Partida Rol por web

Los soldados te prestan la motocicleta sin ningún problema.

Pasas varias horas recorriendo las viejas y maltrechas carreteras... hacía tiempo que no recibían ningún mantenimiento y se notaba. Y tras casi medio día de viaje llegaste a las inmediaciones de Comitán. 

La situación no parecía buena... a pocos kilómetros de llegar te encontraste varios cuerpos ahorcados en carteles de la carretera... y al explorar la periferia pudiste confirmar que la ciudad estaba bajo el control de una milicia que no parecía pertenecer al gobierno...

Nervioso, recorro los caminos, recordando viejos tiempos, otras horas, otros días, otra era. Enfilo mi camino acostumbrándome al ruido del motor (indicio según los mecánicos de la salud de la moto), a los medidores y al simple hecho de conducir tras tanto tiempo. Es como la bicicleta, nunca se olvida, y en un suspiro llego a Comitán.

Comítan, Comítan de las flores, de la iglesia, de la paz y de la alegría. Ahora solo veo cuerpos colgados y gente extraña. Musito una breve oración por ellos, y me acerco a leer los carteles con los que cuelgan. No quiero adelantarme en mis conclusiones, la Ira es un pecado, y llega a cosas aún peores. Debo permanecer calmo

Los carteles son los anuncios normales de llegada a la ciudad y algún que otro anuncio comercial... algunos de ellos están con pintadas que advierten a las autoridades de que allí no son bienvenidos.

Una vez más cera puedes fijarte en que muchos de los colgados son soldados como los que se encuentran en tu pueblo, por lo que supones que Comitán ya no esta bajo el control del gobierno y los fanáticos se hayan hecho con el poder...

Tras leer los letreros y orar por los caídos avanzo hacia el centro de la ciudad, decidido a resolver la situación y a cumplir con mi destino.

Te adentras en la ciudad con tu ya característica cautela, evitando a todas las patrullas...

Al llegar al centro de la ciudad hay una escena que te llama la atención... ves a un grupo de mercenarios metiendo a personas en un furgón, mientras uno de ellos brama: - ¡Llevadlos a Chincultik! ¡Allí serán sacrificados ante el dios Sol!...

La escena era dantesca... gente suplicando por sus vidas mientras a su alrededor nadie parecía responder su llamada de auxilio, como si toda la empatía y humanidad del lugar se hubiesen desvanecido... Entonces pudiste percatarte de un símbolo extraño que colgaba del cuello de uno de los mercenarios... parecía un amuleto religioso con un sol como emblema... pero no parecía el usado pro Mayas o Aztecas... lo cual te resultaba extraño...

Intrigado dejo de lado mis cosas, y avanzo corriendo hacia ellos por un flanco, para aparecer de golpe en frente. Y con una vos profunda y grave los increpo.

-Trece son los cielos, y nueve los infiernos. ¿De cual de ellos vienen ustedes?.

Espero atento y en guardia su respuesta, mientras canalizo mi energía para materializar mis armas.

- ¡¿Qué demonios?! ¡Intrusos muchachos! - bramó el soldado mientras empuñaba una metralleta que pretendía usar contra ti...

E inmediatamente después puedes ver como la furgoneta que cargaba con los rehenes arranca a toda velocidad y otros mercenarios empiezan a acercarse a tu posición.

-Uno es el dios creador, cuatro las direcciones del Universo. Una roja, una verde, una blanca y una negra. Pero ninguna azul, como el color que cubre las matanzas. Yo soy el número 20. El hombre, pues 20 son mis dedos.

Sonrío y disparo rápidamente al soldado de la metralleta, para voltearme rápidamente y disparar a la llanta de la furgoneta.

El soldado apenas puede reaccionar antes de recibir el disparo que lo lanza hacia atrás fulminado. El otro disparo consigue impactar con facilidad la llanta de la furgoneta, provocando que la misma vuelque y frene apenas unos metros más adelante de donde la disparaste.

Mientras ves que otros soldados se acercan para ver que ha sucedido... prestando más atención a la furgoneta que a tu persona.

Lanzo un par de disparos hacia los guardias, y corro hacia la furgoneta para ayudar a los cautivos.

Los disparos despachan con facilidad a los dos mercenarios que se aproximaban hacia ti y te dejan vía libre para atender a los rehenes, algunos de los cuales aprovechan la confusión y huyen antes de ni siquiera poder llegar hasta ellos.

Cuando llegas a la furgoneta dentro quedan una mujer abrazada a su hijo pequeño que está en estado de shock debido a los repentinos acontecimientos y su secuestro.

Guardo mis armas y apoyandome en la puerta tiendo la mano a la señora.

-Vamos, señora. Hay que escapar, antes de que ellos vuelvan.

Al ver que la señora no responde, entro a la unidad e intento sacarla de allí.

La mujer al principio parece resistirse pero tras conseguir despejarse algo la mente parece recobrar algo de cordura y te sigue.

- Pero... ¿y los demás? Antes que nosotros partieron hacia los templos dos furgonetas más... - la mujer se echa las manos a la cabeza... - ... lo que allí hacen es horrible... ¡debe detenerlos! - te implora la mujer.

Me acerco a ella -Salga de aquí, rápido. Con su hijo, si sigue el camino de [...] llegará a otro pueblo. Allí estarán a salvo.- Tras decirle como llegar a mi pueblo y ayudarla a salir, voy por la motocicleta y acelerando a toda velocidad sigo la ruta de las otras furgonetas.

Tras asegurarte de la seguridad de los rehenes partes rápidamente hacia los templos de Chincultik a los cuales llegas tras un breve viaje... Allí... encuentras un panorama nada alentador... ves mercenarios repartidos entre todos los templos y en lo que se conoce como La Acrópolis, ves que hay un hombre vestido de forma ceremonial que lleva a cabo lo que parecen sacrificios humanos... a su lado se encuentra otro hombre... que se encuentra encapuchado y emana una energía extraña.

Pero lo que más te llama la atención es una estatua... una que no existía en semejante complejo Maya y que parece ser el centro del culto... una estatua... que parecía sacada de los mitos de la antigua Europa...

Al llegar contemplo con horror visible aquellos repugnantes sacrificios. Como siempre un extranjero nos trae el culto sangriento. Pero hay alguien y algo mas, una presencia que no logro determinar.

Fijo, mi mente y vista en aquel sujeto del aura extraña, mientras apunto a su cabeza, y a la de la estatua ( ¿de que dios se trata?, creo, haberlo visto, pero... no importa). Quien quiera que sea, debo determinar su esencia y liquidarle.

Disparo, una a la cabeza de la estatua para detener aquella idolatría inútil de aquellos que se dicen dioses, y otra a la de aquel sujeto que adivino, es un emisario.

El primero de los disparos acertó de lleno en la cabeza de la estatua que saltó en pedazos ante la incrédula mirada de sus cultores, mientras que el otro disparo, bien dirigido también a la cabeza de aquella sospechosa figura, fue detenido en medio del aire a apenas unos pocos metros de su cabeza.

- Así que los rumores sobre un intruso en Comitán no eran falsos... ¡¡encontradlo!! - dijo la figura, a la vez que pudiste observar que bajo el manto que lo cubría se distinguían unas piezas de armadura en el brazo que levantó para dar la orden.

Avanzo por entre los arboles, preparandome para emboscar a mis perseguidores Pero, ¿qué había detenido mi ataque, y quien era ese sujeto?, ¿cómo habían sabido de mi intrusión en Comitán?. Por el momento eso no importaba, debía acabar con los cultistas. Bajo la protección de los árboles espero a que se acerquen a la arboleda, y con una serie de disparos a los troncos de los árboles derribo una parte sobre ellos.

Tras esconderte en la arboleda varios de los mercenarios van en tu búsqueda cayendo como moscas emboscados por ti... es entonces cuando oyes bramar al hombre encapuchado...

- ¡Estúpidos! ¡Ese hombre ha matado antes a los hombres que debían traernos más sacrificios... obligadle a salir de la arboleda o seréis vosotros los que sirváis como sacrificio al dios Sol! - ante tamaña amenaza los demás soldados que se dirigían hacia la arboleda se pararon y algunos fueron a buscar algo mientras otro abrías su fuego de metralleta aleatoriamente, por suerte para ti piensan que estás a nivel del suelo y ninguna de las balas apenas pasa cerca tuyo.