Partida Rol por web

A pesar de sus cicatrices y sus implantes, reconoces al hombre, o el hombre que era, como el Comandante Curtis. Aún sigue desprendiendo ese aura aterradora en su mirada y en su planta. Puedes observar como sus cicatrices abundan por lo poco de piel que le queda, y como el brillo de sus partes metalicas, implantadas abundan en su cuerpo.

No puedes apartar la mirada de él, aunque ya poco queda del soldado que te inspiró, al que querias parecerte. Te horroriza y a la vez te impone respeto. Si ya era temible antes, ahora puede serlo mas. Por otro lado, tu alma Pure, te hace pensar que tal vez hubiese sido mejor que solo fuera una leyenda lo de su resurrección.

-¿Señor?

Intentando mantenerse firme, mientras el sujeto al que acompaña continua su inspección de la zona.

Mantiene la mirada fija en una zona de la estancia.Al cabo de unos segundos, avanza un paso.

-Todo en orden, soldado.

Su voz, entre metalica y humana, resuena en la estancia, donde se ha producido un silencio sepulcral.Luego dirige la mirada hacia los ocupantes de la sala, tras indicar con un gesto a los soldados de la mesa que descansen.

-Les recuerdo su cita de mañana, sean puntuales, al General no le gusta esperar por nadie.

Hace un silencio, mientras se da media vuelta, deteniendose en el umbral de la puerta, donde gira ligeramente el rostro.

-Ni a mi tampoco.

Tras pronunciar sus últimas palabras, sale por la puerta del comedor, seguido de los dos soldados, cerrandose las puertas tras ellos. Los soldados del fondo, respiran aliviados y comienzan a cuchichear entre ellos.

La impresión de confirmar que realmente es quien otrora había sido mi ídolo, mi ejemplo ha sido realmente fuerte para mí, por una parte tenía ganas de hablar con él, si es que esa cosa era realmente Curtis. Por otro lado me da repulsión ver como ha quedado. Se que él fue muy importante en vida, logrando proesas que pocos soñarían siquiera alcanzar, tal vez esa importancia fué la que condujo a que le hicieran esto.

Luego de que sale el Comandante busco un lugar en silencio y me siento, esperando si los demás se unen a mí.

Aunque mi desilución es grande, quisiera hablar con eso, a ver si el Curtis a quien admiré aún sigue allí.

Rafael, que se habia sentado solo , no parecía importarle demasiado lo que acababa de pasar, observó la hora que era, solo queria picar algo rápido , y marcharse lo antes posible, le gustaba ser puntual.

Sentado a la mesa observo aquella bandeja, confiaba en que la bebida fuese mejor que la comida, aunque ya era tarde para la hora feliz, una lástima. Pincho un par de veces el oloroso puré y tras removerlo un poco, sé que o voy a probarlo, así que le doy una oportunidad a la carne correosa y llena de nervios.

Apenas estoy masticando, la puerta se abre apareciendo dos soldados y un hombre que sería la peor de las pesadillas para un novato, y todos los que estábamos en la mesa parecíamos novatos. Esto no pintaba nada bien. Me pongo en pie imitando a los soldados del fondo, observándolos por si hacen algo más, como cuadrarse, lo último que quiero es desentonar y ganarme la enemistad de aquel tipo.

Una vez termina aquel reconocimiento y se va, suspiro aliviado al ver que no ha sucedido nada.

-¿Alguien sabe quien era? -pregunto en un tono de cuchicheo, al parecer me había empeñado en imitar a los del fondo en todo- ¿tenía un implante en el ojo o me lo ha parecido a mí? Se supone que tenemos que ser humanos puros, sin alteraciones... -probablemente ahora estaba hablando demasiado-

Ante la pregunta, levanto la mirada de mi comida un poco incómodo, por lo visto a él tampoco le hacía mucha gracia lo que había en ese plato. Clavando el tenedor en la fibrosa carne y terminando de tragar el bocado agrego en voz baja, la suficiente como para que sólo me escucharan lo de la mesa.

Es alguien que conocí hace un tiempo, uno de los mejores cazadores de mutantes y mi mentor, el Comandante Curtis, posiblemente hayan escuchado sobre él en algún momento. En ese entonces era ... pues humano, un pure como nosotros. Hasta donde sé fue KIA hace algunos años.

Recorro con la mirada a los presentes, a ver si estaban satisfechos con mi respuesta, lo cual tampoco me precocupaba mucho a decir verdad, así que retomando el cubierto continúo mi comida, consternado.

Escucho con atención las palabras de aquel hombre que había entrado y acongojado al resto de los soldados. Después a mis compañeros.

- Si fue asesinado en combate debería permanecer en los brazos del señor... traerlo de vuelta con implantes, o ... como sea. Eso no es natural. Miro a Harland. Aunque si no lo sabes a ciencia cierta tampoco hay que especular. Sea como sea... hablaré con algún superior sobre este comandante Curtis. 

Miro a Baltar.

- Todos los hijos del señor son puros, pero... hay algunos que deciden desviarse de su camino, bien por voluntad o bien por necesidad... mutantes, medio máquinas... no importa, la única redención es la muerte. Solo así tendrán el perdón de nuestro señor. -

Los soldados de la mesa susurran en voz baja, notando como es mas por miedo que por guardar las apariencias. Entre sus palabras, escuchas como uno de ellos se refiere al recien salido, como el "Cazador asesinado, que volvió de la muerte para acabar con aquellos que lo destrozaron con sus propias manos", mientras otro comenta" que es la mano oculta del General, que se mueve por lugares a los que nadie tiene acceso, y que apenas se deja ver, que algo gordo debe suceder para que se haya desplazado hacia esta zona".

Compruebas como los recien llegados, que se sentarón en otra mesa, tambien hablan en voz baja.

Perdón, vida, muerte... que sarta de estupideces hay que escuchar comiendo. 

Pues el pure no está tan mal.- añado mientras termino el último bocado de la viscosa y pestilente pasta.  

Curtis, no olvidaré ese nombre...

Sigo atento al reloj, no quiero llegar tarde a mi reunión, llegar tarde es na falta de respeto, cuando el camarero paso a su lado Rafael le pidio amablemente si podia servirle algo.-Hola, soy nuevo y tengo una reunion pronto, podrias servirme algo, cualquier cosa bastara, no tengo mucha hambre. Rafael aprobecho el dirigirse al camarero para poder intentar escuchar tambien lo que decian los otros nuevos.

Aunque la mitad de mis dudas no habían sido resueltas, el debate planteado por el santurrón me parecía interesante y antes de que me diera cuenta, había entrado al trapo.

-Imaginemos que un buen soldado ha caído en combate, un soldado excepcional, fiel a la causa y dispuesto a sacrificar su vida en combate, ¿no merecería una segunda oportunidad para seguir sirviendo a la causa? -señalé con el tenedor a Emiliani, no en tono amenazador, sino recalcando mis palabras-. Aunque para ello se recurriera a métodos pocos ortodoxos, antinaturales o como quieras llamarlos... Con toda la escoria que hay fuera de estos muros, cualquiera de nosotros que vuelva del más allá para recuperar su lugar será bien recibido, pues nuestra cruzada no llegará a su fin hasta que hallamos acabado con todos ellos.

En un acto de dramatismo final, clavé el tenedor en esa masa que nos servían como puré. Una vez más, había dejado que mi garganta fuese más rápido que mi mente y no había pensado con calma todo lo que había dicho. Simplemente me había dejado llevar, es cierto que pensaba eso pero, ¿sería acertado decirlo delante de ellos?

Levanto la mirada ante las últimas palabras del grandullón... Dime tú, ¿Qué diferencia hay entre él y contra lo que luchamos fuera?, Somos PURE... él no lo es, aunque no niego que sea fiel a la causa y un soldado excepcional; pero... No es naturaleza lo que le hace superior.

Si para combatir contra mutantes tenemos que desvirtuar la raza humana creo que esta batalla está apunto de perderse, al menos, el ideal que la alienta.- termino con una amplia sonrisa como si las palabras que digo no tuvieran importancia alguna.

Pero no me echéis mucha cuenta camaradas...

Luego de que hablo el  "sacerdote"  di la conversación por terminada al menos de mi parte, así que sólo me dediqué a comer lo que aun quedaba en el plato, sin prestar mucha atención al resto. No convenía discutir algo que no debía ser discutido. El canon Pure es absoluto.

Apenas consiguer oir lo que se comenta en la otra mesa, lo maximo que logras alcanzar entender es lo que parece ser una especie de discusión sobre los ideales Pure, y sobre una guerra, que con aberraciones no se puede ganar.

El camarero te entrega en la mesa una bandeja, que logras observar contiene el mismo mejunje que las demas ya servidas. Lo que parece una especie de puré maloliente y acompañado de unos trozos de carne con nervios y grasa.

-La diferencia está en la convicción del hombre, la voluntad y, si quieres llamarlo de alguna manera, el alma de la misma -alzo levemente la voz, dejando a un lado el tono de cuchicheo-. Si le pinchas sangrará, si le hieren sufrirá... por el amor de Dios -aquello era más una expresión que algo propio de un creyente- el cuerpo no es más que un envoltorio de eso que nos diferencia de los adoradores de las máquinas y esos asquerosos rebeldes mutantes. Unos por entregar su fidelidad a unas máquinas y anteponer su supremacía a la humana, los otros por ser antinatural y, en lugar de bajar la cabeza y aceptar lo que les ofrecemos, se rebelan en nuestra contra. Ahí tienes la diferencia, unos luchan por una máquina, otros por ver el mundo arder y nosotros... nosotros luchamos por la supremacía de la especia humana, la causa más justa de todas y, obviamente, la que prevalecerá. ¿Qué importa los medios que utilicemos si vencemos?

Dicho esto, dedico una breve mirada a todos los que estaban en mi mesa, especialmente al soldado Serna. Al ver que he hablado demasiado alto, dedico una mirada al resto de los que estaban en el comedor. Me levanto de la silla y me dirijo a todos.

-¿Tengo razón o no?