Partida Rol por web

Las voces de los primos volvieron a unirse en la realización de uno de los conjuros que había escrito Pat, no fueron todos pues debían quedar algunos para hacer de señuelos, pero a la mujer se le erizó el vello de la nuca. A lo mejor fué por ver que por segunda vez algo que ella había escrito surtía efecto, o a lo mejor por el hecho de saberse invisible al ojo humano. No tuvo tiempo de pensar en ello, pues de inmediato sonaron las campanas de alguna iglesia cercana anunciando la hora señalada, las ocho.

A pesar de no estar en el escenario previsto los gemelos aparecieron igualmente, lograron cambiar el lugar del ataque pero parecía que había cosas que no se podían cambiar. Por la expresión de los dos hombres, Pat pudo ver que al menos algo mas habían logrado aunque no sabía qué, se desplazó un poco alejándose del grupo con gracilidad pues su cuerpo no tenía secretos para ella. Las palabras de los dos, dichas en consonancia, le recordaron a la coordinación que ellos tenían para hacer los hechizos y no le gustó nada, ni la sensación ni lo que dijeron. Una sonrisa apareció en su rostro invisible y se ensanchó al escuchar a su hermana mayor -Vamos allá-, pensó cuando vió el movimiento ofensivo reflejado en sus ojos.

Fijó su objetivo en uno de los gemelos* y realizó un movimiento seco con las manos, igual que había estado haciendo durante el entrenamiento nocturno.

Ha salido bien, pensó Tam cuando los gemelos aparecieron sin percatarse de su presencia. Sin embargo, se removió inquieta al ver que  su hermana había acabado quedando como cebo. ¿Cuándo se había decidido aquello?, pensó preocupada por su hermana. Al darse cuenta de que se estaba frotando las manos entre sí, calentándolas, preparándolas para un hechizo, su postura se tornó rígida. Todavía no. Si desvelaban ya su presencia, de nada les habría servido el hechizo de ocultación. Solo unos minutos más, pensó. 

Se quedó quieta pero preparada. Si los demonios atacaban, lo haría ella también. Y tendría que ser rápida. 

Y allí estaban. Henry, aunque se mostraba tranquilo, deseaba con todas sus fuerzas que sus palabras fueran ciertas. Que los demonios fueran a por el libro y su poder les atrajera, que no pasaran antes por su pasa, donde se encontraba Bryan...

El latido de su corazón estaba disparado. El tañido de la campana casi le hizo dar un bote... Las ocho... Es la hora...

Y Henry tenía razón. Se lo anotó mentalmente para soltar algún chascarrillo en otro momento. Allí estaban los demonios, idénticos a los que les habían atacado anteriormente.

¡Oh, oh, por supuesto! ¡No nos vayan a hacer daño! dijo Henry con su peculiar sarcasmo. Empezó a rebuscar en su ropa, toqueteando en todos los bolsillos que tenía. ¡Vaya, cuánto lo siento! Me lo he dejado en mi otro yo, voy a ver si lo traigo dijo, intentando concentrarse para duplicarse allí.

         Chris sabía que debía ser parte del cebo, junto con los otros dos y luego, los hermanos y primos, harían el trabajo de eliminar a estos dos imbéciles. Ahora que Wyatt se había ido y a él le tocaba ser el mayor, sentía que la responsabilidad era mucha pero que no iba a dar un paso al costado. Ésta, una situación crítica, era una prueba y tenía que pasarla. Todos debían hacerlo.

         "Conserva la calma, no les des indicios de que hay un plan."

         -Sabes que no diré que sí. Además, ¿que os hace pensar que nos amedrentáis? -sus ojos azules se fijaron en el tipo que había hecho la amenaza primero. Apretó sus puños y tensó su boca en una línea fina. Estaba con P.J y Kat, y en realidad... con todo el resto. Eso le daba fuerzas a Chris... eso y el recuerdo de su hermano.

        "El legado no se perderá... sólo será transformado."

         -Así que... yo os propongo que os larguéis antes de que yo no os perdone la vida -dijo eso para que los demonios creyeran que pecaba de soberbia. Pues no integró a los dos que estaban junto a él en la frase, "mejor que me piensen un joven desprevenido, alguien que cree que sabe todo. Pero sé algo, sé que juntos somos fuertes... novatos pero somos una sangre llena de magia."

Y sin lugar a dudas, y después de tanto planteamiento, el plan no salió, ni de lejos, como se esperaba. Una vez más, los ocho primos actuaron sin ningún tipo de coordinación, aunque no parecía que aquello les fuera a ir del todo mal.

Chris, PJ y Kat se quedaron frente a los demonios, los dos primeros trataron de hacer una maniobra de distracción. Chris simplemente hizo todo lo posible por llamar la atención, mientras que PJ trató de llevar hacia sí misma el cuchillo. Pero el puñal tan solo se desvió unos momentos de la trayectoria, y en seguida regresó a la mano del brujo.

Y el mismo contra el que PJ había actuado, sonrió de forma irónica. En sus facciones se podía ver que no había miedo, pero entonces, ese rostro se quedó completamente paralizado. Dejando la mueca congelada y sin poder moverse. Pat había pasado toda la noche practicando el poder de su prima Kat, para usarlo con gran éxito.

El brujo que aún permanecía en movimiento se giró para descubrir a Pat. ¡Había perdido el camuflaje y ahora era tan vulnerable como sus otros tres primos!

Y entonces, Henry también hizo todo lo posible por llamar la atención de su enemigo. Éste se giró para ver como intentaba intimidarle, tratando de usar un poder que nunca llegó. Henry seguía allí, exactamente en la misma posición que antes, salvo que ahora tenía un fuerte dolor de cabeza.

El Gemelo malvado se quedó mirando a su hermano que estaba al lado. Y sin ningún tipo de remordimiento le clavó la daga en el pecho. Éste se deshizo en llamas y después limpió el cuchillo con su camiseta. Después miró a Henry y simplemente le dijo:

¿Acaso pretendías hacer esto? Y entonces, el gemelo empezó a gritar, de una forma tan fuerte y sonora, que las paredes del callejón temblaban y los cristales de las ventanas vibraban a punto de romperse.

Instantes después, dos gemelos exactamente iguales, aparecieron a su lado. Y pusieron la misma sonrisa de satisfacción que había puesto el otro antes de morir.

Melinda observó la aparición de los dos gemelos nuevos. Ahora hacían un total de tres, y estaba claro que ninguno de ellos tenía ningún tipo de consideración por su homólogo. ¡Aquel brujo había eliminado a su congénere sin inmutarse! Melinda alzó la mano y se concentró en el cuchillo que tenía uno de ellos consigo.

                Las cosas no habían salido como lo planeado, pero no se sorprendía. Tenían que practicar para evitar que los enemigos llevasen ventaja como ahora mismo lo hacían. De los dos brujos, uno había matado al otro y ahora aparecían tres. Pat había usado bien su poder pero había perdido el camuflaje, lo mismo que Henry. Melinda intentaba hacerse con uno de los cuchillos de los brujos, así que su hermano la imitó, tratando de obtener el del otro. En este momento mismo, con todo pendiendo de un hilo, no sabía qué hacer. Su idea era distraer para que los hermanos  y primos atacaran al unísono y ahora había que improvisar. Lo único que se le ocurría era quitarle las armas a los demonios y ganar algo de tiempo para ver cómo destruirlos.

                “Tal vez si matamos a los tres juntos no podrían invocar otros. O quizás puedan llamar luego a cuatro… Bien, si salimos de ésta espero aprender una gran lección de todo este asunto”.

Al ver que mis primos se teletranspotan tras dos de ellos intento hacer lo mismo tras el tercero.

- Veamos si conseguimos nuestro propósito. - pienso.

La alegría de Pat por haber logrado su objetivo se vió neutralizada al verse visible de nuevo y la mirada del brujo fija en ella, por suerte duró poco ahí ya que Henry también apareció. -Al menos sólo queda uno- pensó preparándose para un nuevo ataque, pero cuando vió como el que quedaba libre clavava el cuchillo en el pecho de su 'hermano' sintió que algo gordo se les escapaba. El grito ensordecedor que siguió hizo que se encogiese un poco para intentar proteger sus oídos, y cuando vió cómo se multiplicaba y aparecían dos mas, entendió que, si no paraban de replicarse, era una batalla prácticamente perdida.

A pesar de todo ella siguió con lo planeado, si alguien podía pensar en los puntos débiles de esos demonios o lo que fueran debía ser uno de los que estaban todavía invisibles, a ella sólo le quedaba volver a atacar. Así lo hizo, volvió a sacudir las manos pero al hacerlo se dió cuenta que éstas le temblaban ligeramente.

¿Cómo podía ser que fueran tan sumamente nefastos? Viéndoles actuar, nadie se esperaría que se conocieran de toda la vida. Penny observaba en silencio el espectáculo, sin tener claro qué hacer para aportar algo productivo dentro de esa desastrosa coordinación. Estaba segura de que, hiciera lo que hiciera, solo empeoraría las cosas.

- Joder, somos patéticos - masculló, obligándose a mantener su posición. Su cuerpo acumulaba tanta ira que pronto se vio reflejada en los temblores de sus brazos y piernas. Estaba harta de esto. De esconderse, de tener que defender un libro de mierda vacío, de tener que seguir con la misión de un primo al que prácticamente no conocía. Ella no había elegido ser parte de esa familia, ¿podía culpársele por no querer verse arrastrada por ella hasta la muerte? Que dijeran lo que quisieran pero era demasiado joven para morir. Por muy patética que su vida fuera.

Iba a encararse hacia el recién llegado, gritarle y exigirle una explicación. Pero entonces, la daga entró con una pasmosa facilidad en el pecho de su gemelo. La imagen golpeó el cerebro de Penny como un martillo, bloqueando cualquier movimiento que estuviese pensando hacer. Si había sido capaz de matar así a su gemelo, ¿qué podían esperar?

- Cállate y actúa, estúpida.

No, no iba a permitirle salirse con la suya. No iba a dejar que ese imbécil demoniaco decidiera cuando poner punto y final a su existencia. Ni a la de sus primos y hermanas. Miró a su alrededor, intentando posicionar en un mapa mental que había construido a todos los presentes, registrando y anticipando sus movimientos. Mientras, rehacía su corta lista de virtudes. En su interior oyó una carcajada sarcástica. ¿Qué esperaba poder hacer?

Entonces aparecieron las dos nuevas copias y algo se apagó en el cerebro de la Halliwell. Ya no sentía el peligro ni era capaz de barajar las variables y alternativas. Lo único que pensaba era en acabar la vida de ese pedazo de gilipollas que había decidido tocarles la moral hasta acabar con su corta paciencia. Con ese propósito en su interior, echó a correr hacia el demonio.

Al parecer las cosas no estaban saliendo para nada como teníamos pensado, es más, estabamos haciendolo bastante mal, grite de sorpresa cuando el brujo apuñaló a su hermano gemelo, nunca imaginaría hacer algo así a mi hermana, los gemelos teníamos un vínculo especial, era evidente que ellos no, pero mi boca se abrió sin que pudiera evitarlo cuando después de un grito desgarrador, los enemigos se multiplicaron, ahora eran tres los que estaban alli, ¿pasaría eso cada vez que mataramos a uno?

- ¿Alguna idea?- pregunté en general a mis primos

Tenía que ganar tiempo, intenté paralizarlos, si lo conseguía quizas pudieramos tener unos segundos para pensar en que hacer, como matarlos, o por lo menos ganariamos unos segundos en los que nuestras vidas no estarían en peligro.

En esos momentos extrañaba a Wyatt, él sabria que hacer sin dudarlo, él hubiera acabado con ellos, ¿como podía hacerse encargado todo este tiempo él solo de los demonios?

Luces, era lo único que podía ver Henry. Pensó que algún tipo de poder se estaba materializando, que era capaz de hacer nuevas cosas... Pero no. Era un dolor de cabeza. Un puto dolor de cabeza al intentar usar su poder. No se llevó la mano a la cabeza, para evitar que su enemigo pudiera ver su debilidad, pero no pudo apretar los dientes con fuerza. Pensó, pues todo volvió a salir mal, como era de costumbre. Parecía que había que acabar con ellos a la vez, pero... ¿cuántos mellizos había? ¿Cuántos podrían aparecer? Seguramente, habría que paralizar a uno para interrogarle o algo por el estilo... Aunque recordó que su primo, ya muerto, le había dicho que la sangre podía llevarle hasta su destinatario...

Hay que conseguir sangre pensó cuando Penny, la más pequeña de todos, se lanzaba a por uno de los demonios. Como si de un estímulo se tratara, Henry salió tras ella. Si no podía usar su poder, repartiría un par de guantazos.

Tam todavía estaba alucinando con lo que veían sus ojos. Su parte positiva ya estaba alegrándose porque solo quedaba uno, aunque no hubiese sido gracias a su mano, cuando dos gemelos más aparecieron en el p3. ¿Cómo podían haber creído que sería tan fácil?

Cuando estaba a punto  de responder  a su hermana que no deberían desvelar todavía su posición ésta ataca y, todavía peor, su prima y su hermano se lanzan contra los atacantes. Ver en un peligro tan inminente a su familia anula su capacidad de pensar e, inmediatamente, levanta las manos mientras intenta proyectar su energía no hacia el gemelo al que atacan Penny y Henry sino hacia el otro, para no herirlos a ellos. Hacía mucho que no practicaba. Pero, con suerte, la aceleración molecular funcionaría y les haría explotar. Había que creer en uno mismo. Nadie lo iba a hacer por ti.

Penny salió corriendo para propinar un puñetazo a uno de los demonios que acababan de aparecer. El golpe ni si queira fue capaz de alcanzar a su enemigo, y eso que anteriormente la muchacha se había vuelto prácticamente invisible. Tras el ataque, el conjuro se deshizo haciéndose de nuevo visible para todos. Su adorado primo Henry salió en su ayuda, y juntos trataron de convinar movimientos, aunque tampoco fue capaz de llegar a rozarle.

PJ se desapareció un momento, para volver a aparecer en el mismo punto en el que lo había intentado. Mientras, Kat, Pat y Tam no hacían más que sacudir las manos, como si quisieran espantar una mosca que revoloteaba a su alrededor. La situación del momento ponía en jaque a toda la familia, por lo que sus poderes se hacían más díficiles de controlar. Desde luego que no necesitaban más avisos de que sus poderes estaban ligados a sus emociones. ¡Aquello les estaba quedando más que claro!

Afortunadamente, fueron los hijos de Piper los que comenzaron a lograr salvar la situación. Y aunque no fueron capaces de llevar el cuchillo hasta ellos mismos, sí que lograron arrebatárselos de las manos para dejarlo varios metros lejos de ellos. Ahora había dos demonios desarmados y seguramente suficientemente distraídos para que se preocupasen más de su cuchillo que de su seguridad. Por lo que se lanzaron con gran velocidad hacia donde su arma se había teletransportado, recuperandos así su daga y volviéndose de nuevo un enemigo peligroso.

El tercer brujo, el que se estaba enfrentando a Penny a Henry, giró sobre sí mismo para enfrentarse al muchacho. Decían que dañar a las señoritas era de cobardes, así que prefirió escogerle a él. O quizá fuera porque el poder premonitorio de Penny la convertía en una bruja difícil de golpear. Aunque Henry también esquivó con gran soltura el golpe de su rival. No necesitaba intuir los golpes, él era lo suficientemente ágil para evitarlos.

En cuanto Melinda Halliwell vio a sus dos primos en peligro, decidió hacer todo lo posible por ayudarles. Se concentró todo lo que pudo en la daga de aquel demonio, con la intención de arrebatársela, como casi antes lo había logrado.

                No estaban saliendo bien las cosas. La verdad era que daban lástima o eso al menos le parecía a Chris. Se sentía enfadado porque lo que había aparentado ser un buen plan se estaba yendo al trasto. No sabía qué hacer de verdad pero suponía que desarmar a esos hijos de perra era una necesidad. Así que se concentró en su poder, intentó olvidarse de los riegos, de las posibilidades de que murieran y de todo lo que podía salir mal. No pensó en su hermana, primos ni en Wyatt… su atención se enfocó únicamente en el demonio dos y en retirarle la daga.

                Su vista se clavó en él, estiró su mano y activó su magia. Con fortuna saldría bien, pero lo que Chris sabía era que a veces uno se hace su propia fortuna.

                “Enfócate… enfócate… toma su daga…”

Volver a fallar un golpe cuerpo a cuerpo hizo que Penny estuviese a punto de gritar, aunque no lo hizo. Quizá por la concentración o tensión del momento. Aun así, podía sentir como el odio hacia esas criaturas se incrementaba cada vez más.

Que su primo fuese en su ayuda y el demonio acabara eligiéndole a él como objetivo no ayudó a calmar a la Halliwell. Si Henry acababa herido sería su culpa. Debía hacer algo para evitarlo.

De nuevo, centró todos sus esfuerzos en golpear al demonio. Si estaba entretenido con su primo quizá tuviera una oportunidad de golpearlo.

- Mierda. - pienso al comprobar que la teletransportación no me ha movido del sitio. Venga P.J. hazlo de una vez.

Con ese pensamiento vuelvo a concentrarme para llegar a la espalda de uno de los que están recuperando el cuchillo para clavarselo según aparezca detrás suyo.