Partida Rol por web

Las luces. Eso era exactamente lo que no le cuadra a Edward. La última vez que estuvo allí, el barrio era bastante tranquilo. A una hora como la que estaba el Gangrel (cerca de la media noche), lo normal sería que no hubiesen tantas luces prendidas en otras casas.

E incluso, el vástago nota la silueta curiosa de alguien observando en dirección a la residencia de Dick. Todo aquello sólo reforzaba la sensación de que parecía que Edward llegaba tarde a la fiesta y que tendría que descubrir lo que había sucedido... y por el aspecto de las cosas, solo... ya que no había señales de los hombres de Ramirez o del Sheriff.

La lluvia sigue arreciando, los ojos curiosos -o preocupados- parecen omnipresentes y la tenue capa de hielo sobre la que Edward ha tenido que caminar para salvaguardar la mascarada parece una vez más ser la protagonista de este nuevo incidente. 

Las luces. Me encanta. Pensó Edward mientras bajaba cabreado del coche, pero en silencio. 

Había enviado un mensaje a Ramirez, pero lo más probable es que allí no llegara a tiempo. Estaba bastante ocupado con el tema de Independence Hall como para salir corriendo tal y como el Gangrel había hecho. Y la cuestión es que esto no había hecho más que empezar.

Abrió el maletero y comprobó que todo estaba en orden.

Armas, cuchillo, chaleco, gabardina, grabadora con cinta nueva, el equipo completo.

Tenía que meterse en el Refugio de Dick, su gran amigo Dick, y hasta ahora, el favor que le estaba devolviendo estaba tornándose más un favor hacía Edward que hacía Dick. Un favor bastante caro que devolver, se dijo a si mismo mientras cerraba el maletero del coche y se dirigía hacía el Refugio de Dick. Evitó de alguna manera que si había algún curioso allí le viera, y eligió un sitio para entrar, el cual había preparado de antemano.

¿Quién le iba a decir que mirar un par de horas la casa iba a resultarle útil una noche después?

Se acercó a la casa lo más rápido y lo más en silencio que podía, hasta que llegó a una de las paredes que separaba el interior de la calle. Iba a saltar, iba a entrar y se iba a cargar cuanta cosa hubiera allí dentro. Si eran humanos, claro, tal vez les rompería el cuello, pero si allí dentro encontraba un Vástago... bueno, la cosa se iba a poner más que chunga.

Estaba hasta los mismísimos huevos de este jueguecito.

Edward no se lo pensó más y salió en dirección a la reja de la casa. Ni siquiera se dio cuenta que la había saltado, salvo por el roce que su gabardina hacía contra su cuerpo. Cayó de pie del otro lado, y miró a un lado y al otro, antes de salir corriendo hacía una de las paredes de la casa. 

Iba a entrar allí y iba a descubrir que estaba pasando.

E iba a ser rápido como un rayo.

Silencioso y ágil Edward salta sin pensárselo más, bajo la seguridad de las sombras. Se escabulle por el jardín sin mirar hacia atrás. Está seguro que de estar vivo, escucharía los latidos de su corazón y sentiría la adrenalina darle un impulso adicional. El lugar está silencioso, abandonado. Y el hecho de que Edward haya logrado llegar hasta la pared de la casa sin activar alguna alarma o ser detectado por alguno vigilante sólo reforzaba esa sensación de que había llegado demasiado tarde.

Al acercarse a una ventana nota que el interior de la residencia se encuentra a oscuras. La ventana debe dar a la sala principal. El porche y la puerta principal estabas a unos metros. La puerta, de madera blanca, tiene una mirilla que deja observar desde el interior. El pórtico parece elegante, decorado con algunas plantas y limpio. Pero las luces exteriores también están apagadas. La pared está fría, pintada de un color claro apenas perceptible en la oscuridad, poco tiempo podría "camuflarse" Edward L'Strange. Cualquier ojo curioso podría ver su silueta contra el color del muro.

Edward sabe que ese tipo de casas tiene también una puerta trasera. Puede rodear la residencia y tratar de entrar por allí, pero sabiendo que aquel lugar es -o era- el refugio de un vástago, quizás entrar fuese a tomar algo más que un poco de suerte. La verdadera pregunta que el Gangrel debería hacerse era ¿cuánto tiempo tendría antes de que las cosas se empezaran a poner peor para él?

Edward no se lo pensó.

Primero, giró por la casa hasta quedar fuera de la vista de cualquier curioso que pudiera estar viendo, en busca de un sitio para ocultarse.

Cuando llegó a la parte de atrás, se quedó junto a la puerta durante dos segundos mirando por dónde podía entrar. Podía intentar forzar la puerta, o entrar por una ventana, pero lo más probable es que cualquier cosa que hiciera, haría saltar una alarma silenciosa.

Era probable.

Miró en la fachada, buscando algún tipo de cámara o de alarma, para desactivarla.

Si no la encontraba, la cosa si se iba a poner interesante. Muy interesante.

Iba a entrar como una tromba por cualquier agujero que pudiera hacer. Y eso haría mucho ruido. Aunque ahora mismo, no estaba en condiciones de mantenerse en las sombras. Si iba a suceder algo como lo que la Torre del Reloj de Independence Hall, tenía que actuar rápido.

Una búsqueda le revela a Edward un par de cámaras en ciertos lugares claves. Un par de cámaras que, según alcanza a observar, deberían moverse para cubrir más área. Deberían moverse y sin embargo estaban estáticas, como si sólo fueran un adorno que conjuga con el color de la casa, o con los acabados de los marcos de las ventanas. No hay mucho que escuchar aparte del incesante golpeteo de la lluvia sobre las paredes de la casa, las ventanas y el techo. El agua se escurre lentamente, y le da cobertura al gangrel.

Al llegar a la puerta trasera descubre entonces que ésta está abierta: Una pequeña abertura deja ver el oscuro interior del refugio de Dick y el atronador silencio que proviene desde dentro de la casa... o si hay ruidos, estos son sistemática asfixiados por el exterior, por la lluvia, por el viento, y por el ruido de los propios pensamientos de Edward L'Strange mientras trata de entender qué clase de situación tiene entre manos esta vez.

Las ventanas dan un vistazo hacia la oscuridad de la cocina trasera. Solitaria, apenas iluminada, distorsionada por las gotas del lado externo de la ventana, diversos reflejos sombríos parecen proyectarse por todas partes, ocultando los relieves de lo que sea que espere a L'Strange del otro lado de la puerta. Aunque con cada paso parecía encontrar más y más pruebas de que seguramente había llegado tarde a la fiesta...

La puerta estaba abierta y la casa a oscuras...

Pues si que la cosa se estaba poniendo fea de un momento a otro...

Sus ojos se volvieron rojos de repente, lo que le permitía ver completamente en la oscuridad, y mientras se agazabapa, preparaba su cuchillo para cortar lo que haya allí dentro.

La cuestión era sencilla... ¿estarán activadas las alarmas de la Mansión? Por que eso le daría mucho menos tiempo a Edward para recorrer la casa y encontrar lo que sea que tenga que encontrar. Iba a ser una carrera contra reloj. Si las alarmas habían saltado, la policía podría llegar en cualquier momento... y eso sería complicar mucho las cosas.

Esperaba que, de alguna manera, el mensaje que le había enviado a Horatio haya sido recibido. Si el Gangrel sabía que el problema era en el Refugio de Dick, probablemente contendría a los humanos si deciden acercarse. Sino... tendría que ser Edward el que continuara jugando a ese juego...

Abrió la puerta y entró ojo avizor.

Iba a recorrer todo el lugar, rápido y silencioso.

Y a matar lo que allí se encuentre.

Edward es capaz de nuevo de ver en la oscuridad. Pronto las tinieblas se disipan y la soledad de la cocina contrasta con el ruido incesante de la lluvia cayendo afuera. El gangrel, mojado como está, escurre agua durante unos instantes antes de proseguir, alerta ante lo que pueda encontrarse allí. Si ese era uno de los refugios de Dick, y si habían mortales cuidándolo (como había visto la noche anterior) podría estar a punto de hallarse con una escena mucho más sangrienta que la que había descubierto en Liberty Hall.

Continúa con pasos firmes, escuchando cualquier sonido. Hay ruidos apagados que provienen de la sala. Edward se acerca lentamente, para ganar una posición, pero pronto se da cuenta de que aquello era demasiado torpe y ruidoso como para ser una amenaza real.

Sus ojos otean en la oscuridad, en donde encuentra cuatro cuerpos tendidos en el suelo, cuatro cuerpos... respirando. El más cercano, un hombre corpulento vestido con un pantalón negro y una camisa blanca, no muestra señales de heridas abiertas o manchas de sangre sobre su ropa. Respira, a pesar de estar inconsciente, y su posición cuasi-fetal parecería indicar que sufría (o sufre) de alguna clase de dolor antes de desmayarse. Los otros cuerpos están en diferentes lugares de la sala, pero todos en el suelo, respirando, por lo que escuchan los sentidos sobrenaturales de Edward, y vivos...

Y sin embargo, no hay ningún ruido más que pueda avisarle de un peligro inminente, de alguna presencia inesperada, o de alguna emboscada inminente.

Edward no perdió tiempo.

Con la velocidad que podía mantener y en silencio, se acercó a los cuerpos que estaban tendidos en el suelo y con las bridas que llevaba en el bolsillo de detrás, unas bridas gruesas que normalmente eran utilizadas por las fuerzas de seguridad, ató a los hombres que allí estaban. 

Si alguno se movía de más, el Gangrel no iba a tener piedad para darle un seco golpe en la sien y que el humano siga desmayado durante algún tiempo más. Sabía que, probablemente, eran ghouls de Dick, por lo que tuvo especial cuidado con todos y cada uno de ellos.

Mientras lo hacía, no paraba de mirar y de evaluar toda la situación.

Si hasta ahora no había encontrado señal alguna de ruptura de la Mascarada, tal vez es que no había recorrido lo suficiente la casa como para encontrarlo.

Cuando terminó lo que había empezado hace unos minutos, continuó revisando la casa de arriba abajo. Lo más probable es que en algún momento encuentre algo interesante.

Lo primero que se le ocurrió era escuchar detenidamente, para saber hacía dónde dirigirse y para saber si alguien más se acercaba al lugar. Después, iba a buscar sala por sala.

A consciencia.

Los hombres apenas si se movieron. Algunos parecían bastante aturdidos por sus heridas o simplemente inconscientes debido a varias fracturas y hematomas. No había ninguno muerto, pero las heridas de algunos seguramente tardarían en sanar si no recibían atención especializada (o sobrenatural). Cuando el último estuvo atado, Edward se detuvo a escuchar atentamente, sin poder captar nada más que la lluvia, las respiraciones débiles de los humanos y la sensación de abandono.

La siguiente sala era más amplia y llamó la atención de Edward. Había varios agujeros en las paredes, así como algunos fragmentos de vidrio y porcelana en el suelo. Parecía como si un enfrentamiento de algún tipo hubiese tenido lugar en el salón, junto a la escalera. Sus ojos recorrieron los escalones hacia arriba y pronto pudo encontrar la siguiente pieza del rompecabezas:

Sobre la pared blanca que acompañaba a la escalera hacia el segundo piso, pintado en rojo había un mensaje escrito en letras grandes. "Cabeza de polla" Welsdom:

Y sin embargo, no era lo único allí, Sobre el descanso de los escalones, en cuanto la escalera gira 90° para continuar su ascenso a la planta superior, había un bulto negruzco de forma humana: Otro cuerpo, sólo que esta vez, Edward no estaba seguro de poder percibir la misma respiración dificultosa y entrecortada que los otros guardias. Había además, un olor familiar que estaba más presente en esta estancia: El inconfundible olor a sangre que despertaba siempre la inquietud de su bestia y le hacía recordar su más primario instinto en la no-vida: Alimentarse de ella.

Casi esperaba que alguna sombra se moviese, o que algún paso llegase a sus oídos para ponerse en guardia, pero la verdad era que el abandono de aquella escena sólo agudizaba el misterio de lo que realmente había transcurrido hace -según los propios cálculos del gangrel- no demasiado tiempo.