinas, en dirección a la cueva donde se habían quedado Elaine, Darren y los dos hombres de la casa Blackford.

-Maldita sea Anna-gritó Thomas enfadado ante la respuesta de la montaraz-Anna tu señor te ha ordenado algo, y yo también, como jefe de la guardia a la que perteneces te digo que obedezcas-
-O acaso pretender poner en peligro a los dos señores de la casa con tu imprudencia--Suplico el caballero visiblemente enfadado ante la actitud de su subordinada, no entendía como no veía la situación con claridad, si se iba dejaría a Leroi con la sola protección de Thomas, y si se iba llevaría de nuevo al peligro a la insensata de Livia.

Por suerte para todos Leroi se disponía a agarrar la mano de la señorita de la casa. Acaso no entendía ella que todo esto era por su culpa, ella fue la que abandono la seguridad del hogar para vivir esta peligrosa aventura. Y de paso meterlos a todos ellos en peligro. Insensata.

El llanto del pequeño rasgó el aire, se alzó sobre el grupo y les envolvió como si de una fría niebla se tratara.  El lamento del joven Finn pronto anidó en los corazones de todos y cada uno de ellos, como una triste melodía, como un canto fúnebre en honor de los compañeros caídos en aquel sombrío lugar que llamaban Piedranegra.
“¡Greta!...no, ¿Por qué?”, acertó a decir entre sollozos. Greta había sido su compañera de juegos, su única amiga…y, ahora, ella había sido engullida por el malhadado foso, arrastrada al interior de un abismo formado por carne putrefacta y vísceras. Pero el aprendiz también lloraba por el bueno de Emir, atrapado en las entrañas de la fortaleza.
El muchacho enjugó sus lágrimas con la manga de la sucia camisa de lino que vestía. Todo aquello, decían, era obra del tal Qyburn, del hombre al que Barkas apuntaba ahora con su ballesta. La rabia se adueñó del pequeño cuerpo del joven y, como golpeado por un rayo, su cuerpo se estremeció. Aquel desgraciado debía pagar por todo el daño que había causado. Finn apretó los dientes y cerró los puños con fuerza, presa de un ataque de cólera.
“¡Barkas, dispara! ¡Atraviesa con tus dardos a ese malnacido!... ¿A qué esperas?”, sin esperar respuesta el joven dio unas zancadas, presa de la ira, hacia el antiguo maestre mientras jugueteaba con una pequeña piedra, que acababa de tomar de la tierra fresca, entre sus manos. La piedra pasaba de una mano a otra, como si aquel objeto inanimado pudiera dar gráciles saltitos por el aire, y, cuando Finn consideró que estaba a una distancia adecuada para no errar en sus intenciones, el brazo derecho del muchacho descargó el irregular proyectil con fuerza sobre aquel desgraciado.
“¡Maldito seas!”

-¿No vas hacer nada? –Reclamó mirando a los ojos de su hermano –¡Elaine y Darren están ahí! Y vuestro señor Blackford – dijo buscando apoyo en el maestre y en el caballero de la otra casa. Pero ninguno parecía preocupado por él. Todos estaban obsesionados por Qyburn, todos salvo la montaraz. Livia quería seguir los pasos de Anna, pero su hermano la detuvo, no la dejaba marcharse sujetándola de la mano. El grito de Thomas la enfureció aún más, pretendía que desobedeciera la orden que él mismo había ignorado. – Insolente –soltó enfadada a Thomas - Ella no acatará tus órdenes.- Miró a la montaraz y le asintió, tenía todo su respaldo.

Livia se estaba dando cuenta de que perdían un tiempo muy valioso, el fantasma de Alysaa ya podía estar matándolos, matándolo. Fijó su mirada en su objetivo – ¿Qué has hecho? ¿Cómo detenemos a la dama? Desembucha, rata, o estos caballeros estarán encantados de vengar a sus compañeros.-

Anna escuchó la voz de ser Thomas, pero no puso demasiada atención a sus palabras. Decían algo de desobedecerle a él y a su joven señor Leroi, pero ella sabía que no eran ciertas, porque la única orden que había recibido era la de su joven señora Livia, y era muy clara: entrar de nuevo a por los que se habían quedado atrás. Y aunque no hubiese recibido tal orden, lo habría propuesto, pues la montaraz no era de las que abandonaba a compañeros.

Anna pensó que no era momento de discusiones, el tiempo corría en contra de los que pretendía salvar. Siguió penetrando en Piedranegra, con pasos rápidos pero silenciosos, mientras sus pensamientos se volvían a centrar en si les encontraría con vida, y como podría ayudarles a salir de allí si aún vivían. 

Leroi miro a su hermana y, si no la amara como lo hacia, le hubiera dado un golpe en la cara, pero los verdaderos hombres no hacían eso, mucho menos aquellos que querían ser respetados.

Apretó mas fuerte su mano al momento en que le dijo:

-"Si todo esto ocurrió por tu culpa! Tu te escapaste por un pasadizo secreto en medio de la noche para reunirte aquí a quien sabe que! No vengas ahora a hacerte la victima, si estamos aquí fue por que me preocupo por ti y estos hombres y mujeres me siguieron siendo leales, así que compórtate!- los ojos del joven destilaron un brillo amatista con la luz de la luna, Leroi respiro y hablo más calmadamente- hay un foso enorme que no podrán pasar saltando de ninguna forma"-

Livia comenzó a gritarle a Quyrun, por lo que Leroi le dio ordenes al jefe de su guardia:

-"Thomas, pon la espada en el cuello del viejo y aféitale su barba, que empiece a hablar o le afeitaras la garganta, pero ten cuidado, como dijeron es bueno en venenos..."- 

Tranquilizaos todos! Por los siete! Duncan, pon un poco de orden por lo que mas quieras!

Barkas avanzó hacia Qyburn y se interpuso entre él y los demás.

A nadie ha hecho más daño este hombre que a nuestra casa pero de é depende que podamos llegar a sanar a Lady Blackford y deshacer el ejército de cadáveres. Si tan preocupados estais por los vuestros, os invito a que os deis la vuelta y acudais a ayudarlos pero si permanecesia aquí, mantened la compostura para que pueda dialogar con el prisionero! Malnacido o no es un maestre de la ciudadela y no se le puede apedrear como si fuera un cualquiera.

Barkas, de espaldas a Qyburn guiño un ojo a los presentes. entonces se dio la vuelta y se encaro con el maestre renegado.

Maestre Qyburn. Malvados o no tus logros han sido grandes y eres un maestre. Como tal me asegurare de que se te trate con respeto bajo mi custodia. Habla, hermano. cuéntanos como cotrolas a tus formidables criaturas.  Habla y me ocuparé de que nada te ocurra y que haya por tu libertad una justa negociacion.

Cuando salieron de aquella oscura mazmorra aún seguía agarrado a Lady Livia, pero en cuanto le dio el aire en el rostro se soltó, confiado de que todo lo malo había pasado. Mientras los mayores se hacían cargo del viejo que parecía haber organizado aquella brujería se apartó contra una piedra y se sentó, sujetando las rodillas con los brazos.

Quiso responder cuando Livia intentó volver al interior para rescatar a los demás, pero su señor avanzó antes y la detuvo, y la dureza de sus palabras le hicieron cerrar la boca de nuevo.

Recuperando un poco el aplomo se levantó del suelo y se movió hasta estar al lado de Leroi, intentando de nuevo comportarse como un verdadero escudero.

Emir corrió, ascendiendo lejos de aquel maldito lugar. Los muertos no estaban interesados en él, así que corrió, trepó y deseó volver a ver a Livia. Una vez arriba, echó una última mirada al trono de huesos, y descendió hasta el pasillo de piedra que lo llevaría tras los pasos de su amada.

Sus jadeos resonaron en la oscuridad, contra la roca antigua y las telarañas recientes, en una carrera sin fin…

…y la noche lo recibió, al fin. Aire puro, algunos árboles y la luna en el cielo. Había sobrevivido a Piedranegra… pero hallarse con lo inesperado. Ante él, vio cómo su amada Livia apuñalaba a su hermano Leroi, ante la sorpresa de todos. La bella joven hundió un puñal en su vientre, en el hueco entre las piezas de la armadura. Leroi cayó al suelo, gimiendo.

En las entrañas de Piedranegra, Martin y Elaine sentían su muerte. El frío se apoderaba de sus cuerpos, y nada parecía capaz de detener a la Dama. Darren, solo en aquel lugar, se sintió impotente, e hizo lo único que un guerrero sabía hacer. Se lanzó sobre su objetivo, Elaine, con decisión. La abrazó, la empujó, pero no logró alejarla de la mortífera garra espectral que la estaba destrozando por dentro. Elaine, fría y pálida, no pudo responder a su pregunta; a su lado, Martin sabía que, al fin, su fin había llegado.

Entonces, la Dama se echó atrás. Darren cayó al suelo con Elaine entre sus brazos, y Martin cayó de rodillas al suelo, jadeante.

—¡Mis niños! ¡Mis niños! —aulló, desesperada. Su tono fue agudizándose, con la locura apoderándose de su fantasma—. ¡Mis niños, todos muertos por las manos de los hermanos! ¡Pero vosotros, aún… aún…! ¡Corred! ¡Corred! ¡Antes de que regrese! ¡Corred, y quemad este malhadado lugar! ¡Corred, mis niños!

Piedranegra tembló, bruscamente, y los cuerpos animados cayeron al suelo, regresando a la muerte. Otro temblor, y varias pequeñas piedras cayeron sobre Elaine, Martin y Darren. Un tercer temblor abrió una grieta en las paredes de la caverna, y el trono de huesos se deshizo.

El lugar rugía, vivo, mientras el fantasma de Alyssa chillaba con dolor. El aullido fue tan agudo, que los oídos de todos los presentes se sentían a punto de estallar. La montaña de cadáveres empezó a venirse abajo, con cuerpos cayendo aquí y allá.

—¡Huid, mis niños! ¡Perdonad a vuestra madre! ¡Corred!