Partida Rol por web

Algo golpeó a Thurkear, algo que lo impulsó a dormir, no estaba cansado, no, pero había algo que lo impelía a dormir.  Pestañó y entonces se dio cuenta.  El mago, el mago era el responsable de aquella sensación.  Comprender aquello lo llenó de furia, retrocedió para tomar impulso y se abalanzó cargando contra él, sin embargo volvió a fallar, por poco, pero erró el golpe.

Volvió a alejarse del kobold que lo atacaba y a invocar el poder del fuego, sin embargo falló.

El kobold hechicero se queda espantado al ver cómo el dragón ha aguantado sus mejores y más potentes hechizos. En un intento de salvar su vida antes de caer entre las garras del enemigo, el kobold sale corriendo todo lo que sus piernecitas le permiten y sin mirar atrás.

El kobold que estaba luchando contra Ixen, ajeno a los movimientos de su camarada, continúa hostigando al dracónido pero sus ataques son inseguros y carecen de riesgo.

El hechicero Kobold parecía asustado y aparentaba querer batirse en retirada, sin embargo Ixen prefirió no confiarse y volvió intentar canalizar la energía arcana para que la saeta de fuego consumiera a su rival pero otra vez falló.

Thurkear envalentonado por la aparente fuga del kobold decidió seguirlo y atacarlo nuevamente con sus garras 

El golpe de Thurkear impacta en el kobold hechicero sin que éste lo vea venir y parte a la criatura en dos con sus afiladas garras. Tras esto tan solo resta un enemigo que sigue presionando a Ixen, lanzando otra estocada que va directa a la espalda del dracónido...

Con otra herida sobre su cuerpo Ixen volvió a alejarse, se giró y gritó -Ixen- invocando nuevamente a la magia para que consumiese a su enemigo, esta vez pareció tener éxito y las llamas se dirigieron hacia el Kobold

Había acabado con el mago, se sentía orgulloso, satisfecho, sin embargo su compañero continuaba peleando.  Aprovechando la distancia que los separaba corrió, cargando contra el kobold, dispuesto a terminar con su vida

El kobold queda envuelto por las llamas y grita de agonía mientras el fuego lo va devorando rápidamente. En cuestión de segundos cae rendido al suelo, sin un soplo de aliento en su cuerpo.

El combate ha sido duro, los cuerpos de los rivales están esparcidos por el camino, pero Thurkear e Ixen se alzan victoriosos, agotados y maltrechos... pero con vida.

Agotados y heridos jinete y dragón se miraron al finalizar el combate.   Estaban muy heridos y les había costado más de lo que habían supuesto vencer a aquellas criaturas, sin embargo el peligro no había pasado, se hallaban al borde de la muerte, gravemente heridos y exhaustos deseaban, sin decirlo, que una patrulla acudiera en su ayuda.

Thurkear rengueaba e Ixen se apoyaba en la lanza para caminar mientras sus heridas continuaban sangrando producto de los cortes que las impías hojas habían hecho en su cuerpo.  Se acercaron al hombre implorando a su dios que aún estuviera con vida.  Ixen respiraba entrecortadamente pues las heridas le dolían cuando su torso se hinchaba y Thurkear decidió echarse y espera.

Una vez hubo llegado cerca del hombre, Ixen se inclinó sobre él y le tocó el hombro.

-Señor.- dijo con una exhalación cansina.  –Su hijo... su hijo nos envió en su auxilio-

El hombre, malherido, reacciona a la voz de Ixen. Consigue abrir los ojos e incorporarse - Oh, dioses, gracias. Muchas gracias por vencer a esos kobolds - dice el hombre con lágrimas de alegría en los ojos - Os estaré eternamente agradecidos, mi señor. Pero, ¡por todos los dioses! Se encuentra gravemente herido. Por favor siéntese, atenderé esas heridas en un momento. Espero que esos estúpidos kobolds no hayan desvalijado por completo mi carro - el hombre se acerca cojeando a su carro y rebusca entre el caos que ha quedado. Al momento se vuelve con unas vendas en las manos - Por cierto... ¿dónde está mi hijo? ¿No iba con usted?

Ixen y Thurkear agradecieron las atenciones del hombre, realmente la necesitaban y decidieron que lo mejor sería descansar unos minutos mientras sus cuerpos se regeneraban y se sanaban algunas de las heridas sufridas.

-El muchacho está algunos minutos por delante.  Le pedí que se escondiera y que sólo saliera de su escondite si volvíamos o si veía a una patrulla.  Cuando dijo que habían sido atacado por monstruos no creí oportuno traerlo con nosotros y, viendo como salieron las cosas, creo que fue lo mejor.  Si nos permite unos minutos para reponernos lo acompañaremos a buscar al pequeño-

Ixen miró a su compañero y sonrió al ver como las heridas de ambos sanaban poco a poco, los cortes comenzaban a cerrarse y las heridas dejaban de doler.  Una vez estuvieron algo más repuestos acompañaron al hombre a que se reuniese con el niño que los había alertado.

Vuelves sobre tus pasos en el camino real, junto al padre del chico y Thurkear. Pero antes de llegar al punto donde más o menos se quedó el chiquillo, os encontráis con tres soldados que van en vuestra dirección. El chaval va con ellos.

El reencuentro de padre e hijo resulta enternecedor. La patrulla de guardias os acompañan de vuelta hasta el carro y ayudan a despejar el camino de cuerpos muertos, mientras el hombre y otro de os guardias tratan de arreglar las ruedas del carro. Al menos lo suficiente como para que aguante el camino hasta Trentos.

- Os acompañaremos hasta la ciudad de Trentos. Nos aseguraremos de que todos lleguéis a salvo - dice uno de los guardias.

Haber podido reunir al niño con su padre fue recompensa más que suficiente para Ixen y Thurkear y sirvió para menguar el dolor de sus heridas aún sangrantes.  -Bien hecho amigo- le dijo mentalmente a su dragón mientras padre e hijo se fundían en un tierno abrazo que reflejaba la preocupación que habían sentido el uno por el otro.

-Muchas gracias- respondió Ixen -Me gustaría decir que no es necesario pero... viendo como quedamos después del enfrentamiento con esos Kobolds creo que será más seguro para todos si hacemos el camino con ustedes.-

Thurkear pareció indignarse con aquel comentario, sin embargo acalló su orgullo pues, aunque no quisiera admitirlo, sabía que habían estado a punto de ser derrotados y en parte culpaba a Ixen, por haber demostrado tan poca pericia

El resto del camino lo hacéis sin ningún sobresalto inesperado. Los guardias comentan que hacía tiempo que los kobolds no daban problemas, pero al fin y al cabo las patrullas estaban en la Ruta de la Seda precisamente para eso, para evitar asaltos a caravanas y viajeros.

En cuestión de un par de horas por fin llegáis a Trentos. Se trata de una pequeña ciudad situada a orillas del gran lago del Reposo del Dragón. La ciudad vive del comercio marítimo con las otras ciudades al otro lado del lago, pertenecientes al Imperio de Alejandría y es el principal puerto de comunicación con el resto de Tesalia, lo que hace de Trentos la segunda ciudad más importante dentro del reino de Shereda, después de capital Luna Negra.  

Cuando llegas a la ciudad el sol se está poniendo y arroja una luz rojiza color fuego sobre los tejados ovalados de los edificios. Los guardias se dan media vuelta al veros entrar en la ciudad y el hombre y su hijo que habéis salvado de las garras de los kobolds van directos en busca de una posada donde poder pasar la noche - Si queréis descansar tu y tu dragón, venid con nosotros. La posada no anda muy lejos, podremos disfrutar de comida y bebida para reponernos y de una cama cómoda para dormir. Por supuesto la estancia correrá de mi cuenta. Es lo menos que puedo hacer después de que me hayáis salvado la vida.

La actividad en el puerto es frenética incluso a estas horas de la tarde. Multitud de puestos ambulantes ofreciendo sus mercancías de última hora, mercaderes de comidas en salazón, telas exóticas de seda traídas desde Alejandría, vinos especiados y licores de todo tipo, amas y armaduras, joyas... de todo. 

Trentos:

Ixen agradeció y acompañó al hombre y su hijo a la Taberna, comió con él y se quedó charlando, escuchando y contando anécdotas un buen rato.  El niño estaba fascinado con Thurkear así que hablaron bastante de lo que era ser un Caballero Dragón, tanto que el joven había comenzado a insistirle a padre con quería ingresar en la orden.  Tras algo de  insistencia Thurkear accedió a dar un pequeño paseo con el niño y luego de revolotear un poco con él volvió a la taberna.  Cuando lo hizo Ixen les propuso a ambos acompañarlo al mercado, quería fisgonear un poco que había a la venta y supuso que quizás el hombre tuviera algunos negocios allí.

Al proponerle al hombre que te acompañe al mercado, éste declina la oferta - Creo que me iré a dormir ya. Es tarde y el día ha sido agotador. 

Al salir de la posada hacia el mercado, la noche ya había caído sobre Trentos. La temperatura es cálida y el ambiente húmedo procedente de las orillas del gran lago. Multitud de antorchas iluminan la vía pública y algunos puestos en el mercado siguen abiertos, aunque muchos ya han cerrado o están a punto de hacerlo. 

La ciudad era fantástica y, pese a que ya estaba anocheciendo, algunos puestos en el mercado se encontraban abiertos.  Llegó al que le interesaba justo cuando este comenzaba a cerrar, el vendedor, un hombre de avanzada edad afeitado al ras y con el pelo corto color azabache lo saludó cuando se acercó.

-Ya estoy por cerrar joven.  Si quieres cerrar trato por alguna mercancía te sugiero que te apures.  Ya es tarde y debo volver a mi casa, con mi familia.-

-No le quitaré mucho tiempo, me han dicho que es usted un alquimista- dijo con cortesía -Busco, de poder ser, alguna de esas pociones que retornan la salud perdida en batalla-

El viejo sonrió -Me queda una, pero es muy potente y te costará 100 monedas-

Ixen supo que lo estaban timando y respondió -¿Cien monedas?  Es demasiado.  ¿Qué tal unas veinticinco?-

-¿Quién iba a decir que un caballero dragón intentaría robar a un pobre alquimista?  que sean ochenta-

-Cuarenta-

-uff, es muy poco dinero sesenta y es tuya-

-Puedo estirarme a cuarenta y cinco.  ¿Qué dices?-

-Digo que tienes razón, cincuenta es un precio justo-

Ixen sonrió -Está bien buen hombre, que sean cincuenta.  Aquí tienes- saco las monedas de su bolso y se las entregó al hombre, había poco dinero en la bolsa, entre lo que había pagado como depósito por el libro y la poción que acababa de comprar ya solo contaba con veinticinco monedillas, debía ser más cuidadoso con sus compras a partir de ahora, pero la lucha con los Kobolds le había demostrado lo duro que sería el camino hacia Barataria.

Una vez Ixen se aseguró de acomodar el vial con la poción en su mochila paseó un rato más, se acercó a las aguas que rodeaban la durmiente ciudad y luego de meditar un rato allí regresó a la taberna para reponer sueño y energías pues tenía pensado continuar su viaje al día siguiente.

Vuelves a la posada a dormir y descansar. La cama resulta cómoda y al día siguiente algunas de tus heridas han empezado a cicatrizar ya. 

Cuando bajas al salón de la posada, el hombre al que salvaste ayer y su hijo están desayunando y te invita a tomar asiento junto a ellos - Buenos días, caballero. Hoy tiene usted mejor aspecto. No hay nada como una comida caliente y una buena cama para reponer fuerzas, jajaja - el hombre suelta una carcajada bastante sonora y algunos de los clientes lo miran de reojo - Camarero! Un buen plato de carne estofada y vino para mi salvador, el caballero del dragón!

Aquella azarosa magia que curaba a las gentes con el descanso se había presentado de forma escatimada para Ixen quien se levantó todavía dolorido.  Tardó en cambiarse, y se hubiese quedado en la cama recuperándose de sus heridas, si no hubiese sido porque debía llegar a Barataria.  Al bajar se encontró con el comerciante que había salvado la jornada anterior, este le ofreció asiento a su lado y ordenó comida para él.  Ixen sonrió ante las palabras del hombre y agradeció con un gesto de su cabeza.

-No tan bien como esperaba encontrarme- dijo manteniendo la sonrisa -Debe ser la humedad- agregó divertido -Gracias- agregó -No debía molestarse con todo esto, de verdad- removió el cabello del niño con su mano a modo de saludo -¿Contentó de haber paseado en un dragón?- le preguntó -Si sigues con aquella idea de convertirte en caballero dímelo y te haré una carta de recomendación para presentar en los cuarteles.-