Partida Rol por web

Miras por la ventana del apartamente en el que te tiene arrestada Seg-C. En lo alto de un edificio localizado en los Distritos de la Ciudadela, las vistas son realmente impresionantes, especialmente cuando los brazos de la inmensa estación proteana no están completamente desplegados, lo que permite ver el aro del Presidium.

Te giras para ver tu apartamento. Dadas las circunstancias el sitio no está mal. Es relativamente amplio e incluso te han permitido modificar ligeramente el dormitorio para instalar tu taller. Pero no deja de ser una cárcel. "Arresto domiciliario", lo llaman... Hipócritas. Una prisión es una prisión, no importa que la decores de una forma u otra. Por un momento piensas en lo irónico de la situación: los quarianos no te dejan volver a tu casa en la Flota nómada y Seg-C no te deja salir de ella en la Ciudadela.

De no muy buen humor, te diriges al único sitio del apartamento en el que te sientes a gusto: el taller. En un pad de datos sobre la mesa, tienes apuntadas varias posibles mejoras para Nefilim 4.1. De momento son tan solo ideas, pero el nuevo Nefilim 4.2 está empezando a tomar forma en tu mente. Relees tus notas y corriges un par de errores en los algoritmos de programación de uno de los nuevos interfaces. Sin embargo no consigues concentrarte y no tardas en abandonar el trabajo. Pese a haber ayudado a Seg-C sigues en la misma situación que antes y eso te pone de mal humor.

Incómodo, sales del taller y buscas a Nefilim 4.1 por la habitación. El drone parece intuir tu mal humor y levita sin moverse en la esquina opuesta del apartamento.

Doy vueltas por el dormitorio. Aparto con el pie alguna almohada caída en el suelo, tal vez con demasiada violencia. La inactividad me irrita. Recojo los cojines y me doy cuenta de que, ya que estoy, debería hacer la cama. Al final lo dejo por inútil. No estoy de humor para poner orden en esta jaula. Me acabo sentando en la silla frente a la mesa donde tengo mi instrumental y, con un suspiro de fastidio, conecto a través de mi omniherramienta con la red de noticias de la Ciudadela, pirateada, a ver si me entretengo aunque sea un rato. Acabo apagando el canal, hastiada. Miro hacia Nefilim 4.1.

-Vamos, dime tu opinión. Estamos jodidos, sí, pero algo deberán querer esos estirados de Seg-C de mí. Yo ahora mismo no puedo pensar.

El familiar zumbido de Nefilim 4.1 al ponerse en movimiento te ayuda a tranquilizarte un poco.

- ¿Jodidos? - Escuchas el suave craqueteo del procesador de tu drone trabajando a toda velocidad. - No. En mi caso es físicamente imposible mantener relaciones sexuales y según mis datos tú no estás jodida desde hace 3 años, 4 meses y 25 días estandard.

Nefilim se eleva ligeramente y luego vuelve a su altura original. A veces te dan ganas de formatearlo y volver a la versión IV de Nefilim 1.0.

- De acuerdo con mis estimaciones, la opción más probable es que Seg-C pretenda obtener tu ayuda en alguna otra misión. La ficha del oficial Chellick dice que es muy dado a servirse de personal externo para misiones de infiltración.

El drone emite un ligero *bip*, como si de una alarma se tratase.

- "Hablando del rey de Roma" - el antiguo dicho humano suena extraño pronunciado por una máquina. - Los sensores del edificio han detectado a Chellick entrando en el mismo. La probabilidad de que su destino sea este apartamento es muy próxima a uno.

Nefilim 4.1 se dirige al taller, como hace siempre que viene alguna visita. Es preferible que pase por una IV o, mejor aún, que nadie conozca su existencia. Sus estimaciones eran correctas, al parecer, y a los pocos segundos suena el timbre de la puerta. Una pantalla holográfica muestra al turiano en el exterior, esperando que contestes su llamada.

La opción de tirarle algún tipo de objeto a Nefilim 4.1 surca por mi mente. Lástima que sólo tenga a mano algunos cojines... Vaya descaro tiene el jodío dron.

Me sereno, o eso intento, antes de dirigirme a la puerta. No es que importe mucho, ya que para los "no-trajeados" es complicado averiguar los estados de ánimo de un quariano, pero no quiero que se me escape algún improperio de más. Voy a la pantalla que controla la puerta y conecto el audio.

-Vaya, agente Chellick -comento, fingiendo alegría-, ¿me ha traído ese bourbon añejo que le pedí o se le ha vuelto a olvidar? Que sepa que para una chica los regalos son importantes...

Con un roce de mi mano elimino los programas de seguridad que bloquean la puerta. Hay que reconocer que para algunas cosas son listos, los tíos de Seg-C. Sólo puedo abrir la puerta cuando hay un oficial de rango al otro lado.

-Pase, pase... Le esperaré en el salón de recepciones, junto al piano.

La verdad es que el encierro me está volviendo un tanto ácida...

El oficial Chellick entra a grandes zancadas en el apartamento.

- Buenos días Adina. - Contesta con un extraño tono de voz. - Siempre tan amable. Pero si no te gusta tu bonito apartamento, podías haber alquilado uno en el Presidium... ¡Oh! Espera... Piden el certificado de aduanas para eso...  - Abre y cierra un par de veces las aletas laterales de su boca, no sabrías decir si riéndose o en un gesto de desafío. No hay quién entienda a estos turianos.

Se sienta en el sofá antes de que se lo indiques, haciendo caso omiso al desorden de la habitación. Con un gesto te indica que tomes asiento. "Capullo engreído. Es mi casa..." Piensas antes de darte cuenta que en realidad el apartamento es propiedad de Seg-C-

- Sin embargo sí te he traído un regalo. Un último trabajo antes de que terminemos de formalizar tu permiso de estancia en la Ciudadela. - Es sarcasmo es ahora evidente y te preguntas a cuántos informadores será capaz de manipular el Seg-C con sus veladas amenazas.

- Es algo más sencillo que la última vez... - Explica sin demasiado convencimiento en su voz. - Tengo entendido que trabajaste durante un tiempo en el Flux. Al parecer alguien ha estado robando allí. Tu antiguo jefe, Doran, comentó que esto no ocurría cuando trabajabas para él, así que le hemos sugerido que te contrate temporalmente otra vez.

Te tiende un Pad de datos, en el que accedes a un contrato de seguridad estandard firmado por Doran. El código para que insertes tu firma digital aún aparece en el documento, dejando un hueco vacío encima de tu nombre.

- Trabaja para él, encuentra al ladrón y tráemelo. Cuando termines tendrás tus papeles en regla... - Guarda silencio esperando tu respuesta, aunque por su voz y su mirada tampoco ofrece ninguna otra alternativa.

Dejo pasar un par de segundos sin apartar la vista de él y del contrato. Por un momento pienso de mandarle a paseo con su maldita "oferta"... pero ambos sabemos que no puedo decir que no. He pasado demasiado tiempo sobreviviendo como para que se haya convertido en un hábito difícil de abandonar. Sin darme cuenta mi mano derecha acaricia la prótesis cibernética que sustituye mi antebrazo izquierdo.

Conteniendo una maldición me incorporo y alargo la mano para tomar el datapad que me ofrece. Echo un vistazo rápido y en seguida reconozco al firma del volus. Miro las cláusulas del contrato: efectivamente es legal, sin duda alguna. Es más, sé que ni por asomo se iba a tratar de una falsificación. No lo necesitan. "Puñetero capullo...". Igual que sé que mis papeles de residencia siguen en el mismo sitio en el que estaban cuando todo este jueguecito comenzó: en el montón de "Cosas que Ignorar".

Finalmente dejo escapar un suspiro.

-Esto empieza a cansarme, agente Chellick -anuncio con un deje de verdadero hastío-. Viene, pone pose de tipo importante y me obliga a hacerle el trabajo sucio a la querida por todos Seg-C. Otra vez -dejo mi firma en el contrato a continuación lanzo con brusquedad el datapad sobre la mesa que hay entre el turiano y yo, de tal manera que se desliza suavemente hasta casi caerse entre las piernas del agente. Me cruzo de brazos-. Con la misma promesa que me hizo la última vez... y seguramente con el mismo resultado. El chantaje -añado- tiene un número limitado de usos.

Cruzo las piernas y le miro fijamente. El problema del visor del traje es que Chellick no puede apreciar el desdén pintado en mi cara. Tendrá que captarlo a través mi voz.

-¿Me va a contar algo más sobre el asunto o allá me las ingenie yo, como la última vez? -pregunto con tranquilidad.

Chellick suspira, como si hubiese escuchado esas mismas palabras demasiadas veces antes.

- ¡Oh! Por supuesto puedes negarte. Los papeles de la aduana están preparándose desde tu último trabajo. Pero ya sabes cómo son estos burócratas... Siempre entreteniéndose con cualquier cosa... Tan proclives a los retrasos... - Te mira fijamente, como si te desafiase a hacerlo.

Finalmente se levanta y se acerca a la misma ventana por la que tú estuviste mirando unos minutos antes.

- Deberías estarle agradecido a Doran por brindarte una oportunidad de salir de aquí. Firma ese contrato y podrás moverte libremente por la ciudad, siempre que cumplas tu jornada laboral en el Flux y pases la noche aquí. No lo hagas y... bueno, podrás disfrutar de estas vistas un poco más.

Se da la vuelta y se acerca a la puerta.

- En cuanto aceptes las condiciones, el pad transmitirá tu firma a nuestro sistema y podrás ir a hablar con Doran. Él te dará más detalles. - Abre la puerta del apartamento. - Atrapa a ese ladrón y en mi próxima visita te traeré esos papeles de regalo... Y una botella de bourbon - añade antes de salir del apartamento, dejándote nuevamente encerrada en él.

"Capullo engreído y pagado de sí mismo...", pienso en cuanto sale por la puerta. Me incorporo y vuelvo a coger el pad. Le echo otro vistazo durante unos minutos. Sí, parece algo legal... y me permitirá moverme con libertad. ¡Por fin!

-¡Nefilim, ven! Agarra tus tuercas que nos vamos a ver al mamoncete de Doran. Tenemos un bolo patrocinado por el capullo de Chellick -comento, mientras voy cogiendo mis cosas, lo que juzgo que voy a necesitar para el trabajito en el Flux. Incluyendo el contrato-. Parece que al enano se le vuelven a colar los rateros. ¡Sabía que no podía confiar en que mantuviese los estándares de protección que le monté! Pfff...

Qué ganas tengo de poder salir, por todos los Ancestros. Si es que no hubiese dicho que no ni a la proposición de limpiar el sistema de reciclado de desechos... y el capullo de Chellick lo sabía, claro.

Suspiro.

-Espero que ese turiano no nos la juegue, Nefilim -le comento distraídamente al dron mientras me encamino hacia la puerta-. Son demasiadas decepciones...

Suspiro de satisfacción cuando oigo cómo la puerta se echa a un lado, permitiendo mi salida.

Nefilim 4.1 sale volando de la habitación y se coloca sobre tu hombro. El encierro también parece haberle resultado duro a él, porque en cuanto sale del apartamento se eleva, alejándose por el pasillo. Caminas rápidamente hacia el ascensor, ansiosa por salir a la calle de una vez. Las desventajas de un apartamento en lo alto de la torre se hacen evidentes una vez sales de él, pues el ascensor se mueve mucho más lento que lo que hubieras deseado.

Maldices preguntándote cómo es posible que tardes tanto en bajar de un edificio cuando existen motores MRL. Balanceándote nerviosamente mientras desciendes, te entretienes escuchando la voz de una locutora de radio emitiendo la última hora de las noticias.

Un colono superviviente del ataque Geth a la colonia humana de Eden Prime confirma las investigaciones de la Espectro Sephard sobre la traición de Saren Arterius. En unas declaraciones, el nuevo espectro turiano, Jareth Artrus afirma que semejantes acciones son impropias de un turiano y que ayudará en todo lo posible para dar caza al renegado...

Por fin el ascensor llega al suelo. Pese a estar acostumbrada a los espacios reducidos de las naves espaciales, aceleras tu paso hacia el exterior, con ganas de sentir el soplo de las suaves corrientes de la ciudadela sobre tu traje ambiental. Tu drone te espera en la calle y se coloca sobre tu hombro mientras caminais por los distritos.

Por un momento te planteas si tomar un Rapid Trans, pero el Flux no está demasiado lejos, así que decides ir caminando para estirar las piernas y disfrutar de tu estancia en la calle.

Cuando escucho las palabras de la locutora me recorre un escalofrío por todo el cuerpo. La alusión a los geth hace que el resto de la noticia se convierta en un murmullo sin sentido para mis oídos. Un repentino mareo me hace apoyarme contra la pared del ascensor, sujetándome al pasamanos y llevándome la otra a la cabeza.

"Tantos muertos. Tantas, tantas vidas segadas...", pienso, estremeciéndome, "Todo por nuestra culpa. Somos culpables de tantas muertes". Aunque tan rápido como vino se va al recordar el motivo de mi Exilio. "Cometimos un error... y esos imbéciles del Almirantazgo prefieren mendigar su culpa de sistema en sistema en vez de afrontar el hecho de que los geth... los geth son nuestra responsabilidad".

Siguen volando en su maldita Flota Nómada en vez de encararse con el problema y solucionarlo. Lloran la pérdida de un planeta que ningún miembro vivo ha pisado o siquiera visto jamás en vez de abrir los ojos a la realidad. "¿Y qué hacen con los que abrimos los ojos?", pienso con creciente ira, "Los quarianos somos expertos en llorar nuestras pérdidas y errores en vez de armarnos de valor y resarcir a la galaxia de nuestros fracasos".

-Nefilim -llamo a mi dron al salir del ascensor, ya recuperada de mi bajón-, no te separes mucho de mí. Aquí en los sectores inferiores eres como un buffet libre de chatarra de primera, ya lo sabes. Activa el modo escáner -añado en voz baja, dejando mi mano derecha sobre la culata de la pistola, cortesía de Seg-C, como advertencia para todos los carroñeros lo suficientemente desesperados para atracar a un quariano- y no bajes la guardia hasta llegar a los distritos superiores.

Camino sin prisa, no obstante, porque a pesar de que esto no es el Presidium (no con toda esa chatarra no reclamada por nadie tirada por el suelo y abarrotando los rincones), el paseo le viene bien a mis piernas. Tenía el culo entumecido de tanto estar sentada sin hacer nada. No puedo evitar moverme de sombra en sombra, siempre intentando no llamar la atención. Son demasiados años viviendo bajo un puente, como dicen los humanos con sus coloristas expresiones, como para cambiar ahora, a mi edad. Mis ojos van de rincón en rincón, evaluando mi propia seguridad a cada paso que doy.

Al final voy a tener que darle las gracias a Chellick por lo de Doran. Necesito una distracción y la necesito ya.

Nefilim se sitúa junto a ti, y las luces que emite su pequeño cuerpo metálico te indican que te ha hecho caso y ha activado sus escáneres.

- Te preocupas demasiado, Adina. La ciudadela es un lugar civilizado, no como otros por lo que has viajado anteriormente. - Dice con un ligero zumbido.

Pese a todo, avanzáis lentamente, sin confiar en la seguridad que Seg-C mantiene en esta zona de la Ciudadela. Poco a poco os aproximáis al anillo del Presidium y no tardais demasiado en llegar a los Distritos Superiores. En esta zona de la inmensa estación espacial empiezan a florecer las zonas comerciales, pubs y lugares de ocio.

Te relajas un poco más y empiezas a disfrutar del paseo. Hacía tiempo que no salías del apartamento y agradeces ver más gente. La compañía de Nefilim puede ser agradable, pero al cabo de un tiempo, la aplastante lógica de la IA puede acabar agotando al quariano más paciente.

Al fin, llegas a una zona conocida. Subes por unas escaleras que atravesabas a diario cuando trabajabas en el Flux y te paras por un momento para disfrutar de las vistas de la ciudadela. La gente se acumula alrededor de las ventanas, charlando y discutiendo sobre la política interestelar.

Sonríes bajo la máscara de tu traje, animada por el ambiente y remoloneas un poco antes de dirigirte al Flux. Entras en el local y miras a tu alrededor. La música de la pista a la derecha de la entrada oculta los ruidos de las máquinas de quasar en el piso de arriba. Saludas al guardia de seguiridad que te mira sin reconocerte. Su gesto severo te recuerda que los quarianos no son los clientes favoritos de Doran. Pese al gesto de desagrado del gorila, decides que no vas a dejar que te amarguen el día y subes las escaleras.

Miras a tu alrededor, disfrutando del familiar sonido de las máquinas y observando a los clientes. Al fondo del local, Doran, el pequeño y regordete volus, observa con desconfianza a un cliente que parece haber ganado varias manos seguidas.

Algo más animada tras el paseo, ni siquiera me tomo a mal el gesto poco amistoso del segurata. Supongo que el que te miren mal es mejor que el hecho de no poder mirar a nadie, ¿no? Subo las escaleras que llevan hasta las máquinas de quasar, tintineantes y parpadeantes, toda una promesa de dinero fácil y rápido... si eres lo bastante afortunado y astuto. Sonrío con algo de desdén al mirar a los jugadores, muchos de los cuales tienen el aspecto de llevar demasiadas horas frente a las lucecitas de las máquinas.

Me detengo, buscando a Doran, y le encuentro con su típica postura de desconfianza ante la mera posibilidad de perder dinero. ¿Cómo será que los volus, con sus formas tan poco hechas para los gestos corporales, sus rostros tapados por las impenetrables máscaras de sus trajes, siempre consiguen parecer nerviosos? Tal vez sea una de las consecuencias de su evolución social...

Me río para mí misma y dirijo mi mirada hacia el humano que sirve de centro de atención para los sentidos monetarios de Doran. Uso mi omniherramienta para hacer una lectura rápida sobre la máquina que está usando el cliente y constato que el tipo simplemente está teniendo una racha de suerte... aunque las lecturas también me informan de las estadísticas de su sesión de juego, la cual lleva 3 horas ininterrumpidas, y sacudo la cabeza al comprobar que el margen de beneficios del humano es tremendamente bajo.

Me acerco al volus despacio y con tranquilidad.

-¡Doran, viejo mamón! -saludo con una efusividad bastante más sincera de lo que yo misma pensaba que sentía-. ¿Cómo llevas la loable profesión de quedarte con el dinero de los demás? -me río y le doy una palmada en el rechoncho hombro. Bajo levemente la voz-. Un pajarito me ha dicho que de nuevo necesitas un desratizador...

El volus se vuelve hacia ti todo lo violentamente que le permite su rechoncho cuerpo, evidentemente indignado por los insultos.

- Adina... *respiro*...Feru - dice con enfado en su voz. - Gracias por recordarme por qué no insistí en que te quedases en el Flux... *respiro indignado*.

Se acerca hacia ti con paso torpe, dificultado aún más por el pesado traje ambiental que deben usar los volus. - Por favor, acompáñame a mi despacho... *respiro*. Hay cosas que es mejor tratar en privado.

Recordando que tu presencia aquí se debe a la solicitud del hombrecillo, decides morderte la lengua y seguirle dócilmente, o casi, por una puerta situada a la izquierda del descansillo de la escalera. Nefilim flota a tu lado, como si de un drone de vigilancia se tratase, y no puedes evitar sonreir bajo tu traje cuando te percatas de que la luz de su escáner sigue activa.

Lentamente, Doran atraviesa su oficina y se sienta en un sillón de diseño específico para volus. Ajusta su altura para no quedar muy por debajo de ti y se apoya en la mesa.

- Supongo que Chellick te ha informado de la situación... *respiro*...Alguien está robando en el Flux... *respiro enfadado*... ¡Me está robando!... *respiro*...*respiro*... He estado vigilando y he reforzado la seguridad, pero ese humano de la puerta tiene menos sesos que un Krogan... *respiro*...en celo.

Mientras habla agarra un bolígrafo electrónico y lo aprieta en sus manos. La presión de su puño hace que el aparato se rompa, astillándose en varios pedazos. Nunca habías visto a un volus enfadado, pero parece evidente que la elevada gravedad de su planeta natal hace que sus pequeños cuerpos sean bastante más fuertes de lo que aparentan.

Suspiro, resignada. Los volus no tienen sentido del humor... ni siquiera de una manera tan simple como un krogan.

-Vamos, vamos, Doran, puedes decir lo que quieras -comento, apaciguadora, mientras le sigo hasta su despacho-, pero sabes que soy la mejor. Cuando trabajaba para ti no perdiste ni un solo crédito por robo, ¿verdad? Si no fuera por Seg-C ahora mismo la seguridad de tu establecimiento rozaría los niveles de las comunicaciones de los Espectros.

Una vez que el hombrecillo descarga su frustración con el pobre utensilio de escritorio me siento delante de su mesa. Cruzo las piernas y los brazos mientras Nefilim se pone junto a mi hombro.

-Sabes de sobra que los gorilas sólo sirven para intimidar a los tontos, no para disuadir a los astutos -sacudo levemente la cabeza-. No te preocupes, Doran, te echaré una mano. Y una vez que tengas al raterillo... tal vez reconsideres lo de contratarme de nuevo... una vez que yo tenga los papeles en regla, claro -hago un vago gesto con la mano-. Por cierto que el capullo de Chellick no me ha dicho nada aparte de que alguien se había atrevido a robarte.

Paso la mano por el escritorio, reuniendo distraídamente los pedazos del lápiz electrónico hasta hacer un pequeño montoncito de chatarra carísima.

-Robar en el Flux es toda una hazaña, mi querido Doran. La seguridad que te monté era de lo mejor que podría idearse sin recurrir a sistemas militares de última generación -añado sin petulancia. Sólo expongo un hecho-. El cabrón que te roba ha de ser bueno de cojones -noto que me sube la adrenalina. Al final va a ser hasta emocionante-, aunque sin alguien como yo supervisando las redes entiendo que hayan podido encontrar algún hueco... Dime, Doran, ¿cuándo quieres que empiece? Necesitaré que me pases toda la información pertinente, claro... y supongo que podré usar la consola que diseñé junto al núcleo informático del local, ¿no?

Espero a que me ponga al corriente, lista para empezar a trabajar. Nada como un pequeño desafío para sentirse nuevamente viva.

Doran asiente ante tu comentario sobre los gorilas y te observa mientras recojes los pedazos del bolígrafo que ha dejado sobre la mesa. Casi te imaginas una sonrisa divertida bajo su máscara mientras ve cómo te los guardas por si puedes aprovechar algo.

- La verdad es que no sabemos mucho... *respiro*...Empezó a faltar dinero hace dos o tres semanas. La primera vez fue algo ligeramente superior a las pérdidas habituales...*respiro incómodo* - a Doran no le gusta perder dinero, ni un solo crédito, pero normalmente siempre hay algúna sección del Flux en la que se descuadran ligeramente las cuentas. - Pero hace dos semanas la cantidad aumentó bastante. ¡Perdimos...*respiro*...más de mil créditos...*respiro agobiado*!

El pequeño volus se levanta de la silla y empieza a caminar lentamente de un lado a otro, visiblemente incómodo.

- La semana pasada fue incluso peor... *respiro*. He revisado los logs de las transmisiones por red, tal y como me enseñaste, pero no he visto nada fuera de lo habitual... *respiro intranquilo*... Si esto no se soluciona, tendré que cerrar temporalmente la sala de juegos...*respiro nervioso*... y ya sabes las pérdidas que eso supondría para el local.

Se coloca a tu lado y pone la mano en el reposabrazos de tu asiento.

- Por supuesto, hemos barajado la posibilidad de que sea dinero físico lo que está saliendo del local... *respiro*... Esa es otra de las razones por las que está ahí ese gorila y yo vigilo constantemente... *respiro*... Sin embargo no hemos visto actividades sospechosas, así que todo indica que alguien ha pirateado tu sistema.

Sus pequeños ojillos parpadean un par de veces.

- He llegado a un acuerdo con Chellick. Tramitará tus papeles si descubres al ladrón... *respiro*... Y yo me encargaré de que lo hagas. Además, Rita sabe que vuelves al trabajo, así que tendrás... *respiro temeroso*... barra libre. Agradecería que empieces lo antes posible, y, por supuesto, puedes utilizar tu antigua terminal.

Vuelve a la silla mientras habla, sentándose en ella con dificultad. - Cualquier información adicional que necesites... *respiro*... no tienes más que pedirla. - Añade mientras espera tu respuesta.

El nerviosismo de Doran se me hace patente cuando se acerca tanto a mí que apoya su rechoncho brazo sobre mi silla, en un gesto que se podría llamar "camaradería"... ¡o incluso "familiaridad"! ¡¡Un volus!! Lo de la barra libre ya es de antología de sucesos inexplicables. Es evidente que la histeria galopa desbocada y sin freno por el cuerpo de Doran. Sería de chiste si no fuera tan patético...

Hago caso omiso de los deslices del volus, no vaya a pensar que me he dado cuenta de que hasta tiene sentimientos, y también ignoro ese "y me encargaré de que lo hagas". Las amenazas no van con los volus. No te las puedes tomar en serio ni queriendo.

-Parece que tu ratero primero anduvo tanteando, haciendo pruebas y buscando la mejor manera de darte el sablazo, querido Doran -comento, empezando ya el trabajo-. Sin una mente creativa tras los movimientos defensivos de tu seguridad, es lógico que acabara saltándose a Jericó, la IV que puse al cargo de todo el tinglado. Por muy avanzadas que sean, Doran, las IVs no pueden competir con la verdadera inteligencia -pronuncio esto último con el típico tono de lamento de cualquier quariano cuando se le recuerda el "tema geth". Después suspiro ruidosamente y cambio de posición las piernas, descruzándolas y volviéndolas a cruzar-. ¿Más de 1000 créditos? ¿Y varias veces? Mmmm... Osado, Doran, muy osado. Casi parece que tu ladronzuelo está jugando contigo, mostrándote la enorme cantidad de dinero que puede robarte sin que puedas hacer nada... como el que le saca el dedo a las cámaras de control de tráfico yendo a demasiada velocidad como para poder atraparle...

No puedo evitar reírme. Y así lo hago, echando la cabeza hacia atrás y sacudiéndola lentamente tras el episodio de hilaridad.

-Considérame a bordo, Doran. Pillaré al tipo que te roba... aunque sólo sea por la curiosidad de encontrármelo cara a cara. Casi me da pena pillarle... -levanto la mano antes de que el volus diga nada-. Vale, no te sulfures más. Era una broma. Tendrás a tu ratero atado de pies y manos, ya verás.

Tras esto, y antes de que me entre la tentación de hacer que la vena de la frente (o el equivalente volus) le estalle, me levanto de la silla.

-Me pondré con ello ya, si te parece bien. Pero antes voy a charlar con tus empleados. Necesito su opinión...

"Y una copa", pienso para mí. Así que tras esta charla me dirijo a la parte pública del local, a la barra donde Rita sirve a los clientes.

Rita parece cansada y ves que mira con cara de mal humor a su hermana Jenna, que coquetea con unos clientes, más para remolonear en el trabajo que por estar realmente interesada en ellos.

- ¡Adina! - exclama al verte. - Me alegro de que estés por aquí... ¿Qué quieres tomar, lo de siempre?

Cuando contestas te sirve la copa y teclea algo en una terminal. Su expresión al volver junto a ti es una mezcla entre sorpresa y diversión.

- ¡Vaya! Parece que Doran tenía muchas ganas de que volvieras... ¡Es la primera vez que veo que alguien tiene barra libre en este bar! - dice divertida. - Con lo agarrado que es normalmente, le debes estar haciendo un gran favor. ¡Si hace unas semanas incluso propuso recaudar una comisión de las propinas que nos dan, alegando que la calidad de sus bebidas hace que la gente se vuelva más generosa! - Comenta de forma casual.

Disculpándose, se aleja un momento para ponerle otra copa a un cliente y vuelve a tu lado.

- ¿Qué es de tu vida? ¿Te han soltado ya los de Seg-C? Oí que tuviste que dejar el trabajo por culpa de unos papeles o no-sé-qué... - Mira rápidamente a uno y otro lado, y se sirve una bebida asegurándose de que Doran no está a la vista. - Malditos sean los de seguridad. ¿Sabes que metieron a mi hermana en una operación encubierta en el Antro de Chora? Por suerte una espectro me ayudó a sacarla de allí, - mira con un gesto rencoroso a Jenna - aunque a veces pienso que hubiera sido mejor que se quedase.

Le agradezco a Rita la bebida. Me apoyo en la barra con languidez, bastante contenta tanto de estar fuera de mi encierro como de estar haciendo algo útil. Aunque sea trabajar para un volus avaricioso. Y lo cierto es que la humana me cae bastante bien.

-Pues no, Rita -sacudo la cabeza mientras acerco el vaso a la válvula de alimentación de mi visor. Sorbo noto cómo el calor del alcohol de calidad me baja agradablemente por la garganta-, esos turianos capullos de Seg-C me siguen teniendo pillada. Ya sabes cómo son... Vuelvo a trabajar para Doran de forma temporal. Sólo hasta que pille a quien le está robando tanto a viejo mamoncete. Y entonces seré una maldita ciudadana con papeles, pfff -bufo con desdén-. Fíate tú de Seg-C...

Paseo la vista por la pista de baile donde la variopinta selección de seres de la galaxia conocida se emborrachan y se tambalean, ansiosos de olvidar alguna cosa e intentándolo con todas sus fuerzas.

-Así que un Espectro sacó a tu hermana de una operación encubierta, ¿eh? Las hay con suerte, ja -me quejo, bebiendo de nuevo de mi copa-. Jenna es buena gente, aunque sea un tanto bala perdida. Claro que mejor ser una bala perdida aquí en la Ciudadela que en Omega, ya te lo digo yo...

Dejo el vaso vacío sobre la barra.

-Ponme al tanto del asunto, anda -le pido-. No hay nada más molesto que hablar de dinero con un volus histérico porque ha perdido dinero, y necesito saber todo lo posible si quiero ganarme esos papeles de residencia -sacudo la cabeza hacia la hermana de Rita-. No todas tenemos una cara bonita que enseñar a los hombres, ¡ja!

Rita tuerce el gesto ante tu comentario sobre su hermana, sin tener demasiado clara su opinión al respecto. Recoge el vaso vacío con la eficiencia de movimientos de quien hace lo mismo cientos de veces al día y luego vuelve a hablar contigo.

- Bueno, Doran no nos ha contado demasiado... Ya sabes cómo es cuando tiene que hablar de su dinero. - Mira a un lado y a otro, cerciorándose de que nadie está escuchando y de que Doran no está por los alrededores. Después de hacerlo, le da un furtivo trago a la copa que se sirvió antes. - Pero nunca le he visto tan enfadado, así que supongo que será un buen montón de créditos. Afortunadamente no ha desaparecido casi nada de la caja del bar. Es probable que estuviésemos en la calle si hubiera sido así. Pero todo el dinero que se ha perdido parecía provenir de las máquinas de quasar.

Se inclina sobre la barra, haciéndote un gesto para que hagas lo mismo y nadie pueda escucharos.

- La verdad es que yo tengo un sospechoso. Un salariano que viene de vez en cuando por aquí y mira a todo el mundo como si ocultase algo... Se lo he dicho al guardia de la puerta, pero es un cabeza de chorlito y no me hace ni caso.

Vuelve enderezarse detrás de la barra y se encoge de hombros. - La verdad es que no te puedo ayudar mucho más, pero si quieres te avisaré cuando le vea...

Un nuevo cliente se acerca a la barra y pide una bebida. Rita inclina la cabeza mientras te mira, a modo de disculpa, y se aleja para servirle la copa al humano.

Asiento a la proposición de Rita antes de que se vaya a atender a los clientes, la de avisarme cuando aparezca el salariano. Me termino la copa y paseo la vista de nuevo por el local. Hablar con el gorila parece ser que está descartado. Y Jenna parece demasiado ocupado no haciendo nada productivo como para fijarse en alguien que roba. Aunque... quizás sé se fijara en alguien que de repente está muy contento y que vaya mostrando ganancias... La humana parece de ésas a las que les atrae el dinero, y el ladrón tiene pinta de ser de los que les gusta alardear. Que soplar varios miles de créditos de una vez es de flipaos. Si hubiera sido yo, habría colocado una pequeña espita en el barril lo suficientemente pequeña como para no llamar la atención e ir sacando poco a poco un pequeño caudal de dinero constante... no habría cogido un hacha con la que astillar la madera.

Dejo el vaso vacío en la barra, me despido de Rita con un gesto de la mano y me dirijo a la parte de atrás del local, donde está la entrada al despacho de Doran, el almacén y el núcleo informático. Creo que voy a hacer unas cuantas lecturas preliminares del sistema y de Jericó, a ver qué me encuentro...