Partida Rol por web

Terror en Nueva York

El 18 de Mayo sucedió un macabro hecho que marcó la historia de la farmacéutica OX Corp. Una bajada de tensión dejó sin luz varias manzanas de Nueva York. El origen del apagón fue la sede de la empresa farmacéutica anteriormente nombrada. La policía local decidió intervenir y descubrir lo que había sucedido.

El edificio se encontró desierto, parecía haber sido desalojado en pocos minutos después del incidente. Los policías indagaron un poco más y descubrieron algo horrible en las profundidades del lugar. Una enorme sala, llena de personas sentadas en extrañas sillas. En total había 78 muertos.

Las autoridades no consiguieron desvelar el misterio. 78 personas, de etnias y edades completamente diferentes. De aquí y de allí, de 8 años a 64. Un macabro espectáculo sin igual. Y lo más misterioso. La causa de sus muertes, desconocida. Simplemente sus cerebros “decidieron” dejar de funcionar. Una horrible historia en una empresa fantasma.

Jack Murray, New York Post

Poco a poco comenzáis a abrir los ojos. Os encontráis en un lugar pobremente iluminado, y vuestra vista tarda varios segundos en adaptarse. Estáis en una sala, completamente cuadrada. La única salida parece ser una puerta con una pequeña ventanilla por la que se filtra un rayo de luz. Os sentís extraños, como si no fuerais vosotros mismos. Y sentís una ligera presión en la cabeza.

Un minuto después de haberos acostumbrado a la extraña sensación os dais cuenta de que no estáis solos. En la sala hay más personas.

Un niño con gran valentía.

Una niña de gran corazón.

Una mujer reivindicadora.

Un hombre soñador.

Una extranjera con esperanza.

Un anciano con sentido de la justicia.

Todos reunidos por un motivo en común. Todos bendecidos con el mismo don. Y todos atrapados por el mismo cepo. Un extraño aro en sus cabezas les impide pensar con claridad al principio. Luego sus ideas se aclaran, pero se ven impotentes de todas formas. Ha llegado la hora de saber la verdad.

 Anton. El recuerdo de Leonard Wayland será tu avatar en el mar del tiempo. Sólo sabes eso, su nombre. Y sientes en tu interior un gran sentido de la justicia.

 Frederick. El recuerdo de Samantha Brown será tu avatar en el mar del tiempo. Sólo sabes eso, su nombre. Y sientes en tu interior una compasión desmedida.

Joel. El recuerdo de Álvaro Pereda será tu avatar en el mar del tiempo. Sólo sabes eso, su nombre. Y sientes en tu interior una gran visión de futuro. Así es, eres un visionario.   

 Kate. El recuerdo de Jessie Rockbell será tu avatar en el mar del tiempo. Sólo sabes eso, su nombre. Y sientes en tu interior el temple para seguir adelante por malas que sean las circunstancias.

 Walter. El recuerdo de Rumiko Uchida será tu avatar en el mar del tiempo. Sólo sabes eso, su nombre. Y sientes en tu interior una esperanza inquebrantable. Tu confianza en ti mismo y en un futuro mejor te mueve.

 William. El recuerdo de Nick Summers será tu avatar en el mar del tiempo. Sólo sabes eso, su nombre. Y sientes en tu interior una valentía que te permitiría afrontar cualquier cosa.

No tenía nada claro qué era lo que sucedía y al principio, todo fue confusión, mientras miraba a mi alrededor, sin ni siquiera ver con claridad, queriendo saber qué era lo que sucedía. En algún rincón de mí, sabía que todo aquello valdría para que por fin me enterase de qué iba toda aquella película, pero tenía una sensación tan extraña que no podía pensar con demasiada claridad..

Había algo distinto en todo aquello. Por alguna razón, el miedo que sentía por todo aquello, se veía como adormilado y sentía la necesidad de deshacer todo aquello, al menos, de seguir hacia delante y tratar de comprender todo aquello, como si me acabara de autoconvencer de que todo aquello no hiría a mejor si no hacía nada para solucionarlo.

De todas formas, había cosas que no podía evitar por mucho valor que tuviera, y era lo de no permanecer quieta demasiado tiempo. No sabía quienes eran aquellas personas de mi alrededor, pero ya había a alguna de aquellas figuras, así que comprendí que en aquel momento tampoco yo sería yo, sino.. ¿ Jessie? - ¿ Quién coño es Jessie? 

Lo primero que intenté fue ponerme en pie, no sabía si podría hacerlo, pero no podía esperar sentada, era superior a mis fuerzas.

La mujer afroamericana que había en la sala trató de levantarse. Apoyó su espalda en la pared a medida que iba alzándose. Sus piernas comenzaron a temblar, pero tras varios segundos consiguió mantenerse en pie.

El aro metálico que llevaba en la frente emitió un leve destello cuando reflejó la luz que se colaba por la pequeña ventanita que había en la puerta de la sala.

La mujer asiática parece verse muy sorprendida. Mira a todas partes extrañada, y parece darse una buena sorpresa al ver su cuerpo. Más concretamente al ver sus pechos.

-¿Dónde demonios estamos?- pregunta, algo dubitativa y alarmada. -¿Y quién diablos son ustedes?

Miré un momento a la mujer y a pesar de que la situación no era nada cómoda y sabía que seguramente la cosa se pondría muy fea, incluso me reí, aunque fue tan sólo unos instantes.

- Creo que la dueña de este cuerpo se llama Jessie, aunque no sé exactamente por qué lo puedo manejar yo..

A lo que me llevé la manos a la cabeza, tratando de averiguar por qué llevábamos un aro en la cabeza.

- Me parece que han hecho esto para tratar de explicarnos algo.. pero ahí se termina mi inventiva..

Cada vez estoy mas lejos de saber lo que pasa. ¡Algo o alguien me ha convertido en una chica!

Miro a mi alrededor un poco desconfiado. Supongo que mis compañeros estan tambien aqui, al igual que yo transformados en alguien distinto... Pero ahi mas personas... Sin contar a Kate, Anton y a mi, hay otras tres personas mas. Espero que tambien sean de confianza.

La situacion parece salida de una pelicula de miedo. Todos estamos atrapados en una sala, sin saber unos de otros.

Cada vez siento mas pena por el resto. Cada vez me siento menos yo...

La mujer no pudo evitar soltar una leve carcajada.

-Creo que la dueña de este cuerpo se llama Jessie, aunque no sé exactamente por qué lo puedo manejar yo..

Jessie se lleva las manos a la cabeza. Parece encontrarse un poco fuera de lugar, como todos los demás. Palpó el aro metálico, como tratando de conseguir algo de información.

-Me parece que han hecho esto para tratar de explicarnos algo.. pero ahí se termina mi inventiva..

La pequeña niña mira con desconfianza a todos los que se encuentran en la sala. Al igual que los demás, parece encontrarse completamente fuera de lugar. Cuando se mueve un poco podéis observar como su aro es levemente diferente a los demás. Éste tiene una forma más suave y redondeada.

Mi despertar es sobresaltado. Sentado donde estoy, cuando recupero la consciencia, no puedo evitar un espasmo involuntario que me habría hecho caerme de no ser por aquella cosas que nos sujetaban la cabeza. Y como si acabara de conseguir alcanzar la superficie antes de hundirme, no puedo reprimir un exagerado suspiro que contengo como puedo al ver a tanta gente a mi alrededor. Acabas de hacer el ridículo colega. ¿Y éstos quién coño son ahora? ¿Y las siluetas de antes? ¿Y Charlotte?. Consigo tranquilizarme ligeramente, y a medida que me calmo, esa cosa que nos sujeta la cabeza, me comienza a molestar. Por fin, las primeras en interactuar son unas damas a las que ninguna otra tendría nada que envidiar. Jajajaja... Hasta en los peores momentos. Después de ese ligero desliz mental, busco con los ojos a Charlotte, que no está. Eso en cierto modo me enfurece, pero claro... Ya no sabía qué era real, y qué no. Aunque esto, de real, tenía bien poco. Ninguna de las personas de la sala me sonaba.

Y en mitad de esa extraña confusión acepté como mío un nombre, el nombre de Álvaro Pereda. Mientras este nombre resonaba en mi cabeza, unos escalofríos que más bien parecían ciempiés avanzando por mi cuerpo comenzaron a rodearme, impregnándome de una sensación desconocida, pero animosa. Tenía fe. Creía. Creo en lo que está sucediendo en este momento.

- ... Mi nombre es Álvaro Pereda, y creo en que sabremos mucho más que la verdad...- Al concluir, no puedo evitar esgrimir una sonrisa de felicidad. Una felicidad que nacía del crisol de mis sentimientos. Aunque... ¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué no somos nosotros mismos?... ¡Já! No quieren que nos reconozcamos... En fin, como dijo aquel niño: Que empiece el juego. Acto seguido, me cruzo de brazos y me recuesto hasta donde el artilugio me permita, adoptando una posición mucho más relajada. Mientras tanto, qué mejor que analizar a mis nuevos compañeros.

Miro a los reunidos en la sala, no tenia ni la menor idea de quienes eran. Pero tampoco sabia donde estaba exactamente. Me sentía intrigado, pero también con cierto temor, puesto que no entendía lo que pasaba aquí. En un primer momento no tome conciencia de lo que paso antes, ni me daba cuenta que este no era mi cuerpo. Así pues trate de pensar sobre lo que había pasado. Así que simplemente espere.

El hombre que hay a un lado de la sala tiene un extraño espasmo que os llama la atención a todos. Podéis ver como busca algo o alguien en la sala, y un leve gesto de frustración al no encontrar lo que buscaba. Entonces se queda como pensativo unos segundos, tras los cuales habla.

- ... Mi nombre es Álvaro Pereda, y creo en que sabremos mucho más que la verdad...- tras hablar esboza una sonrisa. Se cruza de brazos y se recuesta en la pared.  

El anciano parece estar más aturdido que los demás. Permanece en silencio mientras observa a todos los que se encuentran en la sala.

En contraste con el aro “especial” que lleva la niña, al parecer la más joven, él lleva un aro más grueso y tosco en la frente. Realmente parece que quienquiera que os hubiera puesto esos aros lo ha hecho pensando en su portador.

A diferencia de la niña y el anciano todos los demás llevan un aro muy parecido, las diferencias no son apreciables.