Partida Rol por web

El susurro sólo es audible para la mujer y la niña.

- Creo que aunque no me caigan nada bien, esta prueba nos incluye a todos, así que me parece que como mínimo debemos presentarnos y decir lo que podemos hacer.. esos aros rotos..

Después de haber examinado a todos los presentes el anciano que hay a un lado de la sala parece reaccionar. Carraspea, llamándoos a todos la atención.

-Bueno yo soy Anton, supongo que te acuerdas Kate. – hace una breve pausa, como si estuviera recordando algo importante – No se lo que esta pasando, realmente. Pero esto me recuerda lo que me paso con Adam en el avión. Había un tipo que hablaba en mi cabeza, además de controlar mi cuerpo de alguna manera. Puede que sea lo mismo, aunque estando todos aquí reunidos me resulta muy raro.

Entonces se levanta y comienza a palpar la pared a su alrededor, como buscando una manera de salir de aquí. Obviamente, estar encerrados no puede ser nada bueno.

Sorprendido por el arranque de Joel, Walter enrojece turbado por la situación. Realmente no le faltaba parte de razón al timador, después de todo no conocían a esas personas de nada, pero si estaban allí debían de tener algún tipo de relación con su misma situación... No sabia muy bien por que, pero tenia la intuición de que si querían salvar aquel escoyo tenían que colaborar entre ellos, y para ello la confianza entre ambas partes era un elemento primordial.

La mujer parece sorprenderse ante el arranque de su compañero, y entonces se sonroja.

-Yo... esto...- balbucea, indecisa, mientras mira su compañero con cara de cachorrillo herido. Se muerde el labio inferior y agacha la cabeza mirado al suelo.

Su rostro palidece cuando el anciano menciona a Adam. - Perdona,¿Has dicho Adam?- Inquiere expectante y tragando saliva.

Me giré para mirar a Anton, el cual no podía ser más raro, desde luego que no, él no entraría en mi lista de " amigos " pero no dije nada, simplemente le observé y asentí, como diciendo que sí que le recordaba, aunque omití el decirle que " por desgracia sí que había sido testigo de sus rarezas ".

Lo que realmente me sorprendió fue la reacción de la " oriental " cuando escuchó lo de Adam. Desde luego que a mí el muchacho aquel tampoco es que me hubiera caído demasiado bien, pero tampoco tuve mucho trato más y recordando que la mujer tenía una esperanza ciega en él, me crucé de brazos, aunque no pude evitar murmurar.

- Ese tío tiene un club de fans o qué?

Jessie mira hacia el anciano y asiente con la cabeza. Entonces parece sorprenderse ante la reacción de la mujer oriental por el nombre que se ha mencionado anteriormente. Se cruza de brazos y murmura.

-¿Ese tío tiene un club de fans o qué? 

Al fin y al cabo era de esperar. Kate no me ha hecho ni caso.

Miro a los demás con cara de desconfianza. A estas alturas ya no me fio de casi nadie.

- Yo no soy una niña, soy Fred. No tengo mucha informacion que aportar... -hago una pequeña pausa, reacio a desvelar nada más- Bueno... mi habilidad especial es que puedo volar... no hago mucho más.
 

La pequeña, tras las palabras de Kate mira a los demás con desconfianza. Cuando gira la cabeza sus dorados cabellos ondean suavemente. Llega a pareceros que esa niñita no pinta nada en este lugar ni en estas circunstancias. Aquí, en una sala completamente cerrada con un grupo de desconocidos…

-Yo no soy una niña, soy Fred. No tengo mucha informacion que aportar...- hace una pequeña pausa, algo recelosa. -Bueno... mi habilidad especial es que puedo volar... no hago mucho más.

Sacudo la cabeza nervioso, como volviendo de un estado de shock. Miro al suelo, donde puedo ver el aro metálico. Me siento, bastante confuso, mientras algunas palabras que no pertenecen a mí revolotean en mi cabeza y eso me perturba. Sobre todo cuando se supone que soy "casi" indestructible y no un telépata como Walter. Me lleva unos minutos centrarme de nuevo, y comprender que tal vez sea el poder de Álvaro. Yo en este caso. La verdad es que no he prestado atención a nada de lo que ha sucedido entre los demás, pero sí me he quedado con lo que me interesaba. Eso, no lo podía evitar. Kate el correcaminos y Fred el volador... Interesante combinación. No puedo evitar soltar una carcajada débil para mí, pero que se escucha en la sala. Niego, soprendido y divertido porque hasta ahora parecía ser el más afortunado, a la par que no. Finalmente, levanto la vista hacia los demás, y con el rostro ligeramente aturdido aún, me dirijo a ellos.

- Gracias por preocuparos, eh... Vaya equipito vamos a formar. Todos para uno. Uno para todos. ¿No veáis los mosqueperros?... Bah - Finalmente me callo. - Parece que habéis hecho las presentaciones. Pues bien - Apoyándome en el suelo, me reincoporo. Y mientras me sacudo el traje y me lo recoloco, continúo hablando. - Los aros estos... Bloquean nuestros... - Escojo cuidadosamente la palabra - ... Dones. Bueno, los de nuestros nuevos cuerpos... Y creo que poco tienen que ver con los originales. Las cosas estas son catalizadores. Catalizadores de ondas mentales. - Lo digo como si supiera de que hablo, pero mi rostro delata que no tengo ni idea - ¿Qué coño es un catalizador de ondas mentales? ¿Puede tener efectos secundarios? - Se me nota que estoy empezando a sentirme ligeramente más confuso de lo que ya parecía. - Y aquí... hay una sensación de vacío mental que te cagas, colega. - Camino por la sala en busca de alguna puerta, ventana o cualquier elemento que no parezca formar parte de la pared. Me acerco a mi aro y lo recojo del suelo. Lo miro, en busca de alguna inscripción, de algún mensaje, un número, cualquier cosa que me indique algo más. De momento, prefería callarme lo del proyecto Hermes, parecía que nuestros nuevos amigos estaban animosos y les habíamos transmitido la suficiente confianza. De todas formas, ahora, ellos no me preocupaban. Me preocupaba saber cómo se desactivaban estos aparatos y cómo podíamos salir de aquí, porque había más gente a nuestro alrededor. Intento agarrar los cables que sujetaban el aro de mi cabeza y tiro de ellos con fuerza, queriendo hasta romperlos, desencajarlos, sacarlos de donde sea que estuvieran enganchados. Todo lo que entra, sale... No pude evitar reírme de nuevo. Desde luego, Joel, tienes que estar dando un espectáculo... Seguro que más de uno piensa que estás chiflado, o que lo estarás en breve. Después de un fuerte tirón me detengo, volviéndome hacia los demás. - Chicos, no estamos solos. En este sitio, donde sea que estemos, hay más gente como nosotros. Mucha más gente como nosotros. O que llevan estos dichosos aros. Quienquiera que nos tenga aquí, bueno, que tenga a estas personas aquí, no quería que usaran sus dones... Mierda. Esto me recuerda a la Organización. - Bajo la cabeza levemente, luego la levanto de nuevo. - Vale, ya sabemos quienes somos fuera de estos cuerpos... ¿Pero cuáles son vuestros nuevos nombres? - Sonrío. Podía parecer una pregunta de lo más estúpida en este momento, pero algo me decía que si ese niño nos había mandado hasta este sitio, y hasta estos cuerpos... No era mera casualidad. Cuando estás jugando, y eres el creador del juego... Conoces cada uno de tus movimientos, y los movimientos que pueden llegar a realizarse. Tío, Joel... Piensas demasiado, pero hasta ahora... Parece que está sirviendo. Me cruzo de brazos, mirando a los otros, en espera de alguna respuesta. Y mientras espero la respuesta, no puedo evitar intentar activar mi don y escuchar alguna de esas voces. Me concentro en ese vacío, en busca de alguna interferencia.

Álvaro, aún arrodillado en el suelo, sacude la cabeza, como saliendo de un shock. Su mirada se posa en el aro metálico roto que hay en el suelo. Parece ser un aro macizo, de un metal desconocido, al menos para vosotros. Alza la cabeza y dirige la mirada a los demás.

- Gracias por preocuparos, eh... Vaya equipito vamos a formar. Todos para uno. Uno para todos. ¿No veáis los mosqueperros?... Bah – finalmente se calla. Dejando en el ambiente un incómodo silencio. Parece como, si a ratos, estuviese atento a algo que no podéis percibir. - Parece que habéis hecho las presentaciones. Pues bien – dice mientras, apoyándose en el suelo, se reincorpora hasta quedar levantado. Luego se sacude la ropa.

- Los aros estos... Bloquean nuestros... Dones. Bueno, los de nuestros nuevos cuerpos... Y creo que poco tienen que ver con los originales. Las cosas estas son catalizadores. Catalizadores de ondas mentales. – su rostro delata que no tiene ni idea de lo que está diciendo. - ¿Qué coño es un catalizador de ondas mentales? ¿Puede tener efectos secundarios? – comienza a estar más confuso de lo que parecía. - Y aquí... hay una sensación de vacío mental que te cagas, colega.

Comienza a caminar por la sala, como buscando algo por el lugar. Su mirada se detiene varios segundos en la puerta que hay en una de las paredes. Parece muy resistente, sólo tiene una pequeña ventanilla por la que pasa un rayo de luz. Entonces vuelve a donde está su aro, partido en dos. Lo coge y comienza a palparlo, buscando cualquier información que le sea útil.

Entonces se gira hacia los demás. - Chicos, no estamos solos. En este sitio, donde sea que estemos, hay más gente como nosotros. Mucha más gente como nosotros. O que llevan estos dichosos aros. Quienquiera que nos tenga aquí, bueno, que tenga a estas personas aquí, no quería que usaran sus dones... Mierda. Esto me recuerda a la Organización. – baja la cabeza durante unos segundos. Luego vuelve a alzarla para miraros. - Vale, ya sabemos quiénes somos fuera de estos cuerpos... ¿Pero cuáles son vuestros nuevos nombres? – sonríe y se cruza de brazos. 

En el aro metálico puedes ver algo grabado en la parte interior.

“Sujeto nº 27 – Telepatía genérica – Nivel 3”

Cuando te concentras para captar cualquier otro pensamiento sientes como el vacío mental se hace aún más grande. Sientes como el vacío que parecen generar tus compañeros te envuelve, bloqueando cualquier señal que pudieras recibir del exterior, y emitiendo un leve pitido continuo. 

Volví a escuchar la retahila del que parecía no cansarme nunca de decir gilipolleces, aunque debía reconocer que alguna de aquellas chorradas que salían de su boca, tenían algún sentido, así que tras darme otro par de vueltas por aquella habitación de forma rápida y nerviosa, como era habitual en mí, decidí que ya no podía soportar más el estar encerrada como si fuera un maldito canario, sólo que en peor situación, ya que ni me habían dejado comida ni tenía mis propias plumas.

- Jessie Rockbell.. una mujer con ideales aunque no sepa por qué luchaba. - Era todo lo que podía decir del cuerpo que ocupaba en aquel momento, al menos, en lo que a su personalidad se refería. Llevé mis manos a mi trasero unos instantes para añadir. - Y poco amiga de hacer deporte..

Tras unos instantes tratando de buscar una forma de salir de ahí sólo se me courría tratar de forzar aquella cerradura, y el único que tenía sus poderes era ese maldito cantamañanas, aunque los míos tampoco podían haber servido de mucho estando encerrada.

- ¿ Alguien tiene encima unas horquillas o algo así? - Busqué por la habitación algo que me pudiera servir para intentar formar la cerradura. - Seguro que hay alguna forma de abrir esa maldita puerta.

Tras dar unas cuantas vueltas por la sala con nerviosismo, la mujer afroamericana se detiene tras la charla de Álvaro.

- Jessie Rockbell.. una mujer con ideales aunque no sepa por qué luchaba. – lleva sus manos a su trasero. - Y poco amiga de hacer deporte..

Entonces mira hacia la puerta de la sala, al parecer el único acceso al exterior. Se acerca a ella y se fija en su cerradura. Tiene una curiosa forma, circular. No parece nada convencional, parece como si la llave tuviese forma de... cilindro alargado. Por su tamaño se puede deducir que cabe incluso un dedo en la extraña cerradura.

- ¿ Alguien tiene encima unas horquillas o algo así? - Se gira para buscar algo, quizá algún objeto que le permita forzar la cerradura. - Seguro que hay alguna forma de abrir esa maldita puerta.

Sonrío. Me gusta su actitud. Además, es mujer. Y eso siempre le daba puntos a mi favor. Mientras se dirige hacia la puerta, no puedo evitar comentar.

- Las afroamericanas, tenéis encanto por ese ligero exceso... De feminidad. - Sonrío de nuevo. No puedo evitarlo. A veces, mis instintos podían más que mis intenciones. Finalmente, con el aro entre las manos, comienzo a caminar hacia Jessie. Había una pregunta que aún no tenía resuelta, pero podía esperar por el momento. - Una horquilla, qué gran idea. Tengo esto, que lo mismo con un par de golpes se rompe y podemos usar algo. Por cierto, si conseguimos una horquilla, estaría bien quitaros los aros, por esto - Le muestro el interior del aro, la parte donde están las inscripciones. - Creo, que nos ayudaría a salir de aquí, de una forma más... Relajada - No puedo evitar reírme ligeramente. Le dejo en las manos el aro y me acerco a la cerradura esa. Me agacho, y miro por el agujero, sin siquiera plantearme que podría quedarme sin ojo. O algo peor. Alguien se había puesto en marcha, y eso me motivaba. Me alejo del agujero y me pongo en pie, cerca de Jessie. - Si encuentras una horquilla, bueno, si la encontramos... Creo que podría intentar abrir los aros. Nunca se me dieron mal las cerraduras. - Sonrío. - ¿Tú también eres de las que les gustan las cosas prohibidas? - Efectivamente, parecía que Joel salía a flote cuando las mujeres estaban a su alrededor. Alguna debilidad habría de tener. Sin más, esgrime una sonrisa mientras comienza a rebuscarse en busca de algo que pueda servir.

Álvaro sonríe ante las palabras de la mujer. Mientras se dirige a la puerta comenta en voz alta.

- Las afroamericanas, tenéis encanto por ese ligero exceso... De feminidad. – sonríe de nuevo y se dirige ahora a Jessie. - Una horquilla, qué gran idea. Tengo esto, que lo mismo con un par de golpes se rompe y podemos usar algo. Por cierto, si conseguimos una horquilla, estaría bien quitaros los aros, por esto – le muestra los restos de su aro a Jessie, parece que ha encontrado algo en ellos. - Creo, que nos ayudaría a salir de aquí, de una forma más... Relajada – ríe ligeramente y deja su aro en las manos de la mujer.

Se dirige a la puerta de nuevo y se agacha, mirando por la cerradura circular. Chasquea la lengua, parece no encontrar nada al fondo. Se levanta y vuelve a mirar a la mujer afroamericana. - Si encuentras una horquilla, bueno, si la encontramos... Creo que podría intentar abrir los aros. Nunca se me dieron mal las cerraduras. – sonríe de nuevo. Esa sonrisa... Se os ha quedado grabada a fuego en la mente. Cada vez que sonríe es como si tuvierais un déjà vu. - ¿Tú también eres de las que les gustan las cosas prohibidas?  

- Nick Summers, un chico muy valiente - Digo mientras observo como la afroamericana inspecciona la cerradura - Valiente deberia ser para estar aqui encerrado y no perder la cordura... - Sonrio levemente a la vez que me apoyo en la pared y bajo la vista al suelo, pensativo.

- Nick Summers, un chico muy valiente – dice el pequeño mientras observa a Kate en sus intentos de encontrar una manera de salir de la sala. - Valiente deberia ser para estar aqui encerrado y no perder la cordura... – sonríe levemente a la vez que apoya su espalda en la pared y mira al suelo, pensativo.

Mira a los presentes con cierta cara de sorpresa, Anton siempre fue demasiado lento para reacción a cambios bruscos. O así era antes, ahora su vida tenia que moverse mas rápido.

Yo esto… creo que soy Leonard… Wayland. No se que serán estos aros, no tengo ni idea de que pasa aquí. Pero es algo de nuestra mente, estoy seguro, como dije ya me choque con un individuo de esos. – Decía mientras se ponía a buscar una salida el también, no se sentía bien en una jaula – Hasta podría pensar que es el mismo… Pero no estoy seguro.

Miro a Nick, sonriente. - ¡Qué mono eres! Oye, ¿qué tal si nos ayudas?... No sé...Mmmh... Demuestra tu valentía de alguna forma, puede que la clave de los aros estos sea eso... Ser quienes somos. Ahora. - Miro a Jessie de nuevo. En mi rostro se nota que no estoy muy convencido, pero podría ser... Luego miro al resto. Mi cara transmite un poco de preocupación, de desaprobación. Alzo las manos como preguntándole al resto, dando un paso, adelantándome a Jessie, que permanece detrás de mí. Incluso mi ubicación, había sido estudiada. Me gustaba decidir esos pequeños detalles cinematográficos, le daban más romanticismo a mi vida. Y a las situaciones en que me envolvía. Mis ojos se clavan en primer lugar en la asiática. - Walter... ¿Qué tal si empiezas a pensar? A ti no se te da nada mal eso, además... Curras en un sitio de telecomunicaciones. Yo que sé, algo tendrás que saber. Y no me gusta nada verte cruzada de brazos, preferiría que te contonearas un poco por la habitación; aunque sea para salir de aquí. - Luego, dirijo mi mirada a los otros dos, que no conozco tanto, y con los que tal vez no tenga tanta confianza, pero... Estamos juntos en esto, y si quieren salir vivos, o salir, simplemente, van a tener que ayudar. - No sé quiénes sois en realidad, o a qué os dedicáis, pero si alguno tiene alguna idea, o sabe de sistemas de seguridad, que se ponga manos a la obra. Si no, os pido amablemente, que reflexionéis con nosotros para ver qué podemos hacer para salir de aquí, y antes de eso, desactivaros los aros. Si nos tienen encerrados, no creo que esté bien salir de aquí sin - Hago el gesto de las comillas con los dedos - "nuestras armas". - Me encojo de hombros, después de una pequeño serñón que he sentido la necesidad de soltar. Luego miro a Jessie, después vuelvo la vista al resto. - Os digo esto... más que nada, porque sólo veo que nos preocupemos nosotros por salir de aquí. ¿Qué pasa, que a vosotros el niño de ojos azules no os ha jodido ya lo suficiente? Porque yo, personalmente, tengo ganas de terminar con esto. Quiero mi cuerpo, mi conciencia, lo que queda de mi vida... Creo que ya no quiero ni... - Estoy a punto de decir algo, pero me contengo, me callo. Finalmente, me giro y dando la espalda a los demás, vuelvo a acercarme a la puerta. Esta vez, apoyo mi mano sobre la puerta y cierro los ojos, concentrándome en el vacío. Pienso en las veces que sentí cómo Walter se adentraba en mi mente, en busca de generar alguna sensación parecida, o atravesar con mis pensamiento esa puerta. Telepatía general. Pues se van a cagar. Telepatía...¿Quién de los X...? ¡Ah, sí! Jean Grey... Joder, entonces soy de lo más bruto que tiene que haber por aquí. Me concentro en la imagen de la puerta. La genero en mi mente. Una vez convertido mi pensamiento en esa puerta, me visualizo abriéndola, sin introducir ningún tipo de mecanismo en la cerradura. Me veo haciendo de Jean Grey usando su mente para abrir la puerta, o captar los pensamientos de alrededor. Es más, a medida que me voy visualizando abriendo la puerta, empiezo a comprender que eso era telequinesis, y no telepatía. Así que visualizando la misma puerta, me imagino proyectando mi mente fuera de ella, saliendo de ese cuarto, en busca de alguna mente que atraer. O algo por el estilo. Meterme en la cabeza de alguien que nos abriera la puerta, o me explicara qué cojones hacer. Vamos, Álvaro. Vamos...

El anciano mira a los presentes con cara de sorpresa, tras lo cual se presenta.

- Yo esto… creo que soy Leonard… Wayland. No se que serán estos aros, no tengo ni idea de que pasa aquí. Pero es algo de nuestra mente, estoy seguro, como dije ya me choque con un individuo de esos. – dice mientras trata de encontrar una salida junto a los compañeros que han tomado la iniciativa. – Hasta podría pensar que es el mismo… Pero no estoy seguro.