Partida Rol por web

El día empezaba a llegar, fogonazos de luz borraron los cadaveres del suelo no quedando muertos en ningún bando a la vista. La batalla había finalizado, Therinya dirigía a los hombres con rápidez, una mujer de pelo castaño la acompañaba. Desde los salones, un niño de apenas seis años observaba con una expresión de fingida indiferencia acompañado por una anciana, vestía ropas con los colores de la casa de Gulfheim.

Poco a poco el día se acercaba, muchas mujeres dejaban sus armas para atender a los heridos. Otros lloraban a los muertos, aterrados por la idea de su temible regreso. Era evidente que la siguiente oleada sería fatal. Al menos, el día amanecía cubierto de nubes.

El Caballero se retiró hacia los heridos, cogió por el camino un cubo de agua caliente que tomó de una anciana y pidió vendas.

Atenderé a los heridos, luego nos vemos

Con un rápido vistazo a Therinya, la dama de pelo castaño se dedicó a observar a la compañía de héroes que desfilaban tras la agonizante lucha de la pasada noche. Por lo que había escuchado, habían perdido a uno de los suyos en la batalla, y una pérdida en nuestro bando siempre era algo que lamentar.

- Salud, hermanos - los saludó levantando la palma de su mano hacia ellos - mi nombre es Gulfhenmina, Doncella de lobos. - los miró uno a uno, evaluando sus heridas y su estado en general - habeis luchado bien - asintiendo a sus palabras, mientras a la vez repartía unas cuantas órdenes a las mujeres que la rodeaban para que atendiesen a los heridos - ahora es mejor que reposeis vuestras heridas y lloreis a vuestro amigo, quizás esta noche no vuelvan - aventuró mirando al cielo - pero no podemos descansar. Cuando estéis listos, iremos a ver esos archivos - su voz sonaba segura, como quien ha vivido esa fatídica noche una y otra vez. Con un asentimiento, dio por terminada la conversación, y volviéndose siguió repartiendo órdenes mientras caminaba con paso firme para reorganizar al poblado una vez más.

Cuando llegaron, los primeros destellos del Sol despuntaban en el horizonte, trayendo consigo el final de la lucha y la visión de un campo de combate lleno de pérdidas y sufrimiento. El fin del enfrentamiento hizo que la adrenalina que recorría el cuerpo del explorador se esfumase, aquello que le permitía permanecer concentrado y que sus penas no lo consumieran, se fue, y con ello toda su entereza ...

Cáledan se quedo como una estatua ante la desoladora escena, con la mirada perdida y su ser muy lejos de allí. Cuando la joven se les acercó, su conversación lo sacó de su ensimismamiento y le permitió al explorador dejar su pesadumbre a un lado, por un breve instante, mientras escuchaba lo que ella le decía. Realmente su combate no se merecía el calificativo de "luchar bien", había sido un error suyo garrafal que no sólo ocasionó la pérdida de su amigo, sino que además los había retrasado y no habían podido llegar a tiempo de ayudar al ejército principal. El ungolita no se perdonaba nada de aquello, por lo que con la voz quebrada y con un dolor palpable dijo:

-Mis amigos han luchado bien, yo no me merezco ese cumplido ni jamás lo mereceré -dijo sin hacer mucho incapié en lo acontecido, pues ya le dolía suficiente el sentirlo, como para encima tener que narrarlo, y continuó diciendo con su tono triste- Cáledan para servirle mi señora, lo cual no creo que sea mucho ... -dijo en tono tétrico- por mi parte podemos ir a leer los archivos ahora mismo -dijo sin importarle su deplorable estado y esperando hacer algo lo mantuviera ocupado y a su mente distraída.

Si no encontraban nada en los archivos la única opción viable sería el sacrificio, y eso era algo que la conciencia del explorador le exigía. 

Por otro lado, aquellos que se acercaron a antenderle y paliar en parte sus heridas los alejó visiblemente enfadado y les dijo:

-¡Alto ahí!, ¡nadie se me va a acercar para intentar curarme nada!, que sean los dioses los que decidan si he de recibir la justa muerte a causa de estas heridas más que merecidas o no ...

Decía con su aspecto lúgubre y firmemente plantado, impasible, esperando que los demás terminaran de tratarse sus heridas y pudieran continuar hacia los archivos.

Cuando por fin llegaron a la puerta principal, solo pudieron contemplar la última carga del jefe de la aldea, junto a su guardia personal. Allí lo vieron caer, y antes de que pudieran proporcionar apoyo, las primeras luces del alba despuntaron en el horizonte. Como les habían dicho, aquellas criaturas se esfumaron literalmente en haces de luz plateada. Dejando tras de si, el sufrimiento de los hombres vivos.

Era la hora de recoger y atender a los heridos, gritos y sangre se veían por doquier.

Una muchacha de cabellos castaños se les presentó, Gulfhenmina se llama. Blür no parecía prestarle atención. Aun cargado de adrenalina y la propia insatisfacción por todo lo ocurrido, no dejaba de deambular de un lado a otro dando voces mientras agitaba su espada ante enemigos invisibles.

_ Pero que he hecho!! una noche combatiendo, un batallón entero y ni uno he derrotado??!!! Vergüenza de mi tribu y mis ancestros!!! Dioses!! Qué clase de prueba es ésta, en la que nada surte efecto ante esas viles criaturas???!!!

_ Qué es lo que queréis que haga?? Dadme una señal!!

De pronto se fijó en la chica, y en como Cáledan gritaba a unas personas que intentaban curarlo. Y se dirigió a la mujer.

_ Qué es lo que quieres de nosotros mujer?!!_ Aún lleno de rabia e ira, por no cumplir su cometido. De nada hemos servido, únicamente para matarnos entre nosotros. Qué es lo que quieres ahora? Ya lo has visto, nada sirven nuestras habilidades...Pero un momento...QUÉ DIABLOS ERAN ESAS LANZAS QUE LUCÍAN EN TONOS ROJOS???!!!!! POR QUÉ VUESTROS HOMBRES ACABABAN CON ELLOS DE UN SOLO GOLPE??

_ Dadme una de esas armas y ahora mismo iré a sus túneles y me encargaré de todos ellos de una vez por todas. Estaba claro que el cansancio y la impotencia de la noche transcurrida le habían pasado factura y no era capaz de pensar con claridad.

_ Nos habéis ocultado cosas y así no podremos ayudaros. Blür, seguía hablando en un tono elevado y haciendo muchos gestos con los brazos.

El visirtaní se sentó en una roca y contempló el escenario de batalla. No quedaban prueba alguna en ella pues no había cadáveres aunque sí muertes que lamentar. Permaneció taciturno mirando el horizonte inescrutable con una extraña desazón, una inquietud insondable. ¿Acaso su espíritu se estaba ablandando o se estaba haciendo mayor?. Desechó estas ideas y se incorporó. Todo aquello estaba lejos de terminar y se acercó a sus compañeros. El mago al que sólo dedicó unos pocos pensamientos había caído valientemente luchando contra esos engendros no muertos. Estaban lejos de haber ganado la batalla aunque de momento tenían un respiro. Observó al hombretón lamentarse. Le tocó el hombro una vez que llegó hasta él.

- Tranquilo compañero, ya tendrás tu oportunidad de demostrar tu honor - le dice con una extraña mirada - agradece a tus ancestros que vives para luchar otro día.

Se aproximó a la mujer y le dedicó una mirada inquisitoria. ¿qyuién era esa dama de pelo castaño que se hacía llamar  Gulfhenmina? 

- Mi nombre es Yusuf, Doncella de lobos - se presenta ante aquella mujer - Sí, hemos luchado con coraje y presteza pero aun así tengo la sensación de haber fracaso, quizás esos archivos que mencionas arrojen algo de luz, y estoy bien por mi podemos ir ahora mismo. 

La noche había sido larga, y la perdida del mago era algo importante, ya que es el único que podría haber encontrado algo útil en los archivos. Sin él probablemente la búsqueda sea infructuosa.

Decido alejarme un poco del grupo, necesito pensar, necesito distenderme un poco y rezar a mi dios para que sea mi guía y permita que los temores que albergan mi mente sean eliminados.

Los heridos no dejan que los atienda, mas los que están muy heridos los curo igualmente, demasiada sangre derramada como para tener más por obstinación.

El silencio por la caída del responsable de estas tierras era notoria. Así que, después de un tiempo me voy a buscar a Therinya, era necesario que hable con ella, hemos visto cosas que no esperabamos... como así también que supongo nos han ocultado.

Agotada, decaída y embarrada hasta sus pelirrojas cejas Therinya apareció por el camino, indicó con una seña al paladín que la siguiera y volvió hacia el grupo.

Son la última locura de un viejo loco se acercó a los presuntos héroes Mina era su nieta aunque fuese solo por sangre, repudiada por ser viuda de un hombre muerto por enfermedad...

Hizo una leve pausa.

Gulfhem prohibió revelarlo bajo pena de muerte, por eso os mande a la puerta trasera que esta protegida por los Dioseshizo una seña, indicando que pasaba a otro tema Gulfhem sabia que solo las armas mágicas podían dañar a los retornados... aunque no evita que vuelvan a despertar. Descubrió un arsenal escondido en el templo de Valión. Además importó grandes cantidades... ahora mismo el pueblo queda bajo mi mandato... después de ver el archivo hablaremos y se revelarán cosas.

Mina intentó ignorar las palabras del bárbaro, aunque en lo profundo de su ser sentía el dolor que ellos sufrían, engañados y obligados a luchar bajo secretos de su abuelo, un hombre demasiado cobarde y cruel para confiar en nadie que no fuese él mismo. A pesar de los cuidados que había puesto Therinya, habían perdido un compañero, y no sólo eso, sino que con horror habían tenido que luchar contra su cuerpo resucitado, como tantas veces habían tenido que hacer ellos contra familiares y amigos. Nadie merecía eso, y menos sin tener armas mágicas para defenderse. Escondió lo que estaba pensando, y con un semblante indiferente se limitó a decirles unas palabras.
- Vayamos a ver esos archivos, el tiempo corre, y mi hijo puede aún cambiar de opinión- dijo mirando de reojo al pequeño de seis años que estaba de pie en la puerta, observando con fríalas al resto.

Debido a su pesadumbre, el explorador apenas reparó en los detalles que afortunadamente su amigo bárbaro entendió rápidamente y que increpó con razón a la tal Mina. Cuando Therinya intervino para realizar la aclaración, Cáledan que estaba despachando cualquier tipo de ayuda, se quedó paralizado completamente, y girando su cuello lentamente hacia ella y con los ojos abierto como platos y llenos de enfado, se quedó con su vista clavada en la pelirroja mientas en su mente bullía una idea tras otra... "¿Nos enviaron sólo para no molestar? ¿Baern murió sólo por culpa de los secretos de un viejo arrogante y gilipollas? ¿Esta es la clase de servicio que prestan a aquellos que sólo buscan ayudar?...", el explorador pasaba del desconcierto a la desconfianza, de la desconfianza al enfado y del enfado a la ira ...

Estuvo tentado de lanzarse sobre la mujer extranjera y pagar con ella todo el odio que sentía hacia sí mismo por su fallo, pero afortunadamente aún quedaba algo de razón en su sesera y entendió que la mujer no era la culpable, sólo se limitó a lanzarle una mirada que helaría la sangre de cualquiera. No obstante, el saber que en última instancia el culpable de todo no había sido él, le permitía obtener el chivo expiatorio que su conciencia tanto ansiaba, pero ahora el objetivo de su ira era el difunto... Nuevamente todo había sido culpa de un noble y sus malditas estupideces y secretos, con el mero hecho de decirles que no participaran habrían salvado la vida de su amigo mago, pero no, tenían que engañarles, y tenerles totalmente desinformados...

Aquella situación estaba poniendo al límite su aguante, y al ver como Blür rompía en gritos y estertores, secundó a su amigo y dirigiéndose rápidamente hacia las mujeres dijo visiblemente enfadado pero en vez de gritar optó por emplear el tono más severo que pudo, y dijo:

-¿Secretos? ¿nuestro amigo ha muerto por culpa de los secretos del malnacido de vuestro abuelo? -dijo insultándolo sin ningún pudor- ¿acaso se creía que sus decisiones no nos afectarían? ¿o es que pese a venir de muy lejos y sólo para ayudar no le importábamos una mierda? -luego se volvió hacia Therinya y le dijo- si íbamos a ser unos inútiles en la batalla habernos dicho que nos quedáramos a parte y punto, hacernos creer que serviríamos de algo es tan recriminable como la actitud de vuestro antiguo líder, al cual le deseo que descanse en lo más profundo del infierno, lleno de tormentos -dijo mientras escupía con enfado hacia el lado, como apoyando con aquello sus duras palabras.

Todo lo dicho por el explorador obviamente eran fruto de su propia culpabilidad, la pena y la rabia que le daba que jugaran con él. Aquello no excusaba sus modales, pero lo cierto es que se sentía un tanto mejor tras soltarlo todo y no se lamentaba de nada de lo dicho, es más, en aquel momento le daba igual aquella maldita aldea y todo lo que le pasara, seguiría a sus amigos y a nadie más. Estaba claro que eran los únicos en los que podía confiar.

Al ver aparecer a Therinya, el semblante del bárbaro cambió. La observaba como un extraviado en el desierto contempla un oasis, como el hambriento ante un banquete nupcial, como una pequeña vela en un océano de oscuridad.

Y esto último era lo mas acertado, pues el nómada no podía distinguir ningún color. Condenado a vivir en un mundo pincelado en una escala infinita de grises, blancos y negros. La bella guerrera destacaba sobre toda la muchedumbre, pues era el rojo, el color de la sangre, el de sus cabellos, el único que podía percibir.

Se percató del pesar y la tristeza que cargaban sus ojos, y aún cuando explicó las mentiras de Gulfhem, el tema de las armas mágicas, la inutilidad prevista de su defensa. No se alteró. Aún cuando Cáledan comenzó a lanzar reproches, carcomido por la culpa. No se alteró.

_ Perdonad nuestras palabras._ Dijo a las norteñas, sin dejar de mirar a Therinya. _Somos gente apasionada y nos dejamos llevar fácilmente por nuestros sentimientos. Continuó, posando un brazo sobre el hombro de su amigo con el fin de tranquilizarle.

_ Hoy, en este día. No lloraremos a nuestros caídos, pues tarea de mas importancia nos aguarda. Averiguaremos de una vez por todas, como erradicar este ciclo de muertes. Y una vez, obliguemos a cada una de esas criaturas a regresar al infierno donde pertenecen. Lloraremos... recordaremos... y festejaremos, porque estamos aquí y estamos vivos.

_ yo no soy bueno descifrando las marcas de los libros, pero ahora que estáis al mando. Decid y me lo tomaré como una orden.

Terminó con una ligera inclinación de cabeza. Y al darse cuenta que el hijo de Mina se encontraba allí, no pudo si no recordar y añorar a su pequeño.

Acercándose a el, se puso en cuclillas y le dijo. _ No temas pequeño, nunca os haría daño ni a tu mama ni a ti. Es solo que los guerreros, a veces, nos dejamos llevar por el ímpetu de la batalla. Y haciéndole una carantoña en la cabeza, se irguió esperando los mandamientos de la ahora jefa de la aldea.

El niño apartó la mano del bárbaro con desprecio.

Mi madre es esta y mi padre es Gulfhem dijo con desdén en un forzado idioma común señalando a la viuda del jefe muerto. No tengo ningún vínculo con esa meretriz y si aprecias tu greñuda cabeza... más te vale meterte las manitas por el culo...salvaje insolente

Ocho guardias se pusieron escoltando al niño en cuadro mientras este se retiraba al interior del salón del Señor de la Montaña.

Mina esperó a que su hijo se marchase para volver al hablar.
- Qué naciese de mis entrañas es todo vínculo que ambos tenemos- dijo a modo de explicación - seguidme- se limitó a decir, conduciendo a los aventureros hacia el archivo e ignorando en la medida de lo posible los arrebatos de ira de estos extranjeros.

El explorador se calmó un poco al sentir el gesto tranquilizador de su amigo, y entendió que enfadarse ahora no iba a servir de nada. Pero aquellos pueblerinos ya no le importaban lo más mínimo, si seguía adelante era simplemente por la palabra dada y porque sobre ellos pensaba una sentencia de muerte si no cumplían. Así que volviendo a su silencio, bajó la mirada y se quedó escuchando el resto de la escena sin mucho interés, y dispuesto a seguirlos, aunque no de muy buena gana visto lo visto.

Por otro lado al escuchar a Blür lo miró confundido sin poderse creer que sus intenciones fueran ciertas. Hacía unas horas que habían perdido a su amigo y al tipo no sólo no le importó, sino que pareció volver a la carga con más ganas aún contra Therinya, obviamente sus vidas prometían ser cortas y había que disfrutar, pero Cáledan no lo compartía del todo, por lo que lo miró y negó de forma imperceptible con la cabeza aunque no dijo nada más, él era el menos indicado para recriminar nada a nadie, y en el fondo se alegraba de que su amigo no estuviera muy afectado por la pérdida y tuviera "algo" con lo que estar entretenido.

Mina y Therinya os conducen a un sótano excavado bajo el Salón del Señor. Es de mampostería muy antigua y en el se aprecian grabados en plata los nombres de los Dioses. Una amplia hilera de rollos de pergamino se encuentra apostada a lo largo de un estante de mármol, claramente antiguo. Al final de la sala hay un atril labrado en cobre con incrustaciones de oro. Todos sentís como un aura de santidad invade la sala, como si una presencia sagrada inundase todo.

El vil gesto de desprecio lo pilló desprevenido y en la rápida actuación de la escolta personal, lo puso en posición de alerta con los puños apretados y las piernas ligeramente abiertas y flexionadas. Reaccionó instintívamente adoptando una posición de combate, pero tras la respuesta del infante, Blür se queda anonadado. Perplejo ante sus palabras intenta comprender la información parental...

_ Entonces su padre es el padre de su madre... Por lo que su madre es su hermana, bueno su hermadre, o sea, su madre y hermana. Pero su padre es también su abuelo, bueno su padruelo, o sea su padre y abuelo. Y entonces el es su hermhijo, respecto de su madre... digo de su hermana, o sea su hermadre. Y por otro lado, este pequeñín es el niethijo de su padre... digo se abuelo, que se llamaba... Gutefl... Mierda!! No es su hermana es su hermanastra!! Está todo mal, tengo que volver a pensarlo... Entonces su padre es el padre de su madre... Por lo que su madre es su hermanastra, bueno su mamanastra y ...

Y así, absorto en sus pensamientos, siguió al grupo como un sonámbulo guiado por una correa.

Cuando llegan al sótano, una sensación de bien estar lo inunda por completo sacándolo de sus ensimismaciones.

Cáledan entró en los archivos, sintiendo cierta calma y tranquilidad, era obvio que era un lugar mágico pero infundía sosiego y eso era lo que él necesitaba. No sabía muy bien como afrontar aquel tema, por lo que mirando a las dos mujeres les preguntó:

-Bien, ¿por donde empezamos? el único que entendía de bibliotecas y pergaminos ya no está con nosotros, ¿alguien tiene alguna idea? -dijo mirando al resto de compañeros, en especial al paladín que parecía el más cultivado de ellos.

Mientras esperaba su respuesta, fue pasando su vista de pergamino en pergamino, más bien al azar, y leyendo algunas líneas a ver si encontraba algo de interés.

Los archivos están escritos en vetusto y en glasó antiguo. El glasó puedes leerlo y el primer rollo de pergamino, están numerados, dice asi:

Estos son los escritos del Sumo Pontífice del templo de Pantea. En el año 2 de la nueva edad.

En esos tiempos reinaba sobre los hombres un clima de guerra contra todas las especies que invadían las tierras que reclamamos. Unos seres altos y esbeltosi con poderes arcanos, son insulto a nuestra cultura y dioses. Los hemos expulsado de las tierras altas hacia el oeste y hacia el norte. Sólo queda la fortaleza de las montañas donde uno de sus príncipes reside.

Estos seres, que adora hereticos dioses, tienen poderes semidemoniacos. Este 3n concreto venera a un príncipe de la oscuridad. Pronto lo aniquilar mostrar.

Los pergaminos describen la guerra de los elfos y los hombres, de hace mil años. Todo sigue igual hasta el último que dice así.

No podemos matarlo, cada vez que atravesamos su cuerpo, se regenera y levanta legiones de cadáveres. He decidido sellarlo. Su alma quedará vinculada a la catedral más espléndida construida sobre las almas devotas. Cada alma, será un nuevo pilar. El sello solo podrá retenerlo un tiempo limitado, cerca de cien años y debe ser renovado con un nuevo pilar para cerrar el círculo. Cuando la catedral este construida, tardará un milenio, su maldad será vindicada por Pantea. Yo formaré el arco de la puerta.

Mina se encaminó hacia los archivos con paso firme. Un total de veinte pergaminos en vetusto y glasó coronaban la historia de esas tierras, una historia que abarcaba un periodo muy lejano al nacimiento de ninguno de los presentes. Durante un buen rato, Mina se enfrascó en la lectura de los pergaminos, aquellos que habían sido negados a la vista de cualquiera que no fuese el mismo Gulfheim. Con aire sombrío miró a los demás, tomó aire y comenzó a hablar.
- Hace mucho tiempo estas tierras no estaban habitadas por humanos, sino por unas bellas criaturas, unos usurpadores de territorio que tenían una religión profana- escupió al suelo, dando a entender lo mucho que odiaba a todo aquel ser distinto a lo que debería ser.
- En el año 2 de nuestra era...- dijo releyendo un pergamino en particular - humanos y elfos se enfrentaron por estas tierras, llevando la victoria los humanos. Pero había un ser al que eran incapaces de vencer... un elfo que resistía cada embestida del ejército de los humanos, incluso cuando ya no tenía ejército propio.- la voz de Mina se quebró un instante, incapaz de creer lo que ella misma estaba pronunciando - cuentan que clavaban sus espadas en su carne, y ésta se regeneraba al instante... - dijo mirando a sus compañeros a los ojos - solo había una manera de contenterlo, un clérigo selló el alma de aquel demonio con magia, sacrificándose el primero, para crear una...- leyó mejor para decirlo de la manera más acertada posible - una catedral de magia, en la que cada ser sacrificado supondrá un pilar de la misma. Al cabo de un milenio, el hechizo será perpetuo, pero mientras tanto los pilares solo dan la seguridad cada cien años... cuando pasa ese tiempo, el hechizo se rompe, y ese ser vuelve de su cárcel mágica para crear legiones y arrasar con los que él cree que le arrebataron lo que era suyo- esto último lo dijo molesta, como si considerase las motivaciones del elfo maldito totalmente absurdas. - una vez que el último pilar sea construido, no tendrá manera de volver... pero no sé cuantos faltan.- dijo fastidiada.

En mi mente abarrotada de pensamientos y contradicciones, veo que me llaman para que nos dirijamos hacia los archivos.

Al llegar y ver el nombre de los dioses una ansiedad comienza a aparecer en mi pecho, esta ansiedad se convierte en una paz total que inunda todo mi ser al notar la divinidad que hay en ese lugar.

No puedo dejar de arrodillarme y agradecer a mi guía por permitirme entrar a  un lugar como este donde todo el poder divino era latente para cualquiera que accediera.

Mi mente se aclara totalmente y respiro tranquilo y relajado, vuelvo a erguirme y escucho atento a lo que la pelirroja tiene para decirme. No se quien es, no la he visto nunca, pero parece que sabe de lo que habla.

- O sea que la culpa en realidad la tienen ustedes. ¿no? - digo al terminar de escuchar aquellas palabras - ¿Vinieron, usurparon un territorio de elfos, los echaron por tener creencias distintas a las de ustedes, entablaron una guerra inútil y ahora culpan a un hechicero elfo que probablemente está peleando para recuperar lo que por derecho es suyo? Y ahora tenemos que ir y ver el tema de los pilares y sellar a un ser mágico que posee una razón correcta para querer vengarse de ustedes..... Hermoso.

Mis pensamientos vuelven a abarrotarse, pero esta vez con sentimientos contradictorios. Los dioses me habían puesto en una posición difícil. ¿Debía proteger a esta gente que oculta y engaña a quienes les ayudan? ¿O debía buscar respuestas y averiguar que pasaba con este mago elfo y tratar de mitigar su sed de venganza devolviendole lo que ha perdido hace tanto tiempo? ¿Debo seguir las directivas de seres mortales que seguramente también tienen intereses ocultos, o ir con mis ideales y hacer lo que es correcto aunque perjudique a quien fui mandado a proteger? Demasiadas preguntas... pocas respuestas.

- ¿Y donde se supone que esta esta "Catedral de magia"?