Partida Rol por web

- Mejorrr un vado y evitarrr commmmpañías innndeseables

Un sol sorprendentemente abrasador envía sus rayos desde su cénit. A tu alrededor los colores verdes, marrones y rojos refulgen cegándote. Localizas la mole pedregosa donde se levantan las elevadas murallas del Descanso, que ya no cobijan nada más que ruinas e ideales perdidos.

En los terrenos de cultivo de las granjas aledañas varias familias de valleses se afanan en la siembra. Para su desgracia, la cercana recolecta ha ido a parar al botín bárbaro, por lo que la siembra se ha adelantado un poco para acortar el tiempo en que deberán esperar hasta la siguiente recolecta.

A Folcad no se le ve por allí. Quizás esté dentro de la casa en ruinas a tu espalda.

Esperas un minuto, pero nadie responde a tu llamada.

Primero echas un vistazo hacia la mesa y sillas; los que habitaron esta granja debieron medrar en la vida, el mobiliario no es propio de un campesino, quizás fuera un pequeño terrateniente. Entre los cascotes ves incluso alguna pieza de cubertería oxidada, platos de cerámica, un candelabro al que le falta un brazo y trozos de cristal coloreado. Hay una puerta llena hasta la mitad de escombros , y te apoyas en la mesa para ver una sucia cama con cabecero de madera tallado que casi se desliza por el boquete hasta quedar encima de la mesa. Montones de tejas y vigas la aplastan, aunque quizás sería posible ascender apoyándose en ella hacia el piso superior.

Dejas esa sala y sigues el pasillo de la derecha de la entrada. A la vuelta de la esquina te detienes bruscamente; una enorme viga travesera ha caído sobre el suelo de madera y lo ha abierto, dejando al descubierto un agujero que debe dar al sótano. No se ve bien lo que hay abajo, y no se puede continuar por que hay un agujero de al menos tres metros en frente de ti. Quizás pudieras engancharte a la viga y a las hoquedades de la pared para cruzarlo trepando.

Verom se asoma al agujero pero todo está muy oscuro y no ve lo que se pueda oclutar abajo.

- Folcad, ?dónnnnde estásss?

Al no recibir respuesta se decide a pasar al otro lado.

El bárbaro se queja un poco más y se toca la cabeza. La mano está manchada de algo parduzco; es su sangre. Luego mira hacia ti.
-El viento viene pesado hoy, casi-hombrre -dice trabajosamente. -Me herrí la cabeza, y me duele un brrazo. Ya no soy un niño, no pude saltarrr al otrrro lado. Aros se rreirría de mí si me vierra ahorra... - Folcad suena más herido por su orgullo que por la brecha de la cabeza.

Tú miras a izquierda y derecha, y no se te ocurre ninguna forma de izar al bárbaro más que arrojarle una cuerda y alzarlo a pulso. Cuerda que no tienes además... la ingeniería nunca se te dio bien.

El desconocido baja un poco la punta de la espada.
Ajá... Verom Skarge, embajador de Sylmire. ¿Y cual de los dos es usted, mi señor, el que se tiró a la madre de Hakoon o el que partía nueces con el culo? -Sin perderte de vista, habla por encima del hombro a su compañero - Sir Gorret, diríase que hemos pescado bien en guarida revuelta. Este peculiar gorrón debe tener buen valor en las mesas de los gerifaltes.

Sir Gorret... Sir Gorret... te devanas los sesos en recordar a alguien así en tu estancia en Wuerenburgo. Conociste a un par de Gorrets, pero ninguno era un Sir de Calduran. No sabes quién puede ser el hombre que se esconde bajo el yelmo.

El hombre del llamativo chaleco parpadea ostentosamente.
¡Diantre!¡Sir Gorret, se acabaron nuestros problemas!¡he aquí el salvador de Sietevalles!¿Y qué ofrecerás a los bárbaros para que se marchen?¿Que todos vistamos taparrabos? Yo aceptaría siempre que las hembras también de tal manera se ataviaran... ummm...

Verom entra en la habitación pendiente de cualquier signo de descubrimiento del bárbaro. Intenta mantener la conversación para que no se dediquen a dar vueltas por la casa.

- ?Y existe alguna posibilidad de que me permitáis continuar con mi viaje? Creo que acompañaros no me permitiría llegar a Vallealto para la luna llena.

La voz del tipo del chaleco añil os llama desde afuera, y se va aproximando según os habla.

¡Sir Gorret!¡Estoy de vuelta! Ese granuja quiso regatearme en cuanto a lo de los cristalitos, pero puse freno a su codicia con un rotundo no por respuesta.

Se encarama a la mesa y comienza a ascender apoyándose en las varas y listones del techo que quedaron aprisionadas bajo la cama atravesada en el boquete del techo.

¡Vaya estropicio!¡Ya no hacen ruinas como las de antes!

Volgard acaba necesitando que Gorret, molesto por su torpeza, le empuje desde abajo. Cosa que hace tras apoyar en la mesa su yelmo.

Mientras terminas tu frase ves por el rabillo del ojo un movimiento en el corredor. Giras la cabeza y sorprendes a Folcad deslizándose silenciosamente hacia donde tú te encuentras. Está sucio por el polvo, tiene una brecha en la frente y te parece que cojea un poco, pero aun así, lleva el hacha en la mano, dispuesto a derramar la sangre de quien quiera apartarte de su lado. Se lleva el dedo a la boca y sigue avanzando.

Verom espera a que la situación sea lo más favorable posible, justo en el momento en que Sir Gorret empuja con todas sus fuerzas a Volgard para coger de los pies al caballero y tirar con decisión deseando que se rompa la boca contra la mesa.

Cuando lo intentas recordar más tarde, todo lo que sucedió en aquel instante en la casa en ruinas se te junta en un único momento. El empujón que hizo trastabillar a Gorret y caer de la mesa estrepitosamente, golpeándose en la por unos instantes desprotegida cabeza; Volgard intentando asirse al pie de la cama cuando se queda sin el sostén de su compañero y haciéndolo en el último instante, consiguiendo con ello que la cama se precipite hacia ti; Folcad entrando a la sala gritando como un poseso para luego saltar hacia atrás en el último momento antes de verse golpeado por la descendente cama; Y tú, viendo cómo Volgard caía hacia atrás, la cama le pasaba por encima, rebotaba contra el borde de la mesa y dirigía todo su peso hacia ti. ¡Qué caos!

Verom intenta saltar a un lado para que la cama no le caiga encima pero los pies se le hacen un lío.

A pesar de que te apartas, el pie de madera de la cama te aplasta el antebrazo izquierdo contra la pared. Durante un momento el dolor por el sordo golpe te ciega, y al instante siguiente tienes a Folcad apartando la cama de tu brazo de un empujón.

Verom sigue el ritmo del bárbaro, dentro de sus limitaciones. la tensión de estos días empieza a hacer mella en su rostro que comienza a mostrar las ojeras del cansancio y la falta de sueño.

- Si se hubirrran dado cuennnta que losss ibasss a atacarrr puede que nnnoss tuviérrramos que haberrr rrrrrennndido nnnosotrrros, yo essstaba dessarrrmado.

Al pararse Folcad a la sombra del álamo, el embajador coge el odre y vierte agua en la herida, saca uno de sus pañuelos de seda de repuesto y lo pone a modo de gasa. Luego obliga al bárbaro a presionar la herida para cortar la poca hemorragia de haberla limpiado.

Unos minutos más tardes dais una última curva al camino y tras unos álamos se presenta el esperado puente de piedra. De aquí a Vallealto, cuyo emplazamiento se adivina en las colinas en lontananza, sólo restan unas horas. Según cruzáis sobre el plácido río, veis al otro lado un pequeño campamento de tipis. Aunque se escucha cierto jaleo dentro de las tiendas, sólo un bárbaro barbudo y mayor haraganea fuera de ellas, lanzando un palo a un escuálido chucho. Al veros pasar hace un gesto con la cabeza y sigue a lo suyo, pero luego se da la vuelta y os sigue con la mirada hasta salir de su campo de visión tras atravesar los álamos al otro lado del río.

Dirías que ese tipo te ha reconocido.