Partida Rol por web

Vavana pareció removerse incomoda por la atención que le dirigían pero Kusasfa depositó una mano suavemente en su nuca y la muchacha se calmó de inmediato.

- No querida, quedate. Esto será instructivo.- Dijo el hombre como si respondiese a una pregunta no formulada.

- Puede olvidar los formalismos forzados señor Khayne.- Indicó el archimago con un acento perfecto, demasiado, era obvió que había aprendido el idioma en libros y no practicandolo.- De momento no son necesarios. Bien, muéstrenos los glifos si es tan amable.- Kusasfa clavó su mirada en el joven humano y este se sintió como un niño ante el escrutinio de un tutor, como si supiese exactamente lo que pasaba por su cabeza antes que él mismo.

Marcus no estaba muy seguro de la actitud de aquel hombre… pero lo que sí le quedaba claro era el aura de poder que emanaba de él. La chica había reaccionado ante un mero roce suyo, y el respeto que le profesaba Naewen era antinatural.

Todo aquello combinado con el extremadamente pálido aspecto de su piel producía en el explorador una extraña sensación de desasosiego.

Pero aun así las ganas de saber más podían con él. Se acercó unos pasos para quedar mejor a la vista de los tres presentes, y se apartó la capa que cubría su brazo, así como las pieles de la parte superior de sus ropajes de montaraz. El brazo quedó al descubierto, y el tatuaje también. El tatuaje era algo complejo, casi parecía estar vivo.

- Éste es. – Dijo prescindiendo de formalismos, tal y como le habían pedido.

Aerilaya se quedó observando la escena en silencio, con un Aerel insólitamente tranquilo sobre las rodillas. Pero al ver el desasosiego de Marcus, sacudió la cabeza.

-Tranquilo, Marcus -dijo en voz alta-, puedes confiar en él. No es lo que estás pensando.

La elfa no usó a su familiar para una comunicación telepática privada como tenía por costumbre, quizá porque creía que no serviría de nada, quizá porque prefería que su maestro la oyera.

-La gente de esta época tiene mucho recelo hacia los vampiros, maestro -añadió, esta vez levantándose del asiento y acercándose a Kusasfa.

El archimago se levantó con un movimiento que si bien no era excepcionalmente rápido si resultó casi sobrenaturalmente fluido. Lo hizo sin al parecer realizar fuerza con las rodillas o los brazos, como si flotase, y sin alterar lo más mínimo la tela del sillón o a la mujer que estaba recostada sobre sus piernas.

Cuando le cogió el brazo con una mano delicada pero engañosamente fuerte Marcus sintió que estaban frías, como si las hubiese tenido en hielo hacía poco. Pero también observó que respiraba, lentamente, pero lo hacía.

- Ah si, esta estructura es claramente de un hieroglifo azlanti. El que inscribió esto no era solo un arcanista si no también un miembro de la jerarquía de Amaznen.- Dictaminó Kusasfa mientras seguía estudiándola como si observase un libro de instrucciones bien largo.- Parece antigua y no reconozco al lanzador, aunque es obvio que ha sufrido algún tipo de degradación, por eso es visible.

- ¿Vampiro?- Preguntó el archimago divertido.- Nunca dejarán de sorprenderme la ingenuidad y las manías de esta nueva era.- Añadió dirigiéndose de nuevo a su sillón como si nunca se hubiese levantado.

- ¿La pregunta señor Khayne es por que le interesa tanto eso de repente?

-Amaznen es un dios ya extinto, el antiguo dios de la magia que adoraban en el imperio de Azlant -explicó Aerilaya a Marcus-. ¿A qué refieres con degradación, K… maestro?

Pero protestó, con una sonrisa, al tiempo que llegaba junto al sillón del achimago. -Creo recordar que me habéis llamado ingenua más de una vez, y no negaré la veracidad de esa apreciación, pero en este caso no es ingenuidad. Es solo… costumbre. Vuestros logros son muy extraños en esta era, maestro. Para ver algunas pálidas copias de lo que vosotros hacéis con tanta naturalidad yo tuve que sufrir durante todo un siglo… una experiencia por la que difícilmente va a pasar la mayor parte de la gente, maestro.

Aerilaya se frota la nuca, un poco incómoda, pero aclaró a Marcus: -Mi maestro no es un vampiro, y ni siquiera un no muerto propiamente dicho. De todas formas, aunque lo fuera, podrías confiar en él.

La elfa se calló para que ellos dos hablaran del tatuaje, que después de todo era lo interesante.

- ¿De repente? – Repitió Marcus preguntándose lo mismo. – Primero porque hasta hace poco pensaba que era un tatuaje normal. Y segundo porque creo que está relacionado con la muerte de mi progenitor. – Lo pensó mejor un segundo y rectificó.

- Con el asesinato de mi padre adoptivo… hace ya 10 años. – Explicó. – He descubierto recientemente pistas que me llevan a creer que los asesinos no buscaban a mi padre, sino a mí y a otro chico… Y el único motivo que se me ocurre es este condenado tatuaje. – Dijo finalmente.

- Nunca ha hecho nada raro, nunca me ha molestado y ahora gente con tremendos conocimientos como Naewen y vos me decís que no es mágico pero a la vez sí. – Explicó el explorador.

- No comprendo en qué consiste este tatuaje o qué implicaciones puede tener, pero en tanto afecten a mi vida debería ser consciente de ellas. Por ello os pido que me ayudéis. – Expresó.

Luego se dirigió a Naewen con un tono de respeto poco habitual en la familiaridad del explorador para con ella.

- Aunque fuera un vampiro es tu maestro y tú confías en él… Con eso me vale. Aunque no niego que siento curiosidad del motivo de su frío tacto o su pálida piel. Presupongo que simplemente no es humano, pero eso no significa que sea malo. – Dijo el hombre.

-Yo no tengo tantos conocimientos -aseguró la elfa a Marcus-, aunque lo intento. Hay pocas cosas que valoro más que el conocimiento.

Aerilaya sonrió cuando el joven humano dijo que confiaba en Kusasfa solo porque ella lo hacía. -Eres un cielo.

Y a Kusasfa: -¿Entonces no podemos saber lo que ocultan los tatuajes sin arriesgar la vida de sus portadores, maestro?

- Es obvio que no ha investigado activamente el significado de lo que lleva. Si no ya tendría algunas respuestas o se habría metido en problemas. No conozco tanto su era como para apostar por uno u otro.

- A efectos prácticos no es mágico. No más que un fragmento de un artefacto mágico que mantiene su magia pero es inalcanzable. No, señor Khayne, lo que lleváis es el fragmento de un mapa del tesoro, o de una llave, según lo mire.

- En si mismo no tiene implicaciones ni efectos sobre su vida. Seguirá mientras viva con usted y cuando muera pasará a alguien adecuado de su árbol genético, lo cual a estas alturas seguramente no sea ni un pariente cercano.

- En cuanto a las implicaciones derivadas de las ambiciones de un individuo o grupo de ellos no puedo decirle nada, estoy molestamente poco actualizado sobre los grupos de política arcana actuales. Aunque dado todo el conocimiento que se ha perdido juraría que quien le buscaba no tiene ni la menor idea de que abre su tatuaje, posiblemente solo tenga una ligera idea de que es.

- Naewen esta magia no estaba pensada para durar doce milenios sin ningún tipo de control. Con el paso del tiempo el anclaje arcano-genético se ha deteriorado y por eso se ve como un tatuaje. Pero no podría deciros mucho más, realmente nunca trasteé con este tipo de magia en Azlant.

- ¿No soy humano?- Preguntó Kusasfa desaprobador.- No debería hacer suposiciones en base a lo que no sabe señor Khayne, es una mala metodología. De todos modos hablar sobre los antecedentes de alguien en su cara no es lo más adecuado.- Dijo a Naewen y a Marcus sin acritud.

-Lo siento, maestro. Para mí es peor hablar a espaldas de alguien, y no quería incomodaros, solo tranquilizar a Marcus. -La elfa pareció un poco triste, como siempre que incomodaba a alguien sin querer-. Si no se debería ver como un tatuaje, ¿Cómo debería verse, maestro? Ah, os referís a que no debería verse a simple vista. ¿Eso quiere decir que han muerto todos los descendientes de uno o más de los esclavos, o que la magia en sí misma se ha deteriorado? ¿Y cómo es posible que pase a alguien de su árbol genético sin ser pariente cercano?

Aerilaya alzó una mano para indicar que la última era una pregunta retórica, y pensó un momento. Ciertamente, había más posibilidades, aunque eran más exóticas. Asintió con la cabeza, indicando que comprendía. -Vale, creo que entiendo mejor ahora... no lo entendí bien cuando me lo explicasteis el otro día. Es magia extraña ésa... para estándares de esta era. Algo que está en todos los descendientes del linaje, pero sólo se activa en uno...

La elfa meneó la cabeza ante la incomodidad de su maestro por su desfase cultural y político, como indicándole que aun si no fuese así no sería fácil saberlo.

-Yo tampoco podría decir quien puede querer desentrañar esos tatuajes. Azlant fascina a mucha gente, muy variada y con muchos intereses… incluso están los bajos azlantis, esos que se autodenominan a sí mismos los "auténticos azlantis"

- Tiene razón, no he investigado activamente el significado de esto. En cuanto lo descubrí creí que lo más sensato sería llevar el asunto con discreción, y recurrí a Naewen. – Explicó.

Escuchó con atención las palabras del maestro. Creyó entender o comprender cuánto podía abarcar aquella revelación… y el resultado era abrumador.

- Gracias. – Respondió al Maestro Kusasfa. Había resultado muy revelador. – Creo que tu maestro nos ha revelado más que suficiente, Naewen. – Dijo agradecido en dirección a la elfa.

- Y mis disculpas, Maestro Kusasfa. – Añadió al final el explorador de nuevo mirando al Maestro. – No pretendía ofenderle ni resultar descortés. Tiene razón, no debí hablar de su naturaleza. – Dijo sin más.

- Aunque si me permite… - Continuó tras dudarlo un instante. – Ser o no ser humano no es algo ofensivo o malo. Hay muchas razas en este mundo… y en otros. Y hasta ahora, no había conocido a ningún humano con la piel tan fría como la vuestra o tan pálida… Si sois humano disculpad mi error, pues la única explicación posible que viene a mi cabeza es alguna extraña enfermedad. Y seáis o no humano, no es de mi incumbencia. En cualquier caso disculpad mi osadía. -

- Hablar a espaldas de alguien es algo natural Naewen. Y los elfos bien que practicáis el arte del cotilleo, aunque uséis eufemismos y giros semánticos para diferenciarlo de lo que hacemos los humanos.- Explicó Kusasfa.- Pero teorizar sobre la vida privada de alguien frente a ese alguien es bastante molesto, por no decir ofensivo.

- No pasa nada muchacho, este mundo moderno tiene unas normas sociales toscas y rudas. Parece que todo se tenga que hacer de forma directa y en público.- Respondió divertido el archimago sobre las disculpas de Marcus.

- La magia en realidad reside en otro sitio Naewen, dependiendo de lo que esconda puede ser un lugar físico que oculta la propia magia o tan solo un constructo astral que guarda información. Pero esa magia esta vinculada con una serie glifos, hieroglifos en este caso, cada uno de los cuales esta vinculado a un linaje. Cuando el portador de uno de esos glifos deja de ser viable la magia extiende sus “tentáculos” en busca de sujetos adecuados dentro del linaje al que fue anclado. Sencillo, efectivo y tremendamente poco práctico a la hora de revertir el “cierre”.

- En cualquier caso si encontráis a alguien más con un hieroglifo complementario traédmelo, podría darnos más información.- Explicó Kusasfa depositando su mano suavemente en la cabeza de la tímida muchacha que inmediatamente se relajó y parecía que solo le faltaba ronronear.- ¿Alguna cosa más?

-Kusasfa… quiero decir, maestro, no es que tenga demasiado en contra de los cotilleos, pero normalmente se suele considerar que hablar a las espaldas de alguien es más ofensivo que decirlo a la cara, además de que no quería ofender. Pero tomo nota -suspiró Aerilaya, más que acostumbrada a encontrarse con costumbres incomprensibles para ella en las culturas que visitaba. Los eurythnios valoraban su intimidad personal hasta un punto que le estaba costando entender (y más porque no parecían enemigos de cotilleos), pero procuraría no volver a meter la pata-. Lo siento, maestro.

Aerilaya escuchó atentamente la ampliación de la explicación, y finalmente asintió con la cabeza, indicando que entendía. -Los azlantis parecen ser realmente retorcidos. Me parece un método un tanto rocambolesco para ocultar información. Pero si encontramos a alguien más con esos glifos os lo traeremos.

La elfa se quedó por un momento pensativa, luego miró al archimago. -Sí, maestro. Una sola cosa más que no acabo de ver. ¿Cómo obtenían los creadores de este tipo de magia de vuelta la información oculta cuando la querían? Quiero decir, que imaginemos que se tuvieran a mano todos los individuos marcados como Marcus. ¿Qué habría que hacer para recuperar la información?

Aerilaya sonrió a Vavana, comprensiva.

Marcus agradeció que Kusasfa no se hubiera sentido molesto por la diferencia cultural. No quería imaginarse lo que un archimago de su poder sería capaz de hacerle airado.

Escuchó las explicaciones que el maestro de Naewen les daba y creyó entender parte de lo que ocurría con su tatuaje, glifo, hieroglifo o lo que fuera. Parpadeó atónito al pensar en que alguien se hubiera tomado tantas molestias para ocultar algo hacía tantos miles de años, y prefirió no pensar en qué podría ser lo que ocultaba. Si tenía que barajar opciones la verdad es que daba miedo.

Finalmente la elfa lanzó una pregunta cuya respuesta Marcus temía. Sus ojos se dirigieron al maestro rúnico. Podía equivocarse pero sospechaba que la única manera de recuperar la información sería matar en alguna especie de sacrificio mágico a los portadores de los hieroglifos.

Aquellos magos y su forma “civilizada” de hacer las cosas. Y pensar que hacía poco había discutido sobre lo civilizadas que eran ciertas razas con Naewen.

- Lo usual era reunir a todos los portadores en una localización (ya que sentían incomodidad ante la cercanía física por algo más que un método de seguridad) y convertirlos en no viables (lo cual yendo a lo fácil era matarlos) al mismo tiempo. Eso cohesionaba los glifos y permitía acceder a lo que ocultaban (aunque a veces incluía sistemas de seguridad extras claro). Esa es una de las principales razones de usar esclavos.- Explicó Kusasfa.

- En fin, será mejor que marchéis, Lucce ha puesto mucho interés en esa comida tuya.- Sugirió Kusasfa amablemente.

Aerilaya escuchó atentamente la explicación de su maestro, y asintió. Seguía pareciéndole un método de ocultación tremendamente rocambolesco, aunque no cabía duda que podía ser complicado de saltárselo, que al fin y al cabo es lo que debían buscar sus creadores.

-Sí, maestro. No os molestamos más. Y sé que Lucien se ha tomado muchas molestias. Es un gran chico, siempre se preocupa por nuestro bienestar y nuestros caprichos -refriéndose a los que vivían en la casa.

La elfa se acecó a Marcus, alargó la mano y cogió la de él, para tener el contacto necesario para teleportación compartida. Ella no era Kusasfa; no podía transportar a otra persona tanta distancia sin contacto alguno.

Pero dudó un momento antes de pronunciar la palabra que activaría la magia. -¿Queréis venir, maestro? Y Vavana si queréis. Sé que estáis muy ocupado, pero hace un descanso de vez en cuando es sano.

Aerilaya no creía que el archimago aceptara, pero en todo caso no estaba de más ser cortés, y sí que era verdad que debería tomarse más descansos. Dedicó una sonrisa sincera al azlanti.

- Gracias por todo. - Añadió Marcus a las palabras de Naewen. Aquel hombre - si es que era un hombre - les había dado muchas respuestas y mucha información... aunque también algún que otro interrogante.

Al menos de momento Marcus tenía una idea más clara de en qué consistía ese... hieroglifo que le había acompañado desde que era pequeño. 

Sujetó con suavidad la mano de la elfa y cerró un momento los ojos preparándose para la teleportación.

Al ver que su maestro negaba con la cabeza, amablemente, la elfa no insistió. Agradeció su tiempo con una pequeña inclinación de cabeza y pronunció una palabra mágica, devolviendo a su compañero y a ella al jardín de la mansión de Lucien.

-Bueno, mejor saber que no saber... pero qué extraño es todo eso de tu tatuaje. Me pregunto quienes serán los que lo buscan -le dijo a Marcus mientras echaba a andar hacia la casa-. Y ya has conocido a mi maestro. Mira que sois desconfiados, tú y Seltyiel.

La elfa añadió aquello último con una pequeña sonrisa divertida.

- Yo también me pregunto quiénes serán... - Dijo el humano encogiéndose de hombros pero con cara pensativa.

Aunque suponía que tarde o temprano podría preguntárselo directamente a esos tipos... pues de un modo u otro pensaba dar con ellos. O ellos darían con él.

- Selt y yo teníamos motivos para desconfiar... - Empezó a decir. - Más bien para estar preocupados. - Matizó.

Lanzó una breve mirada a Naewen. - Y después de esta conversación con tu "maestro" no te creas que me quedo más tranquilo. -

Sonrió para quitarle  hierro al asunto, como si lo hubiera dicho medio en serio medio en broma, y echó a andar con la intención de reunirse con el resto.

- Vamos, que nos estarán esperando. - Dijo con una sonrisa.

-¿Por qué te ha inquietado? Ha sido amable y te ha explicado muchas cosas. Y él era thassiloniano, no azlanti. Sabe de estas cosas porque nació en una familia noble del imperio de Azlant, pero emigró a Thassilon poco después de que Xin la fundara. Tranquilo, no tiene nada que ver con los quiera que crearan los glifos en primer lugar.

- El color extremadamente pálido de su piel y el hecho de que tuviera la piel congelada fueron un buen indicativo para inquietarme. - Respondió Marcus, aunque se apresuró a sonreír para calmar a Naewen, y alzó una mano apaciguadora. - No sabía que los azlantis fueran así. - Añadió. - Aunque a lo mejor no es por ser azlanti, sino el efecto extraño e imprevisto de algún conjuro. En cualquier caso no es cosa mía. - Se explicó. - Pero a cualquier humano de primeras le sorprenden esos factores... es natural. -

- Pero tranquila. No creo que sea mala persona, y le agradezco mucho su ayuda altruista. - Dijo con sinceridad. - Realmente sí estoy más tranquilo tras hablar con él... Es o parece muy... reservado También parece un hombre justo y razonablemente equilibrado... asi que creo que a lo mejor consigue enderezar esa cabeza loca tuya un poquito. - Comentó jocoso.