Partida Rol por web

Roerkas va tras el orco, decidido a no dejarlo escapar...

El orco vuelve a echar a corre no sin que antes la elfa le de un tajo con su espada de platino. Desaparece entre la fronda, pero entre Neblin y Mialee logran encontrar su rastro.

La arboleda comienza a ser espesa, y hay prisa, pero por suerte el rastro de gotas de sangre y ramas rotas es facil de encontrar y con la ayuda del mago, la elfa, logra conduciros hasta donde descansa el agotado orco que cae en vuestro poder antes de que pueda tratar de defenderse.

Mialee no está dispuesta a dejar escapara al orco. Sus sucias tretas de emboscadas a comerciantes y las torturas a los humanos se unen a la posibilidad que que haya más por la zona.

Mialee desarma al orco si lo sienta en el suelo y le pone su espada de platino a la altura del cuello.

- Ni se te ocurra moverte, dice confiando que el ser hable común

Llegais al claro arrastrando al orco, de su garganta corre un hilillo de sangre, el prisionero tan solo deja de mirar a la elfa y su espada de platino cuando oye al semielfo chasquear sus nudillos.

En el claro Morgran ha soltado a los prisioneros, hay tres supervivientes, un correo de Overlook enviado para reclamar ayuda, que al parecer se unió a los viajeros. La mujer que llora de rodillas sin que Morgran pueda calmarla aún y un hombre con una fea herida en la cabeza y que al parecer dieron por muerto.

Morgran atiende como puede al hombre herido y trata de alivir sus heridas. Cuando ve entrando a sus compañeros en el claro, deja al hombre descansando y se acerca a su contrincante.

Espero que me entiendas. Quiero dejarte muy claro que no me gustas, ni tú ni ninguno de tu raza. Pero espero que reconozcas esto... - dice Morgran enseñando el símbolo de Kord.

Si lo reconoces sabrás que no hay honor en infligir daño a un enemigo ya derrotado. Yo soy un seguidor honorable de Kord y si colaboras con nosotros te garantizo la protección que hay detrás de este símbolo...

Roerkas espera desde detrás, apoyando la charla del enano con su martillo, apoyado contra el suelo y preparado para cambiar de táctica si Morgran no saca nada por las buenas.

En todo caso, el semielfo también prefiere no llevar las cosas hasta ese punto, así que cuando su amigo enano hace el juramento sobre su símbolo sagrado, Roerkas gira su martillo para que su propio símbolo sagrado - una cadena de plata atada a su martillo con el emblema de Bahamut - quede bien visible. Su deidad predilecta tampoco apoyaba la tortura ni el maltrato a un prisionero, y esperaba que el orco lo supiera.

El símbolo de Bahamut en el martillo del guerrero no ayuda mucho, de hecho le trae a la memoria cantidad de miembros de su raza caidos bajo los seguidores del dragón plateado. La cara del orco, hasta hace un momento más pálida que un cadaver recupera algo de color con las palabras del enano. ¿Quizás aún pueda salir de ésta con vida?

Galid observa el interrogatorio a unos pasos de distancia, sin tomar parte directa aún. Apoya su bastón en un árbol y saca su orbe, con el cual juguetea entre los dedos, mientras no quita ojo al orco. Analiza cada uno de sus movimientos, expresiones, tono de voz… El mago no piensa dejarse engañar por un sucio orco.

El mediano se acerca al orco con una daga en la mano, la más fina y afilada, aquella con la que ya interrogó una vez al gran trasgo prisionero en Brindol.

Mis compañeros te han contado la buena noticia, pero yo tengo que contarte la mala: Si no colaboras, me encargaré personalmente de que cuando acabemos contigo cuelgue un pedacito tuyo de cada uno de los árboles de este maldito bosque.

Para apoyar sus palabras acerca la daga a los dedos del orco y deja que ésta se clave con facilidad en su dura piel. Sí, creo que empezaré por las uñas... dice casi para sí, pero lo suficientemente alto como para que el orco le oiga.

Galid comenta algo al oido de Neblin, mientras el mediano examina la daga. Entre la espada de la elfa y el cuchillo del picaro, el orco trata de recular sin dejar de mirar a la pareja. Entre sus pantalones se empieza a extender una mancha mientras mira con ojos llorosos al enano. - Me matarán, no sabéis como es, Tusk me matará - suplica a Morgran.

Morgran pone la mano sobre el hombro de Neblin.

Sabes que no le dejaré hacerte nada si colaboras. Además, te podemos proteger de Tusk...

Morgran se nota un poco acelerado, la táctica del mediano le ha obligado a actuar con rapidez y eso se nota en su lenguaje corporal...

Tu información nos servirá para acabar con tus jefes, y ya no tendrás nadie a quien temer.

Añadió Roerkas. Empezaba a ver por donde intentaba sonsacar Morgran, y le parecía un buen camino. Tratando con un orco más valía simplificar y repetir los argumentos, porque la inteligencia en ellos era tan rara como la capacidad de confiar en extraños.