Partida Rol por web

Hecate, quien habia estado huyendo de la pelota como un gato huye del agua, se paralizo en medio del campo cuando vio que ya no habia mas sitios a los que huir. Ahora solo quedaban ella y Abel, y no es que la garou fuera de gran ayuda. Aunque la verdad tampoco habia visto hacer nada a su compañero de equipo. La metis tenia ahora dos posibilidades: quedarse quieta y dejarse eliminar, o coletear como un pez fuera del agua para intentar hacer algo.

Mientras sopesaba ambas posibilidades recogio el balon y miro al frente justo a tiempo para ver la cara de Ashley y su caracteristica sonrisa de superioridad. Entonces no tuvo dudas: iba a intentar borrarsela de la cara de un pelotazo aunque eso supusiera que empezaran a putearla activamente.

La pelota dio a Ashley en una de sus torneadas piernas. La animadora se quedó quieta, como asimilando que la habían dado, y miró a Hécate con ojos difíciles de descifrar. Orgullosa pero airada, Ashley dejó el campo no sin antes pasarle la pelota a Jonas con especial cuidado.

El chico cargó el brazo y lanzó hacia Hécate con fuerza más bien escasa.

Abel West, un chico tan corriente que no tenía nada especial ni siquiera para recibir un mote, recogió la pelota y lanzó contra Kate desde el centro del campo. Fue tal su desequilibrio que no sólo no la dio, sino que al caer hacia delante pisó con un pie la raya que delimitaba los campos, de modo que se eliminó él solo.

La pelota rodó hasta Kate.

"¿Cómo se puede ser tan torpe?" - Pensé, meneando la cabeza a lado y lado mientras recogía la pelota y evaluaba el campo: la situación era crítica para el equipo contrario, pues ya solo quedaba aquella chica de aspecto enfermizo, Hécate, sobre el terreno, que había estado todo el partido escondiéndose como un gato del agua, mientras que a mi alrededor todavía estaban Tiffany, Edgar y Jonas.

Sería cuestión de acabar de una vez con esto...

... y según lo pensaba y empezaba a lanzar la pelota, esta empezó a resbalárseme de las manos, saliendo un tiro churro churro hacia hécate... si le daba sería un maldito milagro...

"¿Quién es la torpe ahora?" - Pensé, viendo volar indecísamente la pelota...

Hécate se vio por segunda vez con la pelota en sus manos y sin saber muy bien que hacer con ella. Miró al frente y comprobó el tereno: ahora estaba sola, lo que reducía considerablemente las posibilidades de salir de ahí con "vida". En un ataque frustración lanzó la pelota con mucha fuerza pero sin puntería, lo que dio como resultado que la pelota no se acercase a ninguno de sus contrincantes y que acabase en su campo favoreciéndoles a ellos. "¡Mierda!".

La fortuna parecía sonreírme pese al patético lanzamiento anterior. Sí, Hécate lo había agarrado al vuelo, evitando quedar eliminada, pero su respuesta había sido tan impulsiva como torpe.

Me adelanté para coger nuevamente el balón, dispuesta a terminar con el juego de una vez. Sólo tenia que calmarse, apuntar bien y lanzar como sabía que podía hacerlo. Por un segundo la peculiar fisonomía de Hécate me hizo dudar. ¿Estaba bien lanzarle la pelota así, a mala leche, a alguien que a todas luces parecía enfermo? Posiblemente no pero... si le permitian jugar, sería con todas las consecuencias.

El pelotazo dio a Hécate en el muslo y quedó finalmente expulsada. El equipo de Kate había ganado. Roland soltó una carcajada de alegría y fue a reunirse con sus amigos eliminados en ambos equipos. El profesor Osbourne hizo sonar su silbato una vez más para reunir a la clase.

-Muy bien, chicos, ya hemos calentado. Hoy vamos a hacer conducción de balón. Ashley, ¿por qué no vas con... hum... Donald a por los balones? Están en el almacén, ya sabes dónde -dijo el profesor tendiéndole la llave antes de girarse de nuevo al resto-. Poneos por parejas y colocad los conos a lo largo de la banda. Vamos a practicar un poco de conducción con bote, ¿de acuerdo?

¡Lo había conseguido! No tenía muy claro porqué, ya que nunca había hecho ningún esfuerzo por destacar, pero aquella mañana se sentía particularmente competitiva, pese a que sabía que no debería.

Obedeciendo las ordenes del profesor se apresuró a coger un puñado de conos y empezar a ponerlos en su sitio, mirando de reojo a sus compañeros y observando, disimuladamente, al chico nuevo, que se alejaba con Ashley. ¿Porqué seguía teniendo aquella extraña sensación de cautela con él? No lo sabía, pero de algún modo se alegró de no haber tenido que ir ella a por los balones con él, por absurdo que siguiera pareciendo.

Viviane bufó y se levantó del suelo. No cogió conos para colocarlos, aunque se preocupó de vigilar al profesor para que no se diera cuenta. En su lugar fue a buscar a Tiffany, superviviente al balón prisionero. Tampoco había hecho méritos para ello, pero seguro que le daba la murga un rato.

De camino le lanzó una mirada poco amistosa a Kate, que la había echado del campo, y también a Hécate. Lo cierto es que había jugado bien la empollona, pero no le dio mayor importancia. Seguía siendo la listilla de clase, igual que el otro, Edgar. Aunque por suerte ese no la había dado.

-Ey, felicidades –le dijo a Tiffany animadamente tras darle un suave puntapié en la zapatilla para llamar su atención-. ¿Qué vas a hacer a la tarde? Tengo que pedirle pasta a mi padre para ir a la tienda de deporte a comprarme otro bañador.

Viviane estaba en el equipo de natación, a falta de algo mejor que le interesase. Estaba porque su padre le había obligado a escoger una actividad extraescolar, primero para no sentirse culpable por no poder pasar más tiempo con su hija, y dos, para tenerla ocupada y vigilada y que no volviese a hacer de las suyas.

Se levantó de las gradas cuando el juego terminó. Estaba cruzando el campo para reunirse con Hécate cuando el profesor les llamó a Ashley y a él, aunque tardó un momento en darse cuenta. Casi nunca le llamaban Donald. Aparte de su madre, claro.

Se acercó de mala gana a Ashley y al profesor, con las manos en los bolsillos, y esperó a que la animadora echara a andar hacia el almacén del material deportivo. Evitó el contacto visual con ella y no dijo nada, molesto solamente con la perspectiva de pasar dos minutos a solas con ella.

Ashley arrebató al profesor las llaves y se dirigió hacia el almacén con andares altivos, sin mirar al chico negro que la seguía pisándole los talones.

El cuartito olía ligeramente a humedad y la lámpara tardó en encenderse, parpadeando un par de segundos antes de llenar el vacío con su zumbido. La animadora se acercó a la jaula de las pelotas y metió la llave en el candado. Antes de girarla clavó sus ojos azules en él e hizo un mohín de desprecio.

-No te me acerques.

-¿Ya has roto el que tienes porque se te ha puesto el culo gordo? -preguntó Tiffany con ironía-. Vale, pues voy contigo. Nos podemos pasar por Jerry's para probar el nuevo batido que han sacado. Dicen que es de moras de verdad. Habrá que verlo.

Retrocedió de sorpresa ante el gesto de desprecio, tan repentino que ni pudo enfadarse. Y aunque un momento después las cejas le bajaron tanto que casi no se le veían los ojos, levantó las manos enseñando las palmas y dijo:

-Como quieras, blanquita.

Se mantuvo apartado de la reja mientras Ashley abría la puerta y esperó a que entrase a buscar las bolsas de balones.

-Vale. Oye, ahora vengo.

Se giró y buscó con la mirada a Hécate, la chica con cáncer. Después de todo había aguantado la útlima en el Balón Prisionero, y estaba segura de que no muchos la habían felicitado por echar a Ashley del campo. Había que tener lo suyo para tirarle el balón a la rubia. Además su compañero, Donny, se había ido con la animadora y parecía un tanto perdida.

Viviane llegó hasta ella con una sonrisa medio forzada y le dio una palmada en el hombro.

-Ey, muy bien Hécate. No se te ha dado nada mal, y has echado a Ashley del campo. Pero bueno, eran tres contra ti, has aguantado bastante.

Se sentía bastante hipócrita, porque hasta la llegada de Donny no le había prestado ninguna atención. Aun así imaginó que tampoco rechazaría la compañía de alguien ya que no mucha gente hablaba con ella.

-Sé que... bueno, no hemos hablado mucho antes, pero si te quieres venir con nosotras, conmigo y con Tiffany, puedes. Pero no le hagas mucho caso, es bastante prepotente a veces.

Ashley le miró de reojo una vez más y entró para coger una de las enormes mallas llenas de pelotas de colores y arrastrarla por el suelo en dirección a la salida.

Esperó a que Ashley estuviera dentro para cerrarla dentro con candado. Se apoyó contra la reja y miró a Ashley, esperando que la incomodidad que inspiraba funcionara en su favor y pudiera acojonarla lo bastante para que le dejara en paz. Además, era o eso o empezar a golpearla con una malla de balones.

-Ahora hay una reja de por medio. Suficiente distancia para que tengamos unas palabritas.

Si se ponía a gritar mucho la soltaba. De todos modos ella llevaba ventaja. A través de la reja Donny no podía hacerle nada, pero Ashley todavía podía echarle esas miradas suyas, y además tenía todo el material deportivo para ella.

Hécate bufó cuando la pelota le dio en el muslo y se retiró del campo mientras el otro equipo celebraba la victoria. No le molestaba especialmente, pero estaba disgustada pensando como sería si hubiese tenido la suerte de ser la única en sobrevivir en el juego.

Con las manos apretadas dentro de los bolsillos de la sudadera y fantaseando con otro resultado, echó a caminar por el borde del campo con intención de ayudar a recoger los conos justo cuando Vivian se cruzó en su camino. Mientras ella hablaba y la felicitaba por el juego, Hécate la miraba fijamente, extrañada por aquella situación.

-Gracias -contestó y sacó una de las manos para frotarse la desnuda nuca. Parecía no saber muy bien como responder ni reaccionar a todo aquello. Asintió con la cabeza con una ligera sonrisa y se quedó mirando a Vivian otra vez.

Cuando el candado se cerró con un chasquido, Ashley se dio la vuelta con los ojos llenos de sorpresa y de furia. Se lanzó contra la puerta e intentó abrirla con mera fuerza bruta mientras soltaba un grito.

-¿Pero qué coño haces? ¿Estás loco? ¡Negrata! ¡Bicho raro!

Se apartó un poco de la puerta cuando Ashley arremetió contra ella. Estaba pensando en que debía parecer en el mejor de los casos un pandillero, un psicópata en el peor, con la palabra violador pululando en algún punto intermedio. Que se jodiese. Igual acababa expulsado y todo, ¿le dejaria la tribu volver a su antiguo instituto?

-Me han dicho que hay que tener cuidado contigo. Y llevas todo el día mirándome como si fuese un trozo de basura. En mi barrio rajan a gente por menos. Es mi primer día, no me quiero estar en esta mierda de instituto y sobre todo no quiero tener que andar aguantando a una subnormal como tú. ¿Me sigues hasta aquí?

Ashley se atemorizó por las palabras de Donny y retrocedió un poco. Temblaba y parecía a punto de echarse a llorar.

-Si no me sueltas mi padre te va a meter en la cárcel... Va a quemar la chabola en la que vives y va a hacer que a tu madre se la lleven a un manicomio. Tiene mucho dinero, puede hacerlo, ¿te enteras?