Partida Rol por web

Galid cree escuchar el sonido de los pasos del recién desaparecido gnomo. Sin perder un instante, conjura un proyectil que lanza en la dirección del sonido, esperando que su oído no le falle. Pero cuando el proyectil impacta contra la pared, sin escuchar ningún tipo de sonido de dolor, Galid da por hecho haber fallado.

¡Maldita sea!- se maldice par sus adentros.

Mialee sale tras los pasos que se alejan y a la altura de las escaleras intenta impactar al gnomo invisible.

- Rápido se escapa.

Neblin persigue al gnomo por toda la sala guiandose solo por su oido, y cuando cree que lo tiene localizado, dispara dos dagas en rápida sucesión que sin embargo rebotan inutilmente contra los escalones de las escaleras de salida...

No, si al final va a ser verdad que estos jodidos gnomos son tan escurridizos como yo... dice casi para si mismo siguiendo su anterior hilo de pensamiento... ¡pero por mucho que digan yo sigo siendo más guapo!

La elfa hunde su espada en el aire y nota como su brazo hormiguea con la energía que su espada bebe de su víctima.

Al extraer la espada larga está teñida de sangre. De la nada que hay frente a ella empieza a gotear sangre a las piedras del suelo hasta que oís algo caer al suelo. Momentos después entre estertores el cadaver del gnomo se hace visible.

La elfa se vuelve atenta al resto de la sala.

- Revisad que esas puertas no se abren y nos dan otra sorpresa.

De momento parecéis disfrutar de unos instantes de paz, las puertas del norte están cerradas y la escalera por donde trataba de huir el gnomo acaba en la más completa oscuridad

Una vez el combate ha terminado, Galid observa el cuerpo ensangrentado del gnomo, rascándose el mentón interesado.

Vaya, ha sido muy interesante como ha desaparecido... ¿Cómo lo habrá hecho?

El mago se acerca hasta el cuerpo, intentando descubrir si portaba algún objeto mágico que le hubiese permitido hacer aquello, o si acaso era una aptitud natural del gnomo

- Neblin ¿te importa revisarlos mientras decidimos qué hacer? Propongo dormir un rato y comer algo.

Los enemigos yacen a vuestros pies, la luz que daban los "Magma Claws" comienza a extinguirse según sus cuerpos de magma se van enfriando. Esto tiene facil solución, algunos extraeis un cetro solar de vuestro equipo mientras que Galid conjura luz en su bastón de mago.

Registráis a los gnomos, pero no llevan nada de valor en monedas, lo único aprovechable es el pico de guerra, y ballesta, así como algunos virotes. Las armaduras de cuero están inservibles de la cantidad de tajos que han soportado.

Mientras Morgran se dedica con paciencia, una vez más a remendar a los heridos, Neblin se vuelve de nuevo hacia los nichos que cubren las paredes donde antes de comenzar el combate saco una buena moneda de oro. Allí encuentra la típica bolsa de cinturón donde llevar las monedas, pero está roida y vacía. Lo cual no desanima al mediano, que se hace pesado hasta que le echais una mano. Al cabo de un rato de enredar entre los restos y limpiar de telarañas habéis sacado el equivalente a 10 monedas de oro entre oro y plata.

Pero lo mejor está por llegar, y es que debajo de una tela roida con los restos de un escudo de armas Neblin descubre un mazo que rápidamente arranca de las huesudas manos del esqueleto y corre arrastrandolo por la habitación hacia el semielfo que está siendo tratado por el enano al grito de ¡mira, mira, mira lo que he encontrado!

Rapidamente Galid y Morgran se concentran en el arma que tiene runas enanas grabadas en la madera del mango y vienen a decir "Hail Von Urstadts! Amigos de los enanos". Sin duda es un arma mágica añade Galid a la traducción de Morgran....

La elfa se quita algunos trozos de armadura para dejar que se enfríen pues los escorpiones de fuego los han calentado en exceso. Luego pide a Morgran que le ayude con la estocada que le dio el gnomo y casi la mata.

- Buena arma, seguro que nos será de ayuda- termina diciendo al semielfo.

Ya lo creo...

El semielfo es receloso respecto a la magia y, a pesar de que el pesado martillo parece hecho para sus manos, lo mira con desconfianza hasta que Morgran y el mago dan su opinión al respecto.

Aceptando finalmente el arma, Roerkas deja su antiguo mazo atado a la espalda mientras dedica un buen rato a sostener en la mano el nuevo objeto y a observarlo detenidamente.

Malditos gnomos... sigue mascullando el mediano después de dar una patada a uno de los cadaveres tras descubrir que no llevaba nada de valor... y para colmo pobres.

Después observa con curiosidad los cuerpos de los escorpiones de magma, es la primera vez que se enfrenta a algo parecido, y no puede evitar urgar entre los restos con una de sus dagas como si de unos rescoldos de hoguera se tratase: ¿De donde habrán salido? No parecen de este mundo, ¿los habrán invocado los gnomos...? Y ahora que lo pienso, ¿que hacían aquí esos sucios gnomos...? Se supone que estamos en la guarida de una tribu de grandes trasgos que conviven con los no muertos de este lugar, ¿pero gnomos...?

Después empieza a echar cuentas de las criaturas a las que ya se han enfrentado y a las heridas que ha sufrido durante el proceso, llegando a una sólida conclusión tras apañar el último agujero provocado por el pico de uno de los gnomos: Deberíamos pedir más dinero.