Partida Rol por web

Otra mañana más y otra mañana que me costó unos minutos incluso darme cuenta de que el despertador estaba sonando. Antes de apagarlo, a parte de quejarme un poco mentalmente, se me ocurrió pensar en el que inventó los despertadores y algunas cosas más de esas que tan sólo te preguntas cuando estás medio en coma, como era mi caso, pero en seguida me incorporé en la cama, apagando el despertador.

Volví a ser lunes y otra vez tenía que levantarme para ir a trabajar, así que era mejor tomárselo a bien, ya que aun quedaba toda la semana por delante. Suspiré resignada antes de poner los pies en el suelo y me dirigí al baño para meterme en la ducha antes de nada. El agua templada por la mañana era sin duda el mejor invento de la historia y tras ello, un café bien cargado me ayudaría a espabilarme del todo para ir al trabajo como una rosa.

Abrí los grifos, dejando una temperatura más caliente que fría y tras disfrutar de mi rápido " remojo " terminé con la ducha con sólo agua fría, cosa que siempre ayudaba a despertarme.

Me puse el albornoz y una toalla en la cabeza y lo siguiente que hice fue ir directamente a calentar el café mientras me vestía y me secaba el pelo.

Vas a la cocina y pones la cafetera a calentarte el café. Al mismo tiempo, enciendes la pequeña televisión de la cocina mientras te vuelves al baño a secarte el pelo y a terminar de prepararte. Cuando terminas de arreglarte, sales completamente vestida, lista para ir al trabajo, y te diriges a la cocina, donde la cafetera ha terminado de realizar su trabajo.

La televisión habla de lo que hablaba la radio. Las víctimas del terremoto de Venezuela, los hombres que aparecieron para salvar algunas vidas, la gente que le agradece y los alaba, la gente que dicen que son una aberración y que deben ser exterminados.

Te sirves una taza de café y mientras desayunas y ves la tele, te pones a hojear el periodico. En primera plana, como no puede ser de otra manera, la noticia del terremoto de Venezuela, pero en un titular más pequeño, hay otra noticia que habla de la ciudad que quieren construir en San Petesburgo y como las obras están paradas por algún tema de corrupción y demás.

Cuando terminas de desayunar, dejas la taza en el fregadero y te preparas para partir hacia el trabajo. ¿Con qué te encontrarás una vez allí? Sorpresas, como siempre.

Como cada vez que ocurría alguna clase de desastre natural le estaban dando bombo en todas partes, y eso, en tan sólo el oco rato que llevaba despierta. Víctimas del terremoto, salvadores, gente en contra.. no entendía demasiado bien por qué había gente reacia a que unos nos ayudemos a otros, pero bueno, es como todo en este mundo, siempre hay gente que nunca está conforme con nada.

Una vez acabé de desayunar recogí todo, aunque tampoco me paré a fregar y salí de casa para coger el coche y así, intentar no llegar tarde al trabajo. Iba con tiempo de sobra como para poder permitirme el encontrar un atasco, como llevaba tiempo ahí ya había calculado más o menos la hora, así que sin demorarme más me dirigí al trabajo.

- Venga Megan, que ya sólo quedan cuatro días de semanas hoy, total, hoy ya estás levantada..

Sales de tu casa con tiempo, no como otros días que sales con el despertador pegado a la cara. Te subes al coche y pasas de poner la radio, ya que seguramente hablaran de las noticias de siempre, así que te decides por un CD de musica para alegrarte la mañana.

Colocas el CD y cuando comienza a sonar, avanzas hacia el trabajo a una buena velocidad. No hay atascos, así que no llegarás para nada tarde, es más, llegarás más temprano que de costumbre. Los semaforos parecen haberse puesto de acuerdo para que todos estén en verde o ambar a tu paso.

Cuando llegas al trabajo, aparcas donde siempre, en el lugar que tienes reservado y comienzas a subir las escaleras que te llevan al vestibulo, para así poder coger el ascensor hasta tu planta. En ese momento, sientes como alguien te llaman por detrás y también te habla con su voz grave y seria.

Al final has llegado casi tan temprano como yo.

Hoy parecía ser uno de esos días en lo que las cosas se alinean para que no llegues tarde a ninguna parte, aunque en este caso, casi resultaba peor porque llegaba pronto a trabajar. - Alguna vez tenía que llegar pronto y no tarde.. - Guardé las llaves del coche en mi bolso y me encaminé hacia el interior del edificio, directa a los ascensores. Al menos, siempre tenía trabajo por hacer así que.. Además podía pararme a coger un café en la máquina..

Mientras esperaba al ascensor pensando y tarareando muy bajito la última canción que había escuchado en el coche, alguien me habló a las espaldas, aunque no sabía quién era ya que me pilló totalmente por sorpresa. Dejé de tararear la pegadiza canción y me giré para ver quién me estaba hablando mientras respondía:

- Sí, es que parece que los semáforos de esta ciudad tienen buen lunes..

Por alguna razón parece que los astros te sonrien hoy en lunes, Megan. Dijo Malcom uno de tus compañeros de trabajo, como siempre, serio.

Sus dedos fueron hasta sus gafas y las levantaron mientras se colocaba a tu lado, mirándote de reojo. Está claro que desde que lo conoces, siempre has hablado con él. Es algo extraño, ya que no conoces mucho de su vida más que la que suele contar en el trabajo. Sabes que vive sólo, que le gusta leer mucho y que es fanático de algún tipo de deporte que ahora mismo no recuerdas el nombre.

Siempre que te ve te saluda con una sonrisa, tenga o no tenga un buen día, nunca ha dejado de hablarte. Y también tiene por costumbre, como sois vecinos de despacho, llevarte un café con leche para la media mañana, sólo por que sí. Al principio pensabas que quería ligar de alguna manera contigo, pero con el tiempo, te has dado cuenta que él es así de majo y lo del café lo hace por que quiere, no por que espera algo a cambio.

Los rumores de la oficina cuentan que es gay, que se ha liado con uno de los de contabilidad y que vive con un hijo de una antigua pareja la cual lo dejó tirado. Pero son sólo rumores... que pueden ser verdad, como si no. Igualmente nunca se lo has preguntado...

Sonreí a las palabras de mi compañero y casi me echo a reir: - Entonces cuando salga creo que voy a jugar a alguna clase de lotería o algo.. igual tengo suerte y no tengo que volver a madrugar en la vida..

Tras mis palabras me eché a reir de verdad. Malcom siempre había sido una de esas personas que sabes que están ahí, pero que son tan agradables y a la veztan reservadas que no quieres preguntar por no molestarle. Agradecía sus cafés y que de vez en cuando alguien se pasara a sacarme de delante de ordenador, aunque sólo fuera para decirme dos palabras y hacerme reir.

Los rumores, dichosos rumores, decían que era gay. Como otras muchas cosas, nunca había preguntado, pero si era cierto la verdad es que era una lástima..

Ante mis pensamientos a esas horas me sorprendí a mi misma y me quedé en silencio un poco incómoda porque no resultaba demasiado habitual en mí, así que me quedé en silencio sin saber qué decir.

Los astros se alinean y te comen la lengua los ratones. Eso sí que es interesante. Te dice Malcom Helland mientras sube la escalera a tu lado hasta llegar al ascensor.

Como siempre, o como cada vez que coincidís allí, el se adelanta y le da al botón de llamada mientras se queda tarareando una canción. La verdad es que a veces se comporta de manera extraña, pero bueno, tras años de currar con él ya sabes que su extrañeza no es mala, simplemente, es raro. Pero raro bien, no de esos raros con cara de psicopata.

¿Qué tal el trabajo de hoy? ¿Te has dejado algo por hacer el viernes? Te dice mientras entráis al ascensor y tocáis el piso donde trabajais. Yo he tenido que venir el sábado para terminar una cosa que me quedo a medias el viernes. Menudo marrón. Tengo al jefe pegado a mi culo durante toda la semana, pero hoy, está todo listo.

Y tu también sabes que tienes todo listo. Sin embargo, sabes que cuando llegues a tu despacho, tendrás una pila de carpetas que revisar.

- Sí, perdona, es que me he quedado pensando, ya sabes, perdida por mi mundo de la piruleta. - Respondí a eso de que me había quedado callada. - Si curraras más rápido no tendrías que venir a hacer los deberes un sábado.. - Bromeé sabiendo que no era el primer sábado que tenía que venir aquí por tener tanto trabajo que no había forma de hacerlo de ninguna manera más que metiendo muchas horas. - Yo dejé todo listo el viernes, pero estoy segura que ahora mismo mi mesa está hasta arriba de cosas para revisar y para quedarme bien harta para toda la semana ya. Si ves que te aburres o que no tienes el suficiente trabajo puedes pasarte y vaciarme la mesa..

Sonreí divertida por mis chnzas mañaneras, aunque luego suspiré pensando en el día hiper-aburrido que me esperaba hoy. Números y números por todas partes y todo, para luego salir y volver a mi casa si tener demasiado que hacer a parte de irme a dormir pronto para volver a venir a trabajar mañana. - Voy a acabar comprándome un gato..

Malcom levantó sus manos y se encogió de hombros, al mismo tiempo que sonreía de lado como diciendo: Es lo que hay, amiga, ninguno nos salvaremos de los papeles. Y la verdad es que tenía razón. Él también tendría lo suyo una vez haya llegado a su despacho.

Las puertas del ascensor se abrieron en vuestro piso y Malcom te saluda guiñándote un ojo, para dirigirse a su despacho, justo una puerta después del tuyo.

Tu caminas despacio hasta el tuyo y cuando abres la puerta ves la pila de unas ocho carpetas en tu "bandeja de entrada". Al otro lado del cartón, puedes escuchar a tu compañero cagarse en algo o en alguien mientras sientes como se tumba en su silla dispuesto a trabajar.

Bueno, es lunes... otro lunes más...

Me paré en el marco de la puerta dejando escapar un resoplido al ver que esto era " la historia interminable ". Todos los días cuando había esa puerta había un montón de carpetas sobre mi escritorio y todos los días eras absolutamente iguales y monótonos, sin ningún aliciente. Pero noquedaba otra. Tenía que pagar facturas, que por desgracia, no se pagaban solas y quién sabe, una siempre mantenía una esperanza en alguna parte de que algún día las cosas cambiarían.

Sonreí al escuchar a mi compañero, quien debía tener tanto trabajo nuevo o más que yo y luego accedí a mi despacho dejando mis cosas y sentándome también en la silla frente a mi mesa. Cogí la primera carpeta y la abrí, dispuesta a comenzar con otro día interminable entre cifras de gastos, inversiones..

Números aquí, números allá. La verdad es que no sabes por que demonios no sueñas con números cuando duermes por las noches. Es algo que a veces no sabes por dónde pillarlos, pero hasta ahora va todo bien... hasta que llegas a la carpeta número tres... "Winchester Co." reza la portada.

Abres lentamente la carpeta mientras un escalofrío te recorre la espalda. Es como si supieras lo que se te viene encima. Comienzas a mirar las cuentas y ¡oh sorpresa!

Si alguna vez has pensado en cual sería la carpeta que haga que tu cerebro se bloquee sin saber por donde cogerla, pues esta es esa carpeta. El terror de los que trabajan en tu puesto. Era sencillamente "EL MARRÓN DEL SIGLO".

En ese momento te golpean la puerta y sin esperar que digas algo, entra tu compañero, como todos los días, con un vaso de café con leche en la mano. Pero al verte, te mira levantando las cejas y no sonríe.

¿Qué? ¿Has visto un fantasma o qué? Dice dándote el vaso.

Cogí la carpeta y me quedé mirando el nombre que contenía en la portada, no sabía por qué sentí como una intuición de que esta carpeta me iba a gustar más bien poco abrirla y cuando lo hice y la ojeé unos instantes el alma se me cayó a los pies. Sólo con esa carpeta iba a necesitar un par de días sin despegarme de una hoja de excel y de una calculadora para comprobar una y otra vez esas cuentas.. Había conseguido que me quedara hasta pálida con ella en las manos, justo cuando la puerta se abrió y por ella entro Malcom con un café como de constumbre.

Tardé unos instantes en reaccionar la vista hacia él y cuando lo hice, mi mirada de frustración podía decirlo todo, pero aún así hablé: - Esto.. - dije levantando la carpeta que tenía en las manos. - esto es una mierda.. ¿ Cómo coño me envían esta chapuza ? Creo que se han debido de pensar que soy superdotada y que puedo cuadrarles estas cuentas.. -  Solté la carpeta y luego cogí la taza de café. - Creo que hoy llamaré al italiano para comer y al chino para cenar, me va a tocar trasnochar frente a esta mesa..

Mi cara era algo así como " el suicidio empieza a ser una de las opciones ".

Dioses... ¿te ha tocado la cuenta de Winchester? Madre de dios. Dice tu compañero llevándose las manos a la cabeza y entonces puedes ver que tiene un pequeño paquete envuelto en papel de regalo entre ellas. La verdad es que es una verdadera putada y yo... bueno, yo te había comprado esto el otro día que me pareció que te ayudaría a relajarte. Yo tengo uno y no sabes como me paso horas mirándolo para después seguir con más ganas.

El chico te entrega la cajita mientras te sonrie. Tu la coges entre las manos y la comienzas a abrir al completo para desvelar uno de esos pajaritos de cristal con un liquido azul dentro que están siempre yendo y viniendo como si bebieran de algún tipo de cuenco invisible lleno de agua invisible.

Si lo miras durante unos minutos, relaja de verdad. Te dice esperando que te haya gustado el presente.

El momento no era el más idóneo ni para sonreir ni para hacer nada después de ver esa carpeta, pero me quedé muy sorprendida. No estaba acostumbrada a que me regalaran nada y mucho menos, a que se acordaran de mí en los ratos libres..
Al ver el pajarito mi cara cambió y mostré una sonrisa con la que levanté la vista hacia mi compañero.

- Muchas gracias, la verdad es que es muy bonito. Cada vez que me den ganas de quemar esta carpeta me voy a quedar mirándolo a ver si me relajo. No tenías que haberme comprado nada de todas formas, no hacía falta, ya agradezco tus visitas a media mañana, consiguen evadirme un poco de toda esta mierda.. - dije resultando más bien poco fina pero totalmente clara.

Ahora era cuando me sentía en deuda con el joven, o halagada o no lo tenía del todo claro, así que..

- En algún momento tengo que levantar la vista de esta carpeta para comer, así que si te apetece podemos comer juntos. - No tenía del todo claro si estaba invitándole por lo del regalo, por tener compañía mientras comía o por algo más, pero ahí estaba, siendo yo la que estaba hablando. Ya no recordaba la última vez que había salido ni a comer ni a cenar con alguien al que no conociera desde que levantaba medio palmo del suelo.

Vale. Dijo Malcom con una sonrisa.

¿Vale? ¿Así sin más? El chico ni siquiera se lo pensó, respondió automáticamente un "vale" a tu invitación. ¿Es que lo estaba esperando? ¿Es que realmente lo que quiere es salir contigo? Bueno, esas y un montón de preguntas más se cruzaron por tu mente en el preciso momento cuando, sin saber por qué, le has preguntado si quería almorzar contigo.

Pero me dejas invitarte a mí. Es lo menos que puedo hacer por alguien que ha cogido LA carpeta. Además, algún día me pasará a mí y seguro que tu harías lo mismo por mí. Continúa el chico, arreglándose las gafas con los dedos. Nos vemos a la hora de la comida, no te estreses y si lo haces, recuerda el pajarito.

Y así, diciendo eso, se fue de tu despacho con un sonoro "chaooooo" mientras te dejaba allí con el café, la carpeta y un pájaro raro que no paraba quieto nunca...

La verdad es que me sorprendió la facilidad con la que Malcom dijo que sí, pero bueno, era una comida con una compañera de trabajo, así que tampoco le di una mayor importancia. Para que negar que se me pasaron otro par de ideas por la cabeza, pero las descarté en seguida, ya hacía mucho que había perdido esa capacidad de hacerse ilusiones que tenía el resto de la gente.

Sin tener demasiadas ganas, volví a abrir aquella maldita carpeta y me sumergí en ese desbarajuste intentando poner un poco de orden, esperando en el fondo que la hora de comer llegue pronto.

- Bien Megan, es momento para concentrarse en esta jodienda, sino te vas a tirar un mes con esto y no es plan... - Pensé para mi misma mientras suspiraba y me ponía a trabajar.

Te metes de lleno en la carpeta, en esa espantosa carpeta mientras el pararillo bebe agua tranquilo. Mientras lees, no puedes dejar de ver el pajarillo por el rabillo del ojo, como se mueve de arriba abajo como buscando petroleo, pero sin encontrarlo claro. Lo mueves un poco más allá, hacia delante para sacarlo de tu campo de visión y continúas con tu trabajo.

Y te concentrás cada vez más, y más, y más... simplemente te zambulles en la carpeta para intentar descifrar todo eso que tienes allí que parece un libro de un niño de cuatro años y...

Plic. Plic. Plic.

El ruido del pajarito al beber te saca de tu concentración.

Plic. Plic. Plic.

Pero aún así, aunque escuchar el ruido que hace al intentar beber, no es algo que te moleste, más bien te tranquiliza, pero te desconcentra. Apoyas un dedo sobre él para que pare de una vez de moverse, pero al quitarlo, otra vez vuelve a hacer de las suyas...