Partida Rol por web

La respuesta de Thurkear fue un resoplido, pero segundos más tarde había iniciado la marcha hacia donde Ixen le había pedido.

-Gracias- dijo al ver que el dragón se encaminaba hacia la ruta de la seda.

-Me debes una mestizo- respondió con aquella temible mueca que sólo Ixen podía interpretar como una sonrisa

Thurkear y tu ponéis rumbo hacia el oeste, a través de la Ruta de la Seda. El camino hacia la villa de Trentos os llevará prácticamente todo el día de viaje. La primera parte de la travesía se os hace bastante amena, con el sol en lo alto castigando el polvoriento camino con su calor de justicia. Hacéis un pequeño parón para comer y recuperar fuerzas antes de avanzar y os cruzáis con una patrulla de guardias que van en dirección contraria a la vuestra, hacia la ciudad de Luna Negra que ya habéis dejado atrás.

Después de reemprender la marcha y caminar durante varias horas, el sol comienza a descender dando un respiro. Es entonces cuando algo llama tu atención. El grito desesperado de alguien que viene por el camino pidiendo socorro. Se trata de un jovenzuelo de 10 años más o menos, pelo alborotado y ropa sucia que llega corriendo. Cuando os ve a Thurkear y a ti acelera el paso pero se tropieza y cae de morros al suelo, raspándose la barbilla, las manos y las rodillas en la caída...

El viaje había resultado tranquilo y placentero, por no decir aburrido.  Ixen había aprovechado para montar sobre Thurkear y leer un poco más el libro y las historias que este narraba.  Habían comido, bebido, descansado y vuelto a caminar e Ixen leyó siempre que pudo hacerlo.  La voz del niño clamando ayuda lo sobresaltó y con presteza guardó el libro de la mochila y le indicó al dragón que se acercasen para ver si podían prestarle ayuda.  Cuando tropezó y cayó Ixen desmontó con velocidad y se acercó para ayudarlo a que se pusiese de pie.

-Ya pequeño, no te asustes, pronto sanaran los arañazos.  Dime ¿Qué sucede? ¿Cómo puedo ayudarte?-

- Monstruos, señor - alcanza a decir el niño con la respiración entrecortada y las lágrimas cayendo por sus mejillas - han atacado... la carreta de mis padres... están en peligro. Por favor, ayúdenos - El niño se apoya en ti mientras le ayudas a ponerse en pie - Por favor, señor... antes de que nos maten a todos.

Ni siquiera tuvo que consultarlo con Thurkear, sabía que el dragón estaría dispuesto a ayudar, podía ser rudo en sus modos, podía incluso parecer un ser sin sentimientos, pero en realidad Thurkear era un ser altruista y tenía un corazón bondadoso y protector.  Podía engañar a muchos, pero no a él.

-¿Están en el camino?- preguntó mientras montaba nuevamente en el dragón, debían estarlo, después de todo se trataba de una carreta.  -Deberás quedarte aquí, sería peligroso que vengas con nosotros.  Escóndete y espera nuestro regreso.  Sal antes sólo si ves alguna patrulla- Avanzarían hasta tener la carreta a la vista y entonces evaluaría la situación para idear la mejor forma de encarar el combate.  Una vez el niño respondió Thurkear se puso en marcha corriendo tan rápido como podía, pero sin agitarse en exceso pues seguramente les aguardase un combate.

El chico toma tu consejo y se esconde entre los pocos árboles y la maleza que crece cerca del camino. Tu sigues adelante junto a tu compañero dragón, a un paso constante aunque no muy rápido para no cansaros antes de tiempo. En menos de media hora de trayecto veis una fina columna de humo que se eleva a los cielos. Al acercaros más, percibes que la fuente del humo es el carro que te había dicho el niño, o más bien parte de éste. Está destrozado en mitad del camino y ves a un hombre tirado en el suelo cerca del carromato...

Desmontó con premura, tomo la lanza y se separó algunos pies de su compañero poniéndose a la vera del camino.  Avanzó, atento por si escuchaba o veía algo

Una vez Ixen hubo desmontado se elevó de un salto varios metros por sobre el camino para así tener una mejor perspectiva y poder observar la escena con mayor amplitud por si alguna de las criaturas intentaba emboscarlos

Avanzas cauteloso hacia el carro mientras Thurkear se eleva para divisar mejor desde el aire. Todo parece estar en calma, una calma que te inquieta. El hombre parece estar herido, inconsciente, pero no está muerto pues notas que aún se mueve su caja torácica al compás de la respiración...

Ixen comenzó a avanzar, incapaz de notar nada extraño, fuera de lugar, pero tranquilo porque su fiel compañero lo cubría desde el aire.

Thurkear nota un leve movimiento entre los árboles pero no logra divisar nada más, pues la espesura de las hojas impide cualquier avistamiento desde las alturas.

Tu en cambio ni siquiera notas nada extraño. Todo está en calma. El hombre que hay tirado en el suelo se retuerce levemente y emite un gemido de agonía. Parece que está sufriendo...

-Algo se mueve en los árboles- Advirtió el dragón a su compañero -No logro ver que es desde aquí- agregó.

-Me acercaré.  Vigila- dijo escuetamente haciendo uso del lazo mental que los unía. y se acercó al hombre agonizante no sin antes prestar atención a las copas de los árboles.

Observando los árboles notas que hay algo escondido. Unas risas agudas surgen de éstos y un par de virotes salen disparados en tu dirección pero ambos se estrellan en el suelo, sin llegar a golpearte. Cuatro criaturas pequeñas, del tamaño de un dracónido niño, saltan de las ramas y caen al suelo. Con piel escamosa de tonalidades rojas, ojos verdes reptilianos, colas y bocas llenas de multitud de dientes afilados... No te cabe la menor duda. ¡Se trata de asaltadores kobold!

Los kobolds te pillan desprevenido y comienzan su asalto furioso. Uno se acerca corriendo hasta ti, con un grito siseante, enarbolando una rustica espada pequeña de hierro. El kobold descarga un tajo vertical que va directo a dar en tu brazo...

Por tu espalda, otra de estas criaturas intenta acercarse sigiloso, aprovechando la distracción de su compañero. Pero lo ves venir y su intento de acuchillarte resulta en vano.

Los otros dos preparan sus arcos cortos y disparan contra Thurkear, pero las flechas se pierden de vista sin que tu compañero dragón sufra ningún daño.

Los asaltantes habían contado con la ventaja de la sorpresa, sin embargo no la habían aprovechado, al menos no al máximo.  Las saetas habían fallado su objetivo y uno de los kobols que se acercó a traición también había errado a su objetivo.  Se movió de forma que su postura le permitiese tener a sus dos enemigos a la vista y así evitar aquellos ataques a traición, entonces decidió atacar con su lanza a aquel que lo había golpeado pero falló el golpe al igual que la esquiva.

Thurkear avanzó hacia el enemigo que se hallaba en una de las copas y entonces las roció con su aliento ígneo.